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El Estado es el violento

lunes, 17 de noviembre de 2014



El Estado es el violento
Carlos Murillo González

 Se define Estado como la institución que posee
el monopolio legítimo de la violencia dentro de un territorio.
Max Weber

¡No se deje engañar! Los sucesos de protesta social del otoño mexicano son en respuesta a la violencia de Estado. Son decenas de miles de asesinatos y desaparecidos; son frecuentes las represiones sociales y es obvia la militarización hacia el Estado policiaco y el terrorismo de Estado como para que el gobierno mexicano finja demencia y quiera voltear la tortilla acusando a la sociedad del desorden, la anomia de la clase política y sus aliados sanguinarios.

El actual movimiento social encabezado por la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en realidad aglutina a cantidad de movimientos del país que tarde o temprano iban a generar esta crisis de la cual el gobierno no podrá escapar. La sociedad mexicana quiere la paz, no la violencia cortesía del gobierno. Las amenazas el presidente espurio Enrique Peña Nieto, de utilizar más violencia, no hacen sino evidenciar el carácter autoritario del régimen y sólo abona para la próxima desaparición de poderes, su renuncia y (ojalá) enfrentar la justicia por tanto crimen y por abrir las riquezas del país a intereses extranjeros.

En este momento de nuestra historia es bueno ver el miedo reflejado en los gobernantes y las instituciones que representan (ejército, SCJN, INE, cámaras de diputados y senadores...) las diferencias de clase son cada vez más notables y las élites no saben cómo salir bien libradas de esta catástrofe ocasionada por ellos y sus antecesores. El pueblo tarde o temprano había de despertar y hoy lo está haciendo; las simpatías internacionales por el movimiento encabezado por Ayotzinapa no es gratis: el mundo sabe que la lucha de la sociedad mexicana es legítima y está de nuestro lado.

No va a ser fácil terminar con el monopolio del PRI y sus secuaces (partidos políticos, medios (des)informativos, sindicatos charros, grupos de choque y un largo etcétera) pero es inevitable hacer uso de la resistencia civil pacifica para debilitar el sistema y hacer posible un país más justo y equitativo. Nos han robado hasta el cansancio, nos han engañado y embrutecido, pero no podrán arrancarnos la dignidad y el ardiente deseo de justicia. No se trata de hacer más sacrificios (la historia de México, antigua y reciente, está llena de ellos) sino de seguir presionando hasta desmantelar el podrido andamiaje político-económico que ha hecho tan ricos y poderosos a tan pocos y ha abandonado a su suerte a millones de mexicanos y mexicanas.

Hay mucho por hacer. En el estado de Chihuahua vivimos uno de nuestros peores momentos gracias a la inacabable “guerra contra el narco”, el constante asesinato y desaparición de mujeres (feminicidio) y no menos importante, por la prensa vendida, sobornada con millones de pesos salidos de nuestros impuestos y el descarado robo de nuestro patrimonio a cargo de la clase política de la cual el vivo ejemplo es el actual gobernador del estado, César Duarte. Hoy las y los chihuahuenses hemos superado el miedo, ese terrible recurso político del Estado para mantener a raya a la sociedad. De las ciudades al campo se confronta ya a sus figuras de autoridad, sea este un policía, un juez o un César Duarte.

En Ciudad Juárez pese a los esfuerzos del Estado Mexicano y de Washington por violentarnos y someternos a los intereses económicos transnacionales, no ha dejado de haber movilización social y activismo. Su conejillo de indias llamado Juárez, también está cansado e intentando con éxito salir de este laboratorio de experimentos criminales de lesa humanidad patrocinados por el gobierno de EEUU a través de sus súbditos del PRI, el PAN y todos los demás. No va a ser fácil exterminarnos, por más que el Consulado, el USAID, El Canal 44, El Diario o La Polaka, nos quieran despolitizar presentando otra realidad ajena a la desaparición de Juárez hacia Jerónimo y el Valle de Juárez para facilitar el fracking, justifiquen la violencia señalando al narco y criminalicen la protesta social. Ya basta.

Las revoluciones sociales suelen violentas, pero no necesariamente sangrientas. Que quede claro que la violencia la pone el Estado y no el pueblo, la sociedad. Los actuales movimientos sociales encabezados por las y los estudiantes, también los integran ecologistas, pacifistas, derecho humanistas, indígenas, pobres, mujeres, jóvenes, migrantes y otro largo etcétera; es un proceso revolucionario en busca de la emancipación de una nación que no merece el destino impuesto por intereses particulares de personas sin escrúpulos, como los llamados “líderes” (políticos, empresarios, artistas de la farándula, pesudoperiodistas, pseudointelectuales…).

La sociedad mexicana está demostrando de manera pacífica, pero fuerte, su hartazgo de siglos. El gobierno tiene que caer y sus operadores(as) enfrentar la justicia y lo vamos a lograr demostrando la entereza de este pueblo sufrido recuperándonos del miedo para regresárselo a quienes nos han ofendido y martirizado sin medir las consecuencias de sus actos. Este es el momento.


¡Renuncia Peña Nieto!
¡Renuncia César Duarte!

