Por Álvaro Montero Mejía
Hace
ya muchos años, desde el modesto espacio territorial y humano de este
pequeño lugar del mundo llamado Costa Rica, nos propusimos hacer un
esfuerzo por mantener celosamente guardada esa prerrogativa de caminar
con nuestros propios pies y pensar con nuestra propia cabeza.
Nuestras
convicciones internacionalistas y los maravillosos ejemplos de esas
luminosas luchas revolucionarias de muchos hombres y mujeres en Nuestra
América, nos indujeron desde nuestra temprana infancia intelectual, a
encontrar en ellas motivos de entusiasmo, de emocionado aplauso y
algunas veces -era inevitable- de simple imitación o copia.
Las
viejas epopeyas en distintos lugares del mundo nos permiten, por el
tiempo transcurrido, hablar o discurrir sin ninguna muestra de
servilismo o adulación. Pero hay nuevas epopeyas, sobre todo para los
que ya cargamos bastantes años. La vida nos dio el tiempo necesario para
observar el ascenso de China, el triunfo monumental del Vietnam heroico
y sobre todo, para seguir de cerca, paso a paso, la más grande epopeya
popular y revolucionaria de nuestra América, la Revolución Cubana. Y
ahora, con el recurso inagotable de la energía y el amor por la libertad
de los pueblos, esa misma lucha, con sus particularidades propias, es
justamente continuada por nuevos y valerosos esfuerzos en Venezuela,
Ecuador, Brasil, Uruguay, Bolivia y otros Estados del Continente.
De
modo que, sin olvidar nuestros deberes propios, es muy fácil sentir
nuestro corazón inflamado por los éxitos de esos pueblos hermanos y
olvidarnos que la vida nos exige, estemos donde estemos, darle a
nuestros esfuerzos el carácter particular y nacional que no borra, ni
disminuye, el principio del internacionalismo que Bolívar hizo suyo y
que Cuba y Fidel, han llevado al más alto grado de compromiso humano,
ahora con sus millares de maestros y médicos repartidos en los confines
de la geografía americana y más allá.
Nosotros,
modestos luchadores sociales costarricenses, humanistas comprometidos
hasta las últimas consecuencias con los valores construidos por nuestro
pueblo, seguros de que sólo las ideas justas provocan cambios sociales
una vez que prenden y se instalan en la conciencia de las grandes
mayorías, queremos afirmar en ocasión del 86 aniversario del Comandante
en Jefe Fidel Castro Ruz que hoy, ninguna de las grandes luchas
democráticas, patrióticas y revolucionarias desplegadas a lo largo y
ancho del Continente, sería posible, como cierta su victoria, si Cuba y
Fidel no estuvieran allí, si no se hubieran mantenido allí, habiendo
desplegado en estos últimos 50 años, sin desfallecer un solo instante,
la voluntad de resistencia, de compromiso, de sacrificio, de amor por la
verdad y denuncia tenaz de las acciones imperiales en esta que es, la
batalla decisiva.
Podemos
decir ¡Feliz Cumpleaños Comandante!, aunque la mayor felicidad sea la
nuestra, por haber transcurrido nuestra vida viendo a Fidel actuar
junto a su pueblo, convertirse en el más formidable instrumento de
formación política multitudinaria que recuerda la historia americana;
por ser un referente inagotable de los que tienen hambre y sed de
justicia en cualquier rincón de la tierra y de los que necesitamos un
punto de partida para conocer el verdadero origen de los dramas sociales
y económicos de nuestro tiempo; por alentar y dirigir las batallas
memorables que permitieron la liberación de una buena parte del
continente africano; por cambiar, en su vejez fructífera, la tribuna por
la pluma, escribir incansablemente y poner al día a millones de hombres
y mujeres sobre los aspectos centrales de la causa humana; por
demostrar que se puede vivir con apego a los principios y ser, siempre,
el amigo infalible de todos los que amamos la libertad, sin distingos de
ninguna naturaleza ¡Gracias Fidel!
San José, Costa Rica, 13 agosto 2012
* Político, abogado, escritor, economista, politólogo y productor de televisión de Costa Rica.
Dibujo J. L. Fariñas (Cuba)
JORDI PUJOL, 50 AÑOS DE CDC, MÁS EL EMÉRITO.
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