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Libia: pensamiento imperial y democracia global

lunes, 14 de noviembre de 2011
Por Eliades Acosta Matos

Asesinato_gaddafi_001Los videos sobre el linchamiento de Muamar el Gadhaffi, y el degollamiento de uno de sus hijos fueron inicialmente conocidos gracias a Al Jazeera, no a la CNN, ni Reuters, ni Deutsche Welle, ni TVE, ni Fox News, ni la BBC. Estas, con la pulcra disciplina de los mayordomos, solo obedecían la consigna de transmitir poéticas y enternecedoras imágenes de sus Freedom Fighters. Puede revisarse la iconografía publicada de esta nueva operación imperialista y se comprobará que se trata de una cuidadosa puesta en escena; la construcción de una moderna poética de la contrarrevolución y el hegemonismo neocolonialista. Y fue efectiva: de inicio, el mundo calló y aceptó como bueno un crimen monstruoso, cometido contra el pueblo libio y sus líderes, tanto como el que, en su momento, cometiesen estas mismas fuerzas del pasado contra Lumumba, el Che, Salvador Allende o Nurden Mohamed Taraki.

Puede aceptarse que Gadhaffi, y su propia coherencia como líder revolucionario, no llega a la altura de los demás mencionados, pero también es inaceptable que, a pesar de sus errores y limitaciones, hagamos con nuestro silencio, el juego al imperialismo y al colonialismo que lo masacraron junto a su pueblo. Adoptar una actitud vergonzante ante un genocidio monstruoso, como el que presenció, impasible, el mundo, es validarlo. Y otorgar un cheque en blanco a los asesinos para que continúen matando.

No importa, en rigor, si Gadhaffi cometió errores o no permitió en su país el rejuego político, al estilo occidental. Esas eran cuestiones a resolver por los libios, no por Estados Unidos ni la OTAN. Tampoco si tenía un colorido guardarropa, cuatro enfermeras ucranianas, o era custodiado por un cuerpo de bellas amazonas. No caigamos en la trampa de la trivialización imperial. El error de Gadhaffi, se ha comprobado, no fue el haber sido revolucionario, nacionalista, antiimperialista y anticolonialista, sino que no lo fue consecuentemente, y hasta el fin. Su más craso error estratégico fue haber creído en el honor y la seriedad de quienes jamás le perdonaron haber dado conciencia de su dignidad, su independencia y soberanía a un pueblo del Tercer Mundo, afectando, de paso, las ganancias derivadas de la explotación inmisericorde de sus recursos naturales. Esas potencias del ayer, primero tomaron los millones que les proporcionaron los negocios que un iluso Gadhafi les facilitó, y luego tomaron la sangre de su pueblo, de su familia, y de él mismo. Y de paso aplastaron la independencia, la soberanía y el ejemplo de una revolución como la libia, para hacerse de nuevo con el dinero fácil derivado de la explotación de su petróleo.

No creo en la genialidad ni la omnipotencia de los staff creativos de las agencias de inteligencia del imperio. Son falibles, predecibles, aburridos y, frecuentemente, burdos. El caso libio lo demuestra. Ya sabemos que contra Gadhaffi y su pueblo se apandillaron, en obsceno compadrazgo, todos los poderes imperiales de la Tierra. Había que dar un ejemplo, a como diese lugar, y creen haberlo dado. Analicemos la leyenda que nos han intentado vender:

Un avión no tripulado yanqui, supuestamente, detectó el movimiento de los autos en que se retiraba de Sirte el líder libio. Los aviones de la OTAN habrían bombardeado la caravana, hiriéndolo levemente. El resto del cuento es conocido, incluyendo las imágenes de las turbas de hienas cobardes y linchadoras que acabaron con su vida. Hoy se sabe que los servicios de inteligencia alemanes conocían de su paradero exacto en Sirte, y que por lo tanto, no hacía falta esperar su retirada, ni un bombardeo. Tengo la firme convicción, derivada de mis estudios anteriores sobre las guerras culturales imperiales, el análisis de las estrategias mediáticas en el caso libio, y el conocimiento de la Historia, que lo que se nos ha presentado es una macabra y repugnante puesta en escena, un montaje mediático para cerrar el proceso de satanización de un líder tercermundista, concluyendo con lo que la CIA llamaba, desde los tiempos de la operación PBSUCESS, que en 1954 acabó con el gobierno de Jacobo Arbenz, en Guatemala, como “asesination of charácter”.

El escenario y las circunstancias fueron cuidadosamente escogidos para lograr la humillación y el desprestigio de Gadhaffi y la desmovilización de sus seguidores. El problema a resolver por los staffs creativos del imperio, fervientes fanáticos de las operaciones simbólicas y culturales que caracterizan las Guerras de Cuarta Generación de nuestra época, fue el mismo al que se enfrentaron cuando la guerra de Iraq y la búsqueda de Saddam Hussein: cómo impedir que los líderes enemigos, una vez capturados o eventualmente asesinados, se conviertan en héroes y mártires, y en consecuencia, en factor de movilización de sus pueblos. La experiencia del Che, convertido en el símbolo rampante de las luchas antiimperialistas del pasado y el presente siglo, renacido de su muerte, pujante y combativo, les enseñó a cuidarse más de las batallas culturales que de las físicas.

Entonces llegó el final, digno de una ópera wagneriana, a fuerza de rotundo, oportuno, y sospechosamente perfecto: un Gadhaffi fugitivo, escondido en una alcantarilla, es detenido, aparentemente sin combatir, por su “propio pueblo”, al grito de “Alá es grande”. Fervorosos islamistas terminan haciendo “justicia”, a pesar de los ruegos de clemencia del “dictador” (que no se aprecian en ninguna de las versiones conocidas en video). Ya ha trascendido que fue, en realidad, capturado tras un combate sostenido con tropas especiales inglesas y qataríes, siendo luego servido en bandeja a la turba linchadora. Y como cierre, el tiro de gracia dado, supuestamente, por un joven fotogénico, símbolo de la “Nueva Libia” pro-americana, y pro-colonialista, con una gorra de los New York Yanquees. Sin dudas, un guiño pícaro, intertextual, tipo Woody Allen; una especie de marca de autor de los coreógrafos de esta patraña.

Ya lo declararon las nuevas autoridades libias: no hubo autopsia del cadáver. Y para que todo quede perfecto, la ONU y Amnistía Internacional, en funciones de CSI imperiales, afirman que investigarán las circunstancias de estas muertes, o sea, que no pasará nada.

Llegado el momento, y no habrá que esperar mucho, toda la verdad se abrirá paso. El colonialismo y el imperialismo no han cambiado: son los mismos desde los tiempos de la Comuna de París, la República española, el Chile de Allende, o la Guatemala de Arbenz. Sus herramientas para subvertir y derrocar gobiernos siguen siendo, en esencia, los mismos, solo que ahora los pueblos disponen de herramientas difíciles de controlar: los celulares, las redes sociales, los medios alternativos, Internet… y su propia memoria y experiencia histórica enriquecida por la vida.

En Gadaffi, como en su momento con Lumumba, las potencias imperialistas y coloniales han saciado las más bestiales ansias de venganza y odio contra líderes africanos y tercermundistas, que osaron enfrentarlas. El mensaje es claro: no se permitirá la menor rebelión, el menor desacato, la más mínima resistencia, o lo que es lo mismo, queda prohibido, so pena de linchamiento y satanización eterna, toda medida que limite o corte el flujo de ganancias que nutre la avaricia insaciable del capital global.

