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Verdad y valentía frente a la mentira y felonía durante la invasión mercenaria de Girón

viernes, 19 de abril de 2013
Por Wilkie Delgado Correa*


Aquel episodio, la primera derrota del imperialismo en América y de sus secuaces mercenarios, debe ser perenne lección histórica y elemento esencial para interpretar hechos similares pasados o por ocurrir en el futuro

A cincuenta y dos años de ocurridos los acontecimientos de la invasión a Cuba por tropas mercenarias organizadas, financiadas, equipadas y estrechamente acompañadas, dirigidas y supervisadas por el más alto mando de las Fuerzas Armadas y la CÍA, con aprobación previa del presidente de los Estados Unidos, Kennedy, muchos elementos de análisis pueden exponerse.

En primer lugar, debe señalarse que, salvo el resultado desastroso para los invasores en Girón, este acontecimiento había tenido muchos precedentes antes en varias partes del mundo, como tuvieron lugar numerosos hechos similares posteriormente hasta nuestros días, todos presididos por la mentira y felonía.

En Cuba, la mentira y la felonía ligadas a la invasión mercenaria se pusieron en evidencia en muchas fechas previas, durante y posteriores a la invasión, y en escenarios diversos en que participaron todos los integrantes del gobierno norteamericano, incluyendo a su presidente.

Desde antes y desde entonces siempre ha sido así. Se han regado por el mundo las mayores falsedades y mentiras contra Cuba; pocas las han reconocido, incluyendo planes de asesinatos; y la mayoría quedan secuestradas en los archivos clasificados de seguridad nacional de Estados Unidos.

En la madrugada del 15 de abril en el horizonte oscuro del mar, justo frente a la ciudad de Baracoa, la ciudad primada y más oriental del país, se podía contemplar otra ciudad flotante iluminada, integrada vaya Ud. a saber por una flota de cuántos navíos, que parecían desafiar y acechar a la ciudad que se pertrechaba en su oscuridad. Y para darle mayor dramatismo a la escena, aviones desconocidos sobrevolaban a oscuras los cielos de la ciudad. Aquella flota amenazante se mantenía allá, a lo lejos, amagando o esperando la orden de desembarco y ataque. La estrategia era la misma: engañar, distraer fuerzas, calcular opciones de agresiones dentro de un plan general preestablecido.

Ya en la mañana se escuchó a través de la radio la noticia sobre la agresión real. Al amanecer, se habían producido bombardeos por aviones enemigos procedentes del extranjero de los aeropuertos de Ciudad Libertad y San Antonio de los Baños en La Habana y  Antonio Maceo en Santiago de Cuba, con víctimas mortales y heridos. ¡Vaya alevosía criminal la de atacar sorpresivamente, en el amanecer, a aeropuertos en plenas funciones!

La noticia propalada por los medios de prensa de todo el mundo fue rica en matices de falsedades. Informaron que fueron aviones tripulados por pilotos desertores de las fuerzas aéreas revolucionarias los que habían producido tales ataques. El “ilustre” representante de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Adlai Stevenson, enseñando la foto de uno de los aviones que había aterrizado en Cayo Hueso, territorio norteamericano, ofrecía los detalles de las supuestas deserciones de los pilotos y mostraba la insignia cubana inscripta en el fuselaje de dicho avión. ¡De qué clase de impudicia son capaces!

Fue necesario esperar, esta vez pocos días, para que la colosal mentira – en realidad todas las mentiras grandes y pequeñas- se derrumbara a pesar del escarceo mediático que inundaba el mundo. Habían planificado la destrucción de la flota aérea revolucionaria con aviones y pilotos procedentes de Puerto Cabezas, Nicaragua; y tuvieron la felonía de pintarlos con las insignias de la aviación cubana como enmascaramiento de guerra. El bombardeo a los aeropuertos era la primera escaramuza de la agresión principal que se planificó para ser llevada a cabo por Bahía de Cochinos.

Tuvo que esperarse que se consumara la aplastante derrota de Girón para que el propio presidente Kennedy confesara la participación de los Estados Unidos en la invasión mercenaria, asumiera la responsabilidad y padrinazgo de la aventura fallida, reconociera con pesar que toda la falsedad de la propaganda que el mundo había conocido a través de la prensa durante aquellos días, había sido un invento calculado como parte de la operación encubierta de la invasión prohijada por su gobierno. Sin embargo, no se conformó con ello, y dio inicio a un nuevo plan de destrucción de la Revolución Cubana, mucho más peligroso.

No obstante la falta de principios de los invasores y sus apadrinadores, en que la felonía y la mentira eran compañeras de sus ideas y acciones, brilló tan alto como las palmas y las estrellas la verdad y valentía de Cuba.

En primer lugar primó la denuncia por Fidel de que el ataque a los aeropuertos era el preludio de la invasión mercenaria. Y de ahí, como forma de preparación para la defensa con claridad ideológica proclamó el carácter socialista de la Revolución de los pobres, con los pobres y para los pobres.

Y durante los combates de los días 17, 18 y 19 de abril, los partes de guerra reflejaban la verdad en el terreno de combates en que se derrochaba decisión y valentía, y en las Naciones Unidas se exponían por Raúl Roa todas las verdades sobre la operación macabra mientras los representantes de los Estados Unidos inventaban y propalaban las más colosales mentiras, acompañados por la jauría de la gran prensa.

Aquel episodio bélico contra Cuba, le costó al país cerca de dos centenares de vidas y cientos de heridos, y daños materiales considerables. Los prisioneros que participaron en aquella invasión traicionera, más de un millar -salidos también desde Puerto Cabezas- fueron respetados en su integridad física y dignidad humana, fueron juzgados y se les escucharon sus mea culpas inconsistentes y fueron devueltos en 1962 a su país de origen, los Estados Unidos, como chatarra moral de un ejército mercenario que había sido bautizado como brigada 2506, previo pago de una indemnización al pueblo cubano por parte del gobierno de aquel país.

Aquel episodio, la Primera Derrota del Imperialismo en América y de sus secuaces mercenarios, debe ser perenne lección histórica y elemento esencial para interpretar hechos similares pasados o por ocurrir en el futuro. Ojalá que la potencia del Norte, que ya lo hizo después de Girón en otras tierras, jamás repita en los tiempos futuros la invasión de tierras de Nuestra América. Y un ojalá mayor para que no la repita en otras tierras del mundo.

¡Honor y gloria y gloria al pueblo que hizo posible, a costa de vidas y sangre, la victoria de Playa Girón, en menos de setenta y dos horas!


*Médico cubano; Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

La victoria que hizo más libre a Latinoamérica

miércoles, 18 de abril de 2012
Por Ángel Rodríguez Álvarez, AIN

Al amanecer del 19 de abril de 1961, poco más de 48 horas después de iniciada la invasión por Playa Girón, auspiciada por Estados Unidos contra Cuba, el panorama del teatro de operaciones era bien diferente al ofrecido por los medios norteamericanos e internacionales de prensa.

A las 11 de la mañana de ese día fuerzas cubanas, tras intensos combates, recuperaban San Blas, importante acceso hacia la zona del desembarco en poder de los agresores. El Comandante en Jefe Fidel Castro, presente en el lugar, organizó desde allí el asalto definitivo sobre Playa Girón, último reducto de los mercenarios.

El líder de la Revolución ordenó el avance de las tropas y explicó la necesidad de llegar al objetivo antes del anochecer.

La idea aproximada del impetuoso ataque la ofreció el entonces capitán José Ramón Fernández, jefe de las operaciones: "Hubo una batería de obuses, ubicada primero al oeste de Pálpite, luego trasladada hasta las cercanías de Girón, que de tantos disparos, casi consumió la vida útil de sus piezas".

Fidel organizó personalmente el avance de los tanques y les ordenó no detenerse hasta el mar. Se iniciaba así el capitulo final del sangriento episodio pensado desde 13 meses antes y minuciosamente organizado y ejecutado desde la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA.

  A esa hora, las bajas de las fuerzas de la mayor de las Antillas superaban el centenar y a ello se sumaron decenas de muertos y heridos entre los pobladores de la Ciénaga de Zapata.

Como fue probado documentalmente entonces y admitido años después por altos funcionarios norteamericanos relacionados con la operación, las fuerzas y medios aéreos y navales estadounidenses tomaron parte directa e indirectamente en las acciones combativas. Pilotos de las US Air Force fueron quienes bombardearon poblados, causando la muerte de niños, mujeres y ancianos.

  La ofensiva cubana por tierra fue detenida, pero solo para facilitar el ataque de la aviación propia sobre Girón, el cual fue planificado para las dos y 30 de la tarde.

  A las 5 y 30 de ese día, quedaba liberada Playa Girón y concluía así, 66 horas después de iniciada, la Operación Pluto, colofón de los planes terroristas ejecutados por el estado norteamericano contra Cuba.

Esta vez el zarpazo imperial causó al pueblo cubano, entre combatientes y civiles, la muerte de 176 de sus hijos y 300 heridos, de ellos 50 incapacitados de por vida.

Pero la victoria, calificada por el Comandante en Jefe Fidel Castro como la primera derrota militar de Estados Unidos en América Latina, destrozó varios mitos y demostró que el pueblo unido, dotado de conciencia política, valor indomable y dirección revolucionaria consecuente, con el sentido exacto del momento oportuno para actuar, podía vencer al imperio.

Tomado de ICAP

Reflexiones en el aniversario de Playa Girón: Cada escuela una fortaleza de la Revolución

jueves, 28 de abril de 2011

Por Felipe de J. Pérez Cruz

Como todos los grandes acontecimientos históricos, la trascendencia de la victoria de Girón abre un amplio diapasón para la intelección historiográfica. El dramatismo y la heroicidad del enfrentamiento militar, la batalla en sí para ocupar Playa Larga y Playa Girón, las acciones de neutralización de los planes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la capital y otras ciudades, y el apoyo popular a la movilización militar y política en todo el país, resultan acontecimientos que en justicia han ocupado la labor del aún reducido destacamento de historiadores que hemos colocado la Revolución en el centro de nuestro objeto de estudio. Precisamente los resultados alcanzados confirman que aún hay facetas sobre las que debemos profundizar.

 “En nuestro país las ideas libraron sus batallas al lado de los acontecimientos” afirmó el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en memorable informe al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba[1], pero aún no hemos develado suficientemente esta  trascendente especificidad del proceso revolucionario cubano. Y antes, durante e inmediatamente después de Girón, la batalla por la hegemonía ideológico-cultural conforma un eje central de  la lucha de clases, que explica y  sustenta la propia epopeya que vivieron los cubanos entre 1959 y 1961. La educación tendrá frente a esta realidad un lugar  protagónico. 

En Cuba los hechos de cultura están estrechamente imbricados con las luchas políticas. Desde la historia de la escuela y la pedagogía cubana se puede construir el curso histórico nacional, sus contrarios y principales batallas. Cuando conmemoramos el 50 aniversario de la declaratoria del carácter socialista de la Revolución y de la victoria de Playa Girón, también evocamos acontecimientos cardinales de la historia de la educación.

La invasión mercenaria del 17-19  de abril de 1961 sería el más serio intento del imperialismo contra el movimiento educacional de masas que la Revolución había desatado. 

El movimiento educacional de masas[2]

La guerra de liberación fue el hecho cultural más definitorio de la vida de la nación cubana, al garantizar su definitiva independencia. La cohesión de las amplias masas tras los postulados del Programa del Moncada[3], la participación de los  obreros, campesinos y sectores populares en el Ejército Rebelde, en las organizaciones y células revolucionarias, en el movimiento de resistencia cívica, en los sindicatos y en la gran huelga general de enero de 1959, constituyeron factores dinámicos del movimiento nacional de reafirmación patriótica que se desato tras el triunfo revolucionario del 1 de enero  de 1959 y en sus jornadas sucesivas.

Como nunca antes en la historia del país, las fuerzas motrices del movimiento nacional liberador tuvieron la posibilidad de desplegarse ininterrumpidamente en la consecución de sus finalidades emancipadoras. La clase obrera, el campesinado redimido, los estudiantes y la intelectualidad progresista,  actuaron concertados para transformar el orden social, y resolver los problemas fundamentales del país. Se multiplican de  hecho en un genuino movimiento social revolucionario de masas.  En esta coyuntura, la vanguardia político cultural validó su posibilidad de conducción a través de la articulación feliz de los principios martianos, marxistas y leninistas, en el aprendizaje constante, la honestidad, la ejemplaridad, el valor personal y la audacia[4]

Este movimiento creará las bases sociopolíticas y la necesidad histórica, para el nacimiento de un nuevo movimiento educacional. Desde la más amplia articulación de los sectores nacional populares, como parte sustancial de un proyecto mayor de definitiva liberación nacional, liderado por la nueva vanguardia cultural y política, que derrotó a la dictadura proimperialista; el movimiento educacional estaría llamado a hacer frente a graves problemáticas.

