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Un tesoro en el que nos va la vida

lunes, 23 de junio de 2014

Cuando era niño y recién había aprendido a leer me detenía ante todo lo que me encontraba por la calle que tuviera letras. En la medida en que crecemos uno va perdiendo esa costumbre, pero desde entonces hay un cartel que no ha dejado de llamarme la atención. Está a la entrada del hospital habanero Calixto García con una frase del Che: “Vale, pero millones de veces más, la vida de un solo ser humano, que todas las propiedades del hombre más rico de la tierra”.

A lo largo de los años, el cartel ha cambiado de formato pero el texto sigue siendo el mismo. En su versión más reciente, las imágenes de Fidel y el Che escoltan las palabras pronunciadas por el Comandante Ernesto Guevara el 20 de agosto de 1960 en la inauguración de un “curso de adoctrinamiento” organizado por el Ministerio de Salud Pública de Cuba. Entiendo aquí “adoctrinamiento”, no en el sentido peyorativo con el que suele utilizarse el término, sino en el de divulgación de una doctrina que —como explica el Che en ese discurso — antepone la solidaridad a la caridad. Reconoce el médico devenido combatiente, dirigente político y ministro que hasta entonces los médicos se han acercado al pueblo “practicando la caridad, y lo que nosotros tenemos que practicar hoy, es la solidaridad”. Decía el Che:

“…la Revolución hoy exige que se aprenda, exige que se comprenda bien que mucho más importante que una retribución buena, es el orgullo de servir al prójimo, que mucho más definitivo, mucho más perenne que todo el oro que se pueda acumular, es la gratitud de un pueblo. Y cada médico, en el círculo de su acción, puede y debe acumular este preciado tesoro, que es el de la gratitud del pueblo”.

A pesar de deficiencias y obstáculos ese tesoro está vivo. Por razones de salud de uno de mis hijos y mi madre he visitado en las últimas semanas cuerpos de guardia de hospitales cubanos en horas incómodas. El médico atento, las pruebas radiológicas y los análisis clínicos rápidos, los medicamentos suministrados con oportunidad, las ambulancias llegando y partiendo en función de salvar vidas fue lo que viví.

Los médicos son un ejemplo de la lealtad de no pocos cubanos a esa concepción solidaria. Aún cuando durante las dos últimas décadas la retribución de su labor no haya sido buena, la mayoría de ellos, como también muchos deportistas, entrenadores, maestros, científicos, han permanecido en sus puestos y rechazado ofertas de abandonar el compromiso con el prójimo. El desarrollo en el tiempo de una concepción que coloca al ser humano en el centro de las decisiones llevó en Cuba a la creación de un tejido que, integrando organizaciones comunitarias como los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas, instituciones de salud como el Médico de la Familia y el delegado del Poder Popular, convierten a la sociedad cubana en la mejor preparada para evitar fenómenos que inundan las ciudades latinoamericanas y del Tercer Mundo. Allí abunda el trabajo infantil, la pernoctación callejera, la represión policial a lo que suele llamarse “la cultura de la pobreza” que ya se ha vuelto endémica en nuestros países muchas veces con su carga de violencia y drogadicción.

Es también ese tejido social cubano el que ha permitido al liderazgo revolucionario afirmar reiteradamente, desde que comenzaron los cambios socioeconómicos impulsados al calor de la aplicación de los Lineamientos económicos y sociales, que nadie quedará abandonado. Si en el capitalismo los pobres venden su sangre y sus órganos, y ya hasta las mujeres pobres alquilan sus úteros para que los ricos se ahorren esos menesteres, en Cuba aspiramos a que eso no ocurra jamás.

La presencia en algunas zonas céntricas de la capital, y otras del país, de fenómenos que prácticamente desaparecieron del paisaje cubano con la Revolución, como la mendicidad y el “buceo” en los depósitos de basura, no puede ser vista con indiferencia ciudadana e inercia institucional. Y detrás de las condiciones para que ocurran hay algún vacío en la articulación concreta de ese tejido social para con cualquiera de esos cubanos y cubanas que primero que todo son hijos de la Revolución aunque muchas veces sus familias les hayan dado la espalda. Con el mismo empeño que se salva la vida de cualquier hombre o mujer sin preguntar si tiene o no cuenta bancaria, hay que evitar el daño progresivo a la dignidad individual y colectiva que puede suponer que uno solo de los seres humanos que habita en esta isla asegure su existencia desde una situación así.

Por supuesto, esos vacíos son utilizados propagandísticamente para poner en entredicho la voluntad de no permitir el abandono de un solo cubano y cuestionar la efectividad del conjunto de organizaciones e instituciones que el país ha creado desde 1959 para concretar su doctrina solidaria. Como hace el corresponsal extranjero que desde la comodidad que le brindan sus ingresos en euros se erige en voz de los afectados, generaliza la situación descrita arriba como la de “los ancianos” en Cuba y termina diciendo “las campanas que hoy suenan por ellos sonarán, tarde o temprano, por cada uno de nosotros”, luego de citar a un cubanólogo que ha hecho carrera intentando demostrar la inviabilidad de la Revolución. En Cuba existen un millón 700 mil jubilados, cuyas pensiones —en palabras del Presidente Raúl Castro— “son reducidas e insuficientes para enfrentar el costo de la canasta de bienes y servicios” pero si la generalización que hace el corresponsal fuera cierta tendríamos casi dos millones de mendigos. Mucho más cerca de la verdad está la “Carta abierta sobre Cuba” de Pablo González Casanova:

“Es bien sabido. En Cuba todos los niños y jóvenes en edad de aprender tienen escuelas, universidades e institutos, todos los enfermos médicos, medicinas y hospitales, todos los trabajadores empleo, y los ancianos asistencia… Es cierto que uso aquí la palabra “todos” como la definió García Márquez, como el 80% o más de la población, o mucho más, con limitaciones de que se encargarían los cubanos si en la práctica los hubierais dejado cumplir con vuestros buenos deseos”.

Sin embargo, lo doloroso es que oportunismos y manipulaciones puedan encontrar algún asidero y causa en nuestra realidad. Si una empresa ingresa millones de dólares reciclando materia prima y provoca de manera indirecta pero creciente que un grupo de personas —no solo ancianos— arriesgue su salud hurgando en los desechos en busca de aluminio, plástico, cristal y cartón, en el socialismo próspero y sostenible al que aspiramos tal empresa debería ser responsable de organizar la entrega segura de esos desechos a esas personas por los establecimientos gastronómicos y comerciales que los generan antes de que lleguen a los contenedores de basura.

Suministrarles a un precio en relación con sus ingresos medios de protección, ropa e instrumentos de trabajo y transporte, conveniar con las organizaciones de la comunidad lugares para entregarlos, como antes ocurría en las farmacias con los frascos de medicamentos, sería una vía entre muchas posibles.

Se ha explicado, con toda razón, que no podemos elevar salarios y pensiones sin aumentar la productividad y crear riqueza, pero lo que no debería ocurrir en una sociedad como la nuestra es que alguien gane dinero convirtiendo en normal y frecuente que seres humanos hurguen entre lo que otros desechan, mientras ponen en peligro su salud y la de la comunidad, y verlos regresar a los inicios del homo sapiens machucando en plena calle latas de cerveza y refresco con una piedra. Como planteó el Che, la salud y la dignidad de uno solo de ellos vale mucho más que todo lo que pueda recaudarse con eso. Por ese peligroso camino, mañana nos podría parecer normal que entre quienes hagan esa labor haya niños y pasado que esos niños duerman en las calles como ocurre en casi todos los países “normales”.

Otra cosa es el fomento al vandalismo que provoca aceptar cualquier cosa como materia prima, que en ciudades como Santa Clara —según escuché en un reportaje radial— ha llevado a que la búsqueda de aluminio y bronce a cualquier costo deje sin identificación calles y casas. A pesar de lo que declaró un empresario al diario Granma, explicando por qué su entidad estuvo quince años contaminando las aguas del río Cuyaguateje, en el socialismo el mercado no “es quien dice la última palabra”.

