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2ª PARTE, CAP. 13 de “BARCELONA, 30 AÑOS DE CORRUPCIÓN”, ed. 2006. BANCO GARRIGA NOGUÉS, KIO, GRAN TIBIDABO, 1984-1995.

martes, 8 de mayo de 2012
Rafael del Barco Carreras

Barcelona 8-05-2012. Con los chantajes a la Monaquía, repetidamente negados por el abogado de Diego Torres, el caso Urdangarín, además de lo que llamo el "ambiente barcelonés" que lo crea, se acercaba a Pascual Estevill por cuanto chantajeó al cuñado del Rey... o al propio Javier de la Rosa amenazante... sin demostrar nada...

El caso me desilusiona, no aparecen los millones que merece tanto personaje alrededor... ni siquiera se justifica que la TELEFÓNICA le pague 1.400.000 € al año... ni menos el empleo de la Infanta en La Caixa...

Quizá más adelante se puedan comparar con mayores datos y perspectiva... cuando al igual que entonces pero con MÁS LIBERTAD DE EXPRESIÓN por existir INTERNET... se escriban los muchos tomos necesarios para saber y entender que está sucediendo...







SEGUNDA PARTE
Banco Garriga Nogués
KIO
Gran Tibidabo
1984-1995



Cap 13  Rucabado. Novela. FECSA y Tibigardens. Port Aventura para la Caixa. Jorge Trias contra Pascual Estevill. Brians, ordenanza enfermería. Clases de economía. Permisos denegados.





Rucabado, mi viejo abogado conocido en la primera quiebra actuando de contable, a los veintiséis años, me castigaba con “¿te has divertido escribiendo esa novela?, pues eso se paga”. Le sobraba experiencia, setenta años, y desde joven, y por familia, pateando juzgados. El único abogado despertándome simpatía, buen rollo, feeling, y encima cobraba a pequeños pellizcos. Sumando diez años promedio por causa o problema judicial, los pellizcos compensaban. “Si con cuatro o cinco clientes diarios en la salita de espera, le pega un pellizco a uno, ¡excelente renta!”, “!no sabes Rafael el trabajo y años para llenar la salita!”. Un clásico, pedía unos billetes para colocar entre las hojas del escrito y otro tanto para el procurador. Las cuentas para él “ya se pasarán”.
La casualidad contactó a Ana a través de amistades con un impresor y encuadernador en conexión con el Grupo Z, la edición corría a mi cargo. Al parecer las relaciones de Asensio con Javier eran tensas por dos centenares de millones pillados en una de tantas sociedades. Apoyaron la novela, aunque se quejaran de los nombres simulados, y la distribuyeron por toda España. El enfado sería sobrado, o nadie de su grupo la leyó, porque “Intervíu” se transmutaba en “Entrevistas”, relacionándole con la toma de posición de la prensa por los 80. El simple aficionado sabrá del sueño imposible de editar. Unos minutos de gloria en la prisión se multiplican, y la primera liquidación por los vendidos convertía el minuto en meses. Rucabado tenía razón.
¡Qué importaría una novelita, si nadie lee!. Desoídos los berridos contra Javier, Pujol se obstina en que el muchacho siga “tocando dinero”, largo, no solo los 30.000 de los accionistas de CNL, más, todo el posible. Así se entienden los titulares de El País de 26 de junio de 1993. “Los pequeños accionistas abuchean a De la Rosa en la Junta de Gran Tibidabo”. “Luis Magaña admite que FECSA entrará en Tibigardens por presiones de la Generalitad”. Y FECSA es de ENDESA, y Endesa del Estado. Y desaparecidos los 30.000 de nueve mil ahorradores, le regalan contra viento y marea la construcción del Parque de Vilaseca y Salou, Port Aventura. 
Los socialistas se dejaban marear por Pujol (la gobernabilidad), contratándose destacados de ellos con supercontratos, pagos de corrupción legales y por anticipado. Emilio Casinello, vicepresidente a 50 millones de pesetas anuales, funcionario con Suárez, del PSP de Tierno Galván, de la Exposición de Sevilla, le sobraba experiencia para codearse con De la Rosa. Para compensar el socialista, uno de Pujol, Jaume Casajuana, abogado, de Edicions 62, fundador de Convergencia y Banca Catalana, encarcelado con Pujol en el Franquismo. Piqué Vidal debía pensar “cuantos más seamos más reiremos”. Desde Madrid el objetivo diáfano, carnaza a los de Pujol, pellizco para los nuestros, y que siga la juerga. FECSA, y la CAIXA. Ese Gran Kan tan divertido se vería desde Madrid si le hubieran invertido lo volcado a los periódicos. Y los pequeños accionistas, que digan misa, destinados al sacrificio, ni un activo limpio para sus ahorros. Les soltarán unos huesos y a pelearse. ¿O ya no los tocaba Javier, y solo firmaba con sus colegas del viejo Garriga, y el Bufete Piqué Vidal redistribuía?. 
Casinello no era el primer gran socialista a supersueldo de Javier. El primer presidente fichado para ERCROS, José Aureliano Recio, amigo personal de Felipe Gonzalez y Carlos Solchaga, procedía de nada menos del BBV con 150 millones de pesetas anuales, también fichado por “socialista”. ¿Conocería las cuentas del Banco en las Islas Jersey?. ¡Y los socialistas rasgándose las vestiduras por las andanzas de Javier! 
 