El Sistema Mundo y los Movimientos Sociales

domingo, 22 de abril de 2012
Excelente exposición y contenido. Se los recomiendo...
Koan


Disculpas no, ¡renuncias!

lunes, 13 de febrero de 2012


Resultó peor el remedio que la enfermedad
Refrán popular

La actitud desafiante del alcalde por segunda ocasión de Ciudad Juárez, Héctor “Teto” Murguía, sobre las disculpas públicas que le exigen las organizaciones no gubernamentales (ong´s) de la ciudad por los excesos cometidos por la policía municipal desde la llegada de Julián Leyzaola como director de Seguridad Pública en menos de un año, comprueban su incapacidad para ofrecer soluciones a los graves problemas de Juárez.

Desafortunadamente los abusos policiacos continúan cobrando víctimas y las muy pobres declaraciones argumentativas del alcalde sólo comprueban su falta de vocación política, visión y sensibilidad ante una sociedad prácticamente desamparada entre la delincuencia cotidiana y las violaciones también cotidianas de la policía, lo cual no dan pie a equivocaciones; si no puede poner orden en la policía, mejor renuncie.

El documento público expuesto y muy puntual de las violaciones policiacas detectadas por el Grupo de Articulación Justicia por Juárez, integrado por 17 organizaciones, más las denuncias de otras tres organizaciones de periodistas, un gremio en particular víctima de los abusos de la policía de Leyzaola, son más que elocuentes para describir el clima de violencia e inseguridad que prevalece en Juárez, donde si bien ha disminuido los crímenes relacionados con las bandas de narcotraficantes, aumentan en abusos de autoridad como retenes, detenciones arbitrarias y ataques a la población civil desarmada.

Si la libertad de expresión está siendo reprimida por quien se supone debe protegerla, entonces las cosas marchan muy mal. En los Estados fascistas, una de sus características es la persecución de intelectuales, críticos y comunicadores incómodos para el régimen por que denuncian las arbitrariedades que ahí suceden. La represión de manifestaciones públicas, la manipulación de la información y los saqueos, robos o amenazas a organizaciones sociales, también forman parte de las políticas de extrema derecha, pero eso no lo consideran delitos.

Hablando de saqueos, hace pocos días fueron robadas las instalaciones de varias ong´s, entre ellas las de Plan Estratégico, organización que tiene el mérito de poner el dedo en la llaga sobre la forma de hacer política en el cabildo local, lo cual ha desnudado lo que de antemano sabemos: las complicidades de las y los regidores con el alcalde a espaldas de la sociedad. Curiosamente el atraco fue un día después de la última sesión de cabildo, el jueves ocho de febrero. Esto tampoco es buena señal y hace sospechar de quienes ejercen el poder.

El ambiente de inseguridad y violencia juarense prevalece pese a la salida masiva del ejército y la Policía Federal, pero el trabajo sucio de la policía municipal no deja respirar un clima de tranquilidad, los abusos están a la orden del día. Curiosamente quienes han guardado un sepulcral silencio son las cámaras empresariales, de quienes se sospecha son el referente directo de los aniquilamientos de asaltantes por policías encubiertos (por ejemplo, en las tiendas de conveniencia) de respaldar a Leyzaola y de contratar a pistoleros a sueldo.

El miedo sigue siendo un patrón determinante en la inmovilidad ciudadana. Este temor real, más el analfabetismo político y la despolitización social, facilitan la permanencia del autoritarismo y el empeoramiento de la situación. El ciudadano(a) común se encuentra a merced de la delincuencia y desprotegida ante una policía permisiva, nerviosa y también con miedo, que sólo ve en las personas a potenciales criminales, pues ni si quiera puede protegerse a sí misma de los ataques de bandas armadas.

Los logros en materia de detención y desarticulación de bandas de carjackers, extorsionadores y delincuentes comunes, quedan minimizadas por los abusos de poder y la excesiva mano dura de Leyzaola, muy bravo con la ciudadanía y encubridor de sus subordinados. Solamente se muestran complacientes los que como él, son personas autoritarias y egoístas incapaces de comprender lo delicado del asunto. Este tipo de actitudes es como querer apagar el fuego con más fuego: tarde o temprano te vas a quemar.

Leyzaola no puede ni debe mandarse solo. Le debe rendir cuentas al alcalde, pero sobre todo a la ciudadanía, que es la que le paga su sueldo, pero también es a quien intimida, insulta y desprecia con sus acciones y declaraciones. El alcalde por su parte, debe recordar, que no es el dueño de la ciudad, sino un servidor público asalariado y tiene la obligación de dar resultados o si tiene dignidad, renunciar ante su evidente incapacidad en el puesto. A fin de cuentas fue elegido vencedor en una elección con un 15% del total de votantes, prácticamente con el desprestigiado y mañoso voto priista; es decir, tiene legalidad oficial, pero no legitimidad popular y ya vienen las elecciones.