El mercado es en el socialismo, como lo definen los Lineamientos, un instrumento que puede ser muy útil, pero nunca el sustituto de la política ni de la acción social. A mediados de la década de 1960, en su libro Capitalismo y libertad, el fundador del neoliberalismo, Milton Friedman, confesó la relación entre mercado y política:

“Cuanto más amplio sea el uso del mercado, menor será el número de cuestiones en las que se requieren decisiones expresamente políticas y, por tanto, en las que es necesario alcanzar un acuerdo”.

¿Diremos en Cuba adiós a la movilización política para la promoción de una cultura del reciclaje y la salud? ¿No hacen falta ya acuerdos entre los CDR, la Organización de Pioneros y la Empresa de de Recuperación de Materias Primas? ¿Todo lo resolverá el mercado? ¿Dejamos sólo a las Direcciones de Servicios de Comunales el cuidado del ornato público y la higiene colectiva? Basta asomarse al paisaje sucio y enyerbado que ofrecen no pocas esquinas de La Habana para ver lo bien que nos va.

Como afirmó Raúl en un Consejo de Ministros “no es perfecto lo que hacemos, a veces nos falta experiencia en algunos temas y cometemos errores, por eso cada asunto tiene que estar sometido constantemente a las observaciones críticas”. Los mecanismos solos no resuelven los problemas, es necesaria la actuación comprometida de las personas y la regulación que evite a tiempo distorsiones y efectos indeseados. La insistencia de Fidel, durante el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas, en que no son los mecanismos los que construirán el socialismo está hoy —a mi juicio— más vigente que nunca. Se necesita una nueva mentalidad, cambiar y crear mecanismos, pero sin abandonar algo que nos ha traído victoriosos hasta aquí: la educación, participación solidaria y acción consciente del pueblo. A eso llamó en aquellos años Raúl con su enérgico “Sí se puede” que permitió atravesar lo más duro del llamado Período Especial con muchas carencias, pero sin que el paisaje urbano se poblara de lo que llamamos indisciplina social y que no es más que la actuación en parte de nuestra cotidianidad de la ley de la selva propia del capitalismo subdesarrollado.

En aquellas sociedades se maneja con represión y a veces con algo de caridad lo que no puede tener solución en los marcos de ese sistema. En el socialismo estamos obligados a solucionarlo con la solidaridad, la participación y la educación, que no excluye en última instancia la coerción basada en la legalidad y el trato humanista, hurgando primero que todo en las causas del problema. Porque como reconoció en el Encuentro Eclesial Cubano la Iglesia Católica, en lo que el reverendo Raúl Suárez califica como su mejor documento desde 1959: “La sociedad socialista nos ha enseñado a dar por justicia lo que antes dábamos por caridad”.

Precisamente, en los días del proceso de rectificación —ante el escepticismo de unos y la duda de otros— andaba Fidel prometiendo que Cuba sería una potencia médica e impulsando en medio de escaseces la biotecnología al servicio de nuestro pueblo. A los que reniegan de Fidel y sus ideas y los presentan a él y al Che como responsables de nuestras carencias económicas, vale recordarles que esa concepción humanista y solidaria de la medicina -que hace a los médicos cubanos ir a donde muy pocos de sus colegas de otros países han puesto un pie y tratar a cualquier persona como un igual- es la que le reporta hoy al país su mayor ingreso por exportaciones, 8 200 millones de dólares este año, según se informó a raíz del aumento salarial a los trabajadores de la salud.

Es también su visión de la formación masiva de profesionales —procedentes de los sectores más humildes del pueblo— en todas las ramas la que permite hoy que Cuba pueda proponerse atraer la inversión extranjera en condiciones más ventajosas que cualquier otro país de nuestro entorno.

Como pidió el Che, la Revolución pintó la Universidad de negro, de mulato, de obrero y de campesino. El hecho de que mediante el fraude, como viene evidenciándose en los últimos años, algunos quieran volver a pintar la Universidad del color del dinero no es un síntoma aislado sino prueba de la emergencia de quienes piensan que todo puede tener un precio, incluyendo la sanidad y la educación. Es el mismo espíritu actuando en realidades distintas el del que vende lo que tiene a mano, ya sea un examen, una gestión pública o alcohol metílico, poniendo en peligro la salud ética y hasta la vida misma de sus conciudadanos, y el de quienes en un lenguaje aparentemente cultivado edulcoran el propósito de arrebatarle a nuestro pueblo sus conquistas por invitación de un poder extranjero.

“¡La Revolución sigue igual, sin compromisos con nadie en absoluto, solo con el pueblo!”, dijo Raúl el 1ro. de enero en Santiago de Cuba. Permitir que por interés empresarial o personal, por desidia burocrática o insensibilidad política, se pongan en entredicho los valores que nos han traído hasta aquí y que un oportunista lucre en base a ello, cuestionando la lealtad al espíritu fundacional de la Revolución que expuso Fidel en La historia me absolverá, al enseñarnos quién es el pueblo, sería traicionar la gloria que se ha vivido y perder un tesoro que va con el orgullo de ser cubanos. (Publicado en CubAhora)

Tomado de La Pupila Insomne

Conversaciones sobre el Capitalismo

sábado, 18 de mayo de 2013
Oro molido este video...

¿Existe el “Castro comunismo”? ¿Opera en Venezuela?

jueves, 7 de febrero de 2013

Por Pedro Patiño
¿Cómo definiríamos conceptualmente la palabra “Castro comunismo”? ¿Realmente esta definición podríamos llevarla al campo ideológico-marco teórico? De buenas a primeras el “Castro comunismo” fue un concepto manejado por la derecha internacional para dar un adjetivo al proceso revolucionario realizado en Cuba. La palabra en sí tiene dos definiciones que la derecha pretende dar: por una parte, la referencia a los hermanos Castro. En este contexto la derecha reduce la Revolución Cubana en base a dos personas, tratando de ocultar la presencia mayoritaria del pueblo cubano que incluye por supuesto la participación de revolucionarios de otros países, que hicieron posible, bajo la conducción de Fidel Castro, lograr desterrar a los sátrapas que bajo el manto estadounidense se regodeaban en la Isla. La siguiente palabra, “Comunismo”… ¿qué tan lejos de la realidad están los sesudos intelectuales de la rancia y conservadora derecha internacional al utilizar este calificativo? El comunismo, como modelo político y socio económico, no se ha podido establecer en ningún país del mundo. Ni en la URSS, ni en China, Corea del Norte, Cuba, etc., han podido lograr concretar esa Utopía. De hecho, el Socialismo científico como lo pensaron sus padres ideológicos -Marx, Engels y Lenin- tampoco se ha podido establecer. Razón tiene Fidel Castro al afirmar “Uno de los principales errores de nosotros fue pensar que sabíamos cómo implantar un Socialismo”.
El socialismo de nuevo siglo debe ser fabricado desde adentro, con los trabajadores, campesinos, amas de casa, estudiantes, sectores medios, artistas, intelectuales, políticos, industriales y militares nacionalistas, etc. No puede venir impuesto a base de “decretos gobierneros”. En pocas palabras, es faena ardua y que lleva el sello del tiempo indefinido. Mucha agua pasará debajo del puente para lograr la utopía socialista.
Es así que el sello que nos quieren imponer, que la Revolución Cubana es la misma que la Revolución Bolivariana, es una definición totalmente fuera de contexto. Estos dos momentos históricos, en tiempo y espacios muy diferentes, tienen realidades y marcos teóricos totalmente disímiles. La presencia de hermanos cubanos, en ardua tarea de trabajo en las misiones y en algunas dependencias administrativas, sólo se debe a convenios binacionales, amparados en el derecho irreductible de los pueblos a la cooperación mutua para satisfacer las necesidades más elementales de su población.
La derecha internacional, aliada de la oposición venezolana, trata de desvirtuar el Proceso de Cambios estructurales que vienen aconteciendo en el país. La “cubanización” que pretenden montar como matriz de opinión, se cae por su propio peso. Hoy hablamos de UNASUR, ALBA, CELAC, MERCOSUR, Petrocaribe, etc., como organismos de Cooperación y de Liberación de las cadenas que subyugan a los pueblos empobrecidos para beneficio de minorías y del gran capital económico y financiero. Por cierto: algunos laboratorios expertos en montajes de matrices contrarias a Venezuela, dictaminan que estos organismos son de esencia “Chavistas”, cuando todos sabemos que el “Chavismo” como expresión voluntaria de las grandes mayorías se refiere y se involucra en el ámbito meramente de nuestras fronteras y, que transciende más allá de la política convirtiéndose en vanguardia social. Así pues, nuestra tarea en defensa de la Revolución Bolivariana es la de escudriñar y desmontar cualquier maniobra mediática en contra del Proceso Revolucionario.
Es nuestra obligación desmontar estas matrices de opinión, desde nuestros espacios definidos… Es Ahora o Nunca… ¡¡Venceremos¡¡
pedro2.patino@gmail.com
venezuelaeconomicaypolitica.blogspot.com
Fuente Aporrea