Pero los imperios también aprenden de sus errores: el mismo día que se asesinaba cobardemente a Gadaffi, sin que se inmutaran los millones que en el mundo lloran cuando se tala un árbol en el Amazona, o matan una foca en el Ártico, Obama anunciaba,¡ oh que extraordinaria causalidad!, que comenzaba la retirada definitiva de sus tropas de Iraq. Una decisión polémica y peligrosa, oportunamente compensada, ante la opinión pública, con la euforia de ver, a uno de sus principales “enemigos”, sufrir y morir humillado. Lo que Obama hizo es intentar cerrar, definitivamente, una peligrosa brecha, gracias a la cual el buque imperial, peligrosamente, hacía aguas: no la de los gastos de una guerra que no han podido, ni podrán ganar, sino la de las bajas norteamericanas que ha costado, y cuesta. Por eso en Libia la estrategia desestabilizadora fue diferente: ordenar el trabajo sucio a la OTAN, entregar $ 1100 millones de USD, que fue el aporte reconocido por el gobierno norteamericano a esta campaña, y no exponer hombres en el terreno. Al menos, no de tropas regulares, pues está por conocerse el accionar de unidades y oficiales de tropas especiales norteamericanas y europeas en suelo libio. De ahí que un eufórico Vicepresidente Biden, esa versión postmoderna del “Hombre Invisible” en la Casa Blanca, haya declarado que Estados Unidos había logrado deshacerse de Gadhaffi “… sin perder un solo soldado”

¿Cuáles son las lecciones que se desprenden del caso libio? ¿Qué cambios, en las tácticas, estrategias y en la propia mentalidad imperialista, expresan? ¿Qué significado tiene para el futuro de la democracia global, y especialmente, para los procesos políticos y los gobiernos progresistas y de izquierda que existen en América Latina?

En aras de la concisión, resumiremos nuestra opinión en los siguientes puntos:

1) La esencia del capitalismo global, y de los gobiernos imperialistas se mantiene inalterable en nuestra época: es la misma desde su surgimiento, y sigue guiando su relación con el Tercer Mundo. No es más humano, ni menos bárbaro, ni más democrático, ni más pacifista, ni menos ambicioso o explotador. En tiempos de crisis global, de decadencia del liderazgo norteamericano, de unipolaridad y pensamiento único, se está tornando más agresivo y menos interesado en ocultar esas esencias, dejando a un lado las hojas de parra con las que se cubrió en tiempos de la Guerra Fría, a saber, la supuesta defensa de la libertad, de la cultura occidental y de la democracia.

2) Si bien las experiencias fallidas de Iraq y Afganistán frenaron, hasta ahora, el despliegue definitivo y total del proyecto neoconservador de contraofensiva del capitalismo, y la aplicación de un programa de contrainsurgencia universal, o de contrarrevolución a escala planetaria contenido en el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, de 1997, los apremios de la realidad y las nuevas experiencias desestabilizadoras, basadas, primero, en el modelo de la teoría y la práctica del “Soft and Smart Power”, del que Obama es el paradigma, y en la cooptación de las llamadas “revueltas o revoluciones democráticas”, iniciadas en Túnez y Egipto, son testimonio de que tales planes, lejos de haber sido desechados, han sido reciclados y están siendo puestos en vigor, de manera planificada y sistemática, como demuestra el caso libio. Estados Unidos acaba de anunciar la retirada “temporal” de su Embajador en Siria, debido a “amenazas recibidas”, lo cual indica, con antelación, donde presenciaremos el siguiente capítulo de este folletín macabro.

3) Libia pone sobre el tapete un elemento de suma peligrosidad: la derrota transitoria de una revolución antiimperialista y anticolonialista por una contrarrevolución que se sueña de nuevo tipo, sin serlo, apoyada en poderes hegemónicos extranjeros, y llevada a cabo de manera aséptica, a un costo irrisorio para estos. Al menos, en su versión mediática, que como es sabido, está en las antípodas de la realidad y la verdad. Si nos remontamos a la historia del Siglo XX, algo similar sucedió en 1953 en Irán, cuando la CIA norteamericana y el gobierno británico, mediante la entonces novedosa y creativa operación PBAJAX, lograron el derrocamiento del gobierno nacionalista de Mossadegh. Alentados por lo que consideraron una operación desestabilizadora perfecta, la saga continuó al año siguiente con el derrocamiento de Arbenz, luego de Perón, Juan Bosch y así, sucesivamente, hasta llegar al derrocamiento de Allende, en 1973. Aquí la maquinaria se detuvo, urgida de ajustes, por el elevado costo político que implicó esta última operación. Lo sucedido en Libia, y la inercia del pensamiento instrumental imperial preludian la repetición del nuevo esquema, primero en otros países del Oriente Medio y África (Siria, Yemen, Irán) y luego, en otras regiones del mundo, especialmente en América Latina (Cuba, Venezuela, Nicaragua. Ecuador). El tímido y chapucero intento, en el caso del golpe de estado en Honduras, promete regresar acrecentado y con olor a “rebelión popular o de sociedad civil indignada”.

Debe recordarse que, bajo la “cruel tiranía de Gadhaffi”, esa misma Libia martirizada y reducida a cenizas por la “liberación democratizadora” de la OTAN y Estados Unidos, pasó de ser uno de los países más pobres de África al que más alto nivel de vida brindaba a sus habitantes. Datos que aún pueden consultarse en los reportes anuales de la OMS, la ONU y la UNESCO, lo señalan como poseedor de 2 décimas por encima de los países con más alto Indice de Desarrollo Humano del mundo; con una tasa de escolarización superior al 89%, y con una esperanza de vida de 75 años. Y eso, para los estándares habituales que presentan las empobrecidas naciones africanas, son datos muy relevantes.

Precisamente, el haberlo logrado, a pesar de la hostilidad abierta del imperialismo y el colonialismo, y constituir un ejemplo de que se puede escapar del infierno a que la explotación de los países del Tercer Mundo condena a sus pueblos, es una de las razones que explican la saña con que se ha barrido de la faz de la tierra los frutos de décadas de trabajo abnegado del pueblo libio.

4) El modus operandi imperial es obvio y repetitivo: mediante la diplomacia pública y las operaciones encubiertas de aliento a la subversión en países “hostiles”, con los que, a pesar de todo, se mantiene relaciones diplomáticas, se va logrando construir una constelación de satélites que comienzan a girar en la órbita escogida, siempre alimentados por los generosos donativos de organismos y organizaciones internacionales no gubernamentales. La sociedad civil es alentada y dirigida, financiada y politizada; las campañas que despliegan y hasta las consignas y símbolos de sus protestas son generados en los laboratorios culturales imperiales, recibiendo, de inmediato, la más amplia cobertura mediática. De esta manera se fabrican “héroes y mártires”, cuyas demandas se sintonizan, cuidadosamente, con la sensibilidad occidental. Se dota a este engendro antinatural, nacido por manipulación genética, de un look glamoroso, joven, libertario, democrático, femenino y plural, distendido y simpático, siempre pro-norteamericano y pro-occidental, en contraposición a los regímenes a los que se oponen, que son satanizados de manera sistemática e inmisericorde, y presentadas como bárbaras dictaduras en manos de crueles tiranos, cuyo tiempo histórico ya ha pasado. Para esto último, los poderes imperiales disponen de enormes recursos y un gran arsenal creativo, además de las herramientas que recomiendan ideólogos como Joseph Nye(promotor del “Soft and Smart Power”) o estrategas como Martin Van Cleveld, Thomas X. Hammes y William S. Lind(promotores de la teoría de las Guerras de Cuarta Generación).

5) La mentalidad contrainsurgente imperial, la misma que se destina para lidiar contra las revoluciones, los gobiernos, pueblos, partidos y movimientos políticos, redes y grupos sociales, y simples personas “diferentes”, o sea que no aceptan pasivamente las reglas del mundo unipolar y de pensamiento único, ha ido avanzando hacia una nueva concepción de lucha. Esta parte de la utilización de tácticas y estrategias revolucionarias del pasado, vaciadas de su contenido revolucionario original, invertidas, cambiadas de signo y, finalmente, utilizadas contra las propias revoluciones con un nuevo carácter: el de contrarrevoluciones restauradoras con ropaje liberal y progresista y un glamoroso look juvenil, precursoras de un acceso irrestricto y jubiloso al consumo capitalista, a las nuevas tecnologías y al mundo global.

