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¿ Eran apolíticos los hombres de las cavernas?

sábado, 31 de mayo de 2014
Por Wilkie Delgado Correa*


Ser o no ser, he aquí la pregunta.
Qué pregunta, querido, responde.
La pregunta es política…
Si lo quieres o no,
tus genes tienen pasado político.
Wislawa Szymborska

Hace unos meses un artista me confesaba  su pertenencia a la progenie de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria cubana, a quien por supuesto veneraba, y después de algún que otro intercambio sobre las artes me advertía en forma aclaratoria, “pero yo no soy político”. Y tan rápidamente como aquella repentina profesión de fe, le manifesté que si no le parecía una inconsecuencia con aquel glorioso origen familiar. Así que no tuvo más remedio que sentirse turbado y entrar en disculpas y explicaciones que ni él mismo se creía. Luego, profundizando en el asunto, pude constatar que se trataba de una afirmación ingenua y la mera repetición de una frase trasnochada en boca de algunos intelectuales. Al fin y al cabo, conociendo su prestigio y su real actitud social, tuve que convenir que merecía mi respeto.

 Por otra parte, he tenido la oportunidad de intercambiar con personas variopintas que después de criticar y vituperar aspectos diversos de la realidad cubana, y para colmo sin haber puesto un ladrillo perdurable en su construcción, como si tuvieran consigo el don divino de la sapiencia y la magia absoluta de la creatividad humana, ante los argumentos que los obliga a tomar al toro por los cuernos, apelan al consabido apoliticismo de su actitud, que les permite asumir una condición de neutralidad e inmunidad especiales que los proteja de ser juzgados de alguna mala o buena intencionalidad en sus criterios y ópticas, ya que siempre en los mismos se implican dos o más partes del asunto que se trate, que es obligadamente político por su naturaleza ínsita.

 Y se comportan como entes anhistóricos que desconocieran que el “descubrimiento” y la consiguiente conquista tuvieron un origen y un fin políticos. Que si emergimos como nación, crecidos con reculadas y arremetidas, fue gracias a los actos sublimes de liberación y los gritos de independencia, justicia y libertad –todos gestos políticos- protagonizados por hombres políticos que hoy y siempre serán venerados como patriotas, llámense Céspedes, Martí, Mella, Guiteras, Fidel y otros nombres de miles o millones de sus seguidores militantes.  Que si ayer fuimos y hoy somos así, es porque hay razones propias y ajenas y circunstancias de igual naturaleza, que contribuyeron a moldear el ser cubano y su realidad circundante.

 De modo que a los críticos, en especial de estos tiempos, que quieren hacer leña del árbol enhiesto y que ha resistido la caída, a pesar de tantas tempestadas en su contra desatadas desde el Norte, se les puede decir con Martí que “un crítico no debe juzgar una madera por sus virutas, estropeadas por el cepillo y mudadas de color como todo lo que corta el hierro y oprime la mano del hombre, sino que ha de esperar, para juzgarla bien, a verla como puntal sosteniendo edificios; o como lanza arremetiendo contra los enemigos, o como casco, ayudando al cargamento de la nave amenazada a sostenerse a flote.” La representación de esa madera es el pueblo cubano y él ha sostenido esas construcciones fabulosas que son las obras perdurables de la revolución, -derramando virutas que nos gusten o no, sean útiles o estorben,  han sido parte de un proceso inevitable.

 Con virutas, claro que es un decir, se pueden tejer historias maximizando las realidades negativas, esas llagas sociales presentes en toda sociedad, al decir de Martí, con ese poder inmenso que tiene la literatura. De las columnas y el armazón que levanta el edificio, ni del edificio construido que está ante los ojos y es posible ver desde el horizonte, es mejor callar y ocultar, y se hace evidente en las obras de los “iluminados” críticos, en sus declaraciones para nacionales y extranjeros, y en los asuntos constantes que reflejan en los órganos de prensa para los que colaboran en el extranjero. Rezuman un descontento y un resentimiento patológicos, que les hace ser tan parciales y unilaterales, que bien pronto se les puede descubrir la intencionalidad. Esta es una forma particular de hacer política bien recibida y pagada que, independientemente de la calidad mayor o menor de la obra literaria de que se trate, posee el condimento necesario, según las ópticas internacionales prevalecientes en este campo, para acceder a premios que hubieran sido inalcanzables si el aderezo fuera otro. ¡Hágase una prueba y se verá inmediatamente el cambio del resultado! Eso lo saben bien tirios y troyanos.

 La Premio Nobel de Literatura en 1996, la poetisa polaca Wislawa Szymborska (1923-2012), fue precisa y contundente en señalar el carácter político de los hombres en la historia. En su poema Los niños de la época, poema perteneciente a la obra Gente en el puente de 1986, expresó:
 Somos niños de la época, / la época es política. / Todos los asuntos diurnos y nocturnos, / tuyos, nuestros, de ustedes, / son asuntos políticos. /
 Si lo quieres o no, / tus genes tienen pasado político, / tu piel matiz político, / tus ojos aspecto político. / Lo que hables, tendrá resonancia, / lo que pienses, tendrá importancia / de un modo u otro, política.
 Incluso cuando vas muy lejos, / das pasos políticos / sobre el político suelo. / Los versos apolíticos también son políticos, / arriba brilla la luna, / ya el objetivo no es lunar. / Ser o no ser, he aquí la pregunta. / Qué pregunta, querido, responde. / La pregunta es política.
 Ni siquiera tienes que ser humano / para ganar en importancia política. / Basta con que seas petróleo, / forraje concentrado o productos derivados. / O también una mesa de sesiones sobre cuya forma / se ha estado discutiendo durante meses: / ante cuál negociar sobre la vida y la muerte, / si debe ser redonda o cuadrada.
 Mientras tanto perecía la gente, / morían los animales, / se quemaban las casas / se yermaban los campos / como en épocas muy remotas / y menos políticas.
 En conclusión, este es solo un acercamiento a un problema mucho más profundo que posee múltiples facetas que requieren de análisis y juicios serenos e integrales si quieren de verdad mirar con ojos emétropes la realidad pasada, presente y futura de la nación.

*Médico cubano; Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.

Indiferencia en Cuba: ¿un fallo ideológico?

jueves, 6 de febrero de 2014

Toda generalización entraña el riesgo de lo injusto... pero es innegable que este trabajo del joven italiano Vincenzo Basile, gran amigo de Cuba, pone el dedo en algunas llagas de las que adolece nuestro ¿método? para concientizar a las futuras generaciones. Los dejo con este trabajo que promoverá, estoy segura, criterios encontrados pero necesarios para avanzar en nuestro camino de victorias:

Indiferencia en Cuba: ¿un fallo ideológico?

 
Cartel en una calle de La Habana (FOTO: Vincenzo Basile)
En los últimos tiempos, el debate sobre la pérdida de valores, activismo y participación -la indiferencia- entre las generaciones más jóvenes de cubanas y cubanos se está convirtiendo en uno de los grandes temas de discusión. Un debate por cierto muy problemático, sobre todo cuando se trata de buscar causas y encontrar soluciones a un fenómeno que, aunque tenga difusión prácticamente mundial, se presenta profundamente antitético a la hipotética idea de conciencia social y democracia participativa que cinco décadas de Revolución deberían -o hubieran debido- implantar en Cuba.
 