Cuba y el comunismo

miércoles, 18 de julio de 2012
Por Darío Machado Rodríguez [1]


Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, en la presentación en La Paz del libro “Revoluciones desde Abajo”, reivindicó el sustantivo “Comunismo” y lo hizo en estos términos: “¿Qué decía Marx? ¿Qué es el socialismo? ¿Qué es el comunismo?. No es un ideal que conciben cuatro amigos en un café, en un Manifiesto, no es el programa de Pulacayo, ni es el programa del 70, ni es el Programa de Gotha; es el movimiento real de la sociedad que se desenvuelve ante nuestros ojos y que supera lo existente.”[2]

El comunismo es el movimiento real, pero es también un horizonte, un propósito inédito en la humanidad, que se ha constituido y construye como ideal por las contradicciones, las desigualdades y las injusticias a lo largo de su historia y que se constituye en ciencia, en la época del capitalismo. No existe, por tanto, una contradicción entre el comunismo como movimiento real, como ideal y como ciencia, aunque sí lógicamente diferencias.

Es el movimiento real, que se nutre hoy de las contradicciones del capitalismo tardío insalvables dentro de la lógica de ese sistema y del avance de la conciencia de la humanidad; es ciencia, porque a partir del surgimiento del marxismo y del descubrimiento del núcleo de contradicciones del sistema capitalista, se echaron las bases teóricas para coadyuvar positivamente a su superación y es ideal porque no es realidad aún en ningún rincón del planeta, es algo por lo que hay que luchar. 

Naturalmente, como afirma García Linera, no es un ideal inventado por unas cuantas personas, porque su existencia futura no está ni puede estar predeterminada en cuanto a como será, sino solo en lo que no será, que es lo que puede verse hoy en el sistema capitalista y que argumenta la necesidad de su superación. Su realización tiene que ser el resultado de ese movimiento real. El hecho trascendental del marxismo de haber puesto en evidencia las contradicciones principales del capitalismo, su modo de existencia, sus consecuencias, proporciona las bases para concretar acciones dirigidas a su superación; por tanto, no solo el movimiento, sino también, la ciencia del comunismo y el ideal, son procesos necesariamente cambiantes, cuya articulación y rearticulación requiere de la acción humana. Creo que en ello radica, entre otros aspectos, la insistencia de Fidel Castro en la importancia de las ideas, de la batalla de ideas.

Ahora bien, la elaboración de una ciencia del comunismo de alcance universal tiene en el conocimiento del capitalismo, de sus contradicciones y realidades, solamente el saber respecto de lo que es preciso superar, pero no la teoría ni el programa de su superación que tiene determinaciones históricas locales, nacionales.

Si entendemos la ciencia del comunismo, como el conocimiento no solo de las contradicciones y realidades existentes en una sociedad dada, sino también y principalmente el estudio de las condiciones, los caminos y objetivos posibles para su superación positiva en una nación, en una cultura humana concreta, y aunque la expansión mundial del capitalismo equipara en diferente medida las realidades locales, vista la ciencia no como saber en sí, sino como mediación positiva para el cambio, una ciencia del comunismo en Cuba (de la transición socialista), será naturalmente anticapitalista por definición, pero tendrá que elaborarse específicamente para las condiciones particulares de la sociedad cubana y desarrollarse junto con la experiencia misma de la superación del capitalismo, del que presiona desde afuera y del que hay adentro.

Lógicamente, también ello aporta a una ciencia universal del comunismo, la cual se nutrirá de las experiencias particulares del movimiento real que le otorgarán cientificidad. En el siglo XIX, Marx y Engels vieron las posibilidades de superación del sistema en el movimiento real que se produciría en los países capitalistas desarrollados de la mano del proletariado que habría cobrado conciencia de clase para sí y,  más o menos al unísono, lógica que luego se extendería inevitablemente a la periferia como hecho universal, total.
La historia demostró que las cosas no ocurrirían así.

¿Socialismo en un solo país? (I)

Durante el siglo XX tuvo lugar la Gran Revolución Socialista de Octubre, iniciándose un proceso paralelo, por una parte la creciente influencia de las ideas del socialismo en el mundo y, por otra, el aprendizaje del capitalismo para perpetuar su sistema. En este proceso se produjeron acontecimientos mundiales extraordinarios, las crisis del sistema capitalista, la desaparición del sistema colonial, la victoria sobre el fascismo en la Segunda Guerra Mundial, la revolución en China, el surgimiento del Sistema Socialista de Europa del Este, el surgimiento de la OTAN y posteriormente del Pacto de Varsovia, la creación de la ONU, la revolución cubana, entro otros.

Cuando se produce la revolución de octubre en Rusia, ya las ideas socialistas habían comenzado a influir entre los trabajadores cubanos. El proceso de expansión del capitalismo amplió exponencialmente el intercambio de información entre los terrícolas. Entraron en las Américas las ideas del Iluminismo y de la revolución francesa y, más tarde, las del marxismo.
Tanto las ideas liberales de la revolución francesa, como después las socialistas del marxismo tuvieron ecos de diferente magnitud en la conciencia y en la práctica de los cubanos porque existían procesos locales que condicionaron su asimilación y articulación, nutriendo de argumentos y acelerando la concientización de los actores populares y las acciones en defensa de sus legítimos intereses.

En la última década del siglo XIX ya se promovía entre los trabajadores cubanos el estudio de las ideas socialistas revolucionarias, el marxismo comenzaba a entrar en Cuba, al unísono con el desarrollo y crecimiento de las ideas y esfuerzos independentistas y las luchas por los derechos de los trabajadores.

Las primeras inquietudes de emancipación revolucionaria de los trabajadores vinieron de la mano del anarquismo y del anarcosindicalismo. El desarrollo del imperialismo, la intervención norteamericana, el surgimiento de la república mediatizada, pondrían a prueba las ideas del marxismo y las luchas que siguieron serían la fragua en la que se enriqueció la ideología revolucionaria cubana al calor de la fusión de la lucha por la independencia nacional con la lucha por la emancipación social.

