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Mi relación secreta con Fidel

jueves, 16 de agosto de 2012
Por Percy Francisco Alvarado Godoy



Lo amo a Fidel, primero que todo, porque es el hombre de las oportunidades.

Contrario a lo que piensan mis detractores, nunca le veo, aunque tengo anónimos recuerdos que revitalizan el alma de un revolucionario. Lo he tenido cerca, como cualquier cubano. Eso me ha hecho feliz.

Lo amo, también, por ignorarme, por pensar que soy, irremediablemente, una simple pieza de esta gran obra que construimos. Lo amo así, en mis recuerdos. Simplemente los míos. Los que guardo. Los que me enorgullecen, porque para mí Fidel es Cuba, a la que nunca traicioné, ni traicionaré.

Lo amo porque nunca aparece cuando me equivoco y respeta mi derecho a equivocarme. Lo amo porque nunca me dice esto es así o no es así. Lo amo porque cree en mí, a pesar de todo.

Lo amo por mi vieja, que ya se fue, y sin embargo tanto habló con ella. Aún le recuerdo, sentado en la acera de una calle, frente a mi casa, sencillo, hablando con ella sobre el difícil privilegio de ser jefe de un pueblo que resistió 50 años de acoso, de cruel bloqueo, de tanta desgarradura entre nosotros. Aún le recuerdo en el último hálito de de vida de mi madre, cuando dijo: -¡Gracias, Fidel, por dejarme morir en tu tierra!

Lo recuerdo en la entrega infinita de mi padre hacia Cuba, respetándolo, siguiéndolo, reverdeciendo por encima de los errores que cometió todo el amor por esta tierra que hoy alberga sus huesos y sus sueños.

Y lo amo, sobre todo, porque a pesar de yo no ser un hombre perfecto, siempre supo que no le traicionaría. Hacerlo sería traicionar a mis raíces, a toda la América a la que pertenezco. Reconozco que hablo estas cosas, celebrando su cumpleaños, solo, sin tristezas, y lleno de optimismo. Lo hago por mi simple derecho de ser viejo y esperar mi pronto adiós. Lo hago por mi simple derecho de ser un revolucionario más.

Miro a mi vida y no me arrepentiré nunca de haberle sido un soldado fiel. Uno de los todos que habitamos su trinchera. De los que brindamos por nuestro invencible jefe con orgullo. De los que llevamos en el pecho la insignia tangible de nunca haberlo traicionado.

Hombres simples como yo, solo podemos ofrecerle un regalo en su cumpleaños: la incondicionalidad, el amor a su causa y, si nos cuesta, la vida misma. Eso es Fidel: la fidelidad que nos inculcó.

En el 86 cumpleaños de Fidel

Por Álvaro Montero Mejía

Hace ya muchos años, desde el modesto espacio territorial y humano de este pequeño lugar del mundo llamado Costa Rica, nos propusimos hacer un esfuerzo por mantener celosamente guardada esa prerrogativa de caminar con nuestros propios pies y pensar con nuestra propia cabeza.

Nuestras convicciones internacionalistas y los maravillosos ejemplos de esas luminosas luchas revolucionarias de muchos hombres y mujeres en Nuestra América, nos indujeron desde nuestra temprana infancia intelectual, a encontrar en ellas motivos de entusiasmo, de emocionado aplauso y algunas veces -era inevitable- de  simple imitación o copia.

Las viejas epopeyas en distintos lugares del mundo nos permiten, por el tiempo transcurrido, hablar o discurrir sin ninguna muestra de servilismo o adulación. Pero hay nuevas epopeyas, sobre todo para los que ya cargamos bastantes años. La vida nos dio el tiempo necesario para observar el ascenso de China, el triunfo monumental del Vietnam heroico y sobre todo, para seguir de cerca, paso a paso, la más grande epopeya popular y revolucionaria de nuestra América, la Revolución Cubana. Y ahora, con el recurso inagotable de la energía y el amor por la libertad de los pueblos, esa misma lucha, con sus particularidades propias, es justamente continuada por nuevos y valerosos esfuerzos en Venezuela, Ecuador, Brasil, Uruguay, Bolivia y otros Estados del Continente.