El bajo nivel educacional de la población –al igual que su deficiente salud- era un fuerte obstáculo al desarrollo  nacional, y sobre todo a la incorporación consciente y organizada de las grandes mayorías al proceso revolucionario. El estado caótico de la educación al triunfo de la Revolución puede apreciarse a través de elocuentes datos:

El 50 por ciento de los niños en edad escolar - unos 800 000 - no asistían a las escuelas. Solo existían 170 000 aulas cuando se necesitaba el doble. La mayoría de las escuelas estaban ubicadas en zonas urbanas y semi urbanas. De los matriculados, no rebasaban el tercer grado 285 000 niños y solo 6 de ellos culminaban el sexto grado. Estaban desfasados por su edad con el nivel que cursaban 500 000 alumnos de la enseñanza primaria y de ellos 200 000 eran mayores de 12 años de edad. La educación de adultos se reducía a unas pocas escuelas nocturnas en las que solo estaban matriculados 2 965 alumnos. 

Paradójicamente en la Cuba de la dictadura batistiana, más de diez mil maestros carecían de empleo. En  un país eminentemente agrícola,  solo existían seis granjas- escuelas creadas en 1909, con una matrícula cercana a los noventa alumnos. La enseñanza tecnológica solo se impartía en un centro que formaba técnicos medios, el resto –unos 17-, graduaban obreros calificados[5]

El Ministerio de Educación, heredado del neocolonialismo, carecía de un sistema docente, educativo y científico coherente, debidamente articulado en sus niveles. Estaba por demás carcomido por el burocratismo y la corrupción.

A pesar del patriotismo y la entrega del maestro público cubano, la fuerza profesional formada por el Estado neocolonial tuvo un débil acceso a la más moderna base científico pedagógica. Había que erradicar no solo el intelectualismo, el verbalismo y la memorización, sino también desarrollar la cosmovisión científica de la mayoría de los docentes. También luchar contra posturas lastradas por gremialismos estériles y prejuicios seudoprofesionales. 

El problema más grave se concentraba en el alto índice de analfabetismo. Según estos datos oficiales, cada cuatro cubanos, uno era analfabeto,  y el nivel de los restantes no rebasaba los tres primeros grados primarios. Los datos del Censo realizado en 1953, reflejaban los contrastes del desigual desarrollo del país. Mientras en las áreas urbanas solo el 11,6 por ciento de las personas eran iletrados, en el campo este índice llegaba al 41,7 por ciento. En el territorio de las actuales provincias orientales era de 35,5 por ciento. El índice oficial de analfabetismo se situaba en el 23. 6 por ciento - 1 032 849 de cubanos y cubanas-[6], pero estas cifras estaban fuertemente cuestionadas por los propios contemporáneos

El hacer revolucionario 
   

El Programa del Moncada en tanto proyecto educativo cultural revolucionario, definía como medida central para transformar el sistema educacional neocolonial, la  realización de una reforma integral de la enseñanza. La orientación de esta reforma fue entonces claramente definida desde la tradición más progresista de la escuela  cubana, aquella que con el sacerdote revolucionario Félix Varela y el Héroe Nacional José Martí, articulaba ciencia  y conciencia. La realización de tal reforma, por su carácter liberador y  por la naturaleza estructural del cambio que proponía, precisó de la realización de otras tareas más inmediatas. El 19 de enero de 1959 se crea la Comisión Investigadora y Depuradora del Personal del Ministerio de Educación[7].

Frente a la cultura reaccionaria impuesta por el imperialismo y sus secuaces nativos, la Revolución comienza a desarrollar los elementos de la cultura democrática y popular que estaban presentes en nuestro pueblo, en especial rescata el sentimiento martiano con su amor al hombre, a la dignidad humana, igualdad y libertad, con su concepción central de independencia y antimperialismo, donde la cultura nacional se asume como directriz suprema de autodesarrollo, realización y defensa de lo cubano y universal. En tal dirección la organización del sistema de educación constituye uno de los más vitales frentes. Así se trabajó por hacer de la educación interés fundamental del Gobierno Revolucionario, y cuestión de opinión pública. La máxima martiana “Ser culto es el único modo de ser libre”[8], fue asumida como la idea rectora de los esfuerzos educativos
Mientras las fuerzas revolucionarias resolvían las tareas políticas de la consolidación del poder revolucionario[9] y se creaban las premisas históricas para llevar a cabo las transformaciones políticas, sociales y económicas radicales, la dirección de la Revolución asumió como prioridades la importancia estratégica de la educación popular y la alfabetización. A tal fin se va a consagrar la labor no solo del Ministerio de Educación, también del Ejército Rebelde, y el Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA) desde su creación con la ley del 17 de mayo de 1959.

La labor ideológico-cultural que impulsa el Gobierno Revolucionario se desenvuelve en un medio infestado por las ideas y los prejuicios que la oligarquía y el imperialismo habían logrado sembrar en la conciencia social, y la escuela y el magisterio no estaban libres de tales males. Con los docentes que no se suman a las posiciones revolucionarias, por sus limitaciones clasistas y formación ideológica reaccionaria, se seguirá una política de persuasión.  

Se trata en todo momento de establecer una nítida diferencia en los campos del enfrentamiento ideológico. El debate de ideas, el crecimiento de los conceptos y actitudes revolucionarias será un proceso de enriquecimiento al interior de magisterio, que definitivamente gana la Revolución. La actividad política contrarrevolucionaria encubierta con razones gremiales, tendrá un carácter excluyente y recibirá el peso de la ofensiva política revolucionaria.

Como parte de la política participativa del Gobierno revolucionario el tema de la reforma educacional se pone a debate público. Así el 9 de noviembre, con la presencia del Presidente Osvaldo Dorticós Torrado, se inician en el Capitolio Nacional, las sesiones de la información pública sobre la Reforma que preparaba el Ministerio de Educación. Esta información abarcó doce sesiones en la que participaron centenares de maestros de la capital y otras regiones del país.

El 23 de diciembre se promulgó la Ley 680 de la Reforma Integral de la Educación, que daba fuerza legal a la voluntad del cambio educacional que ya avanzaba con las medidas revolucionarias hasta ese momento implementadas[10]. La Reforma Integral de la Educación pendiente en el escenario cubano desde la época de la Constitución de 1940, constituía la ley que verdaderamente complementaba los presupuestos democráticos y nacionalistas de esa constitución.

El año 1960, de la Reforma Agraria, será de agudización del combate clasista, de recrudecimiento del enfrentamiento a la política de bloqueo económico, cerco internacional, y terrorismo contrarrevolucionario del imperialismo norteamericano, y definitivamente de recuperación de los principales recursos económico-productivos que estaban en manos de los monopolios estadounidenses. Y será también de la implementación de la Reforma Integral de la Enseñanza. Aun cuando falta personal técnico idóneo, hay escasez de locales, exiguos conocimientos pedagógicos, pobreza de datos estadísticos y muchas otras dificultades, se acomete la tarea. La emprenden con el concepto de que esta sería un proceso permanente de aprendizaje, con una actitud dinámica y readaptadora. 

También en estos momentos el proceso de apreciación por las masas de la necesidad de instrucción, alcanza nuevos modos de expresión, con el creciente protagonismo de los trabajadores y trabajadoras en la dirección de los procesos de administración y producción de las empresas y unidades productivas intervenidas y nacionalizadas por el Estado Revolucionario.

La Revolución no solo tenía que ganar para su proyecto a la mayoría del personal docente, sino  también forjar la nueva vanguardia magisterial capaz de asumir las nuevas misiones educacionales. Así surge en abril a través de la convocatoria de Fidel, el primer contingente de maestros voluntarios: "Necesitamos –explica el líder revolucionario- mil maestros que quieran dedicarse a enseñar  a los niños campesinos. Hace falta que ellos nos ayuden para mejorar la educación de nuestro pueblo y para que los campesinos aprendan a leer y se hagan hombres útiles para cualquier tarea[11].

Mil estudiantes de enseñanza secundaria - con un nivel de tercer año - dan el paso al frente para ir a instruir a los niños del campo y las montañas. El primer contingente de estos noveles educadores es organizado en colaboración del Departamento de Asistencia Técnica y Cultural al Campesino del INRA. Siguió al primero otro contingente similar de estudiantes,  y luego un tercero de más de mil y el período de preparación se extendió a tres meses.

La concepción del trabajo y el estudio estuvo presente desde el primer momento de la creación del plan de formación de los maestros voluntarios. "Esos maestros - afirmaba Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación - seguirán superándose  y perfeccionándose y la mayor perfección la van a tener allí en el contacto con el campesino"[12].

Los jóvenes que marcharon a cumplir la tarea educacional bajo el nombre del maestro héroe de la lucha insurreccional Frank País, constituyeron el primer núcleo de los maestros rurales que necesitaba la Revolución. Era la nueva intelectualidad que se formaba con el legado martiano en los mismos escenarios combativos del Ejercito Rebelde.

El fortalecimiento del sistema nacional de educación, el logro de la plena escolarización con la incorporación de los 800 000 niños que no asistían a las escuelas en enero de 1959, el  inicio de la lucha contra el analfabetismo, la labor de instrucción y tecnificación de los jóvenes y adultos más desfavorecidos, son las acciones que caracterizan la labor educacional en el primer año de la Revolución. 

Para el curso 1960 - 1961 se trabajó en la creación de 15 000 nuevas aulas rurales, pero el problema no solo estaba en  el número de nuevas escuelas, lo cierto era que en las montañas y parajes intrincados, donde se carecía de comunicaciones y otros servicios,  y la vida era sumamente dura, debían de construirse numerosas escuelas. Las ciudades escolares podían  contribuir a resolver el problema, pero al ser extraordinariamente grande la población infantil,  lo definitivo era situar la escuela en las comunidades campesinas más alejadas.  Así  se  multiplica la necesidad de formar a miles de maestros para las montañas, capaces de mantenerse y vivir en esos parajes, en condiciones similares a las de los campesinos.

La promoción por todas las vías gubernamentales de la extensión de los más  diversos servicios culturales y sociales, en un clima de ascenso de la vida cultural y política, de desarrollo de las bases de la cultura democrática y popular que el neocolonialismo no pudo destruir; crean las condiciones objetivas para que se manifieste en el país un cambio cualitativo en las condiciones y circunstancias de la educación como proceso social. 

La alfabetización

El camino que siguió la Revolución para derrotar al analfabetismo fue el de erradicar primero, las causas de su surgimiento como problema social. Para ello se trabajó con el propósito de lograr la plena escolarización de  niños y jóvenes en los dos primeros años después del triunfo, y en este propósito, crear las aulas de enseñanza primaria indispensables, y reorganizar  y fortalecer la enseñanza media, con prioridad en los institutos tecnológicos. 

El 5 de marzo de 1959 se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Funcional[13] y tanto en el primer como en el segundo año de la Revolución se realizan acciones de alfabetización. Pero sería en el tercer año, donde se acomete el combate definitivo en la población adulta iletrada. Muy significativo será el hecho de que dónde primero se inicia la batalla por la alfabetización, a principios de 1959, es en las filas del Ejército Rebelde. Los comandantes Ernesto Che Guevara  y Camilo Cienfuegos tendrán en esta tarea un protagonismo singular. Los contingentes de Maestros Frank País  adelantan en el mundo rural cubano la lucha contra el analfabetismo.

En agosto de 1959, el Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales, a propuesta del Comandante en Jefe  Fidel Castro Ruz, aprobó la decisión de abrir 10 mil nuevas aulas. Allí Fidel exhortó a los educadores: “no invito al egoísmo, sino al patriotismo... en esta oportunidad única de nuestra patria, que no se quede un solo maestro esperando, que no se quede un solo niño esperando”[14]. Los nuevos maestros cobrarían la mitad del salario y ello permitió abrir el doble de aulas.

En octubre de 1960, la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, fue objeto de una completa reorganización y tomó el nombre de Comisión Nacional de Alfabetización. Para Armando Hart,  las orientaciones dadas por Fidel demostraban  que los esfuerzos que se venían haciendo podían multiplicarse, que la idea de la masificación y democratización de los servicios educacionales y culturales, debía encontrar un medio mucho más propicio, y la Comisión trabajar sobre nuevas bases[15]

La incorporación de representantes del multipartidismo revolucionario que lideró la rebelión –Movimiento 26 de julio, Directorio Revolucionario 13 de Marzo y Partido Socialista Popular-, de las instituciones estatales, las organizaciones revolucionarias de masas recién surgidas, las milicias, institutos y asociaciones de la sociedad civil, a  la Comisión Nacional de Alfabetización y a las comisiones provinciales y territoriales, sería un paso crucial en la concepción de la dirección de la Campaña. Resultaba un estímulo de  responsabilidad a la participación entusiasta de las masas revolucionarias. 