Las ideas del marxismo y su expresión en las formas organizativas de los trabajadores y del pueblo dinamizaron las luchas populares en la primera mitad del siglo XX. La lucha contra la dictadura de Gerardo Machado fue una fragua para el avance de las ideas socialistas. Más tarde, y contra los gobiernos antiimperialistas de turno, en particular la tiranía pro imperialista de Fulgencio Batista, el marxismo continuó su gradual extensión e influencia. El líder de la generación del centenario y sus principales referentes eran martianos y marxistas. Fidel Castro lo explica así a Ignacio Ramonet: “Si nosotros no hubiéramos estudiado el marxismo –esta historia es más larga, pero solo le digo esto-, si no hubiéramos conocido por los libros la teoría política de Marx y si no hubiéramos estado inspirados en Martí, en Marx y en Lenin, no habríamos podido concebir la idea de una revolución en Cuba, porque con un grupo de hombres, ninguno de los cuales pasó por una academia militar no puede hacer usted una guerra contra un ejército bien organizado, bien armado e instruido militarmente, y obtener la victoria partiendo prácticamente de cero. Tales ideas fueron la materia prima esencial de la revolución.”[3]

El marxismo, a pesar de toda la campaña contra las ideas socialistas y comunistas, promovida por el maccarthismo y la guerra fría y de la persecución de la oligarquía criolla y los gobiernos corruptos contra los líderes obreros y revolucionarios, tenía presencia en Cuba y había fundamentado el desarrollo de formas organizativas numéricamente pequeñas, pero de gran disciplina, abnegación y espíritu de lucha.

Al triunfar la revolución en 1959, los planos y niveles mediante los cuales la influencia de las ideas marxistas se revelaban en nuestro país eran naturalmente los más diversos, pero la ideología revolucionaria socialista era un vivo y activo embrión con grandes potencialidades para desarrollarse, pero naturalmente no era la ideología dominante ni podía serlo; a las mayorías ciudadanas[4] les resultaba lejano, cuando no ajeno o negativo ese pensamiento.

Fueron las leyes revolucionarias, el vigoroso impulso a la educación, la rápida apertura de espacios a la participación ciudadana en todos los órdenes, la confianza en el pueblo, la actitud de los jefes y miembros del Ejército Rebelde y de la clandestinidad y la comunicación ideológica y política generada por el liderazgo de la revolución, en particular por Fidel Castro, las que fueron obrando el necesario cambio de mentalidad, hasta hacer comprender que los males que aquejaban a Cuba eran producto del sistema capitalista dependiente y que solo podría enrumbarse hacia su solución verdadera mediante cambios radicales en el metabolismo socioeconómico y en el ejercicio de la política en el país.

La trasformación de la mentalidad del cubano fue de tal rapidez y envergadura, que en apenas dos años, las palabras socialismo y comunismo pasaron de ser abominadas a resumir el ideal de emancipación y dignificación del ciudadano común.

En la base del cambio estaban las realidades nacionales, las contradicciones e injusticias del capitalismo dependiente. Todo un movimiento cultural político de colosal envergadura, en el que se entremezclaban sucesivos pasos ascendentes en la educación del pueblo, las experiencias crecientes en la actividad de la producción y la defensa, los enormes desafíos que implicaban la intolerancia y agresividad imperialistas, el ejercicio del poder ciudadano, la transformación radical que puso los medios de comunicación social al servicio del pueblo, la incorporación masiva a las tareas transformadoras de la revolución, constituyó el eje del anclaje de la ideología socialista en las mayorías ciudadanas. En pocos años el socialismo era el ideal universal de los cubanos.

Fueron años también en los que la URSS y los países socialistas marchaban a pasos agigantados alcanzando importantes logros en la producción, en la defensa y en las investigaciones científicas fundamentales. Muchos países del llamado tercer mundo se liberaban del yugo del colonialismo.

No se discutía entonces si el socialismo era posible en un solo país, ese debate había quedado archivado desde que el proceso de su construcción en la hoy desaparecida Unión Soviética que había derrotado al nazifascismo alemán en la 2da. Guerra Mundial y se levantaba como ave Fénix de sus cenizas, estaba demostrando en la práctica que no solo era posible, sino que se irían sumando nuevas experiencias socialistas en el mundo, aunque la inmensa mayoría en países de escaso desarrollo económico y tecnológico y ninguna en un país con alto desarrollo capitalista.

A finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, a Cuba, cuya sociedad había pasado por diferentes experiencias de organización socialista del metabolismo socioeconómico del país, y en un proceso de extensión del predominio de la ideología socialista, le esperaba el mayor de los desafíos, que esta vez no vendría de la mano del imperialismo norteamericano, sino de la debacle del socialismo en Europa del Este y la URSS, cuyos efectos sobre Cuba se sumarían inevitablemente a las agresiones y bloqueo económico de los EEUU.

La desaparición de la URSS y del campo socialista de Europa del Este

Entre las acusaciones repetidas a lo largo de décadas de propaganda contra el comunismo, está la de denunciarlo como un sistema que somete a los individuos a su despersonalización, que los iguala sustrayéndoles su voluntad, los uniforma en el actuar y hasta en el vestir y en los gustos, les quita la libertad y la creatividad.

Lo cierto es que ninguna sociedad humana ha alcanzado el ideal comunista, ni siquiera el socialismo y su irreversibilidad, mientras que la homogeneización de la humanidad, la imposición de un pensamiento único, la despersonalización de los individuos ahora vulgares consumidores, la universalización de patrones de consumo, gustos estéticos y modo de vida, la dictadura del mercado, venían justamente de la mano del capitalismo tardío.

Pero mientras la propaganda imperialista tergiversaba el ideal comunista, se recrudecía el bloqueo tecnológico contra el campo socialista, las agresiones solapadas y el debilitamiento mediante la carrera armamentista, los países socialistas que finalmente colapsaron no contaron con las masas para defender el socialismo. Muchos ya han adelantado sus criterios sobre el colapso del socialismo, solo quiero destacar que los pueblos de la URSS y de las democracias populares del Este de Europa no defendieron un poder que realmente no tenían. El modo con el que se organizaba la experiencia socialista en esos países, nunca estuvo diseñado así ni podía estarlo en el pensamiento de los clásicos del marxismo, quienes tampoco especularon (eran científicos sociales) sobre el futuro, más allá de adelantar algunos rasgos generales de una necesaria transición.

La teoría de Marx señalaba la necesidad de un agotamiento de la capacidad de las relaciones de producción de asimilar el desarrollo de las fuerzas productivas, para que se generara una época revolucionaria, mientras que la Revolución de Octubre fue el resultado de un conjunto de agudas contradicciones sociales, de una opresión inicua contra el pueblo, de un agotamiento insoportable como resultado de la primera guerra mundial y de un estado intolerable de abuso, pobreza y miseria, en medio del cual Lenin y quienes compartieron su visión decidieron enrumbar sus esfuerzos por un difícil y riesgoso camino para tomar el poder, cuando Rusia estaba muy lejos del desarrollo capitalista. Pero la historia demostró que la decisión era justa.

La revolución rusa, la toma del poder político no eliminaba ni podía hacerlo la relación contradictoria entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, pero la colocó en otra perspectiva por la acción consciente del sujeto social.
Al imponer desde el poder político relaciones de producción exentas de la explotación del trabajo asalariado por el capital anuló el fundamento de la contradicción trabajo-capital liberando así colosales magnitudes de energías creadoras de los trabajadores para avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas, pero ahora junto con un necesario proceso de transformación cultural cuyo final previsible era la satisfacción de las necesidades de los trabajadores, la justicia social, el colectivismo, la solidaridad, la cooperación.

El desafío interno y externo de la revolución rusa de octubre de 1917 fue enorme y también lo fueron los adelantos que alcanzaron guiados por el poder soviético y el ideal comunista. Más allá de los errores de la ignorancia [5] y el atraso, y de las insuficiencias lógicas de una teoría de la construcción del socialismo, camino inédito para la humanidad, la URSS llevó adelante grandes planes de electrificación e industrialización, generó un desarrollo material y espiritual capaz de asimilar el gigantesco desafío de la invasión de la Alemania nazi e imponerle la derrota, cargando con el peso principal en los costos humanos y materiales de esa conflagración mundial.

En la posguerra, los soviéticos levantaron de nuevo su país, su influencia creció en el ámbito europeo y mundial y con ello las ideas socialistas.