El 93 de pesadilla, comparable al 80 para Javier, y como el 80 un gran año para el Bufete. Unía las tribulaciones del financiero con la cola de empresarios entrando y saliendo de la cárcel por autos del juez Pascual Estevill. ¡Pascual, y otros jueces, el “cuarto turno” dio de sí!. Un magnífico sustituto para los petrodólares. Solo en las listas del IVA se leían docenas de sociedades con centenares de directivos y consejeros, clase alta de la ciudad, y recortando noticias en los periódicos, a diario, al estilo de la policía limpiando las calles de chorizos, se hubieran iniciado acciones penales a barullo. ¡Tendrá usted un problema con Hacienda!. El empresario tiritando acudía a la llamada del gran y conocidísimo abogado, y al poco se encontraría ante el Juez Pascual. 
Tribuna, revista de éxito entonces, el 25 de octubre de 1993. “De la Rosa y el preso”, “En los próximos días aparecerá en Barcelona un libro titulado “Las mil hojas de la rosa”. Su autor que cumple condena en prisión, relata las andanzas financieras de Javier de la Rosa con profusión de nombres, aunque todos ellos salen desfigurados en el texto. De la Rosa conocerá su antibiografía mientras convalece de una operación de menisco a la que ha sido sometido a consecuencia de una lesión que sufrió durante sus últimas vacaciones”. No conseguía mi propósito. La novela se limitaba al tiempo en relación con su padre y sobre mis conclusiones del caso Consorcio, extendiéndome poco en el Garriga, KIO y citando Gran Tibidabo, estafa en ciernes. Aun anticipándome, hoy la novela, un simple esbozo. Significativa la transformación de Clavell, hijo, en centro y creador del padre.
No era yo el único ignorado, mi abogado desde Madrid, Jorge Trias Sagnier, atacaba en el ABC el 17 de noviembre de 1993 al Juez Luis Pascual Estevill, no le agradaría mi criterio sobre su defensa en el Caso Consorcio, o defendía a sus amigos los empresarios catalanes. “Monopoly Judicial”... “No digamos ya si la mala “suerte” le toca a un empresario catalán cayendo en las garras de ese azote de la economía que es el ex abogado mercantilista –hoy juez- Pascual Estevill. A Pascual, hasta que saltó a las primeras planas del estrellato judicial especializado en escándalos financieros, lo hacíamos al mediodía en “La Puñalada” barcelonesa a un “Montecristo” pegado. Nadie ha dado razón suficiente, todavía, de cómo funcionan las normas de reparto en los juzgados de la ciudad condal, pues siempre toca el mismo juez para un determinado tipo de asuntos”. Tampoco a él le escucharon los poderes ni fiscalía alguna. Apenas un año de toma de posesión en Barcelona y en Madrid resuena su actividad. Los asuntos se amontonaron en su juzgado, y de “campanillas”, en presunción cocidos, preparados, redactados los atestados y denuncias en el Bufete Piqué Vidal del que eran clientes. Y el triple salto mortal, sin recato alguno, aun situándole El País, 21 de noviembre de 1.993, en la órbita de Piqué Vidal, y sobre la sospechosa dirección de los “casos económicos” argumenta a su favor que el mismo Juez pidió cambios en el “reparto”, le apunta para el Consejo General del Poder Judicial. ¿Un sondeo?. La desvergüenza de los políticos, total, de todos, la oposición y los socialistas. 