Sin sustituir a la escuela como agencia fundamental, ni al maestro como el elemento dirigente y dinamizador por excelencia; la nueva integración que se propiciaba en la Comisión Nacional de Alfabetización ampliaba el horizonte de las acciones educativas e instructivas más allá del marco habitual del Ministerio y de la escuela, lo enriquecían con el dinamismo y la iniciativa de los múltiples sujetos sociales y políticos que se le unen. 

La actividad contrarrevolucionaria

La reorganización y adecentamiento del Ministerio de Educación en 1959[16], y la preparación y desarrollo del primer curso escolar de la Revolución, se van a efectuar en momentos en que se agudiza la lucha político-ideológica al interior del campo revolucionario, y comienzan a desarrollarse los planes contrarrevolucionarios organizados por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA). Se producen las dos crisis políticas en el gabinete entre febrero y julio y la salida de los elementos de derecha, y es frustrada en agosto la invasión del tirano dominicano Rafael Leónidas Trujillo[17]. En octubre se derrotará la peligrosa intentona del traidor Huber Matos, Comandante del Ejército Rebelde en la provincia de Camagüey[18].

El proceso de reforma educacional a medida que avanzaba encuentra la resistencia de los enemigos de clase de la Revolución: La escuela privada en tanto empresa capitalista, y la jerarquía de la Iglesia Católica y de varias iglesias orientadas desde Estados Unidos, propietarias en buena medida de numerosos centros educacionales, van a liderar la arremetida de la reacción. 

En el sector educacional aparecen declaraciones y artículos que “alertan” acerca del “totalitarismo” en la educación. Sermones y hojas parroquiales denuncian que el comunismo se quiere introducir en las escuelas. Al mismo tiempo, se atizan los prejuicios racistas contra los maestros negros que han encontrado con la Revolución ocupación laboral.  Doctos criterios de miembros del Colegio de Pedagogos y la Facultad de Educación de la Universidad de la Habana, “alertan” sobre el peligro de la improvisación en la formación de docentes,  con lo que se pretende desacreditar los planes de formación emergente de maestros.

La imagen de “comunistas”,  “negros”,  y  jóvenes inexpertos,  arribando a las escuelas; junto a la no menos controversial  especie del atentado a la libertad de la enseñanza,  constituirán las dos líneas centrales de la propaganda enemiga. El anticomunismo y el racismo dan entonces su más feroz batalla de clase.

Durante dos décadas la redacción y puesta en vigor de la Reforma Educacional prevista en la Constitución de 1940, recibió la oposición de la oligarquía y el clero reaccionario. La promulgación por la Revolución de la Ley 680 concitó una fuerte campaña de los eternos enemigos de la emancipación cultural.

En la mencionada información pública sobre la  ley de reforma de la enseñanza realizada en el Capitolio Nacional en noviembre de 1959, los representantes de las escuelas privadas organizan una abierta provocación. Interrumpen el programa y gritan a favor de una autoproclamada libertad de enseñanza. Volvía a ponerse a la orden del día,  el sostenido conflicto que históricamente llevó a contender por una escuela cubana, a los más  preclaros  pensadores y educadores del país. 

Muy pronto, emulando a los bandidos y terroristas, el clero falangista y la dirección de la escuela privada desempañarían un activo papel contrarrevolucionario[19]. No pocos preceptores  y dirigentes de las organizaciones juveniles religiosas, articulan organizaciones y planes subversivos directamente vinculados a la CIA, en una vasta conjura[20]

La dialéctica educación-defensa

Las provocaciones realizadas contra la marcha de la Reforma Integral del Enseñanza - fueron desenmascaradas por Fidel ente el pueblo. En un masivo acto con los estudiantes, en conmemoración de los hechos del 27 de noviembre de 1871[21]: "en muchos de esos centros se predica la contrarrevolución abiertamente, se predica el odio a la patria abiertamente...se predica el odio de clases abiertamente...".

Fidel con maestría pedagógica, situó a las masas en el centro de la problemática: ¿Cómo se explica que el Gobierno Revolucionario, frente a la amenaza creciente de sus enemigos, de las pandillas internacionales que en una complicidad cada vez más estrecha con la reacción nacional conspiran contra el país, sin embargo una por una va a ir entregando las fortalezas? (...) Porque desde el día primero de enero, desde el triunfo de la Revolución, cada escuela se ha convertido en una fortaleza de la Revolución” [22]

La beligerancia de las fuerzas reaccionarias desde el terreno escolar actualiza,  la relación dialéctica entre defensa y educación.  La contradicción principal entre la nación y el imperialismo norteamericano, asume un lugar principal, interpenetra todos las esferas sociales y complejiza aún más el panorama nacional. Entonces la elevación del trabajo educacional al plano de la lucha por la defensa de la Revolución, se presentó como una necesidad, y el movimiento educacional de masas cumplió las tareas emancipadoras que cualificaban la cultura como condición de desenajenación libertaria. 

La gran motivación nacional para el despliegue de un inédito movimiento educacional de masas sería la meta de liberar del analfabetismo a más de 900 mil cubanos. Ese movimiento constituía para la época, el núcleo central de la movilización patriótica, ética y política que en los escenarios de la Ciénaga de Zapata se constituiría en fuerza decisiva para  la derrota militar de los mercenarios del imperio.

 II

Reflexiones en el aniversario de Playa Girón: La batalla de la alfabetización
Felipe de J. Pérez Cruz

La trascendencia histórica de la declaratoria del carácter socialista de la Revolución y  la victoria de Playa Girón,  cuyo 50 aniversario recién conmemoramos, rebasa el hecho de guerra y la heroicidad que le es inmanente. Los combates de la Ciénaga de Zapata se multiplican en un conjunto de acontecimientos, que  expresan con particular fuerza  la totalidad del colosal proceso de cambios que se puso a prueba y logró triunfar en los días de abril de 1961. 

Los ataques aéreos y la invasión mercenaria dirigida y organizada por el gobierno de los Estados Unidos entre el 15-19 de abril de 1961, también incluían el fallido intento de destruir el impetuoso  avance de la democratización y masificación de la educación cubana. Un acto de guerra contra la Campaña Nacional de Alfabetización que recién comenzaba. 

La violencia reaccionaria al pretender aplastar la Revolución, concebía su hundimiento en la ignorancia y la incultura. Los propios acontecimientos lo prueban, la historia lo confirma en sus inobjetables hechos.

1961: La historia inmediata

El 1 de enero de 1961 se inicia para la  Revolución como  “Año de la Educación”, y  su primara acción es la declaración oficial de comienzo de la Campaña Nacional de Alfabetización. La naturaleza esencialmente emancipatoria  de la batalla cultural para la que Cuba se preparaba, recibe de inmediato el impacto de la agresividad de los Estados Unidos. 

El 3 de enero rompe relaciones con Cuba el gobierno del país del Norte, acto que desataría una escalada de las acciones contrarrevolucionarias. El 5 de enero el plan terrorista diseñado desde Washington, asesta su primer crimen contra el  “Año de la Educación”  y la  naciente  Campaña Nacional de Alfabetización. Es asesinado en el Escambray el joven maestro voluntario Conrado Benítez García[23]. “Era pobre, era negro y era maestro. He ahí las tres razones por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron; era joven, era negro, era maestro, era pobre y era obrero. He ahí dos razones más por las cuales los agentes del imperialismo lo asesinaron[24]", definiría Fidel Castro.

Para el 6 de febrero la dirección jesuita de la Escuela Electromecánica de Belén convoca a sus estudiantes a la huelga.  El 22 de febrero la contrarrevolución vuelve a cobrar la vida valiosa de otro joven alfabetizador. Pedrito Miguel Morejón Quintana, joven alfabetizador popular de 20 años, es cruelmente acuchillado y ahorcado  con alambres de púas, en San Pedro de Mayabón, provincia de Matanzas. El martes 28 de febrero se detona una bomba en Academia Nobel, ubicada en la Calzada de 10 de Octubre, en la barriada habanera de la Víbora, con el saldo de varios estudiantes, en particular muchachas y una de sus profesoras, heridas. 

El 10 de marzo estudiantes de los colegios católicos llevan a  cabo una provocación contrarrevolucionaria en Holguín, luego golpean salvajemente a uno de sus propios condiscípulos que se manifiesta a favor de la Revolución. La consigna de los provocadores es: “¡Abajo los libros!

Con la secuencia de crímenes y acciones de propaganda, la CIA  perseguía atemorizar a las familias y a los jóvenes maestros que ya alfabetizaban, y entorpecer la salida masiva de voluntarios para cumplir la hermosa tarea.  Pero la propia criminalidad del imperio moviliza el rechazo de la opinión pública. La Campaña fue creciendo en la sensibilidad del pueblo, y se convertirá en hecho de dignidad nacional. 

El asesinato del joven Morejón Quintana realizado en una zona muy poblada resulta en un acontecimiento de desafío público a los terroristas. A pesar de la presencia de las bandas contrarrevolucionarias en la zona,  los estudiantes de secundaria, en unión del pueblo realizan guardias de honor ante el féretro, y el entierro fue un masivo acto de reafirmación revolucionaria[25]. Las huelgas y atentados como el de la Academia Nobel precipitan la posición de numerosos estudiantes y jóvenes católicos a favor de la Revolución[26]

La actividad organizativa de la Comisión Nacional tampoco se detiene. El 16 de enero se inicia en todo el territorio nacional el censo de los analfabetos. El 6 de marzo comienza la inscripción masiva del estudiantado medio en las brigadas alfabetizadoras que llevarían el nombre del maestro asesinado “Conrado Benítez”. Otros centenares de jóvenes se integran a las unidades militares y como símbolo de que se trabaja no solo por el presente, sino también por el futuro, parte el primer grupo de becarios hacia la URSS y otros países socialistas para formarse como técnicos.

La dirección pedagógica de la Campaña previó validar en la práctica los materiales didácticos diseñados y ejercitar los procedimientos organizativos. Con este propósito parten en febrero las brigadas pilotos[27], dirigidas hacia grupos específicos de campesinos, carboneros, pescadores y mineros. Con las experiencias que se obtuvieran  se pensaba perfeccionar la capacitación de los brigadistas en un curso previo que se fijó para la segunda quincena de abril en las instalaciones del antes exclusivo balneario de  Varadero.

A principios de abril se han capacitado más de mil maestros normalistas y voluntarios para asesorar la Campaña. Ya trabajan  más de dos mil subcomisiones técnicas a nivel de municipios y barrios, y laboran unos 500 técnicos responsabilizados con el apoyo metodológico a los alfabetizadores. En el  sector productivo y de servicios estaban incorporadas 300 empresas[28]. El curso escolar se adelanta para concluirlo ese mes de abril y facilitar la incorporación como brigadistas alfabetizadores Conrado Benítez de 100 000 escolares y sus maestros.

Fidel Castro

El papel de la personalidad histórica de Fidel Castro en los acontecimientos educacionales de los primeros años de la Revolución debe subrayarse. Si bien la impronta fidelista de educador social[29], está unida indisolublemente a toda la actividad político social que realiza, su pedagogía revolucionaria se reveló con nitidez en la concepción y realización de la transformación socialista del sistema de educación neocolonial, y en particular en la dirección estratégica de la Campaña Nacional de Alfabetización.

En su estudio del legado martiano Fidel comprende desde muy joven, que los conceptos de José Martí sobre cultura y educación, progreso social y libertad, eran portadores de los ideales más progresivos de su época a escala mundial, y precisamente por ello tenían un sustrato de identidad con los presupuestos marxistas, pues los unía similar vocación humanista. 

Fidel considerará que la transformación radical de las circunstancias trascendía lo político y socioeconómico, para dirigirse fundamentalmente a la esfera de la conciencia social, a la espiritualidad humana que referiría Martí[30]. Entonces desde el propio Programa del Moncada planteó más que un proyecto político, un gran proyecto educativo-cultural revolucionario, para poner fin al capitalismo en Cuba.

La aplicación por Fidel del principio martiano que concibe la educación como una tarea de todos, representó un viraje para la teoría educacional y la práctica pedagógica a nivel societal. La clara concepción martiana sobre el derecho a la educación de todos los ciudadanos y el deber de estos contribuir a la de los demás, transitó del pensamiento filosófico revolucionario cubano a la praxis de masas, y nutrió el debate político y la lucha contra los prejuicios pequeñoburgueses - cretinismo profesional según Marx-, en el seno de los profesionales formados en la sociedad capitalista neocolonial. Esta profunda intelección enriquecida por el marxismo, nutren los aportes teóricos de Fidel, y su concreción en la toma de medidas para avanzar la masificación y democratización de la educación, y desarrollar con éxito la Campaña Nacional de Alfabetización.