Sin embargo, también es una realidad que si bien la URSS hizo importantes saltos en el desarrollo de la industria básica y la agricultura mecanizada, alcanzó un alto nivel en las investigaciones fundamentales y en sus medios defensivos al punto de neutralizar las tentaciones del capitalismo mundial de destruir manu militari ese experimento socialista, en la URSS arraigó el verticalismo, no se desarrolló la democracia socialista, se cometieron abusos de poder, no lograron una teoría eficiente de su transición socialista, algo que tampoco alcanzaron otros países socialistas de Europa del Este, donde no necesariamente funcionaría lo que se estaba haciendo en la Unión Soviética. Recordemos aquella frase el XXII Congreso el PCUS: “Esta generación vivirá en el comunismo”.

El ejercicio del poder político, el edificio jurídico, la organización y la economía no podían anclar en la sociedad con el esquema impuesto, cuando la ciudadanía misma necesitaba otro medio social para desarrollarse satisfactoriamente. Las posibles soluciones experimentales a través de una amplia, activa y consciente participación social que nutrirían el desarrollo de una teoría eficiente de la construcción socialista estaban impedidas por la separación entre la ciudadanía y el poder político, que a la postre resultó letal.

La conquista del poder político, si bien permite una gestión consciente para adelantar el desarrollo y hacerlo con criterios racionales compatibles no solo con los seres humanos, sino también, con la naturaleza, con el medio ambiente, no puede, so pena de un enorme desgaste, desafiar realidades que son inherentes a la sociedad en transición socialista, en el intento de avanzar más de lo posible y de un modo más arbitrario que científico. Y es precisamente ahí donde ha habido improvisación en más de una experiencia de orientación socialista. Desde la política y la orientación ideológica se puede mucho, pero no se puede todo. Lo posible define los límites de lo necesario y la determinación de lo posible no es una apreciación arbitraria, individual o grupal, se requiere de un enfoque científico, de una teoría general de la transición socialista que fundamente los programas de acción.

Lenin había alertado más de una vez oportunamente acerca de que el primer deber de toda revolución es defenderse. Pero esa defensa solo sería efectiva si descansa en los hombros de los trabajadores. Fue efectiva cuando la urgencia de una amenaza militar externa imperialista y racista y la inminencia del peligro de muerte acompañaron con el patriotismo la defensa del poder político. El Estado multinacional soviético desarrolló una capacidad militar superior y sus armas, sus leyes y su organización blindaron al enorme país contra la agresión exterior, pero el desconocimiento de las necesidades más íntimas de su propia gente, el alejamiento y extrañamiento del poder, la excesiva centralización y verticalismo que apagaron el entusiasmo y la creatividad, la presencia de privilegios para los dirigentes y funcionarios y la enajenación no superada, además de errores en la política de las nacionalidades que proclamaba a destiempo que ya existía un “nuevo pueblo soviético”, minaron por dentro el socialismo que terminó con su implosión bajo la enorme y múltiple presión del capitalismo internacional.

Los acuerdos de Helsinki 1975 habían sido definidos entonces por la URSS como demostración de la fortaleza de sus posiciones y como reconocimiento jurídico del socialismo. Pero a la luz de las enseñanzas de la historia cabe preguntarse si las bases de esos acuerdos podían ser aceptadas desde una perspectiva genuinamente revolucionaria y si debieron ser discutidas otras bases, sin obviar lo que debía ser a todas luces rectificado.
Naturalmente, desde los poderes fácticos nortecéntricos del capitalismo internacional se aprovechó al máximo lo que estaba ocurriendo presentándolo como la demostración de la pretensa desnaturalización del ideal socialista y comunista, el fracaso del marxismo y consecuentemente, la demostración de la perdurabilidad e inevitabilidad del capitalismo. No es menos cierto que lo iniciado con el socialismo en un solo país terminó en el reflujo hacia el capitalismo de las experiencias socialistas. Pero también es cierto que de la mano de la profunda crisis múltiple del capitalismo se ve un creciente movimiento popular anticapitalista, un renacer de las ideas socialistas y una relectura activa del marxismo.

¿Socialismo en un solo país? (II)

La sociedad cubana resistió las consecuencias de la desaparición del socialismo en Europa del Este y la URSS. Los costos materiales y humanos del período especial son de difícil evaluación, pero es indiscutible que por largos años en los que las ideas socialistas sufrían un indiscutible reflujo, Cuba las mantuvo el tiempo suficiente para vivir su renacer, en particular en Latinoamérica y el Caribe.

Ahora bien, si consideramos la respuesta a la pregunta del título bajo la premisa de un ideal de socialismo pleno, de algo acabado e irreversible, entonces es obvio que en la actualidad no es posible a corto o mediano plazo. De hecho cabe pensar que mientras a escala planetaria no se produzcan transformaciones sociales que inclinen la balanza a favor de la superación del régimen capitalista, un socialismo así no es posible, tampoco en Cuba, y su proclamación entusiasta no es políticamente viable, ya que solo generará críticas porque no es alcanzable. Siempre he afirmado que el socialismo en Cuba es realidad, ideal y experimentación y que no hay un modelo predefinido que tenga que realizarse indefectiblemente.

Reconocido lo anterior, a la luz de las realidades actuales, la pregunta del título habría que ampliarla: ¿Si no es posible el socialismo pleno a corto o mediano plazo, vale la pena seguirlo intentando?

Puede formularse de otro modo más explícito si se aprecia el problema como el dilema entre retroceder al capitalismo dependiente o continuar buscando las fórmulas eficientes para organizar el metabolismo socioeconómico de la sociedad en su conjunto sobre la base de los principios socialistas (me refiero básicamente al predominio de la propiedad social sobre los medios de producción de bienes y servicios, infraestructura y recursos naturales, al papel del Estado en la organización de la actividad económica, organizativa, política y cultural del país, al papel de la ideología socialista, de la planificación, del antiimperialismo, de la política exterior de principios, de la democracia socialista y participativa).

La respuesta solo puede ser afirmativa y no simplemente por una elemental reacción motivada ideológica y políticamente sino básicamente por un balance de costos - beneficios.
El retroceso al capitalismo dependiente significaría el regreso al predominio de la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios, la desaparición del Estado socialista, la población quedaría totalmente a merced del mercado, sería imposible desarrollar un programa propio de nación que tenga en cuenta todos sus territorios, que sea equilibrado, amigable con la naturaleza, justo y que responda a los intereses de las grandes mayorías ciudadanas, se produciría el retorno a la funesta politiquería y a la demagogia, sería el deterioro y fin de las políticas sociales, el incremento exponencial de las diferencias sociales, la fragmentación acelerada de la sociedad, la mercantilización de la educación y de la salud pública, la desprotección de la niñez y de la tercera edad, la desaparición de los planes de desarrollo científico y tecnológico convenientes y necesarios para el país, el incremento de la mortalidad infantil y materna, el debilitamiento y desaparición del sistema de la defensa civil contra los desastres naturales y el papel del Estado en la recuperación, la deformación y corrupción de los medios de comunicación, la imposibilidad de defender los recursos naturales, de evitar el deterioro del medio ambiente, los crecientes obstáculos para proteger y desarrollar la identidad cultural que se verá a merced de los patrones del capitalismo tardío y del pensamiento único, el incremento del delito y de su peligrosidad, de la corrupción en todos los órdenes, de las mafias, de la drogadicción, el acrecentamiento del individualismo y del egoísmo, la pérdida de la tranquilidad ciudadana, el debilitamiento y desaparición de las colaboraciones internacionalistas cubanas, un debilitamiento del proceso de integración regional, habría un enorme retroceso ético, la lista de costos sería interminable.

Los eventuales beneficios, no podrán estimarse como los vemos en la sociedad cubana, porque el concepto mismo de beneficio se vincula hoy en Cuba con la equidad y la justicia social. El mismo concepto de bienestar estaría entre los principales costos.