En cuanto a la sociedad juarense, es necesario e imprescindible poner un alto a los excesos de poder, quitarse el miedo y llamar a las cosas por su nombre. Ciudad Juárez no merece un trato indigno de ningún policía y ningún político, pero el silencio nos resta poder y se los da a ellos. Los cambios que necesita la ciudad no van a venir de la clase política ni la paz se logrará con policías autoritarios, pero si seguimos pasivos, aunque volviera a nacer Pancho Villa, no sucederá nada.

Bravo por las ong´s que denuncian públicamente los abusos del poder. Gracias por su valentía.

 (foto tomada de frontenet.com)


La traición de Sicilia

domingo, 26 de junio de 2011


La traición de Sicilia
Carlos Murillo González

A la gente de Ciudad Juárez, por su valentía y resistencia ¡Kita Shiwe!


La caravana por la paz en cabezada por el poeta Javier Sicilia y cuya terminación en Ciudad Juárez en los primeros días de julio llamó la atención nacional e internacionalmente, pudo haber sido el parteaguas de una verdadera agenda nacional surgida desde y para la sociedad de no haber sido traicionada por quienes la sugirieron y encabezaron.

Una persona conservadora no puede armar ni dirigir una revolución, mucho menos exigir o generar los cambios necesarios para su bien; un movimiento conservador es más bien un movimiento reaccionario cuyos alcances no van más allá de respuestas específicas, pero limitadas. Sin desestimar el dolor y sufrimiento de cómo surge la iniciativa de Sicilia, e incluso sus “buenas intenciones”, La caravana por la paz estuvo más cerca siempre y peligrosamente de llegar a un encuentro amistoso con sus verdugos, como finalmente sucedió, y no de permitir hacer distinguible la voz de quienes siguen manteniendo muy claramente la posición políticamente legítima de la salida del ejército de las calles y la renuncia de Felipe Calderón.

Casi rayando en la tragedia, las esperanzas del activismo juarense, mucho más claro en sus ideales y con una visión social de justicia de mayor alcance que el movimiento de Sicilia y por lo mismo más radical en sus demandas, no tuvo la fortuna de contar con la sensibilidad y apoyo de quienes desconocen o conocen distorsionadamente la realidad juarense y se opusieron casi desde un principio a hacer suyas las demandas antes mencionadas. La situación de Juárez se extiende lentamente al resto de la república casi de una manera dócil, confundida entre el discurso de un activismo light como el de Sicilia, entre la confiada ignorancia de lo que nos espera en un porvenir no muy lejano,  más el discurso y acción oficial del gobierno, cuyas muestras de hipocresía confunden al ciudadano(a) promedio desinformado y desprovisto de elementos suficientes para entender la realidad, su realidad.
      
Si Sicilia y sus seguidores fueron incapaces de sostener los acuerdos ciudadanos trabajados en Ciudad Juárez, mucho menos van a ir más allá exigiendo por ejemplo, la legalización de “drogas” como la marihuana por que no comprenden de manera holista los nudos enredados en la mafia de la ilegalidad, el negocio que esto genera y los intereses creados alrededor de ello, que incluye no sólo al mundo del narcotráfico, sino también el político y transnacional, como bien nos puede contar Washington a través de Wikileaks. El problema de la inseguridad y la “guerra” contra el narcotráfico es un escenario creado ex profeso para generar miedo y confusión en una sociedad vulnerable y vulnerada de manera genocida por quienes deberían de protegerla.

Han pasado casi cinco años desde la asunción al poder de Felipe Calderón, cuyo gobierno ilegítimo estará marcado por la historia como el más sanguinario en tiempos de paz. Una “paz” de características cuasi dictatoriales, soberbia y engañosa. La violación a los derechos humanos; las decenas de miles de asesinatos; la pérdida de las libertades y las garantías individuales; el asesinato y represión de actores y movimientos sociales más la limpieza social, son la marca de un calderonismo mocho, perjudicial con su gente y entreguista con los gringos, cuya agenda en México se enfoca, entre a otras cosas, a la división de la sociedad para beneficio propio. El sexenio de la muerte además amenaza con extenderse al siguiente sexenio siguiendo los dictados de Washington.

Es triste decirlo, pero el gran ganador de la iniciativa siciliana es el propio Calderón. Lo que inútil y torpemente ha buscado el gobierno federal por muchísimas formas de legitimar lo ilegitimable (es decir, la “guerra” contra el narco tal como la conocemos) lo encontró de manera fortuita en un movimiento que pudo haber dado más y que finalmente no comprendió su papel en esta historia. Imposible aceptar el protagonismo de Sicilia bajo estas circunstancias; quien debe estar agradecido es sobre todo Calderón y sus secuaces.

La situación de México es delicada, mucha gente muere violentamente o vive en el miedo por causa del gobierno y a la vez por la ausencia de éste. Culpar al narcotráfico de esta situación no sólo es engañoso sino irresponsable. Aun así es menester de la sociedad organizarse y confrontar a quienes provocan esta situación desde el poder. Hasta ahora los afanes del activismo no han logrado penetrar lo suficiente en una sociedad mexicana desinformada y despolitizada, temerosa de verse involucrada en lo que considera no es de su incumbencia. El movimiento de Sicilia es un intento más, fallido, por encontrar soluciones a esta situación anómica con los resultados que ahora todas y todos conocemos. 
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