Precisamente el día de graduación del Primer Contingente de Maestros Voluntarios. Fidel anuncia públicamente la próxima batalla contra el analfabetismo: “El año que viene tenemos que establecernos una meta, liquidar el analfabetismo en nuestro país ¿cómo? movilizando al pueblo, estableciendo ese compromiso al pueblo (...) el compromiso de honor de aprender a leer y escribir si es analfabeto. Y ¿quiénes van a enseñar? El pueblo (...) Movilizaremos a todos los estudiantes y movilizaremos a cuanto ciudadano sepa  leer y escribir, para que enseñe a aquel que no sepa leer y escribir”[31].
 
Ya en ese primer trimestre de 1961 el país vive bajo condiciones de guerra no declarada[32], sin embargo, Fidel no descuida la campaña de alfabetización[33]. El 23 de enero, durante la graduación del segundo contingente de maestros voluntarios, informa del asesinato de un joven maestro voluntario: Conrado Benítez, y con voz emocionada, demanda: "¡Después de muerto ese maestro seguirá siendo maestro! (...) Ese maestro es el mártir cuya sangre servirá para que nosotros nos propongamos, doblemente, ganar la batalla que hemos emprendido contra el analfabetismo.[34]

El 28 de enero, en homenaje al natalicio de José Martí, el jefe de la Revolución preside la conversión de la antigua fortaleza militar de la ciudad de Santa Clara en una escuela. Casi al concluir sus palabras reitera que la alfabetización es una de las más grandes batallas por la cultura que haya librado ningún pueblo: "Va a ser una batalla verdaderamente épica, en que debe participar todo el pueblo". Y más adelante, afirma: "Hay que comenzar a organizar ese ejército y vamos a organizar cien mil jóvenes alfabetizadores que por lo menos tengan de sexto grado en adelante, y por lo menos 13 años de edad". Al mismo tiempo, exhorta a los jóvenes villareños, para que sean los primeros en inscribirse.

Fidel realiza varias visitas a la Comisión Nacional de Alfabetización y ultima detalles con sus directivos. El 28 de febrero, está en la despedida del primer grupo de jóvenes que integran las Brigadas Pilotos. Allí da indicaciones para la inscripción masiva de todos los que deseen integrar estas brigadas.

El 25 de marzo, Fidel confirma que "hay que dedicar todo el esfuerzo a esa Campaña, porque la batalla contra el analfabetismo se ganará, entre otras cosas, en la misma medida en que llevemos al ánimo de todos la importancia de este esfuerzo"[35].

El 9 de abril Fidel argumenta que no puede haber Revolución sin educación. En esta intervención, realizada en la clausura del ciclo de charlas sobre Educación y Revolución que se desarrolla en el espacio televisivo Universidad Popular, declara lo que ya era un principio de la propaganda revolucionaria: "Nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee!".

Ese día 9 de abril Fidel, consciente de la próxima agresión militar, prepara al pueblo para pelear simultáneamente en los dos frentes de combate: "El mérito de nosotros no está ni estaría en rechazar cualquier ataque contrarrevolucionario sino en realizar al mismo tiempo la campaña de alfabetización. El hecho de derrotar a un enemigo que nos atacara no tendría mérito, o no sería enteramente tan satisfactorio, si ellos logran obstaculizar nuestra campaña"[36].

Abril de 1961                                                          
                                        
El sábado15 y el domingo 16 de abril de 1961 debía  partir de la sede del Consejo de Alfabetización en La Habana y simultáneamente de los Consejos provinciales de todo el país, el gran contingente de jóvenes brigadistas Conrado Benítez. En Varadero todo estaba preparado  para realizar en el curso intensivo de capacitación pedagógica, que pondría a los jóvenes y maestros en condiciones de iniciar la etapa masiva de alfabetización. 

Ese 15 de abril, con los primeros claros del alba se realizó el artero bombardeo contra los aeropuertos en La Habana, San Antonio de los Baños  y Santiago de Cuba, preludio de la invasión mercenaria que se iniciaría dos días después. En no pocos hogares de la capital cubana, mientras se escuchaban las detonaciones de las bombas enemigas y la respuesta de las baterías milicianas, se desarrollaba, paralelamente, otro acontecimiento, tan dramático como el que protagonizaban los soldados rebeldes y milicianos. 

En esos mismos momentos partían de sus casas los jóvenes y maestros que se movilizaban para integrar el ejército de la Campaña Nacional de Alfabetización.  El ataque terrorista corroboraba las denuncias de la dirección de la Revolución, en relación a la inminencia de una agresión militar directa de los Estados Unidos. Las columnas de humo y las sirenas de las ambulancias después de la retirada de los aviones enemigos, multiplicaban el impacto sobre la seriedad de la situación. Nadie dudaba ya que “los americanos” nos iban a invadir. La historia contada y los documentos disponibles, no recogen si en circunstancia tan extrema alguien se atemorizó y dejó de acudir a su cita con la patria. Lo que si resultó un hecho probado fue la masiva llegada de los jóvenes y maestros convocados al Consejo de Alfabetización en La Habana. 

La partida hacia  el Campamento de capacitación de la fuerza alfabetizadora en Varadero, es un hecho difícil de describir. Los protagonistas cuando testimonian se emocionan y estallan en sentimientos. Muchachos y muchachas de 14, 15, 16 y 17 años, sus maestros, padres, madres, hermanos  y familiares, se colmaban de abrazos y cariños en la despedida. 

Sin dudas se trataba de uno de esos momentos cruciales en la vida de los sujetos individuos-masas, donde el discurso de la historia palidece ante la epopeya.  La familia cubana y la juventud emulaban en confianza y entrega, en compromiso patriótico: “La Campaña no se suspende, se mantiene”, fue la decisión unánime de los alfabetizadores y maestros, de sus padres y madres, de la familia revolucionaria cubana. 

El día 16, en el sepelio de los caídos en los ataques aéreos, Fidel declara el carácter socialista de la Revolución: “¡Lo que no pueden perdonarnos los imperialistas es... que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados Unidos!” El líder solicita en el histórico acto jurar defender  “la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”[37]. Y el pueblo reunido en impresionante manifestación responde afirmativamente. En la ya histórica esquina del Vedado habanero, que conforman las calles 12 y 23, se levantan miles de fusiles en simbólica demostración del voto popular. 

En Varadero, en el parque de las Ocho Mil taquillas –instalación hecha por la Revolución para facilitar el disfrute popular de la famosa playa-, está concentrado el contingente de alfabetizadores. Los brigadistas y maestros escuchan las declaraciones del Comandante en Jefe, y  repiten simultáneamente el grito de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos! Y juran defender la Revolución Socialista.

Fidel ordena al finalizar el acto el “Estado de Alerta”. Las orientaciones del jefe de la Revolución son precisas. Junto al logro de la máxima preparación para el inminente combate, a la intensificación de las medidas de neutralización de la contrarrevolución interna, se ordena: “A los obreros, campesinos e intelectuales, a todo el pueblo trabajador, mantenerse en sus puestos y redoblar sus esfuerzos por la producción y la enseñanza”[38]

Durante el día 16 y aún el propio 17, continuaron arribando al campamento de Varadero  otros contingentes de brigadistas procedentes del centro y el oriente del país. Sus historias cuentan que conocieron los hechos, entre parada y parada del tren que los conducía hacia el balneario. Como sus compañeros habaneros, su respuesta unánime fue la de continuar hacia Varadero. 

Ya en la playa matancera un grupo de estudiantes de bachillerato de Holguín, recién llegados el 17,  se propuso llegar a Girón para incorporarse a la batalla. Todos pertenecían a las milicias en su región, y se sabían relativamente cerca de los combates. Con la experiencia de infantería que poseían –se sentían “graduados” de combatientes después de vencer la caminata de 62 kilómetros que por entonces hacían los milicianos- pensaban marchar hasta la Ciénaga[39], pero el ímpetu de los jóvenes cedió frente a la serena persuasión de los responsables del campamento, que por demás les leyeron la Orden emitida por el Comandante en Jefe: "Cada cubano debe ocupar el puesto que le corresponda en las unidades militares y centros de trabajo sin interrumpir la producción, ni la campaña de alfabetización, ni una sola obra revolucionaria"[40].

En los escenario de la Batalla

En Girón, Mariano Mustelier, jefe de la milicia en el lugar, estaba de recorrido por la costa la noche del 17. Le acompañaba Valerio Rodríguez, un alfabetizador de 13 años de edad. El miliciano distingue una luz roja que no cesaba de pestañar. Mariano pensó que se trataba de un barco que iba rumbo a Cienfuegos y se había extraviado dentro de la bahía. Montó en un  jeep y se dirigió rumbo al este, para auxiliar a la que creía embarcación en riesgo. El alfabetizador, saltó rápidamente al vehículo.

El parpadeo de la luz roja procedía de los equipos de luces que estaban colocando los hombres ranas que aseguraban el desembarco mercenario. Cuando el jeep enfocó la costa el jefe del grupo mercenario decidió disparar directamente contra el vehículo. Aquellos fueron los primeros disparos realizados por la fuerza invasora en Bahía de Cochinos. Quien disparó fue el estadounidense agente de la CIA Grayston Lynch[41].

Los faroles del jeep saltaron por los aires y algunos fragmentos hirieron a sedal en un ojo a Valerio Rodríguez. Simbólica paradoja. Los primeros disparos efectuados en la invasión que se proponía liquidar la Revolución Cubana, habían sido efectuados por un oficial norteamericano; y el primer herido era un alfabetizador de las brigadas pilotos, que se encontraba allí enseñando a leer y escribir a los carboneros del lugar[42]

Mientras en Girón Lynch disparaba contra Mustelier y Valerio; en Playa Larga, las primeras balas milicianas que rechazaron el desembarco mercenario, salieron de la ametralladora BZ del miliciano Ramón González, servida por tres brigadistas. Ellos ocasionaron las primeras cuatro bajas a los mercenarios[43].

La presencia de los alfabetizadores desde los primeros momentos del enfrentamiento no fue un hecho fortuito. Cuando los mercenarios llegaron a la Ciénaga de Zapata trabajaban allí desde febrero, 30 alfabetizadores, integrantes de las brigadas piloto[44]. El 13 de abril la prensa se hacía eco de la voluntad de los alfabetizadores y analfabetos de la Ciénaga de Zapata, de erradicar el analfabetismo[45]. Cuando cuatro días después esa disposición se vuelca a la resistencia y el rechazo frente a los agresores. Junto a la población cienaguera los jóvenes alfabetizadores sufrieron los embates de la aviación y la artillería mercenaria. La mayoría logra ser evacuada hasta las líneas donde se encuentran las fuerzas revolucionarias, otros evaden a los mercenarios protegiéndose en la conocida profundidad del pantano. 

La historia de quienes fueron apresados por los mercenarios resulta una irrefutable prueba de la entereza moral de aquellos jóvenes[46]. El testimonio de Patria Silva Trujillo, brigadista de 19 años, compañera de Valerio, es impactante: Patria Silva cuando se percata de la invasión, trata de movilizar a los pobladores para evacuarlos, pero ya los mercenarios habían tomado el batey.  Ella, la maestra de la escuela rural y otros pobladores son hechos prisioneros. El rechazo de la joven  hacia sus captores la hace centro de presiones psicológicas, tratan los apátridas de doblegar a la joven mujer y cuando no lo logran la acusan de ser una “comunista fanática”. En su huida los mercenarios intentarían tomarla como rehén.

Entrevistada cuatro décadas después, Patria Silva se reafirmaba en “el orgullo de haber participado en la gesta de Girón y combatido sin armas, solo con mis ideas. Eso fue hermoso, aún cuando me dejó para siempre profundas secuelas psíquicas. La Campaña la pude hacer hasta junio porque caí en schok y este degeneró en neurosis traumática. Estuve hospitalizada varios meses. Incluso, yo fui una de las testimoniantes cuando el proceso de la Demanda del pueblo de Cuba al gobierno de Estados Unidos por daños humanos[47].

Combatientes y pobladores cuentan la preocupación de Fidel por conocer la suerte de cada uno de los jóvenes brigadistas destacados en la Ciénaga. No descansó hasta que tuvo información de cada uno.

En Girón al decidirse el destino de la Revolución Cubana, se decidió también el triunfo de la Campaña.  “Uno de los grandes méritos de aquel año – afirmaría después Fidel Castro – fue el haber mantenido la Campaña de Alfabetización en medio de la invasión de Girón”[48]

Estudio, trabajo y fusil

En un pizarrón utilizado en Playa Girón se podía leer en esos días: “Estudio, Trabajo y Fusil”. La consigna hecha realidad ante el ataque armado imperialista, escrita por un anónimo alumno, quizá por uno de los milicianos que hasta allí llegaron barriendo a los invasores, testimonió durante años a los visitantes del Museo Nacional de la Alfabetización, esa peculiar, sensitiva y épica, relación entre educación, defensa y patriotismo que desencadenó la Revolución Cubana. 