Entre las explicaciones más aceptadas y apreciadas para este fenómeno, la mayoría espacian desde lo económico hasta lo ideológico; y todas identifican, con razón, un evento desencadenante, es decir, lo que pasó en el mundo a finales de los años ochenta.
 Crisis de campo socialista. El emblema de la guerra fría, el muro de la vergüenza, esa horrible blasfemia elevada en nombre de un proyecto humano superior, se vino abajo y marcó el futuro de Europa y del mundo. En dos o tres años, uno tras otro, los regímenes de Europa Oriental manifestaron -más o menos espontáneamente- la ausencia de una mínima estructura social o base política, y se cayeron al suelo como castillos de arena. Luego, por razones distintas, le tocó al imperio soviético.
 
En este sentido -según dicen los que sostienen estas teorías- de repente Cuba se encontró sin socios económicos y sobre todo sin referentes políticos e ideológicos. Lo que desató consecuentemente una gravísima crisis económica y una quizás más grave crisis ideológica. Las generaciones que nacieron en los años noventa se encontraron entonces en la incertidumbre material, en la escasez, en un entorno donde se iban difundiendo egoísmo y corrupción, y al mismo tiempo sin un válido sistema de valores en que creer, ya que lo que la Revolución trataba de profesar, en el mundo estaba enseñando toda su debilidad.
 
Sin embargo, por muy correctas que estén todas estas argumentaciones, hay que hacer una consideración fundamental.
 
Merece ser remarcado que no existe ninguna correlación automática entre crisis económica y pérdida de valores, ideales, activismo y participación. Al contrario, en primer lugar, a nivel empírico está largamente demostrado que son los mismos países que se consideran actualmente entre los más ricos de mundo los que más sufren el problema de la enajenación y de la apatía y, claro está, esto tiene sus puntuales razones. Y en segundo lugar, la pobreza, hasta la miseria extrema, la exclusión o la corrupción que derive, no pueden considerarse frenos para el activismo o elementos que generan automáticamente indiferencia. En este caso también, a nivel empírico, los ejemplos son numerosos. Solo hace falta pensar en grandes eventos traumáticos que han condicionado la historia mundial, desde la revolución francesa hasta la vietnamita y pasando por la rusa, es decir, actos de pura y poderosa participación -social y política- que se desataron precisamente en contextos caracterizados por hambre, miseria, exclusión, corrupción, profundas desigualdades y, en muchos casos, hasta miedo a represión y represalias.
 
Si se considera todo esto, lo que se concluye es que las razones económicas para explicar la pérdida de activismo juvenil de hoy día, aunque tengan cierta influencia en el desarrollo de estos fenómenos, no pueden asumirse como su principal causa.
La misma Revolución cubana se desarrolló precisamente sobre estas bases. En la Cuba de los cincuenta había hambre, miseria, analfabetismo, corrupción, egoísmo y represión; y a pesar de todo eso un grupo de jóvenes no se dejó vencer por la indiferencia, ni por la apatía, y supo convertirse en movimiento y luego ese movimiento se hizo pueblo y triunfó en Revolución, en otras palabras, este pueblo se hizo nación.
 
La cuestión es precisamente esta: la nación. La nación no es el país, no es un territorio físico ni unas fronteras administrativas, la nación no es la República de Cuba; nación es sentido de pertenencia, es una comunidad formada por individuos que reconocen pertenecer a la misma por las más diversas razones, que sean étnicas, históricas o culturales.
 
El individuo que nace en un determinado lugar del mundo se encuentra automáticamente colocado en un preciso contexto cultural.
Pero, y esto es lo más importante, su voluntad de ser parte de este proyecto, su sentido de pertenencia, es algo que no se le presenta naturalmente, sino que se le trasmite durante un largo proceso de socialización, a través del cual al individuo se les enseñan los valores de la cultura de la comunidad. Y este proceso se desarrolla fundamentalmente en dos momentos: en la educación familiar y en las instituciones. En otras palabras, familia e instituciones enseñan la nación.
 
Y si por el lado de las familias los aspectos ideológicos se funden con los económicos para justificar la pérdida de los valores y en un momento de profunda crisis económica -como la que atravesó y sigue atravesando Cuba- los padres, los primeros educadores de las nuevas generaciones, no saben -o hasta no quieren- trasmitir determinados valores a sus hijos, profesando el credo del “sálvese quien pueda”; por el lado de las instituciones la justificación económica no se sostiene y lo único que queda es reconocer que existe un problema ideológico de base, que ha habido un defecto en las instituciones en su fundamental tarea de trasmitir determinados valores, en su esencial misión de enseñar la nación a los futuros ciudadanos.

A raíz de todo esto, cuando se afirma que en Cuba algo no está funcionando porque las nuevas generaciones están creciendo apáticas, indiferentes o hasta desconectadas con la realidad que viven, se debe concluir necesariamente que en la Isla, más allá que un problema de naturaleza económica, ante todo existe un problema de tipo ideológico que ha provocado un fallo en la enseñanza de la nación.
El problema surgió cuando se perdieron los referentes ideológicos internacionales, por las causas citadas al principio; cuando por el mundo empezaron a venirse abajo los valores profesados por la Revolución.
 
Entonces lo que pasó fue que el temor por no resistir frente a lo que estaba ocurriendo y encontrarse aspirados por el efecto dominó que se había desatado, y una burocratización al estilo soviético de la cultura en general se ajuntaron para convertir la enseñanza de la nación en una serie de dogmas desde el pasado y consignas que no se sabían explicar y solo se debían inculcar mecánicamente para garantizar y legitimar el mantenimiento del status quo.
 
Ese fue el error más grande y casi incomprensible. Cuba tiene un capital humano, histórico y cultural único en su género. Como cualquier país postcolonial es una cuña de héroes, emblemas humanos cuyos valores van mucho más allá de cualquier estrecha ideología relacionada con un determinado momento histórico. Los héroes de la independencia, de la república, de la lucha clandestina, de la Revolución, los Cinco héroes de la contemporaneidad. Héroes distintos, de etapas y luchas distintas, guiados por objetivos distintos -lucha anticolonial, clandestina, antiimperialista, internacionalista, antiterrorista- pero fundamentalmente unidos en el mismo valor -se le llame patria, república, independencia, revolución- que sencillamente se traduce siempre en la unidad de la nación. Y esta unidad nacional hay que explicarla, fomentarla, trasmitirla en su esencia más pura y profunda.
 
Mientras que las instituciones cubanas -escuelas y sobre todo organizaciones juveniles- continúen desperdiciando este poderoso capital, “trasmitiendo” valores a través de un decreto supremo que dicte un “Patria o Muerte” o continúen educando a golpes de consignas -sea un “Venceremos”, un “Pioneros por el comunismo: ¡Seremos como el Che!” o un “Liberen a los Cinco héroes”-, que no estén acompañadas por una auténtica y profunda convicción en cada palabra que se afirma, el riesgo es que la indiferencia seguirá difundiéndose siempre más y la cultura nacional, la que debería enseñar a los jóvenes como convertirse en ciudadanos, se irá plasmando en una opaca fotografía del pasado que solo enseña inmovilismo y apatía, no dejando ningún espacio para la imaginación.
 