Si en la vida la gloria es efímera, en la cárcel, un humo volátil. El traslado a Madrid en un práctico cajón de hierro con una rejilla sin posible visión y condenado a seis años por las “letras falsas” de los primeros ochenta, complicaba con la de Sabadell, siete años, mis perspectivas de libertad. Trece años, aún con el código antiguo, significaban, sin complicaciones, entre seis y siete. Mi razonamiento, de no aceptar un pacto de cuatro años sin juicio ofrecido por la fiscalía, se basaba en que en teoría sería posible cumplir la de siete años antes de que el Supremo ratificara la sentencia de seis años, pedidos por el fiscal, gozar de libertad, y “ya vería”. Llorar por la leche derramada es inútil. Trece años después ignoro si mi decisión fuera la acertada. La inmediata verdad, la condena pendiente entorpecía el proceso penitenciario. Concretamente a mí, porque en infinidad de casos, situación actual de Javier (tener una causa pendiente) no altera los beneficios posibles. La doble o triple vara de medir de la Administración. 
En Brians, una cárcel de cinco estrellas a tenor de la prensa, me inicié en uno de los peores módulos, largas condenas, dos meses. En definitiva faltaba poco para los dos años, con las redenciones, cumplida la mitad de siete años. A lo sumo, trabajando duro, o de ordenanza en la terrible enfermería, la condicional a un año vista. La condena del 83, de nuevo salía a la palestra por “antecedentes”. Los permisos posibles, y el tercer grado, tan profusamente regalados, se mostraban inalcanzables. Un sueño que me aplicaran la parte blanda de la Ley. Imposible. Razonarían sus arbitrariedades con los tópicos salvados en otros condenados. Una ruleta, y no solo por el dinero a poner en el tapete, sino por lo aleatorio de la suerte. 
Allí no había ningún condenado de Pascual, poco probable que condenaran alguno, o ni siquiera entraran en prisión, como así ha sucedido. No encontraría con quien entretener el aburrimiento. Una celda nueva, dos literas, televisión, y trasladado a una galería de “condenas cortas”, me animaron. De compañero el colega del alcalde Abel, condenados por heroína, los de la desaparición de lo confiscado y fotografiado por La Vanguardia. Un muchacho “movido” para mi gusto por la escritura, pero aceptable. Y ante las perspectivas de redimir los cuarenta y cinco días de tope trimestrales, alterné la enfermería (una verdadera antesala de la muerte) con el teatro, pintor de brocha gorda, o lo refinado de impartir clases de “contabilidad y economía”. 
Con los periódicos y el continuo bombardeo de “Conde y De la Rosa”, sin faltar el gobernador del Banco de España Mariano Rubio y sus especulaciones en Bolsa asociado al síndico Manuel de la Concha y el banquito Ibercord, o Roldán, cada día la clase se limitaba a largas charlas sobre los miles de millones defraudados. Cifras ni soñadas, y difícil comprender el valor de mil millones. Deducción, la relatividad de las leyes que nos condenaban. Letras, acciones, ampliaciones de capital, Banco de España y bolsa, añadían al nutrido auditorio algún educador y funcionario. Y si en las clases, un jolgorio, en el teatro asistí al drama de la monitora (una romántica estudiante de teatro) enamorándose del primer actor. Preñez, sida y muerte.