Los primeros aprovechados de un retroceso al capitalismo dependiente serían las transnacionales, el imperialismo norteamericano y sus servidores, los explotadores, los anexionistas, y los que se ubiquen como minoría privilegiada a costa de las grandes mayorías. El sueño de una acrecida clase media en un país subdesarrollado y dependiente en manos de las transnacionales es solo eso: un sueño. Entre los probables beneficios estaría la desaparición del bloqueo económico de los EEUU, pero ello servirá ante todo a quienes en tales circunstancias tengan la propiedad sobre los medios fundamentales de producción y servicios, al pueblo llano llegarían las migajas, como ocurría antes de 1959.

Por eso, cuando la finalidad estratégica de la liberación social se ve amenazada mortalmente por la acción violenta de la contrarrevolución, la defensa de esa finalidad liberadora solo puede mantenerse con la vigilancia necesaria y la acción revolucionaria en la confrontación clasista, lo que se expresará en las acciones del Estado, las leyes y la ciudadanía participativa.
Una lógica elemental indica que para Cuba, donde el poder político responde a los intereses de las grandes mayorías, y las instituciones políticas, ciertamente requeridas de modernización, están vigentes y mantienen sus potencialidades, y donde están vigentes las políticas sociales fundamentales, el dilema verdadero no es si retroceder al capitalismo o continuar el rumbo socialista, sino cómo continuar la orientación socialista, como contrarrestar la influencia del capitalismo, alejarse sistemáticamente de él, de sus múltiples redes y tentáculos, y cómo atemperar los ideales a las posibilidades, cómo reorganizar el metabolismo socioeconómico para que estimule la reproducción de la iniciativa y la creatividad en todos los órdenes de la vida social, como profundizar la democratización de la sociedad, o sea, cómo asegurar el derecho de las grandes mayorías ciudadanas a participar y decidir, cómo movilizar las potencialidades productivas del país y aprovecharlas en favor de las grandes mayorías ciudadanas.

De nuevo sobre la ciencia del comunismo

Si no fuera tan a menudo subestimada no sería necesario reiterar que la construcción del socialismo requiere de teoría. El camino socialista no es solamente un ideal, una ciencia y el movimiento real, es también en el caso de un país como Cuba una mediación eficiente para el desarrollo económico a la vez que para aprender el nuevo modo de vida. Pero cada paso debe responder a una concepción integral desarrollada sobre bases sólidas que tenga en cuenta las variables necesarias.

La sociedad cubana que ha vivido una experiencia única a partir de la segunda mitad del siglo pasado está todavía lejos de alcanzar las condiciones materiales y espirituales que la califiquen para poder definirla como una sociedad socialista plena. La política de la revolución es socialista, el poder es del pueblo, el ideal es socialista y hay importantes características socialistas en el país, Cuba es socialista, pero en Cuba no hay un socialismo pleno.

Ha quedado bien claro que no basta con el acto jurídico-político de suprimir la propiedad sobre los medios de producción de bienes y servicios para que estos sigan después produciendo con eficiencia, luego de lo cual se organizaría una distribución con justicia del producto social.

Con ese acto jurídico-político se corta de raíz una relación (importante, sí, pero no única) del metabolismo socioeconómico hasta entonces en curso: la relativa al derecho del capitalista a la propiedad, a la explotación del trabajo ajeno y a las ganancias que representa la plusvalía que obtiene, pero quedan otras realidades, cuya superación no es ni puede ser igual de rápida, sino lenta y gradual, se configurará una situación nueva, inédita, cuya observación y seguimiento necesita de estudio sistemático y enfoque teórico conceptual, para anular la improvisación y aminorar en lo posible el error.

El cambio es de tal envergadura que toca prácticamente toda la vida de la sociedad, lo que hace imposible describir la infinitud de su alcance y manifestaciones. Basta señalar que los nuevos dueños colectivos nunca aprendieron antes a organizar la producción, manejar la economía, el control, la contabilidad, tomar decisiones, que surgen ahora nuevas realidades como lo tocante a las motivaciones para producir, el desafío que plantea un nuevo modo de distribución del producto social, que habrá hostilidad política del capital internacional, por solo señalar algunos temas que considero relevantes.

No solo la complejidad del mundo hoy en crisis, sino y fundamentalmente el hecho de las insuficiencias del desarrollo del país, a lo que se suma el bloqueo norteamericano, hablan a todas luces de un largo camino en Cuba con una economía mixta, en la que participarán formas diversas de propiedad, que irán desde la propiedad social gestionada por el Estado, hasta la pequeña propiedad privada, pasando por las asociaciones, las cooperativas, las empresas mixtas y algunos emprendimientos con un 100% de capital privado extranjero.

Lo anterior significa que el sistema de dirección de la economía que cobijará esa complejidad tiene que articular la propiedad social socialista que es y será predominante y los restantes tipos complementarios de propiedad y estructurarlas en sistema.

La eficiencia en la planificación que haga el balance de la economía nacional está en el reconocimiento de los diferentes tipos y formas de propiedad, por lo que la planificación y el control que desarrolle el sistema de regulación del metabolismo socioeconómico de la sociedad cubana en transición socialista deberán responder a una estructura de subsistemas de características diferenciadas, articulados por el Estado.

Dos elementos son esenciales en esas circunstancias: uno estriba en que si bien la propiedad privada grande, mediana o pequeña tendrá una influencia en la economía y a través de ella también en la subjetividad de la sociedad, donde no tendrá influencia alguna es en lo tocante al poder político, ese que ha sido conquistado y defendido por el pueblo trabajador y que es garantía de la transición socialista, el otro elemento se refiere a la Constitución y leyes del Estado Socialista, que conforman las bases del ordenamiento jurídico de la coexistencia de diferentes tipos y formas de propiedad, las cuales se constituyen con arreglo a la juridicidad establecida, encargada de asegurar el derecho, desigual como todo derecho, que garantice el espacio a los diferentes tipos de propiedad y, a la vez, la legalidad que asegure los derechos fundamentales de todos los ciudadanos y ciudadanas del país.

Por ello, es fundamental que la teoría del socialismo de cuenta especialmente de la correlación entre el metabolismo socioeconómico y la educación, la formación cívica, ética, política y jurídica que encarnan los valores de la ideología revolucionaria socialista.
Cuando afirmamos arriba que la sociedad cubana no tiene aún las condiciones materiales y espirituales para un socialismo pleno, nos estamos refiriendo en lo material al desarrollo económico-productivo, tecnológico, científico, a la infraestructura del país; cuando hablamos de las condiciones espirituales, subjetivas, nos referimos principalmente a la persistencia de la psicología de intercambio de equivalentes y al menoscabo del trabajo como valor por la pérdida de sentido del valor del trabajo que se ha producido como resultado de no haber tenido en cuenta esa psicología, algo ahora agravado por el hábito perverso de “resolver” las necesidades individuales a costa de los recursos que pertenecen a todos los ciudadanos, pero también unos individuos a costa de otros.

En la larga transición socialista no puede desconocerse el interés individual, so pena de que este se mimetice y realice de las más diversas formas irregulares. Recordemos que Lenin calificaba las primas, en tanto estímulo material a los trabajadores, como una práctica insoslayable en la transición y cuya eliminación solo podía imaginarse en el futuro comunista.[6]

Hay quien sostiene la idea que la liberación real del hombre (puede leerse el socialismo pleno y el comunismo) requiere tanto de un elevado desarrollo de las fuerzas productivas, como de un proceso internacional de transformaciones que la respalde.

Ciertamente los efectos negativos sociales de las diferencias inobjetablemente existentes serán contrarrestados por un nivel razonable de suficiencia productiva, que puede traducirse como una abundancia vista racionalmente, pero incluso esta está comprometida hoy de modo puede decirse trágico por la criminal depredación de los recursos de la naturaleza gracias a la lógica absurda del capitalismo tardío. Sin educación, sin formación, sin ética, sin ideología será imposible organizar la vida humana actual y futura sobre nuevas bases, no solo porque el edificio del socialismo no puede construirse con la arquitectura capitalista fundada en la creación de necesidades artificiales, el consumismo y el afán de lucro a cualquier costo -si bien requiere hoy de elementos de su ingeniería-, sino porque los recursos serán cada vez más escasos, el medio ambiente está más resentido y amenazado catastróficamente y será imprescindible un nuevo concepto de bienestar y de felicidad, que se fundamenta en un consumo racional, responsable y saludable.