Publicado en su blog Capítulo Cubano

Los agentes involuntarios de la Orden Imperial: La izquierda ilusa

lunes, 9 de septiembre de 2013
VIDÉO :  Jean Bricmont, et la "paix" en Israël-Palestine
Hubo un tiempo, a principios de la década de 1970, en que muchas personas, incluido yo mismo, pensaban que todas las “luchas” de aquella época estaban relacionadas: la Revolución Cultural en China, las guerrillas en América Latina, la Primavera de Praga y los“disidentes” de la Europa del Este, mayo del 68, el movimiento de los derechos civiles [estadounidense], la oposición a la guerra de Vietnam y los nominalmente socialistas movimientos anticoloniales en África y Asia. También pensábamos que, por analogía con la Segunda Guerra Mundial, los regímenes“fascistas” de España, Portugal y Grecia solo podrían ser derrocados por medio de la lucha armada, muy probablemente prolongada.

Ninguna de estas suposiciones era correcta. La Revolución Cultural no tenía nada que ver con los movimientos antiautoritarios en Occidente, los disidentes de la Europa del Este en general eran procapitalistas y proimperialistas, y a menudo de una manera fanática, las guerrillas latinoamericanas eran una quimera (excepto en América Central) y los movimientos de liberación nacional eran exactamente eso: con bastante acierto, su objetivo era la liberación nacional y se denominaban a sí mismos socialistas o comunistas solo por el apoyo que les ofrecían la Unión Soviética o China. Los regímenes “fascistas” del sur de Europa se transformaron ellos mismos sin ofrecer una resistencia importante y no digamos ya una lucha armada. Muchos otros regímenes autoritarios siguieron el ejemplo: en la Europa del Este, en América Latina, en Indonesia, África y ahora en parte del mundo árabe. Algunos se desmoronaron desde dentro, otros después de unas pocas manifestaciones.

Me acordé de todas esas ilusiones juveniles cuando leí una petición “en solidaridad con los millones de sirios que han estado luchando por la dignidad y la libertad desde marzo de 2011”, cuya lista de signatarios verdaderamente incluye a las figuras más destacadas de la izquierda occidental. La petición afirma que “[...] La revolución en Siria es una parte fundamental de las revoluciones del norte de África, pero es también una extensión de la revuelta zapatista en México, el movimiento de los sin tierra en Brasil, las revueltas europeas y norteamericanas contra la explotación neoliberal, y un eco de los movimientos por la libertad en Irán, Rusia y China”.

Los signatarios piden, por supuesto, que Bashar al-Assad abandone inmediatamente el poder, lo cual se supone es la única “esperanza para un sistema unificado, libre, e independiente en Siria”. También afirman que Rusia, China e Irán “han mantenido su apoyo al régimen a pesar de la masacre de personas”, a pesar de que “supuestamente eran amigos de los árabes”; reconocen que “EE.UU. y sus aliados del Golfo, han intervenido en apoyo de los revolucionarios”,pero les acusan de haberlo hecho “con un claro y cínico interés propio” y tratando de “aplastar y subvertir el levantamiento”. No está claro cómo cuadra esto con la siguiente línea del texto que afirma que “las potencias regionales y mundiales han dejado el pueblo sirio solo”.

El resultado final de la petición consiste en una grandiosa afirmación de “solidaridad” de “intelectuales, académicos, activistas, artistas, ciudadanos interesados y movimientos sociales”, “con el pueblo sirio para enfatizar la dimensión revolucionaria de su lucha y para evitar las batallas geopolíticas y guerras de poder que tienen lugar en su país”.¡Nada menos!

Merece la pena analizar la petición al detalle porque resumen muy bien todo lo que hay de erróneo en la corriente principal del pensamiento de izquierda actual, e ilustra y explica por qué no hay izquierda en Occidente. El mismo tipo de pensamiento dominó el pensamiento de la izquierda occidental durante las guerras de Kosovo y Libia, y en cierto modo durante las guerras de Afganistán (“solidaridad con las mujeres afganas”) e Iraq (“estarán mejor sin Saddam”).

En primer lugar, es muy dudosa la manera de presentar los hechos acerca de Siria. No soy un experto en Siria, pero si el pueblo está tan unido en contra del régimen, ¿cómo es que este ha resistido durante tanto tiempo? Ha habido relativamente pocas deserciones en el ejército o entre el personal diplomático y político. Dado que la mayoría de los sirios son sunníes y que constantemente se describe al régimen como uno que se basa en el apoyo de la “secta alauita”, algo debe de brillar por su ausencia en el relato acerca de Siria.

A continuación, nos guste o no, las acciones de “Rusia, China e Irán” en Siria han sido acordes con el derecho internacional, a diferencia de las de “Estados Unidos y sus aliados del Golfo”. Desde el punto de vista del derecho internacional, el actual gobierno de Siria es legítimo y responder a su petición de ayuda es perfectamente legal, mientras que armar a los rebeldes no lo es. Por supuesto, las personas de izquierda que firman la petición probablemente pondrían objeciones este aspecto del derecho internacional porque favorece a los gobiernos por encima de los insurgentes. Pero imaginemos el caos que se crearía si en todo el mundo cada gran potencia armara a los rebeldes que le pareciera. Se podría deplorar la venta de armas a “dictaduras”, pero Estados Unidos no está en posición de dar lecciones al mundo en este aspecto.

Por otra parte, “Rusia y China” son quienes, por medio de su votación en la ONU, impidieron otra intervención estadounidense, como la de Libia, a la que la izquierda occidental se opuso con muy poco entusiasmo, si es que se opuso. De hecho, dado que Estados Unidos utilizó la Resolución de la ONU sobre Libia para llevar a cabo el cambio de régimen que no había autorizado la Resolución, ¿no es natural que Rusia y China sienta que se les tomó el pelo en Libia y digan: “¡nunca más!”?

La petición considera los acontecimientos en Siria como una“extensión de la revuelta zapatista en México, el movimiento de los sin tierra en Brasil, las revueltas europeas y norteamericanas contra la explotación neoliberal, y un eco de los movimientos por la libertad en Irán, Rusia y China”, pero tienen cuidado de no relacionarlos con los gobiernos antiimperialistas en América Latina ya que estos gobiernos están completamente en contra de las intervenciones exteriores y defienden el respeto de la soberanía nacional.

Por último, ¿qué debería hacer cualquier persona que crea que la salida “inmediata” de Bashar al-Assad llevaría a una“Siria libre, unificada e independiente”? ¿Acaso los ejemplos de Iraq y Libia no son suficientes para arroja algunas dudas sobre estos optimistas pronunciamientos?

Esto nos lleva al segundo problema de la petición, que es su tendencia al romanticismo revolucionario. La izquierda occidental actual es la primera en denunciar a los regímenes“estalisnistas” del pasado, incluidos los de Mao, Kim Il Sung o Pol Pot. Pero, ¿olvidan que Lenin luchó contra el zarismo, Stalin contra Hitler, Mao contra el Kuomintang, Kim Il Sung contra los japoneses y los dos últimos, así como Pol Pot lucharon contra Estados Unidos? Si la historia debe enseñarnos algo es que luchar contra la opresión no te convierte necesariamente en un santo. Y dado que se han echado a perder tantas revoluciones violentas en el pasado, ¿qué razón hay para creer que la “revolución” en Siria, cada vez más dominada por religiosos fanáticos, emergerá como un ejemplo deslumbrante de libertad y democracia?

