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LA REPRESIÓN DE LA PROTESTA

martes, 22 de mayo de 2012

A pasos agigantados se desvanece el sueño prometido del Estado del Bienestar y con él, el espejismo que hizo soñar a mucha gente con una vida de comodidades y pequeños lujos. Eso sí, a costa del sufrimiento de millones de seres humanos y de la madre Tierra y, a cambio de endeudar su alma y relegar a su intelecto a un estado de vegetación perpetua.

Como siempre pasa con los sueños que vivimos plácidamente, el despertar está siendo lento y dificultoso. Nos cuesta abrir los ojos porque nos negamos a aceptar que la realidad que nos aguarda es terriblemente dolorosa y va a sacudir hasta el último pedazo de esa falsa felicidad que hemos experimentado durante largo tiempo. Sin embargo, es mucha la gente que se ha desperezado en los últimos meses y que junto a los que siempre se han mantenido alerta han iniciado ese lento despertar. Pero el retomar la conciencia nunca ha sido fácil y menos cuando para ello hay que renunciar a un sistema de valores firmemente inculcado por años de lavado de cerebro, perpetrado a través de un aparato propagandístico, en manos del Estado y el Capital, fuertemente asentado en el sistema educativo y en una producción cultural de masas totalmente desposeída de criticismo.

A pesar de todo, las personas despertamos y empezamos a darnos cuenta de qué entiende el poder por Bienestar y para quién lo tiene reservado.

Toda esta oleada de gente despierta ha traído nuevas estrategias de lucha y ha retomado formas de organización que habían quedado relegadas por los “movimientos contestatarios oficiales”. Es precisamente una de estas estrategias la que ha provocado el desconcierto en el poder: el uso de la no violencia como arma de protesta.

El Estado, siempre atento a cualquier tipo de contestación, desde tiempo inmemoriales ha preferido la oposición violenta que justificaba por sí sola la dura represión a ojos de un pueblo adormecido y temeroso que aplaudía, sin dudar, las acciones represivas contra aquellos que eran expuestos como enemigos del Estado (por tanto, en la lógica y lenguaje del poder, enemigos de la paz).

La resistencia pacífica ha significado un tremendo problema para el poder, quien ha tardado largos meses en responder a este desafío lanzado por el pueblo consciente de que ésta es la vía más legítima de lucha y teniendo claro que la violencia es el verdadero monopolio del Estado.

El miedo a la verdad, el miedo al resurgir de la conciencia que tiene el poder es directamente proporcional a la respuesta dada frente a la toma de la calle.

La dictadura capitalista ha decidido quitarse las pocas vendas que todavía le tapaban la cara y ha dado un paso al frente para dejar bien claro cuáles son las prioridades por las que trabaja. Frente a un pueblo que reclama de forma no violenta recuperar las riendas de su destino esta es su repuesta:

- Afirmar que los gastos esenciales para el Estado son el militar, el represivo-policial y el penitenciario. No hay recortes para estas partidas. Qué diferencia con aquello que la inmensa mayoría de las personas estimamos como fundamental: sanidad, educación, vivienda, servicios sociales... Por poner sólo un ejemplo, han iniciado el desmantelamiento del sistema de salud público porque consideran insostenible la supuesta deuda de 15 mil millones de euros que mantiene. Sin embargo, el Ministerio de la Guerra (de defensa) tiene una deuda superior a los 32 mil millones de euros y aquí no se desmantela nada. Es más, se sigue invirtiendo en máquinas de guerra como la fragata F-105 (con un coste que ronda ya los mil millones de euros y subiendo) que será entregada este verano al ejército español. También se sigue invirtiendo en armamento anti-personas para la policía y en el descomunal negocio de las macro cárceles como ya veníamos diciendo con anterioridad.