De modo que, sin olvidar nuestros deberes propios, es muy fácil sentir nuestro corazón inflamado por los éxitos de esos pueblos hermanos y olvidarnos que la vida nos exige, estemos donde estemos, darle a nuestros esfuerzos el carácter particular y nacional que no borra, ni disminuye, el principio del internacionalismo que Bolívar hizo suyo y que Cuba y Fidel, han llevado al más alto grado de compromiso humano, ahora con sus millares de maestros y médicos repartidos en los confines de la geografía americana y más allá.

Nosotros, modestos luchadores sociales costarricenses, humanistas comprometidos hasta las últimas consecuencias con los valores construidos por nuestro pueblo, seguros de que sólo las ideas justas provocan cambios sociales una vez que prenden y se instalan en la conciencia de las grandes mayorías, queremos afirmar en ocasión del 86 aniversario del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz que hoy, ninguna de las grandes luchas democráticas, patrióticas y revolucionarias desplegadas a lo largo y ancho del Continente, sería posible, como cierta su victoria, si Cuba y Fidel no estuvieran allí, si no se hubieran mantenido allí, habiendo desplegado en estos últimos 50 años, sin desfallecer un solo instante, la voluntad de resistencia, de compromiso, de sacrificio, de amor por la verdad y denuncia tenaz de las acciones imperiales en esta que es, la batalla decisiva.

Podemos decir ¡Feliz Cumpleaños Comandante!, aunque la mayor felicidad sea la nuestra, por haber transcurrido nuestra vida viendo a Fidel actuar junto  a su pueblo, convertirse en el más formidable instrumento de formación política multitudinaria que recuerda la historia americana; por ser un referente inagotable de los que tienen hambre y sed de justicia en cualquier rincón de la tierra y de los que necesitamos un punto de partida para conocer el verdadero origen de los dramas sociales y económicos de nuestro tiempo; por alentar y dirigir las batallas memorables que permitieron la liberación de una buena parte del continente africano; por cambiar, en su vejez fructífera, la tribuna por la pluma, escribir incansablemente y poner al día a millones de hombres y mujeres sobre los aspectos centrales de la causa humana; por demostrar que se puede vivir con apego a los principios y ser, siempre, el amigo infalible de todos los que amamos la libertad, sin distingos de ninguna naturaleza ¡Gracias Fidel!

San José, Costa Rica, 13 agosto 2012

* Político, abogado, escritor, economista, politólogo y productor de televisión de Costa Rica.

Dibujo J. L. Fariñas (Cuba)

Gracias, Fidel

martes, 14 de agosto de 2012
Por Elisa Rando (Argentina)

 “Ponte el capote, Fidel
Fidel, el capote….
Bueno…, Fidel, llueve,
ponte el capote, ¡ya!

  
Compañero Comandante:

¿Lo recuerda?  Verdad Comandante, que ha de recordar usted aquel día.

El pueblo, su pueblo, lo protegía. Época de lluvias y huracanes en La Habana. Esa tarde había lluvias. Los huracanes llegaron luego.

En la Plaza de la Revolución dialogan el pueblo y usted.

Estaba naciendo, aquel 4 de febrero de 1962, en la Plaza de la Revolución, la Segunda Declaración de La Habana. Nacía la Revolución Socialista, y Cuba asombraba al mundo.

Atrás había quedado Playa Girón, Sierra Maestra y el Escambray.

El tren blindado de Santa Clara. El Moncada. El desembarco del Granma. Y La Historia me absolverá.

Cuba siempre asombró a todos. Pero ese día, usted, en nombre de la dignidad de negros, blancos y mulatos, desde el corazón de La Habana, con el puño en alto, avisó al mundo entero que en la tibia cintura caribeña de América latina despuntaba la Revolución de los pobres. De los iguales. De los que nunca había usado zapatos, gastado calcetines ni, sentados a una mesa, comieron en un plato dentro de una casa.