¿Qué son las importadas “Damas de Blanco”, en Cuba, sino la imagen invertida y con signo contrario, pero con tácticas de lucha similares, de las gloriosas “Madres de la Plaza de Mayo”, de Argentina?

¿Qué son estos “Freedom Fighters” libios, posando para las obsequiosas cámaras de Occidente, en poses de Rambo y luciendo equipos militares relucientes y uniformes impecables, sino las versiones imperiales de los jóvenes palestinos de la Intifada, que pelean con piedras, y a pecho limpio, contra la ocupación israelí?

Nunca antes, como en las más modernas versiones de la teoría de la contrainsurgencia imperialista y las Guerras de Cuarta Generación, los servidores del capitalismo global han prestado tanta atención a la importancia de la cultura, los símbolos y las ideas. ¿No suena conocido esto?

6) El arsenal de validación imperialista de operaciones subversivas e injerencistas, como la de Libia, ha variado con los tiempos. Ya no puede hablarse de “Amenaza Roja”, ni del “Oro de Moscú”. También las sociedades humanas son más cultas y están mejor informadas, incluso, y a pesar de los pesares, hay mucho más canales universales de información independiente en Internet, por ejemplo, de los que jamás hubo. Las redes sociales permiten movilizaciones físicas y de opinión, en tiempo real, por ello las operaciones culturales preparatorias y justificativas de cada zarpazo imperialista tienen que estar envueltas en glamorosos ropajes postmodernos. Deben ostentar un evidente aire universal, y actuar con la rotundez de quien actúa siguiendo los cánones de una ciencia constituida y generalmente aceptada. Por eso es esencial, con mucha antelación, disponer de un arsenal teórico con el que se hay machacado la sensibilidad de la opinión pública, imponiendo modelos de juicio y valores que anteceden a los bombardeos y la matanza.

Algunas de estas nuevas herramientas teóricas imperiales son:

1) El pensamiento único y lo políticamente correcto.

2) La sacralización fundamentalista y unilateral de los derechos humanos, en detrimento de otros derechos, no menos universales, como los derechos sociales, ecológicos, a la diversidad cultural, etc.

3) La teoría de los “Estados fallidos”, los “Estados delincuentes” , las “intervenciones humanitarias”, y la fábula del “Caos creativo y el Nation Building”, ambas concepciones asentadas en la farsa de la “excepcionalidad norteamericana”.

4) La constelación de reportes y certificaciones de “buena conducta” a los demás países y Estados, en materias tan diversas como la lucha contra las drogas, el tráfico de personas o la “libertad económica”, cuya misión esencial es sembrar matrices de opinión, aislar y satanizar a las naciones que se oponen a los designios imperiales, para, en su momento, atacarlas, así como también “premiar” a sus aliados.

La tarea de definir, fertilizar y promover estas matrices de opinión corresponde a la bien posesionada red de instituciones académicas y tanques pensantes que actúa como una jauría de perros de Pavlov, siempre presta a reaccionar al tintineo de las monedas del imperio y el capitalismo global. Estas se encargan de silenciar el debate verdadero y fomentar el debate falso. Rand Corporation, Heritage Foundation, American Enterprise Institute, Brooklyn Institution, Cato Institute, por solo poner algunos ejemplos del mundo anglosajón, son muestra elocuente de ello. En el mundo hispanohablante, la patética versión flamenca de sus mayores norteamericanos, la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) del señorito Aznar. Los grandes medios erigen en paradigmas científicos, convierten en oráculos inapelables y en verdades reveladas toda la pacotilla ideológica que se produce en estas maquilas de la estafa global.

Contra estos viejos y nuevos planes y métodos del imperialismo global en su actual etapa de “Pacificación definitiva del planeta”, las fuerzas revolucionarias y progresistas deben y pueden oponer, además de frenos de otro tipo, una barrera cultural y de ideas. No son omnipotentes, a pesar de su poderío militar. No son infalibles, a pesar de su tecnología. No son invencibles, a pesar de sus millones. América Latina lo está demostrando con el afianzamiento de sus procesos alternativos, y en las condiciones actuales, en ello radica su fortaleza y su riesgo. Los imperialistas pueden perdonar, quizás y muy remotamente, a un oponente militar, pero con su sensible olfato clasista y su experiencia histórica, jamás perdonan a quien promueva símbolos, ideas, esperanzas, razones y una cultura que tenga, como horizonte de arribo, a un nuevo mundo, posible y mejor. El ensañamiento contra Lumumba, el Che, Allende y ahora Gadhaffi, y contra el ejemplo de la Revolución cubana, así lo demuestra.

En estas circunstancias, resuenan con vigencia renovada aquellas palabras del Che, precisamente pronunciadas tras los monstruosos crímenes en el Congo, del colonialismo belga y el imperialismo yanqui: “No se puede confiar en el imperialismo, ni tantito así:¡ nada!”.

Aunque venga ataviado con una hermosa sonrisa en la tez oscura de Barack Obama.
Fuente: Cubadebate
Tomado de Entorno: Boletín Especial de Cubarte (Año 9 Número 90)

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Dossier la historia de Gadafi y el Imperialismo...una historia de Amor y Odio

martes, 8 de noviembre de 2011
Excelente repaso a la historia de la doble cara de los Estados Unidos y sus compinches imperialistas en el caso Gadafi, en donde nos muestra que mientras sirva un gobierno a sus intereses, le permitirán todo lo necesario, pero cuando obstruyan los mismos...bye bye, a morir se ha dicho.
Koan

Primera parte...


¿Quién mató a Muamar al Gadafi?

jueves, 20 de octubre de 2011
Una de nuestras hermanas latinoamericanas nos envió, al leer este post de Lagarde, un video de YouTube donde lo que parece ser una horda de caníbales se fotografía ante lo que podría ser el cadáver del dirigente livio, risueños y haciendo la V de la victoria con sus manos... señal que da escalofríos después de verla como distintiva de los ex-presos de origen cubano recibidos en España...
Estuve revisando la noticia en Yahoo esta mañana, y me asombró el grado de compromiso de la mayoría de los comentarios allí vertidos: "ya pueden entrar y tomar su petróleo a saco"; "por qué si era problema de Libia, no dejaron a los libios arreglarlos", y por supuesto, también los incitadores al odio, a la revancha en Sudámerica o Cuba...  Pero lo que más me impresionó, además del mencionado video, es la afirmación de Reuters de que algunas heridas fueron ocasionadas... ¡después de apresarlo!... ¿dónde están entonces el respeto a los derechos humanos, a las convenciones internacionales, a todo lo que proclaman a voz en cuello? ¿qué podrán esperar los sobrevivientes leales a Gadafi?  Ya vivimos todo lo que sucedió en Irak; no esperemos menos en Libia:

El Ministro francés de Defensa, Gérard Longuet, explicó hoy que aviones franceses identificaron y "pararon" el convoy militar en el que se encontraba el exlíder libio Muamar al Gadafi, antes de que este fuera atacado.

Ese convoy, de "varias decenas de vehículos", según declaraciones recogidas por los medios galos, fue detenido cuando intentaba huir de Sirte.

La versión ofrecida por el ministro añadió que un Mirage-2000 francés fue informado por el Estado Mayor integrado en las fuerzas de la OTAN de la necesidad de actuar para impedir que ese grupo de vehículos avanzara.

Aunque en los noticiarios de la prensa de occidente, incluso hasta en las imágenes falsas o manipuladas, se llevan el protagonismo los llamadas rebeldes libios-en realidad mercenarios-, desde finales de marzo, aviones de la OTAN y otros aliados sobrevolaron más de 26.000 objetivos sobre Libia.