Ha habido repetidas ofertas de negociación por parte tanto de“Rusia, China e Irán” como del “régimen de Assad” tanto con al oposición como con sus patrocinadores (“Estados Unidos y sus aliados del Golfo”). ¿No habría que dar una oportunidad a la paz y a la diplomacia? El “régimen sirio” ha modificado su constitución, ¿por qué estar tan seguro de que esto no puede llevar a un “futuro democrático”, mientras que una revolución violenta sí puede? ¿No habría que dar una oportunidad a la reforma [política]?

Con todo, el principal defecto tanto de esta petición como de llamamientos similares de la izquierda intervencionista humanitaria en el pasado es ¿a quién están hablando? Los rebeldes en Siria quieren la mayor cantidad de armas sofisticadas posible; ninguno de los firmantes de la petición se las puede proporcionar y resulta difícil ver cómo lo puede hacer la “sociedad civil global y no [a] los gobiernos ineficaces y manipuladores”. Esos rebeldes quieren que los gobiernos occidentales les proporcionen esas armas y no les podría preocupar menos lo que piense la izquierda occidental. Y esos gobiernos occidentales apenas saben que existe siquiera la izquierda. Y aunque lo supieran, ¿por qué iban a escuchar a personas que no tiene un apoyo popular serio y, por ello, no tienen medios de presionar a los gobiernos? La mejor prueba de ello es la causa a la que muchos de los firmantes han dedicado parte de sus vidas: Palestina. ¿Qué gobierno occidental presta atención alguna a las reivindicaciones del “movimiento de solidaridad con Palestina”?

Solo porque la petición no tenga efecto en Siria no quiere decir que no tenga efecto tout court. Debilita y confunde lo que queda de los sentimientos en contra de la guerra al poner el acento en que “nuestra” prioridad debe ser gestos vacíos de solidaridad con una rebelión a la que ya apoya militarmente occidente. Una vez conseguida esta manera de pensar, se hace psicológicamente difícil oponerse a la intervención estadounidense en los asuntos internos de Siria ya que la intervención es precisamente lo que desean los revolucionarios a los que debemos “apoyar” (al parecer, a diferencia de los signatarios, no se han dado cuenta de que Occidente desea “aplastar y subvertir el levantamiento”). Por supuesto, quienes defienden la petición dirán que ellos no“apoyan” a los extremistas más violentos en Siria, pero, entonces, ¿a quién están apoyando exactamente y cómo? Por otra parte, la falsa impresión de que las “potencias[regionales y] mundiales han dejado al pueblo sirio solo”(aunque, de hecho, hay un flujo constante de armas y de yihadistas a Siria) proviene en parte del hecho de que Estados Unidos no es tan demente como para arriesgarse a una Guerra Mundial dado que Rusia para decir en serio lo que dice en este caso. Parece que a los signatarios nunca se les ocurre que podemos estar al borde de una Guerra Mundial.
Quienes defienden la petición probablemente dirán que “nosotros” debemos denunciar tanto al imperialismo estadounidense como a los regímenes opresivos contra los que se “revuelve” el pueblo. Pero esto no hace sino mostrar la profundidad de su error: ¿por qué reivindicar hacer dos cosas a la vez cuando uno no es capaz de hacer ninguna de las dos, siquiera parcialmente?

Si estas peticiones son peores que no hacer nada, ¿qué debería hacer entonces la izquierda? En primer lugar, ocuparse de sus propios asuntos, lo que significa luchar en casa. Esto es mucho más duro que expresar una solidaridad que no significa nada con personas de países lejanos. Y, ¿luchar por qué? La paz a través de la desmilitarización de Occidente, una política no intervencionista y situar la diplomacia, no las amenazas, en el centro de las relaciones internacionales. Casualmente, los libertarios y la derecha paleoconservadora defienden una política no intervencionista. La izquierda utiliza constantemente este hecho sumando a la invocación de la historia previa a la Segunda Guerra Mundial (la guerra civil española, los Acuerdos de Munich) para dar mala fama al antiintervencionismo.

Pero es ridículo: en realidad no se resucita constantemente a Hitler y Occidente no se enfrenta a ninguna amenaza militar seria. En la situación actual, recortar los costes del Imperio es una preocupación perfectamente legítima de los ciudadanos estadounidenses.
De hecho, sería perfectamente posible establecer una amplia coalición de derecha e izquierda de personas que se oponen al militarismo y al intervencionismo. Por supuesto, dentro de esta coalición se podría seguir estando en desacuerdo sobre el matrimonio homosexual pero, aún siendo esta una cuestión importante, quizá no debería impedirnos trabajar juntos en cuestiones que también pueden parecer importantes a algunas personas, como la paz mundial, la defensa de la ONU y del derecho internacional, y el desmantelamiento de las bases del imperio estadounidense. Además, no es improbable que se pudiera ganar a una gran parte del público estadounidense a favor de estas posturas si se establecieran unas campañas continuas y bien organizadas para persuadirle.

Pero, por supuesto, el espíritu de la petición va exactamente en la dirección contraria, hacia más implicación e intervenciones de Estados Unidos. Sin duda muchos de los signatarios se consideran a sí mismos antiimperialistas y defensores de la paz, y algunos de ellos han desempeñado un papel importante en la oposición a anteriores guerras de agresión estadounidenses. Pero no parecen haberse dado cuenta de que las tácticas del imperialismo han cambiado desde los tiempos de los movimientos de liberación nacionales. Ahora que ha terminado la descolonización (con excepción de Palestina,), Estados Unidos ataca a los gobiernos, no a los movimientos revolucionarios, que considera que son demasiado independientes. Y para hacerlo utiliza una variedad de medios que son similares en sus tácticas a los movimientos revolucionarios o progresistas del pasado: la lucha armada, la desobediencia civil, O“N”Gs financiadas por el gobierno, revoluciones de colores, etc.

El último ejemplo de estas tácticas es el intento por parte de los gobiernos occidentales de utilizar a la comunidad lesbiana-gay-bisexual-transexual (LGBT) como soldados de las tropas de asalto contra Rusia y los Juegos de Invierno, en un intento transparente de desviar la atención del público del embarazoso asunto de que en el caso Snowden es Rusia y no Estados Unidos quien está del lado de la libertad. Es de temer que la izquierda intervencionista humanitaria se suba al carro de esta nueva cruzada. Sin embargo, como ha señalado Gilad Atzmon con su habitual estilo ligeramente provocativo, es poco probable que esto beneficie en algo a la comunidad LGBT en Rusia ya que este tipo de apoyo permite a sus oponentes tildarlos de portadores de influencia extranjera. No es una buena idea para una minoría, sea de la parte del mundo que sea, ser considerada como agentes de una potencia extranjera y, menos aún, de un gobierno tan odiado por su arrogancia y su intervencionismo como el actual gobierno estadounidense. Y, por cierto, las personas que piden el boicot de los Juegos de Invierno en Rusa no pusieron ninguna objeción a celebrar los Juegos Olímpicos en Londres, lo que implica que, para ellos, tomar medidas en contra de los homosexuales es un crimen grave mientras que las guerras en Afganistán e Iraq son meros deslices.