- Criminalizar a toda persona que decida dar la cara y ponerse al frente de cualquier movilización. La excusa oficial dice que convocar actos violentos (incluso vía internet) se tipifica como un delito y puede acarrear penas de dos años de cárcel, el conocimiento real de la situación dice que cualquier acto convocado puede convertirse en violento por obra y gracia de los cuerpos represivos del Estado (sólo hay que recordar la cantidad de veces que hemos visto policías infiltrados provocando la violencia por doquier, o policías de uniforme haciendo lo mismo).

- Equipar resistencia pacífica con terrorismo. Dejando, de esta manera, a la gente sin capacidad de maniobra para reclamar todo aquello que les ha sido expoliado por parte del poder. Tiran el señuelo para que todos aquellos que quieran protestar opten por la violencia ya que sale igual de cara (penalmente al menos) que la resistencia pacífica y la desobediencia civil y así tienen la excusa perfecta para instalar definitivamente al ejército y la policía en la calle.

- Facilitar la información policial a empresas privadas. A partir de ahora cualquier empresa privada de seguridad (todas, hasta las dirigidas por declarados fascistas) tendrán acceso a nuestros datos personales facilitados por la policía (según ellos por nuestra seguridad, según nosotros para nuestro control y sometimiento). Esto implica, como mínimo, un par de cosas bastante graves. Uno, cualquier empresa privada de seguridad dispondrá de datos hasta ahora personales e intransferibles pudiendo de esta forma someter a vigilancia y control extenuantes a cualquier persona que consideren su enemigo. Imaginaos que puede hacer, por ejemplo, Levantina de seguridad (dirigida por José Luís Roberto presidente del partido fascista España 2000) con datos personales a su disposición de cualquier persona. Dos, grupos empresariales como Eulen tienen empresas en diversos sectores (incluido la seguridad privada) con toda esa información disponible las selecciones para puestos de trabajo pueden convertirse en auténticas cazas de brujas.

- Infundir el miedo a través de la delación. El poder tiene claro que la unión de las personas es su peor enemigo y, por eso, emplea estrategias como ésta para evitar esa unión. Recurren a la delación como fórmula del éxito para desatar el odio entre iguales aprovechando la mezquina educación que el sistema nos inculca. El próximo paso, quién sabe, será ofrecer recompensas económicas.


La escalada hacia una sociedad totalmente controlada bajo un régimen policial continúa su camino ascendente a toda velocidad, sin embargo, es el deber de todas las personas concienciadas no dejarse amilanar frente a estas agresiones y seguir en pie la lucha por aquello que consideramos justo.

Nada de esto detendrá el proceso inexorable de cambio que se ha iniciado. A cada nueva medida tomada por el poder, la gente responderá con mayor lucha, puesto que todas estas medidas sólo sirven para reafirmar la idea que hace mucho tiempo que fluye por las calles de todo el mundo: lo llaman democracia y no lo es.



LA CRISIS FAVORECE LA REPRESIÓN SOCIAL

sábado, 11 de febrero de 2012
Como advertíamos en el anterior post, uno de los pilares defensivos del sistema frente a las crisis cíclicas e inducidas por él mismo es la militarización del Estado en aras de la seguridad frente a las hordas de bárbaros dispuestos a pelear.
En repetidas ocasiones hemos hablado del exorbitante gasto militar que el Estado español realiza poniendo de relieve cuáles son sus prioridades. Baste mencionar que en el pasado 2011 (a falta de liquidar los presupuestos que siempre aumentan la cantidad final) la cifra superó sobradamente los 17.000 millones de euros. Sólo imaginar cuantas situaciones angustiosas podríamos haber eliminado con esos miles de millones puestos a disposición del pueblo. Obviamente, el Ministerio de la muerte (mejor nos acostumbramos a llamarlo por su verdadero nombre) ha sido de los que menos ha visto recortado su presupuesto y las inversiones en I+D militar han aumentado en porcentaje con respecto al total de las inversiones.