En más de 10.000 operaciones fueron lanzadas varios miles de bombas de precisión y misiles sobre las tropas de Gadafi.

Después que Estados Unidos retiró sus aviones de combate y dejó las operaciones en manos de los europeos y canadienses, entre otros, Washington puso principalmente a disposición de los invasores aviones de transporte y bombas de precisión, pues al cabo de dos meses, Europa se había quedado sin ninguna.

12 países, liderados por Francia y Reino Unido, de los que sólo ocho participaron en operaciones de combate, tuvieron a su cargo la invasión contra Libia.

A ellos se sumaron cuatro Estados no miembros de la alianza: Jordania, Qatar, Suecia y los Emiratos  Árabes Unidos.

Durante la invasión las fuerzas de la OTAN no sufrieron ni una sola baja. Nadie sabe cuántos muertos ha costado la "humanitaria" intervención para salvar a Libia del "asesino" Gadafi.

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Publicado por M. H. Lagarde para Cambios en Cuba el 10/20/2011 03:44:00 PM

¿Quién sigue después de Libia?…

jueves, 25 de agosto de 2011
¿Quién sigue después de Libia?

¿Venezuela?, ¿Siria?, ¿Corea del Norte?, ¿Bolivia?, ¿Nicaragua?, ¿Ecuador?, ¿quién seguirá??.  El imperio se hunde en una orgía de sangre.

Seis meses masacrando al pueblo libio obscena y sanguinariamente en un desenfreno de locura y rencor. El imperio ávido de latrocinio, piratería, venganza y pillaje se desmorona en su pudrición. El signo de la muerte como argumento de la mano civilizadora del imperialismo. La fuerza del hierro imponiendo el infierno aterrador del arrasamiento, la demolición de todo lo que está en pie y la carnicería humana en una apología salvaje al poder de la los sórdidos  dioses del Olimpo. Esos fatuos y criminales  “cruzados”  de la OTAN.

El ejercicio del “poder inteligente” de la diplomacia de la tiranía mundial autoglorificados y ensoberbecidos, al estilo de la halcona de Washington Hilary Clinton, actuando con la impunidad más indignante y injuriosa para imponer sus decretos  y ordenamientos abusivos y nauseabundos.

El despotismo de la barbarie certificado  en las jurisprudencias fundadas por la alcurnia mundial, desbocada de arrogancia, creyéndose poseedora de la verdad absoluta y de la bendición divina  para descargar su omnipotencia en la tierra. Entiéndase jurisdicciones como la ONU, La Unión Europea, La OEA, El Consejo de Seguridad. La Comisión Internacional de Derechos Humanos, La Corte de la Haya , etc. 

La Organización de las Naciones Unidas  (ONU) convertida en el jurado de los ungidos, que es decir las superpotencias neocoloniales, con báculo y corona para regir a chasquido de látigo,  con edictos, sanciones, amenazas, bloqueos, zonas de excepción  aérea, la intimidación militar, las invasiones, el bombardeo y el genocidio legalizado.

Es el llamado “Consejo de Seguridad de la ONU” un degolladero de Estados Soberanos. Han erigido un cadalso medieval para castigar a los gobernantes y pueblos que hayan tenido la osadía de proclamar su independencia, soberanía, su vocación anticolonial y antiimperialista y emprender proyectos “exóticos” como la vía  de transición al socialismo.

Guillotinan las aspiraciones de los pueblos a ser libres con el terror y la provocación.  El terrorismo de Estado se esgrime arteramente contra líderes, movimientos populares, rebeliones y revoluciones arremetiendo con correrías armadas, conjuraciones, asesinatos y un repertorio, con todo tipo de imaginaciones despiadadas, compilado  en laboratorios tenebrosos del Departamento de Estado, El Pentágono, en los cuarteles de la OTAN y el Sionismo, y en los recintos de  los servicios secretos de las sacrosantas potencias que conforman el eje  cavernario del dominio global.

Extermino masivo, devastación de la vida, el gemido del dolor de infantes aterrados por el estrépito depredador de las bombas, por la mutilación, por el estropicio. Esa es la imagen imperante en Trípoli y en otras ciudades libias hoy.  La ONU ha refrendado una invasión mercenaria, ha legitimado la violación del derecho a la autodeterminación de las naciones, ha legalizado la liquidación de la soberanía del pueblo libio, ha facultado el complot contra  el Estado independiente de Libia y su genuino gobernante  Muhammad Al Gadaffi.

El  “Consejo de Seguridad” de la ONU, brutal y mefítico clan de conciliábulos e intrigas imperialistas, camarilla consagrada por la oligarquía imperial para la protección de los intereses del capital transnacional, de los amos de la guerra  y de las mafias traficantes y financiero –especuladoras, se ha hecho eco  del oscurantista  e ignominioso  legado nazi-fascista.

Ha profanado los principios de la Declaración  Universal  de los derechos fundamentales de la humanidad, mancillado la misma carta de la ONU y pisoteado  todas las convenciones que protegen derechos inalienables de niños, niñas, hombres y mujeres; ciudadanos del mundo y, los derechos a la autodeterminación de las naciones y la soberanía pueblos del planeta. 

Hoy Libia soberana libra con valentía y decoro una batalla decisiva por su dignidad y soberanía liderada por el gobierno de Gadaffi, único y legítimo representante del pueblo libio.

Dicha batalla es aleccionadora para los pueblos de África, Asia y Latinoamérica especialmente. El unilateralismo de las superpotencias de la Unión Europea y Estados Unidos, su arbitrariedad y tropelía, la cobardía de gobiernos y bloques regionales que no han tenido la honradez y dignidad para salirle al frente a tanta demencia e impunidad, la legalización vía ONU, de los métodos encubiertos, el terrorismo de Estado, las agresiones mercenarias, el libertinaje político es ahora, un obús que apunta al corazón de los pueblos.

El  reconocimiento que Obama -Flamante premio Nobel de la “Paz”-  Ban-ki moon,  Secretario General de la ONU y los rutilantes presidentes, cancilleres o Primeros Ministros de Europa han hecho  de los  supuestos “rebeldes” que han asaltado Libia y que no son otra cosa que grotescos  forajidos pagados para el asesinato a sueldo, así como el chantaje de la mentira y el terrorismo de bandoleros, criminales y torturadores, se ha tornado en un peligro que asecha la seguridad, libertad y soberanía de todos los Estados que enarbolan las banderas de la independencia y la autodeterminación.

Téngase bien claro el panorama: en Libia no se libra una guerra civil, ya que nunca hubo una oposición congruente políticamente y con algún proyecto coherente que mereciera respeto y atención por su pueblo. Menos aún, organizaciones populares y políticas que arguyeran propuestas que impulsaran la profundización del cambio social, a las cuales se les dignara la denominación de revolucionarias, subversivas o rebeldes.

Libia  ha sido agredida, en un acto de cobardía sin precedentes, por la fuerza más descomunal y destructiva de la historia, una fuerza retardataria, decadente, facinerosa; se perpetró una invasión de bandas y facciones de trogloditas y saqueadores pagados y entrenados para asesinar, para luego resultar siendo  amparados por los aviones, los buques, las bombas y los cohetes  mortíferos de la OTAN, ante lo cual el Estado y el pueblo libio han resistido en una guerra de resistencia  y defensa en pleno derecho.

El Compañero Fidel Castro Ruz había  pronosticado el aceleramiento de las condiciones para una guerra generalizada, impulsada  por el imperialismo. Insistió en varios artículos afirmando que la misma tendría como escenario geoestratégico el Golfo Pérsico y el Mediterráneo; también la Península de Corea. Con toda certeza el mundo está inmerso en esa guerra, porque, además de Libia, ya se combate en Siria y están involucrados países caucásicos como Afganistán y Paquistán, además de la conflagración de Irak y el Kurdistán, así como en Sudán y Nigeria.