Las 66 horas de combate para vencer a los invasores y la movilización militar nacional que las acompaña, expresan el acto más dramático y decisivo, del conjunto de batallas de clase que caracterizan el escenario histórico cubano en abril de 1961. Girón fue en tanto victoria militar, el triunfo político del socialismo. Este hecho sustantivo que marca a nivel cultural e ideológico el curso de los acontecimientos futuros en todo el país,  se multiplica en una trascendente batalla por la educación y la cultura, por la conquista de la hegemonía ideológico cultural socialista.

Al declarar públicamente el carácter socialista de la Revolución, Fidel y la dirección revolucionaria, realizaron un acto pedagógico de trascendental importancia. Antes de ir al combate, se esclarece al pueblo lo que hasta el momento había sido un fin que de proclamarse antes del momento exacto, hubiera levantado serios obstáculos. La eticidad martiana de Fidel es el sustrato de esta decisión, que sin dudas fue seriamente evaluada. La honestidad, la ejemplaridad, el valor personal y la audacia que dibujan el liderazgo del líder de la Revolución Cubana, ratifican su singular aporte a los acontecimientos. El 16 de abril de 1961 fue el momento exacto para dar una sacudida definitiva al anticomunismo en el seno de la sociedad civil cubana.  

La coincidencia de la declaración del carácter socialista de la Revolución y de la batalla de Girón,  con el momento más importante de la Campaña de Alfabetización, cuando se preparaban para partir hacia todos los rincones del país los jóvenes componentes del ejército alfabetizador, en plena manifestación de la liberación de la espiritualidad y la solidaridad de los humildes; dotará el naciente socialismo cubano de una praxis humanista de sólida implantación. 

Después de Girón, la alfabetización se convirtió en una batalla moral, política e ideológica decisiva para el triunfo de la alternativa socialista. El próximo 22 de diciembre, día del triunfo de la Campaña Nacional de Alfabetización,  estaremos justo en el momento que marcan los 50 años de aquella proeza educacional. A tan crucial tema dedicaré una próxima entrega.  

En tanto asumo la historia en su pertinencia para la construcción prospectiva, me interesa proponer cinco puntos de análisis, con el propósito de adelantan un debate que no puede esperar por la magna efeméride de diciembre: 

UNO: El movimiento educacional de masas realmente existente en los primeros años de la Revolución, desbordaba las posibilidades de una institución gubernamental, y reclamaba y construía para sí su propio protagonismo. En tal coyuntura las instituciones estatales, el Ministerio de Educación en particular, cumplió de manera acertada la tarea organizacional, científico sistematizadora y facilitadora, que demandaban la sociedad civil revolucionaria, las organizaciones y asociaciones, las familias y los múltiples sujetos colectivos e individuales de la Cuba de aquellos años. 

DOS: La base del  movimiento educacional de masas, estuvo  en el amplio movimiento nacional de reafirmaron patriótica que se conformó desde la sociedad civil, al calor de la insurrección armada, la huelga general revolucionaria de enero y el triunfo revolucionario, que se convirtió bajo la pedagogía revolucionaria de Fidel Castro y la acción cohesionadora del Ejército Rebelde-, en un sujeto colectivo, fuente de poder real y de iniciativa histórica.  Movimientos como este,  al decir de Carlos Marx, constituyen el fundamento de toda la historia[49]. En ellos está  la fuerza de sobrevivencia y reproducción de las revoluciones  socialistas.  

El liderazgo estratégico de la Revolución se forjó  inserto en esta realidad, aprendió, estudió y construyó las alternativas y decisiones de victoria, en medio de tal explosión de pueblo, en la articulación de la unidad ideológica y organizacional, concitando los disímiles protagonismos, con el trabajo de movilización y persuasión de base en las organizaciones y asociaciones, con los hombres y mujeres de pueblo, en diálogo permanente con la juventud, en asambleas-declaraciones multitudinarias.  Así nació en aquellos días decisorios de abril  1961 el actual Partido Comunista de Cuba.

TRES: Destacar el papel de la personalidad histórica de Fidel en los acontecimientos escolares y en la alfabetización, fundamenta la validez de considerarlo un pedagogo de la Revolución, como certeramente lo catalogara Paulo Freire[50]. Con tal definición no solo se refería el ilustre filósofo brasileño a los aportes que le reconocía al líder cubano en el campo propiamente educacional. Estaba presente la comprensión de la concepción gramsciana[51] sobre el rol de la educación como aparato de construcción de hegemonía en el seno de la sociedad civil, la certera idea del teórico marxista italiano, sobre la consideración del carácter de relación eminentemente  pedagógica, que asume la lucha de clases en el campo ideológico cultural. Esta concepción matriz que hizo praxis de éxito el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, resulta uno de sus más imperecederos legados.

CUATRO: Mientras exista el imperialismo y gobiernos genocidas en los Estados Unidos, la dialéctica de la Revolución Cubana pasa por una constante atención a la defensa armada. Las finalidades de la Revolución se inscriben en tareas tan dignificadoras como lo fue la propia alfabetización. La existencia de unas potentes Fuerzas Armadas y la preparación militar de todos los patriotas cubanos en tanto, constituye un medio fundamental para defender y llevar a feliz término esos fines humanistas.  Y la educación y la cultura necesariamente serán tareas de paz, con una insoslayable misión defensiva. 

La elevación del trabajo educacional al plano de la lucha por la defensa de la Revolución, no pasa solo por la voluntad de unos u otros dirigentes revolucionarios, trasciende la posibilidad de ministerios e institutos gubernamentales. Se pelea y articula en la construcción y el desarrollo ascendente, de un sólido y masivo movimiento educacional de masas. Esta verdad histórica nunca se nos puede olvidar.

CINCO: La prioridad política con que aparece la Campaña Nacional de Alfabetización en la estrategia revolucionaria cubana,  sin lugar a dudas, precisó en los albores del proyecto socialista, lo que Fidel Castro Ruz y Ernesto Che Guevara definirían como posición principista de la dirección revolucionaria del país, frente a los criterios prevalecientes en el socialismo europeo que les fue contemporáneo: Crear riquezas con la conciencia y no conciencia con la riqueza. Y esta idea medular es hoy vital al empeñarnos en construir un inédito modelo económico y trabajar por la sobrevivencia y el desarrollo del socialismo, en medio de un mundo en peligro de extinción, donde es hegemónica la filosofía del tener sobre la del ser, donde el más vulgar de los materialismos - el del consumismo y el neofascismo-, pretende completar la enajenación del capital, con la muerte del ser consciente.





[1] Fidel Castro Ruz: Informe del Comité Central  al Primer Congreso, Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del PCC, La Habana, 1975, p. 34
[2] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización. 1959 -1961 Un Movimiento educacional de masas en la construcción y triunfo de  la   alternativa socialista cubana, Tesis para optar por el grado científico de  Doctor en Ciencias Pedagógicas (Historia de la Educación), Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona", La Habana, 2000.
[3] En La Historia me absolverá, que recoge el alegato de Fidel Castro Ruz ante el tribunal que lo juzgaba por los acontecimientos del 26 de julio, se hará público por primera vez este Programa nacional liberador.
[4] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Las coordenadas de la alfabetización, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, 86 y ss.
[5] Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización en Cuba. lectura histórica para pensar el presente, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, ps. 88-89
[6] República de Cuba. Censo de población, vivienda y electoral, enero 28 de 1953. Imprenta P. Fernández y Cía. 1955 p 145 y s. s.
[7] . “Comisión Investigadora y Depuradora del Personal del Ministerio de Educación y sus Dependencias”. Resolución 07250 (19-1-1959). Archivo Central MINED.
[8] José Martí, Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana.1965, tomo 8, p 290
[9] Ver: Luis M. Busch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999.
[10] “Ley 680 de diciembre 23 de 1959”. Gaceta Oficial de la República (Extraordinaria No. 59) La Habana. 24 de diciembre de 1959.
[11] Fidel Castro Ruz, "Comparecencia  en el programa de televisión 'Telemundo Pregunta", 22 de abril de 1960. Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro, Centro de Documentación del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
[12] Armando Hart  Dávalos, Ministro de Educación: Sobre el año de la educación, Educación y Revolución. Universidad Popular. Sexto Ciclo. Imprenta Nacional de Cuba, La Habana 1961, p. 14
[13] El 5 de marzo se crea la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Funcional. Ver: Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental”. Resolución Ministerial (5-3-1959). Archivo Central MINED.
[14] Fidel Castro Ruz. “Discurso de clausura del Primer Congreso Nacional de Maestros Rurales”, 27 de agosto. De 1959. Versión taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro. Centro de Documentación del Comité del Partido Comunista de Cuba.
[15] Armando Hart Dávalos: Testimonio al autor, octubre del 2000.
[16] Mediante la Ley no. 76 del Gobierno Revolucionario de febrero de 1959.
[17] Ver: Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez: Una fascinante historia. La conspiración trujillista. La Habana, Editora Política, 2009.
[18] Ver: Jorge Luis Betancourt: Victoria sobre una traición, Casa Editora Abril, La Habana, 2009
[19] Ramón Torreira Crespo y José Buajasán Marrawi: Operación Peter Pan. Un caso de guerra psicológica contra Cuba. Editora Política, La Habana, 2000, s 9 y ss.
[20] Ver: " "A Program pf Covert Actiom Against the Castro Regime", Washington, 16 de marzo de 1960, en Tomás Diez Acosta: La Guerra encubierta contra Cuba, Editora Política, La Habana, 1997; Manuel Hevia Frasquieri y Andrés Zaldívar Diéguez: Girón preludio de la invasión. El rostro oculto de la CIA, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2006.
[21] Cuando fueron asesinados por los colonialistas siete estudiantes de medicina. Ver: Luis Felipe Le Roy y Galvez: A cien años del 71. El fusilamiento de los estudiantes, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.
[22] Fidel Castro Ruz, "Discurso pronunciado el 27 de noviembre de 1960 en la escalinata de la Universidad de La Habana, en: Obra Revolucionaria, La Habana, no 31, 1960, p 11 -12.
[23] Conrado Benítez García fue asesinado junto al campesino Heleodoro Rodríguez Linares. Ver: Revolución, La Habana, 24 de enero de 1961, p 1 – 2; Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérez Oceguera. Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, Editorial Capitán San Lis, La Habana, 2008, p 118-119
[24] Fidel Castro Ruz, "Saluda el Dr. Fidel Castro a los maestros voluntarios y rinde tributo a un mártir", Obra Revolucionaria, no. 5, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1961, p 34.
[25] Olga Montalván: De Conrado a Manuel. Ediciones Unión. La Habana, 1994, p 19; Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérez Oceguera: Ob. cit, p 131.
[26]“Grave denuncia de los estudiantes de Belén, Hoy, La Habana, 2 de marzo de 1961; "Con Cristo y la Revolución gritan alumnos de La Salle", Revolución, La Habana, 12 de abril de 1961
[27] Partieron hacia toda la isla  300 jóvenes alfabetizadores", Revolución, La Habana, 1 de marzo de1961, p 6
[28] Armando Hart Dávalos, Ministro de Educación: Sobre el año de la educación, Ob. cit., p. 17
[29] Ver: Rolando Buenavilla Recio: José Martí, educador social, IPLAC - UNESCO, La Habana, 1997.
[30] Felipe de J. Pérez Cruz: Fidel Castro: Educación y Campaña de Alfabetización en Cuba; Revista Honda, La Habana, No. 16 del 2006, p 11; Portal de José Martí: http://www.josemarti.cu/files/Fidel.
[31] Fidel Castro Ruz: "Graduación del Primer Contingente de Maestros Voluntarios", Revolución, La Habana, 30 de agosto de 1960, p. 8.
[32] Ver: Juan Carlos Rodriguez: Girón. La batalla inevitable. La más colosal operación de la CIA contra Fidel Castro, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2010; Tomas Diez Acosta: “Frente a las amenazas agresivas Cuba preparó su defensa”, XX Congreso Nacional de Historia, Unión Nacional de Historiadores, La Habana, febrero del 2011
[33] Ver: Eugenio Suárez Pérez: Campaña de alfabetización cubana 1961, Bohemia, 12 de mato del 2006, http://www.bohemia.cu/2006/12/05/.
[34] Fidel Castro Ruz: Saluda el Dr. Fidel Castro a los maestros voluntarios y rinde tributo a un mártir", Obra Revolucionaria, no. 5, 25 de enero de 1961, p 36.
[35] Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado en el acto homenaje al Periódico Revolución, con motivo del Premio que le fuera otorgado por la Organización Internacional de Periodistas, el 25 de marzo de 1961, Obra Revolucionaria, La habana, No. 11, 26 de marzo de 1961, p 16
[36] Fidel Castro Ruz: "Conferencia en el ciclo de la Universidad Popular Educación y Revolución", La Habana, 9 de abril de 1961, Obra  Revolucionaria, La Habana, no. 19, 1961.
[37] Fidel Castro Ruz: “Discurso de Fidel Castro tras el sepelio de las víctimas del bombardeo a la Habana”. Obra Revolucionaria, no 15, La Habana. 16 de abril de 1961 p 28.
[38] Fidel Castro Ruz: “Declaración de Estado de Alerta”, Revolución, La Habana, 17 de abril de 1961,  p. 1.
[39] Brigadista Conrado Benítez, Elio Cordero Roja. Testimonio al autor. Abril del 2011.
[40] Ident. Ant.
[41] Ver: Peter Wyden: Bay of Pigs. The Untold History, Simon and Schuster, New York, 1979
[42] Juan Carlos Rodríguez: Ob. cit, p 275.
[43] Miguel Ángel Sánchez: Girón no fue solo en abril, Editorial Orbe, La Habana, 1979. p 111
[44] "Alfabetización en la Ciénaga de Zapata", Revolución, La Habana, 18 de febrero de1961, p 3.
[45]Erradicarán en la Ciénaga de Zapata el analfabetismo", Revolución, La Habana, 13 de abril de 1961, p 13
[46] “Yo fui prisionero de los mercenarios, dice alfabetizador", Bohemia, La Habana, 30 de abril de 1961, ps. 58 y 75;
[47] Iraida Calzadilla Rodríguez: "Solo tenía como arma mis ideas", Campaña de Alfabetización: Aniversario 40, http://www.granma.cubaweb.cu/index.ht
[48] Fidel Castro Ruz. “Discurso en la clausura del VII Congreso del Sindicato de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte. Granma. La Habana. 24 de diciembre de 1997 p 4
[49] Carlos Marx y Federico Engels: Obras Escogidas, Editorial Progreso, Moscú, 1976, t I, p 39
[50] Freire, Paulo, Esther Pérez y Fernando Martínez: (1997): Diálogos con Paulo Freire, Colección de Educación Popular, Editorial Caminos, La Habana, p. 14.
[51] Ver: Antonio Gramsci: "Pedagogía y política", en Textos de Antonio Gramsci. La alternativa Pedagógica, Editorial Fontamara, Barcelona, 1981.