Hasta aquí, queramos o no queramos, todo normal. Esta es la dinámica habitual de cualquier Estado. Sin embargo, en los últimos días hemos visto cómo se han dado un par de pasos que elevan el nivel de la militarización a cotas superiores.
En primer lugar, la compra de material antidisturbios a gran escala por parte de un Gobierno que un día tras otro nos hace creer que no hay dinero ni para comer. Casi millón y medio de euros gastados en artefactos para el control social. Esta cifra puede parecer ridícula acostumbrados como estamos a escuchar a diario cifras de miles de millones, sin embargo, si la comparamos con los 140 mil euros que se gastaron en 2007 (cuando las cosas iban viento en popa al parecer) enseguida vemos la dimensión de la compra. Esto responde al rearme que está haciendo el Estado por si sus intentos de canalizar la rabia del pueblo no funcionan (patético Rajoy pidiendo una huelga general y patéticos los sindicatos siguiéndole el rollo). No obstante, éste no es el movimiento más preocupante.

Recientemente, ha sido nombrado el nuevo director de Protección Civil y Emergencias. Por primera vez, se ha nombrado a un militar como máximo responsable de un ente hasta la fecha supuestamente civil. La designación del general de brigada Juan Antonio Díaz Cruz deja bien claro cómo el Estado pretende reforzar su poder de control social. La explicación oficial es que al ser militar tiene buena relaciones con la UME (Unidad Militar de Emergencias) unidad creada para dar esa imagen que tanto nos gusta de militares buenos al servicio del pueblo tipo cascos azules y demás chorradas por el estilo. Podemos darle la vuelta al argumento utilizado por el Gobierno y vemos cómo el nombramiento de un militar facilita más, si cabe, el control de este ente civil por parte del gran baluarte del sistema: el ejército.
Juan Antonio Díaz Cruz no es un militar cualquiera, sino un integrante de la alta jerarquía castrense. Ha ocupado la jefatura de la brigada de la Legión destinado en la guerra de Irak. También ha estado en Sarajevo con la Eurofor y ha sido miembro de las COE (Unidades de operaciones especiales). Pero lo más importante es que ha sido coronel jefe de la Guardia Real y ayudante de campo del rey. Esto es parte del currículum de este angelito.

Todo parece indicar que el Estado ante un previsible estallido social (previsible no significa que vaya a suceder, hay muchos factores que tienen al pueblo totalmente subyugado a los designios del sistema) se está reforzando, todavía más, para poder tomar el control de las calles. No hay que olvidar que nuestra “amada” Constitución permite esto y mucho más.

Fuente: Quebrantando el Silencio

¿DESMANTELANDO EL ESTADO?

sábado, 17 de diciembre de 2011
Recortes, supresiones, reducciones, ajustes y demás vocablos están presentes a todas horas desde el inicio de esta crisis. A todas horas se encargan los medios de propaganda oficial de recordarnos cómo el Estado se desmorona debido al enorme agujero que debe tapar en las cuentas públicas. Sin embargo, en ninguno de estos medios aparece un pequeño matiz que cambia totalmente el significado de estas expresiones. Lo que se viene abajo no es el Estado sino las prestaciones que hasta hace poco venía ofreciendo a la ciudadanía, por el contrario, éste está más fuerte que nunca.


Hay varios datos que demuestran la fortaleza estatal en estos tiempos en los que las personas vivimos con la soga al cuello. Estos datos vienen a demostrar cuál es la verdadera naturaleza del Estado y a qué cuestiones jamás renunciará.