Las personas que sucumben a las ilusiones del romanticismo revolucionario o que se ponen de parte del supuesto desvalido, independientemente de la agenda del desvalido, están siendo engañadas por las tácticas del imperialismo actual. Pero aquellas personas que aspiran a un orden mundial más pacífico y más justo, y que creen que una condición previa para este orden es el debilitamiento del imperialismo estadounidense, ven fácilmente a través de este camuflaje. Estas dos diferentes visiones del mundo dividen tanto a la derecha como a la izquierda: intervencionistas liberales y neoconservadores en un lado, libertarios, paleoconservadores e izquierdistas tradicionales en otro, y eso puede llamar a alianzas nuevas y heterodoxas.

Counterpunch, 14 de agosto de 2013.


Traducción del inglés: Carmen Martínez (03.09.2013)
JEAN BRICMONT enseña física en la Universidad de Louvain en Bélgica. Es el autor de Humanitarian ImperialismSe puede contactar con él enJean.Bricmont@uclouvain.be

Raúl Castro, el verdadero disidente

martes, 22 de enero de 2013
En Occidente, Cuba es representada como una sociedad cerrada sobre sí misma, donde el debate crítico es inexistente y la pluralidad de las ideas prohibida por el poder. En realidad, Cuba está lejos de ser una sociedad monolítica que compartiría un pensamiento único. En efecto, la cultura del debate se desarrolla cada día más y la simboliza el Presidente cubano Raúl Castro que se ha convertido en el primer de las vicisitudes, contradicciones, aberraciones e injusticias presentes en la sociedad cubana.

La necesidad de cambio y del debate crítico

En diciembre de 2010, en una intervención ante el Parlamento cubano, Raúl Castro tuvo un discurso más alarmista y puso al gobierno y a los ciudadanos frente a sus responsabilidades: “O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos”.[1] También agregó poco tiempo después: “es imprescindible romper la colosal barrera sicológica que resulta de una mentalidad arraigada en hábitos y conceptos del pasado”.[2]

Raúl Castro también fustigó la debilidad del debate crítico en Cuba. También fustigó los silencios, la complacencia y la mediocridad. Lanzó un llamado a más franqueza. “No hay que temerle a las discrepancias de criterios […], las diferencias de opiniones, que […] siempre serán más deseables a la falsa unanimidad basada en la simulación y el oportunismo. Es por demás un derecho del que no se debe privar a nadie”. Castro denunció “el exceso de secretismo a que nos habituamos durante más de 50 años” para ocultar errores, fallos y yerros. “Es necesario cambiar la mentalidad de los cuadros y de todos los compatriotas”, agregó[3].

Sobre los medios, dijo lo siguiente:

Nuestra prensa habla bastante de eso, de los logros de la Revolución, en los discursos también abundamos; pero hay que ir a la médula de los problemas […]. Soy un defensor de la lucha contra el secretismo, porque detrás de esa adornada alfombra es donde se ocultan las fallas que tenemos, y los interesados en que sea así y siga así. Y yo recuerdo algunas críticas; “sí, saquen en el periódico tal crítica”, le orienté yo mismo […]. Inmediatamente la gran burocracia empezó a moverse: “Esas cosas no ayudan, desmoralizan a los trabajadores”. ¿A qué trabajadores van a desmoralizar? Como en una ocasión, en la gran empresa estatal lechera, El Triángulo. Se llevaba semanas, porque uno de los camiones de esa vaquería que estaba ahí en Camagüey estaba roto, y entonces toda la leche que se producía en las vaquerías de esa zona, de ese lugar se la echaban a unos cerdos que estaban criando. 

Fue entonces que le digo a un secretario del Comité Central para atender la agricultura en esa etapa, mete en Granma, cuenta todo esto que está pasando, haz una crítica. Algunos vinieron y hasta me comentaron que: “Esas cosas no ayudan, porque desmoralizan a los trabajadores”. Lo que no sabían que era yo el que lo había orientado.[4]

El 1 de agosto de 2011, durante su discurso de clausura de la VII Legislatura del Parlamento Cubano, Raúl Castro reiteró la necesidad del debate crítico y la controversia en la sociedad: Todas las opiniones deben ser analizadas, y cuando no se alcance el consenso, las discrepancias se elevarán a las instancias superiores facultadas para decidir y además nadie está mandatado para impedirlo”. [5] Llamó a acabar con “el hábito del triunfalismo, la estridencia y el formalismo al abordar la actualidad nacional y generar materiales escritos y programas de televisión y radio, que por su contenido y estilo capturen la atención y estimulen el debate en la opinión pública” para evitar “materiales aburridos, improvisados y superficiales” en los medios de comunicación.[6]

La corrupción

Raúl Castro tampoco eludió el problema de la corrupción: “Ante las violaciones de la Constitución y de la legalidad establecida no queda otra alternativa que recurrir a la Fiscalía y los Tribunales, como ya empezamos a hacer, para exigir responsabilidad a los infractores, sean quienes sean, porque todos los cubanos, sin excepción, somos iguales ante la ley”.[7] Raúl Castro, consciente de que la corrupción también afecta a los altos funcionarios, ha mandado un mensaje claro a los responsables de todos los sectores: “Hay que luchar para desterrar definitivamente la mentira y el engaño de la conducta de los cuadros, de cualquier nivel”. De modo más insólito se ha apoyado en dos de los diez mandamientos bíblicos para ilustrar sus puntos: “No robarás” y “no mentirás”. Del mismo modo, ha evocado los tres principios éticos y morales de la civilización inca: “no mentir, no robar, no ser holgazán”, los cuales deben guiar la conducta de todos los responsables de la nación. [8]

La libertad religiosa

Del mismo modo, Raúl Castro condenó severamente las derivas sectarias. Así, denunció públicamente por televisión algunos atentados a la libertad religiosa debidos a la intolerancia “enraizad[a] en la mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles”.[9] Evocó el caso de una mujer, cuadro del Partido Comunista, con trayectoria ejemplar, quien fue apartada de sus funciones, en febrero de 2011, por su fe cristiana y cuyo salario fue reducido en un 40%, en violación del artículo 43 de la Constitución de 1976 que prohíbe todo tipo de discriminación. El presidente de la República denunció así “el daño ocasionado a una familia cubana por actitudes basadas en una mentalidad arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo”. Recordó que la persona víctima de esta discriminación había nacido en 1953, fecha del ataque al cuartel Moncada por los partidarios de Fidel Castro contra la dictadura de Fulgencio Batista, Raúl Castro expresó lo siguiente:

Yo no fui al Moncada para eso […]. De la misma forma, recordábamos que el 30 de julio, día de la reunión mencionada, se cumplían 54 años del asesinato de Frank País y de su fiel acompañante Raúl Pujol.  Yo conocí a Frank en México, lo volví a ver en la Sierra, no recuerdo haber conocido un alma tan pura como esa, tan valiente, tan revolucionaria, tan noble y modesta, y dirigiéndome a uno de los responsables de esa injusticia que cometieron, le dije: Frank creía en Dios y practicaba su religión, que yo sepa nunca dejó de hacerlo ¿Qué hubieran hecho ustedes con Frank País?[10]