La República Islámica de Irán está bajo amenaza y no son escasas las provocaciones, además de incursiones ejecutadas por comandos de grupos especiales de las marinas y otras dotaciones de unidades especiales de Israel, EE.UU. y la OTAN. 

En los planes sediciosos y de guerra de ocupación y contrarrevolucionaria del imperialismo está Siria, sobre la cual ya empezaron la desestabilización, la creación de la masa crítica para la manipulación por  los medios  electrónicos de comunicación, los actos terroristas por medio de mercenarios y las sanciones de la ONU. Ya Tienen el Gobierno de Bachar  al- Assad  en la mira, para disparar.

Pero, todo no queda ahí:  los procesos revolucionarios de América Latina y el Caribe deben estar ojo avizor.  Especialmente la Revolución Cubana y Bolivariana de Venezuela, sin que “duerman el sueño de los justos” Bolivia y Ecuador.

De ahí, que la percepción justa, la coherencia política y el espíritu de solidaridad debe ponernos con más firmeza que nunca al lado del pueblo libio en resistencia. Ese pueblo tesonero, humilde, sincero, que no ha abandonado a su líder Muhammad Gadaffi, valiente y leal a su pueblo y su proyecto revolucionario y, junto a él, los corajudos y nobles  hijos, singularmente Saif-Al Islam y Saif- Al Ibrahim que han sabido estar con el fusil terciado y la frente en alto en las trincheras.

La esperanza de los pueblos humildes de África, Latinoamérica, El Caribe, Asia y la misma Europa dependen en mucho, en las actuales batallas frente a la opresión, el atropello, y las guerras de rapiña del imperialismo, por la libertad, la emancipación definitiva y el socialismo, de la derrota de la OTAN y el imperio en Libia.

Las Naciones Unidas, El Consejo de Seguridad, La Unión Europea, el Neocolonialismo, el capitalismo, están en bancarrota definitiva, sería oportuno sugerir iniciativas para el cerco, el mecateo, la indignación global y empujarlos a la tumba que irremediablemente ellos mismos están cavando.

No te entregues corazón de pueblo, no te entregues, Libia. Los únicos vencidos son los que no luchan. Libia revolucionaria y soberana vencerá, los “revolucionarios” de Obama, los “rebeldes” de la OTAN, serán repelidos y los planes coloniales y de esclavitud  del imperio serán enterrados, junto a la guerra, la agresión, el intervencionismo y la muerte en abismos del desierto, para siempre.

¡El imperialismo, la impunidad, la ocupación, la ONU y la OTAN no pasarán! La vida, el socialismo y la paz triunfarán.

POR LA VIDA Y LA PAZ

Sin autor conocido. Recibido por correo electrónico

Imagen agregada RCBáez

Se abre el juego: Gadafi vivo o preferentemente muerto...

Ponen precio a la cabeza de Gadafi: 1,6 millón de dólares
Autor CUBADEBATE

Se acabaron las medias tintas y los discursos “humanitarios” y de supuesto respeto por la vida del Presidente de Libia. El Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, con el apoyo de la OTAN, ofrece 1,6 millón de dólares a cualquiera que capture o mate a Muamar el Gadafi.

“El presidente del CNT, Mustafa Abdel Jalil, declaró que a quienquiera que entregue a Gadafi se le concederá automáticamente la amnistía”, afirma la agencia ANSA.

Tomado de Diario Octubre

II

La OTAN participa en la cacería de Gadafi en Libia, reconoce Ministro de Defensa británico

La OTAN está contribuyendo con “inteligencia y equipos de reconocimiento” a la búsqueda del líder libio Muamar el Gadafi, dijo este jueves el ministro británico de Defensa, Liam Fox.

“Puedo confirmar que la Otan está suministrando inteligencia y equipos de reconocimiento al CNT (Consejo Nacional de Transición, órgano político de la rebelión) para ayudar a localizar al coronel Gadafi y otros miembros del régimen” que huyeron ante el avance de los opositores apoyados por la OTAN en la capital el martes, declaró Fox en la cadena de televisión de información continua Sky News.

El ministerio de Defensa precisó que Fox se refería a “varios equipos como aviones militares”.

El diario Daily Telegraph, citando fuentes de defensa, dijo el jueves que miembros de las SAS fueron enviados a Libia hace algunas semanas y desempeñaban un papel clave en la coordinación de la batalla por Trípoli.

Con la mayoría de la capital ahora en manos opositoras, estos agentes de las fuerzas especiales, que van vestidos como los civiles locales y llevan las mismas armas que las fuerzas de oposición libia, han recibido ahora la orden de centrarse en la búsqueda de Gadafi, agregó el Telegraph.

El diario Times informó por su parte de que las SAS han estado trabajando con las fuerzas especiales qataríes.

Mientras los mercenarios qataríes están operando en primera línea con insurgentes locales, las SAS ha tenido un papel más discreto en segundo plano de coordinación con los pilotos de la Otan, dijo el Times, citando fuentes del ministerio de Defensa.

“Nunca comentamos sobre las fuerzas especiales”, dijo Fox en otra entrevista con la radio BBC.

Interrogado acerca del rol que estaba desempeñando el Reino Unido en tierra en Libia, Fox declaró a la BBC: “Siempre hemos tenido algunos asesores para el CNT, como dejamos claro desde el principio, ayudándoles con las comunicaciones, ayudándoles con la logística, la cadena de mando, etc”.

“Querríamos por supuesto continuar con estas relaciones”, agregó.

Un periodista de la AFP descubrió el jueves que franceses y británicos han estado trabajando con los opositores libios en su frente oriental desde hace varias semanas.

Estos agentes están establecidos en un centro de mando opositor del frente oriental en Zuwaitina, a unos 150 km al suroeste de Bengasi, sede del CNT.

(Con información de AFP)

Tomado de Cubadebate
 

III

Tropas del SAS se ocultan tras vestimentas árabes para buscar a Gaddafi en Libia
Traducción por Ivana Cardinale para el Correo del Orinoco, Fuente The Daily Mail,

Foto/Archivo Tropas del SAS se ocultan tras vestimentas árabes para buscar a Gaddafi en Libia

Tropas del Servicio Especial Aerotransportado (Special Air Service – SAS) del Reino Unido, están sobre el terreno de Libia ayudando a los mercenarios “llamados rebeldes” para registrar edificios y entradas a túneles en la cacería por Muammar Al Gaddafi.

Los soldados élite pertenecientes al equipo de choque llevan puestas vestimentas tipo árabes, y cargan consigo AK 47 y Kalashnikovs, los mismos armamentos que los mercenarios libios han utilizado en el conflicto.

El SAS estará rastreando el complejo destruido de Gaddafi y tratará de ganar posición en la red de túneles subterráneos donde suponen que está oculto el líder libio.

Soldados del Regimiento 22 del SAS fueron enviados al país norafricano hace varias semanas por David Cameron y han permanecido allí para encontrar a Gaddafi, según The Daily Telegraph.

Los SAS han participado en 12 grandes conflictos, entre ellos la Segunda Guerra Mundial, la del Golfo Pérsico y la de los Balcanes.

La OTAN ha llevado a cabo una serie de ataques aéreos sobre objetivos claves y civiles en Libia desde que el conflicto comenzó el 17 de febrero pasado, pero hasta ahora el uso de tropas terrestres había sido descartado públicamente.

El Secretario de Defensa, Liam Fox, dijo que la OTAN estaba suministrando “activos e inteligencia” para la cacería de Gaddafi.

“Puedo confirmar que la OTAN está suministrando inteligencia y activos de reconocimiento al CNT libio para ayudarlos a rastrear al Coronel Gaddafi y otros remanentes del gobierno”, expresó el Secretario de Defensa británico este jueves.