La batalla de Girón

miércoles, 20 de abril de 2011
Por Salvador E. Morales Pérez 

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La batalla de Girón I: precedentes históricos

En la historia militar del mundo se recogen numerosos acontecimientos bélicos de renombre. Episodios sangrientos famosos, no por la sangre derramada y las vidas tronchadas y los recursos consumidos, sino por lo que significaron: por las artes de la guerra desplegadas, por su impacto en el curso de los acontecimientos, por los mitos que engendró.

Ha poco teníamos en las pantallas un engendro jolivudesco sobre la batalla de las Termópilas, con el título de Los trescientos: Indigerible para los paladares exigentes. Un bodrio de antología. Puro pretexto para los malabarismos de trucaje, los celebrados efectos especiales y la expansión de la truculencia en boga mundial. A los espectadores – que no han conocido de cerca el horror de las guerras - siempre han llamado la atención estos hechos de armas difíciles de llevar a la pantalla por sus elevados costos.  Imposible olvidar el espectacular y costosísimo filme de Serguéi Bondarchuk, La guerra y la paz, con la memorable escena de la Batalla de Borodino, conformada por 120.000 soldados, los Récord Guinness la consideran la batalla más grande jamás filmada.  De semejante impacto fue para mí otro filme soviético de 1969, Osvobozhdenie, recreando la batalla de Kursk donde los nuevos tanques soviéticos T 34 se enfrentaban al tú por tú con los panzers germanos que aterraron a Bélgica y Francia al estallar la Segunda Guerra Mundial. Panorama inolvidable de violencia - calzada por un fondo musical impresionante - desde las alturas, en donde la vista de la sangre y el olor de la pólvora, de la carne chamuscada y los gritos de los heridos no dañan la sensibilidad. La guerra es algo feo y los grandes generales la aborrecieron, tanto, como la amaron quienes se beneficiaban de ellas.

Nuestros pueblos de América no se han estado involucrados en bestialidades violentas como las ocurridas en Europa y Asia, pero también se han visto forzados a tomar las armas, principalmente para obtener la independencia y los cambios que no tuvieron otra opción. América también tiene sus hitos bélicos de significación. Hay hechos memorables que hoy en día tratan de rebajar algunos “revisionistas” del pasado. La legendaria batalla de Ayacucho, que puso el colofón a la dominación colonial española, batalla librada en la pampa de Quinua, ha sido minimizada con detallitos por aquí y por acá, con tal de rebajar su contundencia. Qué difícil para las grandes potencias – desbordadas de soberbia – admitir una derrota. La batalla de Girón, escenificada al sur de la Isla de Cuba a mediados de abril de 1961 no escapa a ciertas elucubraciones maliciosas. A pesar de los peros que se le ponen ha significado mucho, no solo en el plano político militar, como en el aspecto moral. Por eso, no solo por su 50 aniversario, la evocamos aquí.

Es bien conocido el apotegma de Karl von Clausewitz: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Muy cierto. Por medios letales, por la superioridad de las armas, mediante la ocupación y el régimen de vencedores.  En la historia de Cuba, la guerra ha tenido peculiaridades dignas de comentar. Y momentos de significación. Pero, ¿qué es lo que impulsa a una política a convertirse en acción violenta? Apliquemos al caso de Cuba que hoy conmemora medio siglo.

Hay una explicación histórica muy extensa que nace desde la injerencia estadounidense en la guerra cubana de liberación, la ocupación de la isla y la imposición de un apéndice constitucional que les autorizaba a intervenir en el momento que lo estimaran conveniente a sus intereses: la Enmienda Platt, vigente hasta su abolición parcial en 1934. Cuba fue desde 1902 un semi protectorado, un país dependiente de Estados Unidos y de sus intereses corporativos y geoestratégicos. En esta página podemos cerrar esta etapa previa de sometimientos con cinco palabras: Cuba se salió del huacal. Desde enero de 1959 el proceso revolucionario puesto en marcha empezó a dibujar una raya: se acabó la injerencia; se empezó a ejercitar la autodeterminación y la soberanía del modo más estricto; empezó a explorarse una vía alternativa a la de un país subdesarrollado, mono productor y mono exportador de azúcar, dependiente de un solo mercado, atrasado tecnológica y culturalmente. Se le puso un límite a la geofagia latifundista y se aplicaron las disposiciones de la Constitución de 1940 que proscribían el latifundio: Reforma agraria. Punto de partida evidente e importante que marcó un parte-aguas en las relaciones bilaterales entre Washington y La Habana. Ya no se pudo dictar o influir en las decisiones cubanas desde un acorazado, ni desde la sede estadounidense en La Habana, ni valieron presiones o amenazas desde la orilla del Potomac. Un lenguaje nuevo, recio, altisonante, retador, redignificado, configuró el duelo diplomático. La revolución en ciernes se proponía un modelo de desarrollo y de ejercicio político interno y externo con el cual discrepaba Estados Unidos.

Desde enero de 1959  con el desdén a las solicitudes  de extradición a criminales de guerra como Rolando Masferrer,  Julio Laurent, y otros encausados por torturas y asesinatos y saqueo al erario público por la justicia cubana el gobierno de Estados Unidos mostró su inconformidad con el flamante gobierno revolucionario presidido por Manuel Urrutia.  Menos gusto produjo la solicitud de salida, de los miembros de las misión militar que asesoraba al ejército de la dictadura. La hospitalidad que brindaron a los prófugos de la justicia fue interpretada como actos de agravio a la soberanía cubana e interpretación unilateral del acuerdo de extradición. La tensión diplomática que produjo fue agravada por las incursiones consentidas para sacar por vía aérea y marítima otros criminales que se habían ocultado. Pruebas no faltaron: el 2 de febrero de 1959 fue capturado el piloto Allen Robert Nye quien confesó que llegó con la misión de ejecutar a Fidel Castro. En marzo fue capturado otro aeronauta procedente de Estados Unidos, Austin F. Young, a quien se consignó  como agente de la CIA, que intentó cambiar pesos cubanos extraídos por los prófugos batistianos  y rescatar a varios ocultos en territorio isleño. La actividad de las diferentes agencias estadounidenses se multiplicó al calor de desarrollo del programa revolucionario. Naturalmente, extendieron la red operacional hacia la creciente resistencia y oposición criolla. La fomentaron con todos los medios a su alcance. Numerosos documentos desclasificados han ido demostrando los pasos que dieron en esa dirección. Pasos que iban más allá de las actividades que habían desarrollado en el país desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Dato muy significativo fueron las obstrucciones desplegadas para adquirir aviones, incluso ya contratados y pagados por el gobierno derrocado. Se estaba articulando una política especial contra el proceso revolucionario cubano. Una política que involucraba lineamientos oficiales amparados en una presunta secrecía.

El conflicto latente, desde antes del triunfo de la insurrección contra la dictadura batistiana, se agudizó al extremo de implementar pasos para “corregir” el rumbo del proceso de cambios en Cuba. La preocupación y el disgusto de los poderes fácticos con sede en Washington, ante el desmontaje del aparato de poder que facilitaba su hegemonía local fue dando paso a la elaboración e implementación de una política especial de contención y aplastamiento del movimiento político social desencadenado en la isla. Las medidas de beneficio social tomadas por el equipo dirigente, habían ensanchado la base revolucionaria a tal extremo que su despliegue constituía ya un revulsivo ejemplo que afectaba a todo el continente. Los partidos democráticos liberales vieron la radicalización de sus bases y se dividieron. Las dictaduras sobrevivientes pusieron sus barbas en remojo y duplicaron los medios represivos. El problema de las hegemonías tradicionales, la doméstica, oligárquica y la externa, imperialista, fue puesto en tela de juicio, de modo que se sintieron  amenazadas simultáneamente. Convergieron en frenar a toda costa el contagio revolucionario aplastando el epicentro de la alternativa.

Se puso en juego, el enfriamiento de las relaciones económicas, diplomáticas, culturales.

a) en el primer rubro se evidenció en la negativa de cooperación para la estabilización monetaria; no conceder préstamos ni públicos ni privados; desaliento a las inversiones; entorpecimiento de las transacciones mercantiles tradicionales; disminución de las cuantías de las cuotas azucareras establecidas.

b) las relaciones diplomáticas se tensaron con el intercambio de notas reclamatorias en un lenguaje cada vez menos discreto, incluyendo amenazas veladas.

c) el intercambio de carácter cultural decreció súbitamente y los viajes turísticos sufrieron los rigores del diferendo.

Diplomáticos y agentes secretos comenzaron a trabajar en el diseño de un plan de oposición interna, que ya existía por la propia naturaleza de los intereses afectados, pero que podía ser alentado y multiplicado mediante el apoyo de Estados Unidos. Estímulo que trajera a la postre el empoderamiento de un gobierno acoplado a los intereses económicos, políticos y geopolíticos de Washington. Entretanto se daban pasos apresurados en una labor diplomática que juntara a todos los gobiernos del área –por identificación, temor, chantaje– a secundar el aislamiento de Cuba y su posterior capitulación.

La estrategia política sometida aceleradamente a la metamorfosis señalada por Clausewitz tenía previsto, desde el segundo semestre de 1959, cuatro desarrollos tácticos, para los cuales se poseían recursos, experiencias, mecanismos y complicidades. Especialistas en el tema, en uso de las fuentes desclasificadas, han podido establecer cómo, lo que en principio fue una inconformidad política, se transformó en un núcleo operativo de guerra encubierta. El presidente Eisenhower aprobó y encomendó a la CIA a principios de 1960 el plan de agresión presentado por la Agencia:

1.-Impulsar la unificación de los opositores dentro y fuera de Cuba para darle un cariz cubano a la empresa guerrera que se estaba articulando; 2.- Sufragar y dotar de medios eficientes para llevar a cabo la guerra propagandística que mermara el consenso popular: apelando a medios impresos y radiales; 3.- Apoyar la constitución de grupos subversivos al interior de la isla y la creación y abastecimiento de guerrillas para derrocar a Fidel castro con los medios que tumbó a la dictadura; 4.- Organizar, entrenar e infiltrar una fuerza paramilitar al mando de oficiales del antiguo ejército de la dictadura, bajo la jefatura de oficiales e instructores de Estados Unidos para realizar un operativo militar en Cuba.

Todos los ingredientes para hacer efectivo el planteamiento de que la “guerra es la continuación de la política por otros medios”. Lo cual no la excusa ni la hace justa. Solo la explica.