La productividad, el salario mensual y la libreta de abastecimiento

En cuanto a la productividad y la política económica, Raúl Castro admite “una ausencia de cultura económica en la población”, así como los errores del pasado. “No pensamos volver a copiar de nadie, bastantes problemas nos trajo hacerlo y porque además mucha veces copiamos mal”.[11] El gobierno cubano da prueba de lucidez en cuanto a las carencias en materia económica. Reconoce que “la espontaneidad, la improvisación, la superficialidad, el incumplimiento de los alcances, la falta de profundidad en los estudios de factibilidad y la carencia de integralidad al emprender una inversión” atentan gravemente contra la nación. [12]

En cuanto al ingreso mensual de los cubanos, Raúl Castro da prueba de lucidez: “El salario aún es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo. Ello favoreció manifestaciones de indisciplina social”.[13]

Del mismo modo, el presidente cubano no vaciló en subrayar los efectos negativos de la libreta de abastecimiento en vigor desde 1960, particularmente “su nocivo carácter igualitarista”, la cual se ha convertido en “una carga insoportable para la economía y en un desestímulo al trabajo, además de generar ilegalidades diversas en la sociedad”. También apuntó las siguientes contradicciones: 

“Como la libreta está diseñada para cubrir a los más de 11 millones de cubanos por igual, no faltan ejemplos absurdos como que el café normado se abastece hasta a los recién nacidos. Lo mismo pasaba con los cigarros hasta septiembre del 2010 que se surtía sin distinguir a fumadores y no fumadores, propiciando el crecimiento de este dañino hábito en la población”. Según él, la libreta “contradice en su esencia el principio de la distribución que debe caracterizar al socialismo, o sea, “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Por ello, “será imprescindible aplicar para erradicar las profundas distorsiones existentes en el funcionamiento de la economía y la sociedad en su conjunto”. [14]

Raúl Castro y Che Guevara durante la Revolución cubana

Raúl relevo generacional

Por otra parte, Raúl Castro también subrayó la presencia de un problema crucial en Cuba: el relevo generacional y la falta de diversidad. Denunció “la insuficiente sistematicidad y voluntad política para asegurar la promoción a cargos decisorios de mujeres, negros, mestizos y jóvenes, sobre la base del mérito y las condiciones personales”. Expresó su despecho sin eludir su propia responsabilidad: “ No haber resuelto este último problema en más de medio siglo es una verdadera vergüenza, que cargaremos en nuestras conciencias durante muchos años”. Por lo tanto, Cuba sufre “las consecuencias de no contar con una reserva de sustitutos debidamente preparados, con suficiente experiencia y madurez para asumir las nuevas y complejas tareas de dirección en el Partido, el Estado y el Gobierno”.[15]

Todas estas declaraciones se hicieron en vivo en la televisión  cubana a una hora estelar. Permiten ilustran la presencia del debate crítico en Cuba al más alto nivel del Estado. Así, Raúl Castro no sólo es el Presidente de la nación, sino también – según parece – el primer disidente del país y el más feroz crítico de las derivas e imperfecciones del sistema.

Salim Lamrani

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de la Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade.

Contacto: lamranisalim@yahoo.fr ; Salim.Lamrani@univ-reunion.fr
Página Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel

Texto original en portugués :
http://operamundi.uol.com.br/conteudo/opiniao/26619/raul+castro+o+verdadeiro+dissidente.shtml

[1] Raúl Castro Ruz, « Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular », República de Cuba, 18 de diciembre de 2010. http://www.cuba.cu/gobierno/rauldiscursos/2010/esp/r181210e.html (sitio consultado el 2 de abril de 2011).
[2] Raúl Castro Ruz, « Intervención del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba en la Clausura del X Periodo de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular », 13 de diciembre de 2012. http://www.cubadebate.cu/raul-castro-ruz/2012/12/13/raul-todo-lo-que-hagamos-va-dirigido-a-la-preservacion-y-desarrollo-en-cuba-de-una-sociedad-socialista-sustentable-y-prospera-fotos/ (sitio consultado el 2 de enero de 2013).
[3] Raúl Castro, « Discurso… », 18 de diciembre de 2010, op.cit.
[4] Ibid.
[5] Raúl Castro, « Toda resistencia burocrática al estricto cumplimiento de los acuerdos del Congreso, respaldados másivamente por el pueblo, será inútil », Cubadebate, 1ro de agosto de 2011.
[6] Raúl Castro, « Texto íntegro del Informe Central al VI Congreso del PCC », 16 de abril de 2011. http://www.cubadebate.cu/opinion/2011/04/16/texto-integro-del-informe-central-al-vi-congreso-del-pcc/(sitio consultado el 20 de abril de 2011).
[7] Raúl Castro, « Toda resistencia… », op. cit.
[8] Raúl Castro, « Discurso… », 18 de diciembre de 2010, op.cit.
[9] Raúl Castro, « Toda resistencia… », op. cit.
[10] Ibid.
[11] Raúl Castro, « Discurso… », 18 de diciembre de 2010, op.cit.
[12] Partido Comunista de Cuba, « Resolución sobre los lineamientos de la política económica y social del partido y la Revolución », op. cit.
[13] Raúl Castro Ruz, « Discurso… », 18 de diciembre de 2010, op. cit.
[14] Raúl Castro, « Informe central al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba », 16 de abril de 2011. http://www.cuba.cu/gobierno/rauldiscursos/2011/esp/r160411e.html (sitio consultado el 2 de enero de 2013).
[15] Ibid.

Opera Mundi
Desde https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel
Fotos AIN_Marcellino VAZQUEZ HERNANDEZ  y archivo

Cuba: Recientes debates y un silencio revelador

miércoles, 3 de octubre de 2012

Iroel Sánchez

“Desde el punto de vista revolucionario, no importan las discrepancias; lo que importa es la honestidad con que se opine. De las contradicciones saldrá la verdad”, escribió Fidel en julio de 2008 y ese me parece fue el espíritu con el que Silvio Rodríguez condujo el debate sostenido en su blog Segunda cita entre los intelectuales cubanos Guillermo Rodríguez Rivera y Enrique Ubieta acerca de temas trascendentes de nuestro presente y porvenir y su relación con el movimiento de ideas en Cuba y otras partes del mundo.

A nadie debería sorprender. Fue una esgrima ideológica en consonancia con el llamado del presidente Raúl Castro a “promover la mayor democracia en nuestra sociedad, empezando por dar el ejemplo dentro de las filas del Partido, lo que presupone fomentar un clima de máxima confianza y la creación de las condiciones requeridas en todos los niveles para el más amplio y sincero intercambio de opiniones, tanto en el seno de la organización, como en sus vínculos con los trabajadores y la población, favoreciendo que las discrepancias sean asumidas con naturalidad y respeto, incluyendo a los medios de comunicación masiva”. Lo que sí puede sorprender a algunos es el silencio absoluto con el que tanto la gran prensa internacional como la industria propagandística contrarrevolucionaria, financiada por el gobierno norteamericano, que tan a menudo tildan de oficialistas y monocordes a los intelectuales cubanos acogieron dicho debate.