Hay áreas de resistencia del Gobierno que han tenido considerables niveles de habilidad militar, con almacenes de armas y la capacidad para comandar y controlar.

http://www.diario-octubre.com/2011/08/25/tropas-del-sas-se-ocultan-tras-vestimentas-arabes-para-buscar-a-gaddafi-en-libia/

Bienvenidos a la “democracia” en Libia

Por Pepe Escobar, Asia Times
Traducción: German Leyens para Rebelión
Publicado en

Para el deleite de los psicópatas de la OTAN (Francia, Italia, Reino Unido y España, entre otros) llegan las primeras imágenes de la nueva y "democrática" Libia

El Gran Gadafi apenas ha abandonado el edificio –el complejo Bab-al-Aziziyah– y los buitres occidentales ya rondan en lo alto; ha comenzado la rebatiña por apoderarse del “gran premio” – la riqueza libia de petróleo y gas. [1]

Libia es un peón en un tablero de ajedrez ideológico, geopolítico, geo-económico y geoestratégico serio en la misma medida en que una obra de teatro de moralidad pedestre es como un reality show televisivo; los “rebeldes” idealistas ganan contra el Enemigo Público Número Uno. Otrora el enemigo público fue Sadam Hussein, luego fue Osama bin Laden, ahora es Muamar Gadafi, mañana será el presidente Bashar al-Asad en Siria, algún día será el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. El enemigo no será nunca la ultra-reaccionaria Casa de Saud.

Cómo ganó la guerra la OTAN.

A pesar de la espectacular reaparición del hijo de Gadafi, Saif al-Gadafi, virtualmente la OTAN ganado la guerra civil libia (o “actividad militar cinética”, según la Casa Blanca). Las masas del “pueblo libio” fueron espectadoras en el mejor de los casos, o actores secundarios en forma de unos pocos miles de “rebeldes” con kalashnikovs.

El actor principal fue R2P (“responsabilidad de proteger”). Desde el principio R2P, dotada de personal por Francia y Gran Bretaña y respaldada por EE.UU., se convirtió en el cambio de régimen como por arte de magia. Eso llevó a que las estrellas no debidamente reconocidas en esta producción hayan sido “asesores” occidentales y árabes monárquicos, como cuando se habla de “contratistas” o “mercenarios”.

La OTAN comenzó a ganar la guerra al lanzar la Operación Sirena en Iftar –la ruptura del ayuno de Ramadán– el sábado pasado por la noche, tiempo de Libia. “Sirena” fue el nombre de código de una invasión de Trípoli. Fue la última –y desesperada– estratagema de la OTAN, porque los caóticos “rebeldes” no habían llegado a ninguna parte después de cinco meses de combate contra las fuerzas de Gadafi.

Hasta entonces, el plan A de la OTAN era intentar matar a Gadafi. Lo que los porristas de R2P –de izquierdas y derecha– habían bautizado de “permanente desgaste por la OTAN” terminó por ser una plegaria por tres resultados: Gadafi muerto, Gadafi se rinde, Gadafi huye.
No significa que nada de esto haya impedido que las bombas de la OTAN cayeran sobre casas privadas, universidades, hospitales o incluso cerca del Ministerio de Exteriores. Todo –y todos– eran objetivos.

“Sirena” incluía un pintoresco reparto de “rebeldes de la OTAN”, fanáticos islamistas, crédulos periodistas empotrados, turbas amigas de la televisión y jóvenes de Cirenaica manipulados por oportunistas desertores del régimen de Gadafi a la espera de generosos cheques de los gigantes petroleros Total y BP.

Con “Sirena”, apareció la OTAN a tiro limpio (literalmente). Helicópteros artillados Apache disparando ininterrumpidamente y cazabombarderos atacando todo. La OTAN supervisó el desembarco de cientos de soldados de Misrata en la costa este de Trípoli, mientras un barco de guerra de la OTAN distribuía armamento pesado.

Solo el domingo pueden haber muerto 1.300 civiles en Trípoli y por lo menos 5.000 heridos. El Ministerio de Salud anunció que los hospitales están desbordados. Todo el que seguía creyendo que los implacables bombardeos de la OTAN tenían algo que ver con R2P y la Resolución 1973 de las Naciones Unidas está viviendo en una unidad de cuidados intensivos.

La OTAN precedió a la “Sirena” con masivos bombardeos de Zawiya –la crucial ciudad refinadora de petróleo a 50 kilómetros al oeste de Trípoli-. Eso cortó los suministros de petróleo de Trípoli. Según la propia OTAN, por lo menos la mitad de las fuerzas armadas de Libia resultaron “degradadas” –jerga del Pentágono para muertas o gravemente heridas. Eso significa decenas de miles de muertos. Eso también explica la misteriosa desaparición de los 65.000 soldados a cargo de la defensa de Trípoli. Y también explica en gran parte por qué el régimen de Gadafi, en el poder durante 42 años, se ha derrumbado en unas 24 horas.

El llamado de Sirena de la OTAN –después de 20.000 ataques aéreos, y más de 7.500 ataques contra objetivos terrestres– sólo fue posible gracias a una decisión crucial del gobierno de Barack Obama a principios de julio, posibilitando, como informó The Washington Post, “el hecho de compartir materiales más delicados con la OTAN, incluyendo imágenes e interceptaciones de señales que pueden suministrarse a las fuerzas de operaciones especiales británicas y francesas en el terreno fuera de los pilotos en el aire”.

Esto significa que, sin los conocimientos de poder de fuego sin igual, satélites y drones del Pentágono, la OTAN todavía estaría involucrada en la Operación Cenagal para Siempre –y el gobierno de Obama no podría aprovechar una importante victoria en este drama “cinético”.

¿Quiénes son éstos?

¿Quiénes son éstos que repentinamente estallaron de alegría en las pantallas de las televisiones estadounidenses y europeas? Después de las sonrisas ante las cámaras y los disparos de kalashnikovs hacia el cielo, hay que prepararse para grandes fuegos artificiales fratricidas.

Es seguro que estallarán problemas étnicos y tribales. Muchos de los bereberes de las montañas occidentales, quienes entraron Trípoli desde el sur este último fin de semana son salafistas de la línea dura. Lo mismo en la nebulosa de Hermandad Musulmana/salafistas de Cirenaica, que han sido instruidos por los hombres de la CIA. Aunque estos fundamentalistas “utilizaron” a los europeos y estadounidenses para aproximarse al poder, pueden convertirse en una horrible fuerza de guerrilla si son marginados por los nuevos amos de la OTAN.

La gran “revolución” con base en Bengasi, presentada a Occidente como si fuera un movimiento popular, fue siempre un mito. Solo hace dos meses los “revolucionarios” armados eran apenas 1.000. La solución de la OTAN fue crear un ejército mercenario –incluyendo todo tipo de sujetos repugnantes, desde ex miembros de escuadrones de la muerte colombianos a reclutadores de Qatar y de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) quienes buscaron a numerosos tunecinos desocupados y gente de tribus descontentas con Trípoli. Todos estos, aparte del escuadrón mercenario de la CIA –salafistas de Bengasi y Derna– y el escuadrón de la Casa de Saud –la banda de la Hermandad Musulmana.

Cuesta no recordar la pandilla de la droga de UCK en Kosovo –la guerra que “ganó” la OTAN en los Balcanes. O a los paquistaníes y saudíes, con respaldo de EE.UU., que armaron a los “combatientes de la libertad” de Afganistán en los años ochenta.

Y luego está el sospechoso reparto de personajes del Consejo Nacional de la Transición (TNC, por sus siglas en inglés) basado en Bengasi.

El jefe, Mustafa Abdel-Jalil, ministro de justicia de Gadafi desde 2007 hasta su renuncia el 26 de febrero, estudió la Sharía y derecho civil en la Universidad de Libia. Esto le permitirá habérselas retóricamente con los fundamentalistas islámicos en Bengasi, al-Baida y Delna pero podría utilizar sus conocimientos para defender sus intereses en un nuevo arreglo para compartir el poder.