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La batalla de Girón II: hacia la Operación Pluto


Los lineamientos destinados a frenar y revertir el curso de  la Revolución cubana aprobados secretamente por el presidente de Estados Unidos, D. Eisenhower, fueron encomendados a un grupo en el cual no figuraba un solo cubano. Fue constituida una Fuerza de Tarea, denominada  WH/4 (Sección 4 de la División WH de la CIA). Esta tuvo la más completa exclusividad para organizar, dirigir y poner en ejecución  - hasta ahí nada más – las operaciones armadas y propagandísticas contra la revolución cubana. Empezaron con  40 oficiales -8 en el Centro de Dirección, 20 en la Estación CIA de La Habana y 2 en la de Santiago de Cuba. En solo un año los encargados de llevar a cabo los operativos ascendieron a 588. Bajo el mando de quien había conducido semejante operativo contra el presidente Jacobo Arbenz en 1954. Un oficial de éxito y experiencia,  Jacobo (Jack) Esterline, y éste bajo la supervisión  del segundo al mando de la CIA: el Director de Planes, Richard M. Bissell.

Dinero no faltó. Con el documento aprobatorio de marzo 17 de 1960 se abrió una espita de recursos públicos que no se ha cerrado aun. El presupuesto inicial fue de 4 400 000 dólares, de los dólares de aquella época. Para actividades políticas, $950 000; para la propaganda, $1 700 000; la organización primaria de los grupos paramilitares, $1 500 000; y para las operaciones de inteligencia, $250 000. Los recursos de los contribuyentes estadounidenses llegaron a la cifra de 46 millones, cuando se llevó a cabo la batalla de Girón en abril de 1961. Añádase, de acuerdo a testimonios de varios reclutados, el aporte dinerario de consorcios que habían tenido negocios en Cuba.

La primera misión emprendida por la Fuerza de Tarea WH/4 CIA fue la de buscar la gente cubana que llevaría a cabo el plan diseñado y adoptado por los altos mandos estadounidenses. Algo se había adelantado. Desplegaron más recursos para traer a los núcleos de concentración a los antiguos oficiales de Batista sin delitos, (se coló un grupito de soldados y policías con crímenes sobre sus espaldas) que andaban desperdigados por República Dominicana, Panamá, México, Venezuela y  Estados Unidos. Intentaron con éxito sacar a varios de ellos que aun estaban en Cuba. Desde luego, eso no bastaba ni debía ser predominante, porque creyeron que debía guardarse cierta distancia con los comprometidos con la dictadura. De modo que reclutaron a un buen número de jóvenes de la burguesía y de la clase media afectados por las reformas económico-sociales y a gentes asustadas y transidas de fobia anticomunista. Y para la fachada política opositora urdieron la creación del Frente Democrático Revolucionario (FRD),  compuesto por veteranos políticos distantes de la dictadura derrocada: Antonio (Tony) Varona, Justo Carrillo, Aureliano Sánchez Arango y caras más novedosas como las Ignacio Rasco y Manuel Artime.  El presidente Eisenhower, insistió en aplicar la política de la “negación plausible”, debía ocultarse lo obvio. Hacer creer que eso era cosa exclusiva del exilio cubano. Trasladaron a la Ciudad de México, como sede, a la “jefatura” del FRD.  El 22 de junio, proclamaron y radicaron en esa urbe la constitución de dicha organización.

Tarea de importancia fue la de ubicar el centro de entrenamiento principal. Unos grupos comenzaron en Useppa Island en el estado de Florida. Pero eso era contrario a los deseos manifiestos del presidente de esconder la mano estadounidense. En República Dominicana no podía ser ya, porque Trujillo estaba muy quemado y ya la CIA estaba estimulando su derrocamiento por un medio magnicida. No podía ser muy lejos de Cuba. Las regiones centroamericanas parecían idóneas por los regímenes adictos con los cuales contaban. Guatemala y Nicaragua fueron los asientos apropiados. Era territorio de aliados incondicionales: el general Miguel Ydígoras Fuentes en Guatemala y el clan de los Somoza en Nicaragua, se sumaron integraron a la alianza de guerra encubierta contra Cuba.

El principal campamento de entrenamiento fue ubicado en la finca La Helvetia, propiedad del hacendad Roberto Alejos Arzú, localizada en el municipio El Palmar, Departamento de Quetzaltenango. En Retalhuleu, ingenieros estadounidenses con capital de la United Fruit y la CIA, construyeron una pista aérea, a un costo de un millón de dólares. Pronto la Base Trax, la principal y otros campamentos complementarios se inundaron de barracas, hombres y armas. El gobierno cubano obtuvo noticia por los más variados y disímiles conductos de lo que se estaba fraguando en La Florida, Guatemala y Nicaragua. Entre ellas, las argucias de desinformación.

Cuando se habla del renglón de la propaganda confiado aun orgulloso experto David Atlee Phillips, con un amplio currículo en tareas clandestinas en Europa y en Cuba, suele destacarse a Radio Swan. Potente emisora establecida,  en la islita de ese nombre en las cercanías de Honduras, el 17 de mayo de 1960. Famosa por la cantidad de fantasiosas noticias que asustaron, estimularon y apoyaron a la contra: supuestas leyes, defecciones, combates, sabotajes. No era cosa de mentes calenturientas, sino desinformación, confusión bien calculada. Pero la CIA trabajó mucho más allá de esas locas trasmisiones y de los millones de volantes que arrojaron sus aviones sobre la isla. Su antigua y bien aceitada red de medios produjo una cantidad impresionante de informaciones, artículos, editoriales, reportajes que se ramificaron a todo el mundo, en las más diversas latitudes y lenguas.

La evidente disposición agresiva de Estados Unidos fue un catalizador del descontento anidado en varios sectores criollos desde que se fueron implementando medidas de justicia, beneficio social, de empoderamiento y apoyo popular. No sólo surgieron organizaciones en el exterior bajo el signo de la contrarrevolución –en La Florida hubo como cien– también en la isla fueron muy variadas y no todas pequeñas como en Miami. La tarea de las estaciones de la CIA era la de unir ese abanico. En Cuba la embajada disponía de 300 funcionarios. Gente experimentada. Se esforzaron por crear dos bases importantes para llevar a cabo la subversión. Esta debía sincronizar las actividades urbanas y el refuerzo de grupos de alzados que ya existían en diversos lugares de Cuba, pero especialmente en la zona montañosa central, el Escambray. Hacia allí se dirigieron los envíos de armas y equipos, la infiltración de los primeros teams preparados en la Florida, Panamá y Guatemala.  Algunas de estas operaciones tuvieron éxito, mucho menos de lo esperado. Puntualicemos: el  plan inicial consistía en fomentar a gran escala la guerra de guerrillas. Pero de 68 envíos de materiales bélicos y de comunicación, 61 cayeron en manos revolucionarias, Quienes ya habían reducido los focos de alzados en el Escambray y otras regiones. Los tropiezos aconsejaron variar el plan original.

Dificultades económicas cayeron sobre Cuba: suspensión de la cuota azucarera importada por Estados Unidos, obtención y refinamiento del petróleo, desabasto de productos de primera necesidad Fueron paliadas relativamente mediante los convenios celebrados con la Unión Soviética a comienzos de 1960. Compra de azúcar y abastecimiento de petróleo y medios defensivos. Washington ordenó a las refinerías no procesar el “petróleo ruso”. A partir de la nacionalización de dichas empresas y las reacciones estadounidenses se emprendió una relación de contragolpes económicos y políticos que culminó en la ruptura de relaciones a principios de 1961.

Mientras la jefatura de la CIA desarrollaba las tareas encargadas una serie de acontecimientos se agolpaban influyendo en el curso de los escenarios concebidos. El gobierno cubano consciente de la gravedad de la situación y con las experiencias precedentes como aviso se enfrascaba en la defensa necesaria. Estos preparativos acelerados desde mediados de 1959, reforzaron los mecanismos de seguridad, mediante la depuración y fortalecimiento de las nuevas fuerzas armadas. La fundación y expansión de las milicias populares.  La creación de los Comités de Defensa de la Revolución a todo lo largo del país. El empleo a fondo de agentes de inteligencia y contrainteligencia. Desde luego eso no era posible si no se dotaba de las armas suficientes y eficientes.  Estados unidos interponía todas sus influencias diplomáticas para impedirlo. No obstante, se consiguieron buenos cargamentos de fabricación belga. En el último envío se preparó un sabotaje – que han intentado desvirtuar con la excusa de mala manipulación de la carga, como si eso ocurriera frecuentemente – que ocasionó dos explosiones, numerosas muertes de cubanos. El vapor francés La Coubre, estalló en el puerto de La Habana el 4 de marzo de 1960. La Unión Soviética fue urgida a suministrar todo el material necesario para enfrentar la guerra en puertas.  Guerra urdida finalmente bajo el nombre de Operación Pluto.

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La batalla de Girón III: el campo de las decisiones


El grandioso plan de la CIA estuvo a un tilín de frustrarse antes de ponerse en práctica. El 13 de Noviembre de 1960, en dos bases militares y la ciudad de Puerto Barrios se produjo un levantamiento militar contra Ydígoras Fuentes. Se calcula entre 45 y 120 oficiales, que tenía bajo su mando unos 3,000 efectivos, estaban implicados. Organizados en la titulada “Logia del Niño Jesús”.  Se pronunciaron contra la corrupción y desorganización del régimen pero también por la complacencia con las actividades emprendidas contra Cuba por Estados Unidos. Este sentir nacionalista fue expresado como una vergüenza a la soberanía guatemalteca. El gobierno de Ydígoras se comportaba como una marioneta. En los cuarteles de la CIA cundió el temor que la operación armada fracasase. Dieron órdenes a los campamentos de cooperar en el aplastamiento de la rebelión. Podría extenderse y adiós al plan Pluto. Pilotos cubanos y estadounidenses participaron en el ametrallamiento aéreo y bombardeo de los cuarteles y del aeropuerto de  Puerto Barrios. Después de algunos combates en los departamentos de Zacapa e Izabal, el movimiento fue aplastado. No obstante, Eisenhower ordenó que unidades aéreas y navales estadounidenses patrullaran intensamente el Caribe para “prevenir” una “invasión cubana” contra Guatemala y Nicaragua. Irónicamente, quienes estaban metidos de lleno preparando una agresión armada contra Cuba, presentaban a ésta como inductora del movimiento de oficiales nacionalistas. Paradójicamente, los acontecimientos ocurridos en Guatemala, que no trascendieron a los medios, sirvió para que algunos de estos oficiales pronunciados como Luis Augusto Turcios Lima, Marco Antonio Yon Sosa, radicalizaran sus posiciones y fundaran el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, con reivindicaciones más avanzadas y a favor del campesinado.

A estas alturas –fines de 1960- se iban acentuando sendos preparativos ante la inminencia de confrontaciones cada vez más graves. Una vez que estuvieron listos los primeros grupos entrenados,  se procedió a infiltrarlos en Cuba. Por medio de estas infiltraciones fueron introducidos numerosos alijos en las playas de la isla. Los grupos dispuestos a la actividad contrarrevolucionaria violenta fueron abastecidos generosamente. Dinamita, rollos de mechas, detonantes, latas de fósforo vivo, granadas incendiarias, granadas de fragmentación, petacas incendiarias como cajetillas de cigarro, pistolas calibre 45, carabinas M-1, ametralladoras M-3, bazookas, ametralladoras calibre 30, relojes bomba, equipos de radio. Materiales que fueron extensamente utilizados en una campaña de acciones terroristas que dejaron significativos saldos sangrientos.

Desde luego, estos éxitos envalentonaron dentro y fuera de la Isla. Pero también tuvieron su efecto contraproducente. La actividad para aplastar la ola de atentados se hizo más recia. No sólo porque los órganos de la seguridad del Estado, el famoso G-2,  penetró y desarticuló organizaciones, apresó agentes - declaró persona non grata, a funcionarios de la embajada estadounidense sorprendidos in fraganti en labores subversivas - y confiscó recursos bélicos y propagandísticos. En ello intervino de modo eficaz el sistema de vigilancia y control popular organizado por los Comités de Defensa de la Revolución. Igual debilitamiento de las actividades de apoyo con las cuales contó el plan final de invasión, el plan Pluto, tuvo lugar en los reductos de alzados. Particularmente, con el localizado en la región montañosa del Escambray que tenía este plan en miras.

Los enfrentamientos ocuparon todos los renglones entre Cuba y Estados Unidos. Se agudizó la batalla diplomática en todos los foros: la OEA y la ONU. El aislamiento progresaba lentamente y Washington tuvo que utilizar todos los resortes: presiones, promesas, cambios de régimen. Con la ruptura de las relaciones bilaterales y el cambio de presidentes en enero de 1961 se sospechó la acción inminente. Tardaría, un poco. El presidente entrante aprobó lo antecedido bajo ciertas condiciones. No habría intervención directa. Fue prudente. Demasiado riesgo. Podría ser sumamente contraproducente. La propaganda contra Cuba no había amenguado su prestigio internacional.