Al parecer, al coro que sigue cualquier división entre cubanos para amplificarla y profundizarla no le interesa la discusión cuando es entre revolucionarios, aunque sea conducida por el autor de Ojalá quien es hoy uno de los más influyentes generadores de opinión en la web desde Cuba.

Para el magnate Carlos Saladrigas, que salió de una conferencia en La Habana para un evento conspirativo de la ultrarreacionaria Heritage Fundation en Washington con los patrocinadores del bloqueo y la injerencia en Cuba como Marco Rubio, la dirección de Radio Martí y el entramado de la subversión anticubana, todo el espacio. Para los que, en coincidencia con el candidato de Washington en Venezuela, Henrique Capriles, proclaman luchar “desde abajo y a la izquierda” pero como dice Silvio sólo tienen palabras “para criticar y denostar a los que han logrado hacer cosas concretas desde la izquierda, como por ejemplo tomar el poder”, resonancia y apoyo. Para quienes intenten lavar el expediente, luego de haber ocupado responsabilidades en el Estado o el Partido, y ganarse un puesto en lo que piensan será la Cuba del futuro como jueces de un pasado del que deben distanciarse mientras más pronto mejor, el guiño cómplice.

Los más recientes acontecimientos y las subsiguientes denuncias han descalificado profundamente a la contrarrevolución que se reconoce como tal y hecho evidentes sus vínculos con el gobierno de Estados Unidos. En paralelo, y desde antes, se ha venido produciendo un desplazamiento de la atención mediática y de la difusión en Internet hacia un grupo de actores que, con un lenguaje que cada vez se cuida menos de tomar distancia de la contrarrevolución tradicional, aunque algunas veces se defina de “izquierda”, trata de aprovechar cualquier ausencia o contradicción en la información sobre los procesos en marcha en el país para atacar la legitimidad de las instituciones revolucionarias y su liderazgo, presentándolas como divorciadas de los intereses populares.

Quienes -como demostraron los líderes del sindicato Solidaridad en Polonia- sólo se interesan en los trabajadores para escalar hacia el poder y entregárselo a sus enemigos, a la vez que engordan los bolsillos, necesitan un pueblo alejado de sus dirigentes e instituciones. Nunca olvidemos que Boris Yelsin -el bombardero del parlamento en Moscú y responsable de sumir en la pobreza a 72 millones de rusos en acelerado tránsito al capitalismo salvaje con la privatización relámpago de 122 000 empresas- era, para la prensa occidental, el izquierdista que se enfrentaba a los burócratas en nombre del cambio.

Que los propagandistas de la guerra psicológica contra Cuba hayan tenido que manipular, modificándola de manera burda, la carta de un grupo de médicos revolucionarios que plantea dolorosos problemas en el Hospital Calixto García, como hemos podido ver recientemente, es una muestra ejemplar de que la crítica revolucionaria -por dura que sea- no les interesa. Tampoco el análisis que indague honestamente en los problemas de nuestra sociedad. La agencia de noticias AFP ignoró durante meses un agudo texto del académico Rafael Hernández que aborda zonas muy contradictorias de nuestra realidad y especialmente de los jóvenes cubanos en relación con la emigración, pero bastaron unas  horas para que amplificara la obra maestra desconocida de un fantasma que le respondía.

Me parece cardinal la definición de Silvio, cuando a propósito de esta polémica dijo que para ser de izquierda -al menos en nuestra condición de cubanos y latinoamericanos- es imprescindible ser antiimperialista. El imperialismo no es confesional, y lo sabemos no sólo por sus alianzas con el Talibán. La mejor investigación que conozco sobre la Guerra Fría cultural de la CIA demuestra con amplitud cómo Estados Unidos financió y alentó una “izquierda no comunista” contra la URSS, y Fidel, al referirse a la conspiración de ultraizquierda en Granada que abrió las puertas a la 82 División Aerotransportada, afirmó: “Es algo que, o lo hizo la CIA, o de lo contrario no habría podido hacerlo más perfecto”. Que exista una intención similar con Cuba dentro del amplio abanico de acciones imperialistas contra el país, a nadie extrañaría, más si ya hay “izquierdistas” que comulgan con la quinta columna armada por Washington. Y la mejor manera de enfrentar esa posibilidad y toda la campaña mediática y subversiva que alienta Estados Unidos es el fortalecimiento del papel democratizador de nuestra prensa, de nuestras organizaciones políticas, de masas y sociales y nuestras instituciones que se acordó en los objetivos de la Primera Conferencia Nacional del Partido; porque -como nos acaba de demostrar el debate entre Guillermo y Ubieta- mientras más amplia y honestamente se expresen los revolucionarios más aislado quedará un oportunista y menos argumentos habrá para quienes lucran con nuestros problemas.

Artículos relacionados:

A 39 años del golpe en Chile: La crítica de un revolucionario insobornable

martes, 11 de septiembre de 2012
Por Andrés Figueroa Cornejo

Guillermo Rodríguez, ex militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria; rebelde inoxidable, protagonista en la construcción de los esbozos de poder popular durante 1973 y luego de la resistencia contra la dictadura pinochetista; exiliado y retornado clandestinamente a 6 años de impuesta la tiranía; torturado hasta perder las cuerdas vocales, salvado a última hora del fusilamiento, no olvida. Es más,  no olvida y la memoria es para "El Ronco" materia de aprendizaje, acumulación histórica y política de los trabajadores y el pueblo, y crítica lúcida para las luchas actuales. No se fue para la casa, ni engordó los servicios de inteligencia de la Concertación. No es autoflagelante ni se escuda tras la ironía de los que ya no quieren ofrecer combate al capitalismo.

Esta entrevista es una mirada posible, un testimonio crítico de la tragedia chilena a casi cuatro décadas de la destrucción del proyecto de la Unidad Popular y Salvador Allende por el imperialismo, las clases dominantes titiriteadas por el capital transnacional y los errores de la propia izquierda de la época.

-¿Qué hiciste el 11 de septiembre de 1973? ¿En qué andabas? ¿Dónde te encontró la mañana? ¿Cuándo supiste que el golpe era cierto? ¿Qué edad tenías?

"Tenía 21 años. Ese día me iba a casar. Durante varios días habíamos estado acuartelados esperando el Golpe y un par de días antes mi jefe político me informó que Allende estaba en vías de llamar a un plebiscito, lo que nosotros llamábamos “golpe blando” y que ya todas las fuerzas políticas estaban informadas de esto. Por eso se levantó el acuartelamiento que sosteníamos, se guardaron las armas y cada uno se fue a sus casas a retomar la vida normal. En mi caso, nos levantamos muy temprano porque me casaba por el Civil. Yo estaba parando en la población la Victoria pero nos casábamos en Ñuñoa, por lo que, dado las dificultades de transporte de la época, salimos muy temprano para alcanzar a llegar. No escuchamos radio ni nada. Sólo al llegar a Alameda como a las 7.15 vimos camiones de milicos, pero no nos llamó la atención porque en esa época se veía mucho milico por la calle por la Zona de Emergencia que decretaba el Gobierno. Recién al llegar a Ñuñoa nos dimos cuentas que era golpe. Mi suegro era militante revolucionario, mi pareja también, así que ahí mismo nos separamos y cada uno se fue por sus medios a su respectivo frente. Ethel se fue hacia La José María Caro, mi suegro a su población y yo me fui al Cordón Cerrilllos."