En cuanto a Mahmud Jibril, presidente del consejo ejecutivo del TNC, estudió en la Universidad de El Cairo y luego en la Universidad de Pittsburgh. Es la conexión qatarí clave, al haber estado involucrado en la administración de activos para Sheikha Mozah, la esposa ultra influyente del emir de Qatar.

También está el hijo del último monarca de Libia, el rey Idris, depuesto por Gadafi hace 42 años (sin derramamiento de sangre); a la Casa de Saud le encantaría una nueva monarquía en el Norte de África. Y el hijo de Omar Mukhtar, el héroe de la resistencia contra el colonialismo italiano, un personaje más laico.

¿El nuevo Iraq?

Sin embargo, creer que la OTAN ganaría la guerra y dejaría que los “rebeldes” controlen el poder es un chiste. Reuters ya ha informado de que una “fuerza de transición” de unos 1.000 soldados de Qatar, los Emiratos y Jordania llegará a Trípoli para actuar como policía. Y el Pentágono ya está propagando que los militares de EE.UU. estarán en el terreno para “ayudar a proteger las armas”. Un toque hermoso que ya implica quién estará realmente a cargo: los neocolonialistas “humanitarios” más sus serviles agentes árabes.

Abdel Fatah Younis, el comandante “rebelde” asesinado por los propios rebeldes, era un agente de los servicios de inteligencia franceses. Fue eliminado por la facción de la Hermandad Musulmana, precisamente cuando el Gran Liberador Árabe Sarkozy estaba tratando de negociar una etapa final del juego con Said al-Islam, el hijo de Gadafi de la London School of Economics que ahora volvió de entre los muertos.

Por lo tanto los grandes ganadores son finalmente Londres, Washington, la Casa de Saud y los qataríes (enviaron jets y “asesores”, que ya están manejando las ventas de petróleo). Con una mención especial al complejo Pentágono/OTAN – ya que Africom finalmente establecerá su primera base en suelo africano en el Mediterráneo, y que la OTAN está a un paso de declarar que el Mediterráneo es “un lago de la OTAN”.

¿Islamismo? ¿Tribalismo? Podrían ser los males menores de Libia en comparación con una nueva fantasilandia abierta al neoliberalismo. Hay pocas dudas de que los nuevos amos occidentales no tratarán de resucitar una versión más amistosa de la corrupta, rapaz, Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) de Iraq, convirtiendo a Libia en un sueño neoliberal de la línea dura de una propiedad total de los recursos libios, una repatriación total de beneficios, corporaciones occidentales con la misma posición legal que las firmas locales, bancos extranjeros que compran los bancos locales, y muy bajos impuestos a la renta y a las corporaciones.

Mientras tanto, la profunda fractura entre el centro (Trípoli) y la periferia por el control de los recursos energéticos se inflamará. BP, Total, Exxon, todos los gigantes petroleros occidentales serán recompensados con gratitud por el consejo de transición, en detrimento de las compañías chinas, rusas o indias. Las tropas de la OTAN en el terreno ayudarán ciertamente a mantener disciplinado y alineado al Consejo.

Los ejecutivos petroleros estiman que se tardará por lo menos un año hasta que la producción de petróleo vuelva a los niveles anteriores a la guerra civil de 1,6 millones de barriles por día, pero dicen que los beneficios anuales del petróleo podrían proveer a los nuevos gobernantes en Trípoli unos 50.000 millones de dólares al año. La mayoría de los cálculos indican reservas de petróleo de 46.400 millones de barriles, un 3% de las reservas mundiales y con un valor de unos 3,9 billones de dólares al precio actual del petróleo. Las reservas de gas conocidas son de unos 5 billones de pies cúbicos.

Por lo tanto R2P termina ganando. El imperialismo humanitario gana. Las monarquías árabes ganan. La OTAN como gendarme global gana. El Pentágono gana. Pero incluso eso no es suficiente para los habituales sospechosos imperiales, que ya llaman a desplegar una “fuerza de estabilización”. Y todo esto mientras los progresistas perdidos en la trama en una variedad de latitudes siguen saludando la Santa Alianza del neocolonialismo occidental, de las monarquías árabes ultra reaccionarias y de salafistas de la línea dura.

No habrá terminado hasta que cante la gorda señora árabe. En todo caso, hasta la próxima parada: Damasco.

Fuente http://www.patriagrande.com.ve/temas/opinion/bienvenidos-democracia-libia/

Tomado de  Diario Octubre

Fidel: Un fuego que puede quemar a todos

jueves, 28 de abril de 2011
Reflexiones del compañero Fidel: Un fuego que puede quemar a todos

ref-fidel-chile-18.JPGSe puede estar o no de acuerdo con las ideas políticas de Gaddafi, pero la existencia de Libia como Estado independiente y miembro de las Naciones Unidas nadie tiene derecho a cuestionarlo.

Todavía el mundo no ha llegado a lo que, desde mi punto de vista, constituye hoy una cuestión elemental para la supervivencia de nuestra especie: el acceso de todos los pueblos a los recursos materiales de este planeta. No existe otro en el Sistema Solar que posea las más elementales condiciones de la vida que conocemos.

Los propios Estados Unidos trataron siempre de ser un crisol de todas las razas, todos los credos y todas las naciones: blancas, negras, amarillas, indias y mestizas, sin otras diferencias que no fuesen las de amos y esclavos, ricos y pobres; pero todo dentro de los límites de la frontera: al norte, Canadá; al sur, México; al este, el Atlántico y al oeste, el Pacífico. Alaska, Puerto Rico y Hawai eran simples accidentes históricos.

Lo complicado del asunto es que no se trata de un noble deseo de los que luchan por un mundo mejor, lo cual es tan digno de respeto como las creencias religiosas de los pueblos. Bastarían unos cuantos tipos de isótopos radiactivos que emanaran del uranio enriquecido consumido por las plantas electronucleares en cantidades relativamente pequeñas -ya que no existen en la naturaleza- para poner fin a la frágil existencia de nuestra especie.

Mantener esos residuos en volúmenes crecientes, bajo sarcófagos de hormigón y acero, es uno de los mayores desafíos de la tecnología.

Hechos como el accidente de Chernóbil o el terremoto de Japón han puesto en evidencia esos mortales riesgos.

El tema que deseo abordar hoy no es ese, sino el asombro con que observé ayer, a través del programa Dossier de Walter Martínez, en la televisión venezolana, las imágenes fílmicas de la reunión entre el jefe del Departamento de Defensa, Robert Gates, y el Ministro de Defensa del Reino Unido, Liam Fox, que visitó Estados Unidos para discutir la criminal guerra desatada por la OTAN contra Libia. Era algo difícil de creer, el Ministro inglés ganó el “Oscar”; era un manojo de nervios, estaba tenso, hablaba como un loco, daba la impresión de que escupía las palabras.

Desde luego, primero llegó a la entrada de El Pentágono donde Gates lo esperaba sonriente. Las banderas de ambos países, la del antiguo imperio colonial británico y la de su hijastro, el imperio de Estados Unidos, flameaban en lo alto de ambos lados mientras se entonaban los himnos. La mano derecha sobre el pecho, el saludo militar riguroso y solemne de la ceremonia del país huésped. Fue el acto inicial. Penetraron después los dos ministros en el edificio norteamericano de la Defensa. Se supone que hablaron largamente por las imágenes que vi cuando regresaban cada uno con un discurso en sus manos, sin dudas, previamente elaborado. 

El marco de todo el escenario lo constituía el personal uniformado. Desde el ángulo izquierdo se veía un joven militar alto, flaco, al parecer pelirrojo, cabeza rapada, gorra con visera negra embutida casi hasta el cuello, presentando fusil con bayoneta, que no parpadeaba ni se le veía respirar, como estampa de un soldado dispuesto a disparar una bala del fusil o un cohete nuclear con la capacidad destructiva de 100 mil toneladas de TNT. Gates habló con la sonrisa y naturalidad de un dueño. El inglés, en cambio, lo hizo de la forma que expliqué.