El duelo de inteligencia estratégica entró en su fase final. ¿Por dónde desembarcaría la brigada de la CIA? La sorpresa adelanta una victoria, la previsión también. La invasión por Casilda en las cercanías de Trinidad, en el centro sur de Cuba fue desechada cuando John F. Kennedy ya había entrado en posesión de la presidencia. Los altos mandos de la CIA le aseguraban el más completo éxito. Se decidió hacerlo en Bahía de Cochinos. No fue una mala elección si tenemos en cuenta lo fortificado que se hallaba el punto anterior y lo poco propicio de la zona pantanosa adjunta a la Ciénaga de Zapata.  No obstante, era el lugar idóneo por su difícil acceso para afincar una cabeza de playa que permitiera asentar un gobierno ficticio – el Consejo Revolucionario Cubano que ya tenía a resguardo y había sustituido al Frente corroído por disputas internas - que solicitara de inmediato la intervención.  Para facilitar la operación se pusieron en juego otros amagos de desembarco en el oriente. Los barcos con la brigada CIA, partieron bajo el amparo del gobierno de Nicaragua. INCENDIARIAS COMO CAJETILLAS DE CIGARROS, PISTOLAS DE DIVERSO CALIBRE,INCENDIARIAS, MMUn contingente integrado por unos 1200 efectivos.

La fase más violenta empezó el 15 de abril. Ocho aviones con falsas insignias cubanas bombardearon los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y el Antonio Maceo de Santiago de Cuba.  Cinco aviones fueron destruidos: un Sea Fury, dos B-26 y dos aviones de transporte. Se pusieron a salvo un T-33 y varios cazas Sea Fury.  Varios cadáveres dejó la acción. La señal quedó clara: empezaba la operación. Esta fue la ocasión aprovechada para proclamar al día siguiente la orientación socialista optada por la Revolución Cubana. De modo, que no había duda de la causa por la que se salía a luchar. El respaldo popular mayoritario estuvo fuera de duda. Se procedió a neutralizar drásticamente el potencial apoyo de los grupos contrarios, un millar de detectados fueron arrestados, pero la acción fue mucho más allá y se detuvieron unos 20,000 desafectos, lo cual  fue muy efectivo. Otros se dieron a la fuga descabezando las estructuras.

El  17 de abril se produjo la invasión por Bahía de Cochinos, Playa Girón y Playa Larga. Fuerzas paracaidistas aterrizaron más adentro para controlar los tres caminos de acceso al lugar del desembarco. La comandancia cubana reaccionó con rapidez y fuerza. Estaban conscientes que no podían permitir el asentamiento. Los pocos aviones que eludieron el bombardeo del día 15, atacaron y derribaron a los B-26 que apoyaban a la brigada CIA y de paso seriamente averiados los buques Houston y Río Escondido con toda la carga. La infantería tuvo que lidiar con los pantanos que bordeaban los accesos. Contraofensiva que alcanzó su mayor despliegue e intensidad el día 18, protegidos por el fuego artillero de los recién estrenados cañones soviéticos., los cuales eliminaron las privilegiadas posiciones de la brigada que causara fuertes bajas milicianas. Tuvieron que retroceder hacia Playa Larga primero y hacia Playa Girón después ante el impetuoso avance cubano.

Al amanecer del día 19 la brigada 2506 quedó acorralada en Playa Girón, sin apoyo aéreo, casi sin parque.  Unos empiezan a rendirse, otros se internan en la Ciénaga por el momento. El hálito de la derrota los envuelve. Las milicias revolucionarias no se les habían unido como les habían pronosticado, por el contrario les habían combatido con ardor. Habían sufrido 114 bajas mortales. En 66 horas han sido neutralizados. Esta etapa de la guerra encubierta tocaba a su fin. En la Organización de las Naciones Unidas se libraban las últimas escaramuzas en el terreno diplomático. Estados Unidos no logró ocultar su responsabilidad. A los ojos del mundo había sido derrotado.

La máxima del estratega chino  Sun Tzu, "La guerra es el mayor conflicto de Estado, la base de la vida y la muerte, el Tao de la supervivencia y la extinción”, fue la pauta decisiva para la joven revolución caribeña. Se jugó la muerte de un proyecto, de un destino alternativo. Y a muerte fue el enfrentamiento entre las fuerzas lanzadas por la potencia – con el uso de cubanos enemigos del proceso – y los cubanos que apostaron por defenderlo a sangre y fuego. Con un saldo siniestro de las partes en pugna se preservó la soberanía recuperada, la autodeterminación rescatada.

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La batalla de Girón IV: consecuencias temporales


Cuando se examina la acción librada en aquellos días aciagos, días de tensión, confrontación, euforia y depresión, tiende uno más a valorar la significación de la victoria contra una fuerza militar muy bien entrenada y armada que no pudo cumplir con los objetivos que le habían encomendado los máximos jefes de la Operación.
Como es sabido, el número de bajas sufrido por los invasores fue de más de un centenar; ya esos no pudieron compartir el impacto moral de los capturados, que fueron 1 189. Mientras los partidarios del proceso revolucionario festejaban la victoria, a pesar del mayor número de bajas, dadas las condiciones y urgencias para desplegar la ofensiva, los derrotados sobrevivientes estaban moralmente aniquilados como pudo observarse en las pantallas de la televisión cubana, frente a la cual fueron interrogados. Muy pocos conservaron cierto nivel de entereza y coherencia: les había pronosticado que si los capturaban serían fusilados en el acto, pero allí estaban testimoniando su fracaso. Esos fueron los instantes en que Fidel Castro proclamó a voz en cuello que en Girón había tenido lugar la primera derrota del imperialismo en la historia americana. Una nueva leyenda emergía en los anales de las luchas antiimperialistas del continente.
Y le asistía toda la razón. No era solamente la derrota de la Brigada 2506, la evidencia del fiasco del proyecto de una cabeza de playa para que un gobierno ficticio reclamara la intervención estadounidense. Era la derrota de la más importante batalla en la guerra secreta que Estados Unidos había emprendido para revertir el proceso revolucionario. La antítesis de los ocurrido en Guatemala en 1954. Eso tuvo una repercusión fenomenal en toda la América Latina. Desde luego, no engendró un síndrome como el de Viet Nam, pero sin lugar a dudas tuvo un efecto desmoralizador. En lugar de aceptarlo sagazmente,  la reacción del gobierno de Estados Unidos fue como es sabido, emprender una nueva aventura, con más sabor de revancha que de prudencia estratégica. La soberbia es mala consejera. Y la soberbia imperial es totalmente sorda y ciega. Hay numerosos ejemplos en la historia. No mucho tiempo después cavilaron y emprendieron la llamada Operación Mangosta, la cual concluiría durante la llamada crisis de Octubre o Crisis de los Misiles.

Una explicación de esa terquedad y miopía política sería la de la reacción entre vastos sectores del acrecido exilio de Miami. Con mucha ligereza se habló de traición porque no se había enviado la aviación de apoyo, cuando la realidad es que el presidente Kennedy había mantenido la línea de Eisenhower: no implicar directamente a Estados Unidos. Y no sólo por esa razón hizo bien en no complicar más la situación negativa. Diría, en primer lugar, porque la CIA le había mentido, pronosticando una reacción de apoyo que ni se asomó. Los grupos subversivos urbanos estaban apresados y desmantelados. Los alzados del Escambray reducidos y ocultos. El pueblo y las milicias revolucionarias cubanas habían respondido fieramente a la agresión. Por otra parte, se temió –y eso se puede observar en las actas de las reuniones que tuvo Eisenhower para tratar el asunto– la reacción mundial y específicamente latinoamericana de tomar parte directa y descubierta.

Ese mito de “traición” de Kennedy a la Brigada de la CIA, porque no olvidemos que en todo momento tuvo esa total subordinación, le ha costado una leyenda negra, reforzada por el partidarismo Republicano de los exiliados más retardatarios de Miami. Identificados mucho más con esa derecha extrema que con los Demócratas acusados de liberales, como si ese fuera un pecado que los acercara al comunismo. Disparates del reaccionarismo.

Para la Revolución Cubana la invasión tuvo otra lectura nada halagadora. Estados Unidos estaba dispuesto a las más arriesgadas aventuras militares con tal de eliminar del mapa a un cambio que amenazaba no solamente con romper con el esquema hegemónico prevaleciente en la región, sino estimular transformaciones que además de herir intereses privilegiados de consorcios estadounidenses pudiera trastornar irremediablemente las estructuras complementarias de la dependencia hemisférica que contribuía a engrasar el funcionamiento del capitalismo estadounidense. Esa lectura era la lectura de la priorización extrema de la seguridad, de la defensa, que sería la prioridad de salvaguardar la autodeterminación. La voluntad de cambio, la elección de una alternativa era nada si no se ponía salvaguarda la voluntad de realizarlo.

De manera que la tarea esencial de este pequeño país, monoproductor y monoexportador de azúcar, subdesarrollado, de pocos recursos energéticos, falto de tecnología y de capitales para la acumulación indispensable para el desarrollo, fue la estar listos para la defensa. El tiempo dio la razón a esta previsión en el corto y en largo plazo. No sólo por la contumacia demostrada una y otra vez para torcer el rumbo revolucionario. Los planes agresivos y otras manifestaciones intervencionistas en otras regiones: Nicaragua, Granada, Panamá, Kosovo, Afganistán, Irak, son pruebas palmarias que no se puede descartar peligros de esa naturaleza.

La invasión de Girón fue una ominosa advertencia a la dirigencia revolucionaria cubana. En cualquier momento se podía producir otra aventura bélica contrarrevolucionaria. Esa legítima preocupación ha impedido constituir las precondiciones indispensables para la construcción del  socialismo nacional. En alianza con la pertinaz oposición que apadrinó desde 1959 el imperialismo ha sostenido la contrarrevolución permanente como la estrategia principal con el propósito de resquebrajar o entorpecer la alternativa cubana. Si hacemos el recuento de los enfrentamientos de todo tipo que se han librado durante cincuenta años, podremos apreciar que la batalla de Girón fue un episodio. Un connotado episodio de una guerra silenciosa, encubierta, a veces sutil, en el terreno de la diplomacia, a veces abierta como la guerra económica que se ha implantado para conseguir por esos medios lo que no han podido por los otros. ¿Por qué esas expresiones guerreras se han mantenido? Sencillamente, porque la política – recordemos lo dicho por Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política por otros medios – se ha mantenido: la política de impedir la plena realización de los objetivos de la revolución cubana.

 La priorización de la seguridad generó una grave deformación en las prioridades de la construcción de la alternativa económico social. La urgente acumulación socialista, la indispensable revolución tecnológica, el desarrollo económico diversificado de larga data soñado, cedió el peso principal a la inversión militar. La supervivencia ocupó y ocupa el primer requisito. Hombres y mujeres, tiempo y técnica, preparación y energías, fueron forzadas en esa dirección. Eso ha tenido alto costo.

El papel del contraproyecto política terminó de orientarse a frustrar la visión de futuro que es el elemento movilizador, el fermento que nutre las esperanzas. Las prácticas de congelamiento y erosión diseñadas y puestas en práctica hoy buscan afectar la perspectiva positiva del cambio y fincar la percepción en un empantanamiento sin salida. La revolución cubana desde Girón para acá ha debido enfrentar retos que le ha impedido llevar a conclusión las bases cualitativas de un modo socialista de vida en todas sus manifestaciones.

Frustrada no, inconclusa,  la Revolución cubana es un proceso abierto… en la medida que las potencialidades endógenas sean atrabancadas por el contínuo hostil que la erosiona sin vencerla. La revolución no ha podido concluir su experimento social primigenio. Los ideales fueron distorsionados parcialmente por una práctica de supervivencia que no ha dejado de estar vigente. El modelo tuvo que subordinarse bastante a una práctica posibilista. A pesar de tan adversa situación y de la desaparición de una buena parte de la generación que libró las primeras grandes batallas por defender la elección soberana de un mundo alternativo, los componentes activos de esta voluntad reivindican su inconformidad con el actual estado de cosas y se niega arriar las banderas enarboladas.
Y se mantendrán mientras el ímpetu patriótico de Girón haya sobrevivido.



Salvador E. Morales Pérez  Intelectual cubano nacido en La Habana, Cuba, en 1939. Graduado de la Escuela de Historia de la Universidad de La Habana en 1968, tiene doctorado de la misma universidad en 1999. Actualmente labora como Profesor Investigador en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia. Ha publicado numerosos artículos periodísticos en Cuba, Venezuela, México, España, República Dominicana, Puerto Rico y de otros países. Entre sus libros podemos citar “Máximo Gómez, el Libertador de Cuba”, de 1989; “José Martí: vida, tiempos e ideas”, de 2004 y “Encuentro en la historia: Cuba y Venezuela” del 2005 y "Almoina, un gallego contra la dictadura trujillista", de 2009.
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