Habló en nombre de los que alimentaban a sus hijos con tortillas de borra de café, vestían andrajos y dormían en bohíos en las tinieblas de la enfermedad y la ignorancia. Los guajiros de anchas manos.

Los que morían sin saber de qué morían, como siempre habían vivido sin saber por qué vivían. Los que no sabían escribir ni el nombre de sus hijos, como nunca supieron escribir el nombre de sus padres ni el nombre de ellos mismos. Egoísmos de ignorantes poderosos del dinero, despreciaron siempre el poder de la fuerza del trabajo. Despreciaron la pobreza.

La Revolución triunfó para hablar en nombre de los nadie, de los que nunca fueron nada. Llegó para cobrarse con justicia cada una de las injusticias cometidas. Para cobrarse con cientos de médicos, maestros, escuelas, universidades, la ignorancia de infinitas generaciones olvidadas.

La Revolución había llegado a Cuba para quedarse. Para cambiar el corazón y la cabeza de su pueblo, pero también la de los oprimidos de todos los pueblos del mundo. Así, multitudes de explotados se dieron cuenta de que ese milagro no era asunto de altares ni del agua bendita.

Esa transformación es obra de la lucha. De la decisión de echarse a andar los caminos y encontrarse con el hambre, la corrupción, la entrega, la violencia, y decidirse a combatir hasta cambiar el eje de las viejas historias, transformando en dueños de sus vidas a los pueblos que siempre fueron objeto de vidas ajenas.

Usted, Comandante, no sólo condujo a su pueblo bajo la lluvia y el sol. Usted convocó a los pueblos de América, no al reparto de las conquistas, sino a organizarse para conquistar con sus vidas y sus muertes las condiciones para vivir una vida digna de ser vivida. No repartiendo sueños, sino creando realidades y transformando las bases económicas para construir sociedades justas, libres y solidariamente responsables.

Gracias Comandante por su vida. Gracias por su dignidad. Gracias también por haber sido compañero de luchas con el siempre querido Ernesto Che Guevara. Que lejos de recordarlo como argentino, lo señalamos como ejemplo en la tarea impostergable, larga tarea, que cambie la condición humana y logre al fin el Hombre Nuevo.

Seguiremos esperando sus mensajes para abrir brechas y cerrar injusticias bochornosas. En medio de tantos desencuentros, vejaciones, mistificación de ideas e ideales: verborrea empedernida, usted seguirá conduciendo el Granma de las conciencias y de la revolución verdadera. Del pensamiento y la acción de los pueblos y de los hombres del mundo que quieran de verdad ser libres.

La Historia lo ha absuelto, Comandante, hace ya muchos años. Y los pueblos de América y del mundo, en lucha, con el brazo en alto y de pie, le dan las gracias.

¡Viva el Socialismo! ¡Viva Cuba! Patria o muerte: ¡Venceremos!

Nota: Texto publicado hace algunos años pero que por su absoluta vigencia, compartimos con ustedes

Fidel Castro cumple 86 años: ¡Felicidades, amigo!

lunes, 13 de agosto de 2012
Por Carlos Tena

Felicidades, Fidel, en tu día, que lo pases con gran alegría.
Muchos años de paz y armonía, amigo.

Querido y admirado Fidel Castro:

Te escribo esta carta mientras estoy celebrando el cumpleaños de mi hermana Yolanda, nacida en un 11 de agosto, orgullosa de ser Leo, como tú y llevar el nombre de una canción cubana.

Estos párrafos son para mostrarte nuevamente, con ocasión de tu 86 aniversario, mi afecto, amistad y respeto ante tu figura, tu valentía y destacar tu siempre precisa visión de la historia de la humanidad.

Desde esta puerta de Europa, decirte que como bien sabrás seguimos padeciendo el capitalismo salvaje de este régimen “democrático”, la constante agresión de los banqueros neoliberales, la hipocresía de estos socialistas a la europea (capitalistas descarados) y la manipulación de los medios de comunicación global, controlados por diez familias milmillonarias, cuyo objetivo es la destrucción de todo atisbo de cambio político que no sea el que permita el expolio de una nación.