Pocas veces vi algo más horrible; exhibía odio, frustración, furia y un lenguaje amenazante contra el líder libio, exigiendo su rendición incondicional. Se le veía indignado porque los aviones de la poderosa OTAN no habían podido doblegar en 72 horas la resistencia libia.

Nada más le faltaba exclamar: “lágrimas, sudor y sangre”, como Winston Churchill cuando calculaba el precio a pagar por su país en la lucha contra los aviones nazis. En este caso el papel nazifascista lo está haciendo la OTAN con sus miles de misiones de bombardeo con los aviones más modernos que ha conocido el mundo.

El colmo ha sido la decisión del Gobierno de Estados Unidos autorizando el empleo de los aviones sin piloto para matar hombres, mujeres y niños libios, como en Afganistán, a miles de kilómetros de Europa Occidental, pero esta vez contra un pueblo árabe y africano, ante los ojos de cientos de millones de europeos y nada menos que en nombre de la Organización de Naciones Unidas.

El Primer Ministro de Rusia, Vladimir Putin, declaró ayer que esos actos de guerra eran ilegales y rebasaban el marco de los acuerdos del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Los groseros ataques contra el pueblo libio que adquieren un carácter nazifascista pueden ser utilizados contra cualquier pueblo del Tercer Mundo.

Realmente me asombra la resistencia que Libia ha ofrecido.

Ahora esa belicosa organización depende de Gaddafi. Si resiste y no acata sus exigencias, pasará a la historia como uno de los grandes personajes de los países árabes.

¡La OTAN atiza un fuego que puede quemar a todos!

 
    
firma-fidel.jpgFidel Castro Ruz
Abril 27 de 2011
7 y 34 p.m.

Deconstrucción de la ONU: demolición de la sociedad internacional

lunes, 21 de marzo de 2011
Por Jorge Gómez Barata

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La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU y el discurso pronunciado por Ban Ki-moon en la reunión de Estados Unidos, la ONU, OTAN y la Liga Árabe que precedió al inicio de la agresión a Libia significa un paso en la demolición del sistema de seguridad colectiva para cuya creación la humanidad tuvo que sufrir la experiencia de dos guerras mundiales.

En 1917, rompiendo la tradicional política aislacionista inspirada en el legado de George Washington, los Estados Unidos se involucraron en la Primera Guerra Mundial en la cual, pagando el precio de 130. 000 muertos, derrotaron a Alemania y otros países europeos convirtiéndose en la primera potencia mundial. En aquel contexto, el presidente Woodrow Wilson, auspició la formación de la Sociedad de Naciones, eje de un mecanismo de seguridad colectiva destinado a impedir otra carnicería semejante.

Por una de las frecuentes paradojas de la política norteamericana, el Congreso no aprobó el ingreso de los Estados Unidos que, sin embargo apoyó a la Sociedad de Naciones la cual realizó esfuerzos validos aunque fallidos para el mantenimiento de la paz mundial. La organización no pudo impedir el rearme alemán, no evitó el auge del fascismo ni pudo reaccionar ante la llegada al poder de los nazis, encabezados por Adolfo Hitler, que en 1939 desencadenaron la Segunda Guerra Mundial.

Como la Primera, la Segunda Guerra Mundial fue originalmente una guerra europea a la que los Estados Unidos se sumaron tardíamente y, antes de hacerlo, con fecha 14 de junio de 1941, el presidente Franklin D. Roosevelt, suscribió con Winston Churchill, primer ministro inglés, la Carta del Atlántico, en el cual se asumía que los países que entraran en guerra contra Alemania como parte de las naciones unidas, (primera vez que se utilizó el término), renunciaban a cualquier pretensión territorial, subrayándose el derecho de todos los pueblos a elegir su forma de gobierno. Por su contenido avanzado, aquel documento fue el borrador de lo que poco después sería la Carta de la ONU adoptada por 50 países en San Francisco el 24 de mayo de 1945.

La ONU, creada bajos los auspicios de Roosevelt, Churchill y Stalin, ratificó los esfuerzos para crear un sistema de seguridad colectiva que tuviera como base una organización internacional regida por una Carta que resumía el ideal democrático ajustado a las relaciones internacionales y serviría de base al Derecho Internacional contemporáneo. Los Tres Grandes como en su tiempo se llamó a aquella tríada, aprobaron personalmente el Capitulo Siete de la Carta de la ONU que endosa el uso de la fuerza para el mantenimiento de la paz, autoriza la operación de tropas bajo la bandera de la ONU y crearon la clausula de unanimidad, según la cual, la aplicación de ese capítulo deberá contar con la aprobación de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, precepto que dio lugar al veto.

Defectos y limitaciones aparte, debido a que la paridad nuclear y la “destrucción mutuamente asegurada”, ejes de la bipolaridad entre Estados Unidos y la Unión Soviética necesitaba de un árbitro, la ONU desempeñó cierto papel durante la Guerra Fría, rol virtualmente anulado cuando la URSS desapareció de los escenarios internacionales y Estados Unidos quedó como único hombre en el ring con Europa occidental como furgón de cola y Rusia y China sin músculos ni voluntad política para constituirse en alternativa a los intentos hegemónicos del imperialismo norteamericano.

El proceso de deconstrucción de la ONU y con ella del sistema de seguridad colectiva de postguerra se acentuó bajo los gobiernos de Reagan y Bush, padre e hijo, cuando Estados Unidos, sin el factor de contención que durante cuarenta años fueron la Unión Soviética (con capacidad de veto), los países ex socialistas y las naciones progresistas del Tercer Mundo, pudo manipular a su antojo al Consejo de Seguridad y otras instancias de la ONU, ignorándolas o sirviéndose de ellas para sus fines como acaba de ocurrir en el caso de Libia.

Bajo la égida norteamericana el doble estándar dejó de ser una anomalía para convertirse en el estilo del organismo internacional, tarea favorecida por la actuación de seretarios generales serviciales y obedientes a Washington como Cofi Annan y Bank Ki-Moon.

En su caída la ONU arrastra no sólo a los conceptos en los que se fundamenta la diplomacia multilateral, sino también al sistema de instituciones internacionales, ejes de la seguridad colectiva. La ineficacia para lidiar con la crisis en el Medio Oriente y África del Norte y por la complicidad con la agresión a Libia, han decretado la muerte de la Liga Árabe, mientras que el voto favorable de Sudáfrica a la agresión arroja sombras sobre el futuro de la Unión Africana y la invisibilidad subraya la nulidad del Movimiento de Países no Alineados y de la Conferencia islámica como actores creíbles en las relaciones internacionales.

La ONU podrá seguir existiendo, incluso después de haber renegado de su Carta, un documento magnifico cuyos preceptos de: igualdad soberana de los estados, respeto a la soberanía nacional y la autodeterminación de las naciones y solución pacifica de los conflictos, fueron una conquista del pensamiento avanzado, pero no será nunca más una garantía de justicia y paz ni un símbolo de la convivencia internacional.

Nadie sabe cómo ni cuándo terminara esta etapa gris de la convivencia internacional; aunque de momento es seguro que aquella que comenzó en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial y se concretó en la Conferencia de San Francisco, yace sepultada por la montaña de cadáveres acumuladas en la ex Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia y otros lugares en los cuales a la inconsecuencia de ciertos gobernantes, el sometimiento de funcionarios internacionales y la cobardía de importantes actores, se sumó la tradicional prepotencia y la arrogancia imperialista.

Haciendo camino al andar, allá nos vemos.

Tomado de Moncada Lectores

La Habana, 20 de marzo de 2011

Véase además:
¿ONU estás? La conocida tibieza de las palabras



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