Aun necesitada de las relaciones mercantiles la sociedad en transición socialista tiene que prestar atención prioritaria a contrarrestar las relaciones humanas mediadas por las mercancías y hacerlas cada vez más directas, mediadas por los valores socialistas[7], relaciones humanas en el más cabal sentido de la palabra.

En cuanto a las condiciones internacionales propicias para un socialismo pleno, no hay manera de predecir cuándo se producirán, pero aun en las actuales condiciones el socialismo imperfecto, inacabado, es incomparablemente más humano que el capitalismo.

El desarrollo de una teoría eficiente de la construcción socialista requiere de integrar armoniosamente a los seres humanos entre sí y a estos con la naturaleza y eso es algo que no puede lograrse solamente con medidas económicas; son imprescindibles la ideología y la política, la ética, la educación.

El comunismo como ideología

La superación del capitalismo es la transición socialista y este objetivo es imposible sin la ideología socialista y comunista. La transición socialista vista como actividad humana, como práctica, es un proceso consciente en el que los ciudadanos, los grupos, organizaciones, instituciones de la sociedad que de conjunto articulan el sujeto del cambio, adoptan –en diferentes grados y formas- una actitud correspondiente en general con los objetivos consensuados. La acción coherente, cohesionada del sujeto social múltiple, articulado y naturalmente diverso es funcional al cambio porque la base de la sociedad reproduce intereses compartidos, las estructuras políticas y jurídicas los amparan y el sistema de ideales, objetivos, conceptos, valores socialistas y comunistas articulan al sujeto múltiple en su diversidad y diferencias y es el fundamento del programa de acción en lo económico, lo organizativo, lo jurídico, lo político, lo social, lo cultural.

El papel de la ideología es consustancial al propio cambio. El proceso de surgimiento y desarrollo de la ideología revolucionaria se produce por ser una necesidad de la actividad humana consciente. Los valores revolucionarios nacen en el proceso de liberación humana y experimentan una sinergia que los identifica, articula y finalmente sistematiza. Una vez que la sociedad reconoce y estudia su existencia y desarrollo en tanto sistema funcional a los propósitos revolucionarios de liberación social, la ideología revolucionaria deviene poderoso instrumento de educación, orientación, articulación de voluntades, organización, cuya negación a ultranza debilita y puede anular el desarrollo de la transición. El estudio de sus cambios, es imprescindible para que ella mantenga su funcionalidad como instrumento de las transformaciones revolucionarias. El estudio de la ideología revolucionaria, de su génesis, contenido, desarrollo, regularidades, papel social, etc. pasa a ser objeto de la actividad científica, y forma parte del saber necesario para el desarrollo de una teoría de la transición socialista en Cuba.

Soy comunista, toda la vida...

Así cantaban los guerrilleros italianos y los comunistas de todo el mundo en unos años en el que cundía un enardecimiento que presagiaba un impulso histórico al ideal comunista, la canción decía también “...y comunista he de morir”. Luego reapareció en Cuba a principios de la década del 60 del pasado siglo y después en el 68 parisino Pareciera que el epílogo de la revolución de octubre acabó con aquel entusiasmo, pero ahora una multitud de nuevos fantasmas comunistas está recorriendo el mundo, los reproduce la quiebra inevitable del capitalismo, su incapacidad para escapar de sus contradicciones y tragedias, su fatal ilusión de la eternidad, el mito de la salvación tecnológica del sistema.

Solo si no se logran ver los síntomas de su bancarrota histórica puede calificarse de triunfalista o de pura utopía el párrafo anterior. No lo es porque la profunda crisis múltiple del sistema es cierta y porque no se asignan plazos a priori, ni se definen pasos predeterminados para los cambios, algo que sería pura especulación. Lo que sí es a todas luces visible es que con los gigantescos recursos empleados en la propaganda pro capitalista, en la guerra cultural, si bien han logrado obstaculizar el avance de la historia, no han logrado el milagro de evitarlo.

Ahora bien, no se habla aquí del comunismo como de un esquema de algo que tiene que producirse de un modo dado, inevitablemente, o como la doctrina política de una organización, de un partido, sino como lo reiterado por Álvaro García Linera, el movimiento real que supera lo existente, un proceso en el que las ideas y la teoría jugarán su papel junto con los acontecimientos y la acción consciente. Y es hora de la ofensiva socialista.


[1] Licenciado en Ciencias Políticas, Diplomado en Teoría del Proceso Ideológico, Doctor en Ciencias Filosóficas, Profesor e Investigador titular del Instituto Internacional de Periodismo José Martí donde preside la cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad.
[2] Isabel Rauber, “Revoluciones desde abajo. Gobiernos populares y cambio social en Latinoamérica”, Ediciones Continente, Buenos Aires, 2012.
[3] Ignacio Ramonet, “Cien horas con Fidel”, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006, p. 153.
[4] Podrían reconocerse los grupos siguientes: los que tenían mayor cercanía a la literatura marxista, leyeron parte importante de su obra y conocieron sus diferentes aspectos históricos y lógicos, los que tenían acceso a esa literatura y además conocieron la experiencia socialista de la URSS y otros países socialistas, los militantes del Partido Socialista Popular, simpatizantes, líderes obreros, que recibían las ideas en forma de programas políticos, crónicas y análisis hechos por los anteriores, los que tenían alguna lejana noción de lo que era el socialismo y el comunismo, los que ganados por la propaganda anticomunista y la demonización del socialismo y el comunismo, rechazaban estas ideas, etc.
[5] Por ejemplo los efectos medioambientales el desarrollo de la URSS han sido grandes, pero en aquellos años los estudios ecológicos apenas mostraban algunos avances.
[6] “Aún cuando nuestro objetivo final sea lograr la igualdad de remuneración para todo trabajo y el comunismo integral, no podemos proponernos de manera alguna implantar esta igualdad de inmediato en el momento presente, en que damos nada más que los primeros pasos para la transición del capitalismo al comunismo. De aquí que sea necesario mantener durante cierto tiempo una más elevada remuneración para los especialistas, para que puedan trabajar mejor, y no peor que antes, y por la misma razón tampoco podemos renunciar al sistema de primas para el trabajo más eficiente, en especial en el trabajo organizativo; las primas serán inadmisibles en el sistema del comunismo completo, pero en el período de transición del capitalismo al comunismo no es posible prescindir de las primas como lo atestiguan la teoría y la experiencia de un año de Poder soviético.” (V. I. Lenin, OC en 55 tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1986, T. 38, pp. 106-107.)
[7] En otros trabajos he tratado con amplitud este cambio, aquí solo anoto que si bien en la transición socialista, las mercancías tienen características diferentes, estas se siguen produciendo, solo que el valor de uso de estas pasa a ser la finalidad principal de su producción, no las ganancias, aunque estas últimas juegan un papel regulador en el metabolismo socioeconómico.