Por eso no cesan en sus diatribas contra Cuba, Venezuela, Ecuador, Siria, Nicaragua, Brasil, Irán, Bolivia, Argentina, etc. No soportan la independencia.

Aquí, en esta arruinada, estafada, monárquica y neofranquista España, también resulta escandaloso  el silencio de miles de artistas e intelectuales, agrupados en torno al poder político y mediático del PSOE. Son como aquellos que definió el escritor norteamericano Upton Sinclair:  “El artista que triunfa en una época, suele ser alguien que simpatiza con las clases dominantes de ese tiempo, cuyos intereses defiende y cuyos ideales interpreta, identificándose con ellos”. El brillante autor de La Jungla, que comenzara escribiendo en un diario socialista, estaría hoy encantado al lado de Oliver Stone, Sean Penn, o acompañando la caravana solidaria de Pastores por la Paz.

Aquí, en esta España de Tortura y Pandereta, donde se pasea impunemente un genocida como José María Aznar o su hermano de leche, Javier Solana (ambos responsables del asesinato de miles de civiles inocentes), es complicado y arduo el trabajo de echar una mano a Cuba, pero ahí andamos:  en la lucha.

Esta régimen borbónico no tiene dinero para los parados, pero sí para alimentar vagos, terroristas y mercenarios batistianos que actúan bajo el paraguas de fascistas como García Margallo o Esperanza Aguirre,  para luego mostrarles en la prensa como “disidentes” liberados de las cárceles castristas.

Hasta mi vecina Lola, que es conservadora pero honesta, dice: “Ese tipo de chorizo cubano no me gusta nada”.

Desde esta España donde millones de personas esperan aún un trabajo digno; en la que miles de personas son expulsadas de su hogar, incluso a golpes; en donde la educación pública es sometida a rebajas en los presupuestos; en donde se privatiza poco a poco una sanidad que pagamos todos de nuestro bolsillo…

En este “paraíso” para ladrones con traje de seda y estafadores de toda ralea, somos muchos los que envidiamos vivir como cubanos, con todos sus problemas y carencias (pero todas las soluciones y aportes, libretas y gratuidad de los servicios), que no sobrevivir entre violencia policial, amenazas, desinformación, mentiras, recortes en salarios y pensiones, abandono por parte del estado de sus obligaciones para con el ciudadano, banqueros ladrones paseando en Mercedes y trabajadores encarcelados por pedir un trozo de tierra para sembrar futuro.

Aquél día fue uno de los más hermosos de mi vida

Por eso tengo que pedirte un favor: ¿Podrías interceder ante el gobierno de la Revolución, para que miles de profesionales de diferentes esferas podamos solicitar asilo político, emocional, moral, laboral y cultural en Cuba?

Y te lo digo así, con sencillez y toda sinceridad, con énfasis familiar y campechano, porque has sido y eres, al frente de tu admirable pueblo revolucionario, el único Jefe de Estado que ha tenido la gallardía y el valor de no arrodillarse ante el Imperio.

Querido y admirado Comandante: El día 13 cumples 86 años y continúas tan activo y lúcido como cuando en 2004, junto a otros veinte compañeros de diferentes nacionalidades, tuvimos el placer de compartir una fraternal cena contigo. Fue uno de los días más felices de mi vida.

Gracias siempre, Fidel.

¡¡Felicidades, Comandante!!


Felicidades en tus gloriosos y rebeldes 86 años...

Y felicidades, Cuba, América, ¡¡el mundo todo!! porque hace 86 años, vio la luz primera el hombre llamado a cambiar la historia de Cuba, a ser ejemplo para todos los pueblos de América... y del mundo.

El hombre que nos enseñó a creer, a saber, que un mundo mejor es posible y a luchar por él.
Felicidades y, hoy como ayer...

¡Gracias, Fidel!

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