La primera sicóloga, sin descaro, sin enrojecer, a las primeras de cambio para los permisos, con la mitad de la condena cumplida, bastaba con un cuarto, me soltó lo de mucho dinero. “Señora ese mucho dinero para una industria que lo perdía a chorro, y que aguanté durante unos meses, es nada si comparamos con las cifras que cuentan los periódicos...”. Para ella, sobrepasando su nómina, un disparate. Un millón no se diferenciaba de mil, y el sonsonete de las otras causas. “No estoy condenado, puede suceder como en Gerona... inocente”. ¨Con antecedentes”. “Ni es el mismo delito y menos de tres años... y mi expediente penitenciario es perfecto”. Total, denegado. Recurrido al Juzgado de Vigilancia, denegado. Mal inicio, a un año del cumplimiento o de la posible condicional, denegados los permisos. No cabía lo del agravio comparativo, no existía en el reglamento, cada caso es diferente, sin embargo a mí alrededor los permisos se otorgaban con causas pendientes, largas condenas, y tipo de delito conflictivo. Posible huida, reincidente, y causa pendiente, los leería durante un año, el tiempo de toda la condena. Y lo grave, de no haber permisos, por falta de experiencia en las salidas, no habría tercer grado, y sin tercer grado, tampoco la condicional. Total, se alargaría la condena en no menos de un año y medio, y en dos años probable que el Supremo ratificara los seis años de las “letras madrileñas”. La negativa al primer permiso suponía una debacle, pero recordando los doce años pedidos en el 83, y a los cinco días la libertad, me negaba al pesimismo. Cada dos meses se cursaba la instancia solicitando permisos, pues a esperar otros dos meses.
Cuatro meses de enfermería fueron suficientes. Batallar con veinticinco terminales de SIDA y otros veinticinco en el “psiquiátrico” (también todos con SIDA) superaba mis deseos de redenciones. Y encima, uno de los funcionarios broncas sin sentido, ordenándome cargar con un desmayado lleno de herpes, o gritaba a lo energúmeno porque servía arroz a quién lo exigía con distinta dieta. Agotó mi paciente temperamento. Por los enfermos hubiera continuado, había situaciones divertidas, como la de un par de pellejos, que rompiendo las estrechas rejas de un respiradero en los lavabos conectando con los de la pequeña enfermería para mujeres, se aseguraron las juergas durante unos días. Una ventaja considerable, la comida variada y abundante. Y no era poca, por entonces se montó un pitote, con platos por los suelos por escasa y poco adecuada. Un catering de un militante de Pujol utilizó su contrato de servicio para un “nazareno”, comprar, vender a bajo coste y no pagar a los proveedores, y agregando un terrible servicio. La empresa se llamaba “Bon Servei”, su quiebra aumentaría varias condenas, los platos por los suelos se catalogaron de “motín”. Una de las visitas multitudinaria de la Direcció General de Serveis Penitenciaris de la Generalitat me pilló comiendo en la enfermería. “¿Está bueno hoy?”, me preguntó el director general (un pequeño monstruo de la desvergüenza), “hoy sí”, “¿Únicamente hoy?”, “usted me ha preguntado si estaba bueno”. Al “Bon Servei” se le sumaba la perfecta red de ofis con instalaciones de calentado, a mi entender millonarias, sin calentar. Brians sufría una millonada mal invertida demostrado en las aperturas neumáticas de las puertas, los circuitos de vigilancia, diseñados y abastecidos desde Israel a un socio de los Pujol, las simples manchas y grietas en la mampostería de las paredes, o las desastrosas duchas.

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