Fuente Aporrea

¡HELLO LENIN!

domingo, 22 de abril de 2012
LECORBUSIER - TIEMPOS MODERNOS

http://www.tiempos-modenos.net/2012/04/hello-lenin.html

VUELTOS HACIA EL FUTURO (LOS COMUNISTAS EN EL MUNDO CONTEMPORANEO)

domingo, 4 de marzo de 2012
LECORBUSIER

http://tiempos-modenos.net

Hace prácticamente dos semanas he terminado de leer este estupendo libro de VITALI KORIONOV que nos sitúa en donde estaban los comunistas en el año en el que esta obra se escribió, 1976. Son de esos libros con solera que dejan a uno un buen regusto en la boca y en el alma, al igual que un vetusto vino, y que nos habla de la importancia de los comunistas en todas las guerras libertadoras que los pueblos han soportado desde esa óptica marxista-leninista. Y a decir verdad, siempre o casi siempre, nos han dado de hostias por todos los lados a los que nos creemos que todo este tinglado de puede organizar de otra manera muy distinta a lo que estamos viendo todos los días. A decir verdad estamos metidos en todos los charcos donde exiiste explotación, pobreza e injusticia aportando nuestro granito de arena a la consecución de un mundo mejor para todos. .
Destaco de este libro, y que desconocía, el rifi-rafe mantenido con otros comunistas,  los maoístas los cuales se enfrentaron a los soviéticos de una manera muy particular y que me ha dejado un poco descolocado en todo esto. Desconocía por completo que Mao apoyó el golpe de estado dado en Chile a Allende que dejó cariacontecidos a los comunistas chilenos.
Esta obra se divide en dos partes, una es las historia de los comunistas en general por todo el mundo, y la otra, bajo el título de “LOS INDOBLEGABLES” donde se nos muestra comunistas con nombres y apellidos, que sufrieron persecución y que pagaron con su salud toda la represión que estos han soportado durante años. Quiero nombrarles a todos como un pequeño homenaje de TIEMPOS MODERNOS, para que permanezcan en nuestra memoria:
Luis Corbalán del Partido Comunista de Chile.
Rodney Arismendi de Partido Comunista de Uruguay.
Álvaro Cunhal del Partido Comunista de Portugal.
Gus Hall del Partido Comunista de EE.UU.
Henry Winston del Partido Comunista de EE.UU.
Victorio Codovilla del Partido Comunista de Argentina.
Rodolfo Ghioldi del Partido Comunista de Argentina.
Habla de España y de la lucha feroz de los comunistas  contra el fascismo, pero curiosamente no destaca a ningún dirigente comunista como pude ser Carrillo, que como saben aquí está bien mirado e idolatrado sobre todo por la social-democracia.
Quiero dejarle algunos párrafos de este libro:
“bajo la bandera del anticomunismo se estrangulan las libertades de los pueblos y pisotean los derechos civiles de los hombres...””y con ella se argumenta la proclamación en la RFA (República Federal Alemana) de la ley de –interdicción profesional- en virtud de la cual ciento de millares de funcionarios públicos y de ciudadanos se han sometido a una vergonzosa –prueba de seguridad- para poder trabajar en la administración pública.”
“Con no menos celo funcionó esta –maquina del miedo- también en otros países. Cuando en Italia se celebraron las primeras elecciones parlamentarias después del final de la segunda guerra mundial, la reacción, alarmada antes el gran prestigio del Partido Comunista se había granjeado durante la Resistencia, hizo uso de los medios más diversos para debilitar sus posiciones. El Partido Demócrata Cristiano en particular, inundó el país de carteles con la imagen de una pan alado con la marca USA empleando la tradicional política norteamericana de la soga del hambre. Con ello parecían decir al electorado  italiano sumido en la pobreza: si quieren que el pan norteamericano venga a Italia voten contra los comunistas….. en las elecciones de la asamblea constituyente de Portugal el abril de 1975, los electores fueron intimidados para que nos votaran por los candidatos del Partido Comunista propagando, por ejemplo, infundios absurdos como este:  matarán a los ancianos inyectándoles veneno detrás de la oreja, destruirán la familia, les quitarán todo, la tierra, el ganado y las casas… en palabras del Bertold Brech –El vientre que pario a la canalla es aun fecundo..”
He visto por internet que todavía se vende en algún sitio, por si están interesados en el. Para los amantes de estas cosas les diré el libro es de la EDITORIAL PROGRESO de Moscú.

Malditos comunistas!

miércoles, 2 de noviembre de 2011
Por José Roberto Torero



Acabaron los Juegos Panamericanos y otra vez quedamos detrás de Cuba. ¡Otra vez!

Esto no es correcto. Este paiseco tiene sólo 11 millones de habitantes y el nuestro 192 millones. Sólo la Gran Sao Paulo ya tiene más gente que aquella islota.


En cuanto al ingreso per cápita, también ganamos con facilidad. El de ellos fue de apenas 4,1 mil dólares en 2006. El nuestro: 10,2 mil dólares.


Vaya, si tenemos 17 veces más gente que ellos y nuestra renta per cápita es casi 2,5 veces mayor, tenemos que ganar 40 veces más medallas que aquellos.


Pero en estos Panamericanos ellos ganaron 58 oros y nosotros, apenas 48.


Alguna cosa esta equivocada. ¿Cómo pueden vencer a Brasil, el gigante de América del Sur, la séptima economía más grande del mundo?


¡Ya sé!  Es todo para hacer propaganda comunista.


La prueba es que, en 1959, año de la revolución, Cuba quedó apenas en octavo lugar  en los Panamericanos de Chicago. Doce años después, en los Panamericanos de Cali, ya estaba en el segundo lugar. A partir de entonces, nunca cayó al tercer puesto. En los juegos en La Habana, en 1991, logró quedar en primer lugar, ganando a los EE.UU. por 140 a 130 medallas de oro.


Sí, es para hacer propaganda al comunismo que los cubanos se esfuerzan tanto en el deporte. Y también en la salud (ellos tienen un médico para cada 169 habitantes, mientras en Brasil tienen uno para cada 600) y en la educación (la tasa de alfabetización de ellos es de 99,8%). Además, el Índice de Desarrollo Humano de Cuba es 0,863, mientras que el nuestro es 0,813.


¡Todo para hacer propaganda comunista!


De hecho, ellos tienen nada menos que treinta mil propagandistas rojos de la cultura deportiva. O profesores de educación física, si lo prefiere. Esto significa un profesor por cada 348 habitantes. Y pronto habrá más, porque tienen ocho escuelas de nivel medio de Educación Física, una Facultad de cultura física en cada provincia, un instituto de cultura física a nivel nacional y una Escuela Internacional de Educación Física y Deportes.


Hay tantos y tan buenos técnicos en Cuba que el país llega a exportar algunos. En las Olimpiadas de Sydney, por ejemplo, había 36 entrenadores cubanos en equipos extranjeros.


Y existen tantos profesores porque la Educación Física es materia obligada dentro del sistema nacional de educación.


Hasta ahí, todo bien. En Brasil la Educación Física también es obligatoria.


La cuestión es que, si un cubano muestra cierta inclinación por el deporte, puede, gratuitamente, ir a una de las 87 Academias Deportivas Estatales, para una de las 17 Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE), para una de las s 14 Escuelas Superiores de Perfeccionamiento Atlético (ESPA), y, finalmente, para uno de los tres Centros de Alto Rendimiento.


O sea, si usted tuviera aptitudes para el deporte, va a poder desarrollarse con total apoyo del estado.


¡Vaya, así no se vale!


Como ellos hacen, con las escuelas para todos,  profesores especializados y centros de excelencia gratuitos, es muy fácil.


Yo quiero verles ganar tantas medallas siendo como somos, un país donde la educación física en las escuelas es, a menudo, apenas el horario de fútbol para los niños y  de la tostada para las niñas. Quiero ver si ellos ganarían medallas con magro apoyo del Estado, sin  popularizar el deporte, sin un perfeccionamiento creciente y planificado.


Quiero verlos hacer como nuestra gente, improvisando. Así, dudo que ellos nos ganen. ¡Lo dudo!


Malditos comunistas...


José Roberto Torero es graduado de Letras y Periodismo de la Universidad ede Sao Paolo; ha publicado 24 libros entre ellos  El Juego de Palabras (Premio Jabuti y Libro del año en 1995), Pequeños Amores (Premio Jabuti 2004) y, más recientemente El Evangelio de Barrabás. Escribió también para el Diario de la Tarde y para la revista Placar. Dirigió algunos corto metrajes y un largo: Cómo hacer una película de amor. Es guionista de cine y televisión, para la cual escribió por años Retrato hablado.

Fuente: Carta Maior
Enviado por Vania Matos

Traducción e Imagen agregada RCBáez
Con la tecnología de Blogger.
 

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