Primero tenemos el consabido gasto militar (no debemos olvidar que el ejército es la entidad fundamental del Estado sea cual sea el momento histórico). En este país poco importa la crisis cuando se trata de tener contentos a nuestros militares. Sistemáticamente, el gasto militar va incrementándose año tras año (a pesar de que intentan disimularlo con una mínima bajada del presupuesto de “defensa” que compensan con creces a través de partidas desperdigadas por diversos ministerios como el de Industria). El pasado año, en plena crisis económica y con los recortes sociales y reformas laborales ahogando al pueblo, el Estado gastó más de 18.000 millones de euros en este apartado, 3.000 millones de euros más que en 2004 cuando estábamos en pleno auge económico. Además el mal llamado Ministerio de Defensa acumula una deuda de más de 30.000 millones de euros a causa de sus continuas inversiones en programas militares. Por supuesto, esta deuda será saldada a costa del pueblo.


Segundo, el ejército de ocupación interior. En la actualidad, los diferentes cuerpos de policía suman un total de unos 300.000 efectivos que como hemos visto últimamente, están perfectamente armados y adiestrados para atacar a la ciudadanía. Jamás en la historia del Estado Español ha existido una fuerza policial tan numerosa como en la actualidad y, constantemente, se va engordando esa cifra. Este hecho contrasta mucho con tener uno de los índices de criminalidad más bajos de Europa, sin embargo, tiene mucho que ver con la necesidad de control social que tiene el ente estatal. Si sumamos el número de policías y militares nos encontramos con una cifra que supera el medio millón, es decir, un siervo del Estado perfectamente entrenado y con un arsenal de destrucción a su alcance, por cada 90 personas.La cifra es suficientemente elocuente para ver bien a las claras dónde tiene el Estado sus prioridades.


Por si esto fuera poco, hay una última cuestión más que destacable. A pesar de la ola privatizadora de las últimas décadas, hay una empresa pública (de las más rentables) sobre la cual jamás ha recaído esta amenaza. La SIEP (Sociedad Estatal de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios) es la empresa pública que gestiona todas las fases de la construcción de cárceles en este país. Baste decir que en el marco del Plan de Amortización y Creación de Centros Penitenciarios 2005-2012 se han creado o están a punto de hacerlo 46 centros penitenciarios (11 de los cuales son macrocárceles que pueden albergar a unos 2.000 presos cada una). Sólo la construcción de uno de estos macropenales cuesta alrededor de 110 millones (luego llega el gasto que conlleva su funcionamiento) que se conceden a la constructora de turno (¿crisis del ladrillo?).

El presupuesto anual de prisiones asciende a los 1.184 millones de euros. Cada plaza carcelaria cuesta alrededor de treinta y seis mil euros al año que se desglosan de la siguiente forma: 18.000 euros para la constructora, 12.000 euros para funcionarios y personal externo, 6.000 euros para gastos corrientes y servicios, 0 euros para el recluso.

Pero la SIEP lejos de limitarse a esto, es una multinacional que participa en el diseño, construcción, equipamiento y puesta en marcha de prisiones por todo el mundo (Angola, Brasil, Qatar, Chile, Emiratos Árabes Unidos, Noruega,...).

A todo este dispendio/negocio hay que sumarle los entre 300 y 500 euros por día que reciben algunas “ONG’s” (que me expliquen lo de no gubernamental) por cada menor recluido en los centros que regentan.


Todo este es el gasto del que jamás prescindirá el Estado por mucho que nos diga lo imprescindible de los recortes. Esto pone de manifiesto la auténtica cara del ente estatal y su papel en el sistema social de la humanidad. Finalmente, se desvela que dentro del par Estado-Capital, el primero se encarga de velar por la seguridad del segundo y de mantener una guerra (en todos los frentes) contra la sociedad. Porque un capitalismo no asistido, no mantenido y periódicamente reconstituido por el ente estatal es impensable e imposible, por eso, el Estado debe mantener al pueblo bajo un férreo control.


En palabras de Galeano en su Patas arriba: El Estado debe ocuparse de la disciplina de la mano de obra barata, condenada a salarios enanos, y de la represión de las peligrosas legiones de brazos que no encuentran trabajo: un estado juez y gendarme y poco más. En muchos países del mundo, la justicia social ha sido reducida a justicia penal. El Estado vela por la seguridad pública: de los otros servicios, ya se encargará el mercado; y de la pobreza, gente pobre, regiones pobres, ya se ocupará Dios, si la policía no alcanza. Aunque la administración pública quiera disfrazarse de madre piadosa, no tiene más remedio que consagrar sus menguadas energías a las funciones de vigilancia y castigo.