- ¿Habías subestimado las fuerzas de la burguesía?

"Nosotros habíamos discutido muchas veces el tema y estábamos convencidos a nivel de Dirección Local Cordón Cerrillos en el MIR, que el golpe venía sí o sí, particularmente porque las salidas intermedias como el golpe blando no iban a detener el desarrollo del sector de masas que venia intentando construir Poder Popular. Sin embargo la Comisión Política pensaba que la convocatoria a plebiscito de Allende abriría un nuevo período y realineamientos de fuerzas, por lo que el golpe militar fue una sorpresa real. El MIR había denunciado a los golpistas, incluido a Frei, y sabía de los planes de la Marina (por el caso de los marineros detenidos por organizarse para frenar el golpe, pero se equivocaron al pensar que la maniobra de Allende del plebiscito detendría la ofensiva reaccionaria)."

 LA RESISTENCIA

-¿Hubo resistencia desde tu experiencia? ¿De qué tipo?

"Nosotros como GPM 4 (Grupo Político Militar, nombre de la estructura orgánica local) nos reunimos alrededor de las 10.00 en la Industria Perlack. Llegó la mayoría de los responsables del trabajo de masas y resolvimos primero buscar información de lo que ocurría en el país, contacto con nuestra dirección, acopiar medios para poner en práctica en Plan de Defensa que habíamos construido. La exploración del terreno y la información que recogimos nos indicaba: no sabemos lo que pasa en el resto del país ni de la ciudad, no hay responsables políticos ni dirigentes del cordón cerrillos en sus industrias con quienes coordinar algo. Plantada así las cosas, decidimos levantar barricadas y preparar un pequeño y reducido grupo con las escasas armas que teníamos, mientras en Perlack un grupo de obreros armaba granadas caseras. No mucho después entró a la zona un jeep de la aviación, el que se replegó y más tarde comenzó un helicóptero a ametrallar la barricada en pases sucesivos. Se retiraron quienes estaban en la barricada (la mayoría mujeres) y luego de una pasada se logro neutralizar al helicóptero con fuego de dos armas largas que teníamos. El helicóptero se fue y ya no volvió. Durante la tarde los pocos trabajadores que permanecían junto a nosotros se fueron y levantamos la barricada. Nos trasladamos a una casa de acuartelamiento y se decidió constituir una pequeña fuerza operativa que al menos saliera a hostigar a los golpistas durante la noche. Ya estaba claro que Allende había muerto en la Moneda, pero seguíamos sin saber que pasaba en otros lados, sin comunicación alguna. Salimos al anochecer en un grupo de veinte compañeros bien armados porque logramos recuperar armamento que otros partidos habían botado. Íbamos a asaltar la comisaria de Maipú preparados para un combate de encuentro, cuando lamentablemente un grupo de compañeros que venía a sumársenos entró en la zona de emboscada a bordo de un vehículo similar a los de las FFAA. Lamentablemente abrimos fuego y un compañero resultó muerto por nuestra propia acción. Desmoralizados respecto de la misión principal, nos devolvimos al camino principal tendiendo nuevas emboscadas, pero ya nadie más circuló por esa vía durante la noche. Al otro día nos replegamos porque la fuerza que llegó a la zona era enormemente superior y ya sabíamos que no había mayor resistencia en Santiago."

 -¿Cuál era tu situación en el partido? ¿Qué hizo el MIR el 11?

"En el MIR yo era Encargado Militar de Masas del GPM 4 y tenia similar puesto en el Cordón Cerrillos, el frente social. El Mir no pudo articular ninguna respuesta a escala nacional ni regional, salvo la intentona de la CP con parte de Fuerza Central en la zona de San Joaquín en conjunto con una fracción del PS que es conocida como los enfrentamientos de la Legua."

 -¿Y el pueblo y los obreros?

"El pueblo y las masas venían retrocediendo desde junio del 73 a partir de la aprobación de la Ley de Control de Armas que entregó a las FFAA la facultad de allanar industrias y frentes sociales, particularmente después del allanamiento de Lanera Austral donde fueron asesinados dirigentes sindicales. Por otro lado, la detención de marinos antigolpista, las torturas infringidas por haber intentado detener a los oficiales golpistas había jugado en dos sentidos: de una parte hacia los pocos soldados, marinos y aviadores que estaban de parte del pueblo, que entendían claramente que Allende por su respeto a la legalidad burguesa no los respaldaba, y por otro lado, una clara señal hacia las masas mas radicalizadas, que no había determinación de enfrentar a los golpistas. Ello significó que ya cuando las FFAA comenzaron a allanar industrias, comenzó el reflujo de masas. La mayoría de los trabajadores se fue para sus casas, salvo en algunas industrias, sin intentar ningún tipo de resistencia."

 -¿Cómo evalúas la resistencia desde los primeros momentos del golpe? ¿Cuáles fueron trabajadores? ¿Cómo reaccionaron?

"Salvo en La Moneda, el intento de La Legua y algunos conatos como el nuestro, no hubo resistencia mayor al golpe que se consolidó a partir de la sorpresa, la rapidez y brutalidad de las acciones (bombardeo a La Moneda) y la unidad de las FFAA."

 -¿Qué pasó contigo?

"Yo regrese a la zona dos días después a rescatar las armas. Las escondimos y no logramos salir de allí,  siendo detenido junto a seis compañeros. Pasé dos o tres meses detenido sin que supieran quiénes éramos (pasábamos por detenidos por toque de queda), pero finalmente fue detenido en Maipú uno de los heridos del incidente mencionados quien me delató. Fui condenado por Consejo de Guerra a 23 años por mis actividades y expulsado del país en 1977 regresando de manera clandestina a la lucha en 1979."

"LA LUCHA DE CLASES ES UNA GUERRA MÁS O MENOS ENCUBIERTA"

-¿Cuáles fueron las principales debilidades del MIR y del resto de la UP ante un golpe que cambió el orden de las cosas de un país hasta nuestros días?

"Debilidad política: creer que era o es posible un cambio revolucionario sin violencia y dentro de la legalidad. En el caso del reformismo, no tener ninguna alternativa o variable para resistir el golpe o trabajo militar de masas (lo que años después ellos llamarían “el vacío histórico). En el caso del MIR, haber galopado en dos caballos estratégicos pero sin asumir ninguno en profundidad: ni guerra del pueblo, ni insurrección. Digo esto porque el partido se abrió a las masas, perdió clandestinidad, se expuso totalmente en la variable trabajo de masas- respuesta insurreccional, y fue absolutamente inconsecuente con su propia estrategia de guerra popular.

-¿Cuáles son tus principales aprendizajes como revolucionario respecto del golpe?

"Lo que ya sabíamos de antemano: que la lucha de clases es una guerra más o menos encubierta, y que levantar una política revolucionaria significa asumir consecuentemente que se enfrenta a un poder militar superior y por tanto que la lucha armada debe asumirse con y desde las masas en una estrategia de acumulación de fuerzas y de desgaste del enemigo  a largo plazo."

Enviado por su autor, periodista chileno radicado en Buenos Aires y publicado en su blog La hora de los Justos
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