NO HAY CRISIS EN EL GASTO MILITAR DEL ESTADO ESPAÑOL

viernes, 8 de julio de 2011
Asistimos un día tras otro al recorte de derechos en todos los ámbitos que tantos años y tantas vidas costaron conseguir. Sin embargo, parece que la supuesta necesidad de ahorrar no incluye aquellos aspectos que consideran imprescindibles para mantener la estructura del Estado, sobre todo, aquello que tiene que ver con la represión.
Lo primero, unas pequeñas cifras. En el año 2010 el Estado presupuestó, a través de diferentes partidas, 18.161 millones de euros que finalmente y una vez liquidado dicho presupuesto se convirtieron en cerca de 19.300 millones de euros (porque para el negocio de la muerte siempre hay dinero extra).
Este cálculo del gasto militar se hace con criterios absolutamente oficiales propuestos por la misma OTAN y por el SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute) dichos criterios son los siguientes:
- Gasto de las fuerzas armadas.
- Gasto del personal civil o militar con cargo al Ministerio de Defensa.
- Gasto de funcionamiento de los programas militares.
- Gasto de las organizaciones paramilitares (en España tenemos a la Guardia Civil).
- Gasto en I+D e inversiones en armas, infraestructuras e instalaciones militares.
- Pensiones y seguridad social del personal civil o militar del Ministerio de Defensa.
- Ayuda militar y participación en organismos o misiones militares al exterior.

Bien, de los 18.161 millones 9.154 son directamente destinados al Ministerio de Defensa, el resto se reparten entre los criterios citados anteriormente. De estos 9.154 millones, el Ministerio dedica casi 1.500 millones a la compra directa de armamento, es decir, se dedica más dinero anualmente a comprar instrumentos de muerte que lo que se ha ahorrado, por ejemplo, con la congelación de las pensiones aprobadas por el Gobierno (que representaron 1.400millones). Esto pone de manifiesto las prioridades de los políticos que dicen representarnos pero que, a la vista de los datos, representan mucho más al conglomerado industrial dedicado a la muerte que a los millones de pensionistas de este país. Este es el respeto que les merecen nuestros mayores y demás pensionistas a los políticos. A estos 1.500 millones hay que sumar casi 1.000 millones más en inversión militar (logística) con lo que tenemos que el año pasado se invirtieron cerca de 2.500 millones de euros lo cual supone un 10% de las inversiones del Estado, es decir, 1 de cada 10 euros que invierte el Estado es para matar a seres humanos, porque lo llaman material de defensa pero sólo sirve para el ataque indiscriminado hacia el oprimido como, por ejemplo, los asesinatos que cometen los soldados españoles en Afganistán, Libia, Líbano, ...

Por otro lado, tenemos el capítulo de inversión en I+D con fines militares. Se divide en 232 millones gestionados por el Ministerio de Defensa y en 950 millones gestionados por el Ministerio de Industria. Estos 950 millones salen en forma de crédito, esta fórmula lleva funcionando desde 1997 con el único fin de hacer creer a la ciudadanía que no dedicamos apenas nada (como si 232 millones de euros no fueran nada) a la investigación militar y ya acumula un crédito por valor de 14.205 millones de euros, de los cuales no se ha devuelto nada ni hay ninguna intención de hacerlo.
La inversión en I+D militar supone un 13% de la inversión en I+D total del Estado.
Vamos a ponerle cara a estas cuestiones con algunos datos que tan fácil hacen comprender la magnitud del asunto.

Algunos indicadores del gasto militar 2010:
- Gasto militar por día: Casi 53 millones de euros (19.300 millones entre 365 días)
- Gasto por habitante/año: 410 euros (19.300 millones entre 47 millones de habitantes según censo)
- Gasto militar respecto al PIB: 1.8%
- Gasto militar respecto al presupuesto total: 4.70%

Como ya hemos dicho, el gasto militar total del año pasado rondó los 19.300 millones de euros que si bien supone una rebaja con respecto al año anterior (19.700 millones), es infinitamente superior al gasto del 2003 (15.800 millones) y del 2004 (16.900 millones) donde España estaba en plena efervescencia económica y participaba de la guerra imperialista en Irak. La cifra récord de gasto militar en España se produjo en 2008 con 20.600 millones de euros. Es decir, mientras que la población empezaba sentir en sus carnes el coste social y personal de la famosa crisis económica.

Todas estas cifras no vienen sino a reforzar la idea de que como siempre la crisis sólo la sufre el pueblo. Nos imponen recortes en todos nuestros derechos sociales, económicos, laborales porque según el Estado son imprescindibles, sin embargo, no hay recortes en gastos absolutamente innecesarios como el militar (entre otros ejemplos, como los privilegios políticos, rescates bancarios, financiación de partidos y otros tipos de entidades).
El Estado cree imprescindible mantener y aumentar el dinero destinado a la industria de la muerte por dos razones básicas:
- Necesita imperiosamente mantener un gran poder represivo frente a las posibles exigencias del pueblo (llegando a la desfachatez de sacar el ejército a la calle para tomar los aeropuertos durante la huelga de controladores). En numerosas ocasiones hemos leído sobre la violencia estructural y directa que este sistema ejerce sobre las personas y el entramado militar forma parte importante de esta violencia por eso, el Estado, no tiene ningún problema en despilfarrar miles de millones de euros en la industria de la muerte mientras en este país hay casi 10 millones de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
- Por otro lado, el negocio de la muerte reporta unos beneficios astronómicos a dicho sector industrial. España se ha convertido en el sexto exportador mundial de armas y de paso ha vulnerado todas las leyes habidas y por haber vendiendo armas indiscriminadamente a países inmersos en guerras y conflictos. Teniendo en cuenta que las empresas del sector son grandes corporaciones de las que utilizan todos los mecanismos a su alcance para evadir impuestos y que basan su producción en subvenciones estatales que no son devueltas ni reclamadas, el negocio es más que redondo.

Por todo esto, es importante tener siempre presente que no hay ninguna justificación para realizar ningún gasto militar. Dicho gasto sólo sirve para engendrar muerte y destrucción, no hay ni una buena razón que justifique la necesidad de ejércitos ni la construcción de armas.

El total reconocido de dinero tirado en el gasto militar durante la última década asciende a una cifra cercana a los 190.000 millones de euros. Sólo con esto y los 149.000 millones utilizados para el rescate directo de bancos y procesos de fusión de cajas tendríamos la mareante cifra de 339.000 millones de euros. Sabiendo esto, no creo que sea posible mantenerse impasible ante el expolio que significa esta crisis que nos están vendiendo.
A esta mareante cifra añadamos los 80.000 millones de euros defraudados en 2010 (según un estudio de la Universidad Pompeu Fabra y reconocido por el propio cuerpo de inspectores de hacienda). Ahora, hagamos un ejercicio de imaginación e ingeniería matemática que tanto gustan a ese ente llamado “mercado” y supongamos que en los últimos diez años la media de dinero defraudado sea tan sólo de 50.000 millones (multiplicado por diez tenemos 500.000 millones) esto sumado a los 339.000 millones anteriores nos da unos 839.000 millones de euros.
Esta cifra es suficiente para saldar la deuda del Estado Español y terminar de raíz con su supuesta crisis (recordemos que el objetivo marcado por la UE para España es la reducción de 65.000 millones de aquí al 2013).

Fuente: Quebrantando el silencio
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