Iremos insertando, a partir de este artículo, las siguientes ocho partes que lo completan y que resultan un valioso -y minucioso- estudio sobre la heroica gesta del pueblo cubano por llevar la luz del saber a todos sus compatriotas:
La Campaña Nacional de Alfabetización. Los antecedentes históricos
Por Felipe de J. Pérez Cruz
El próximo 22 de diciembre se conmemorará en Cuba el 50 aniversario del triunfo de la Campaña Nacional de Alfabetización. Un hecho tan multilateralmente decisivo como lo fue la alfabetización, con un sesgo de innegable epopeya, precisa cada cierto tiempo de la introspección histórica, para que la hazaña se acerque más con sus contenidos reales, con las heroicidades, los problemas, los muchos aciertos, que en conjunto empujaron a los hombres y mujeres, y estos a los acontecimientos.
Los antecedentes históricos de aquel diciembre de 1961, se remontan precisamente al momento fundacional de la pedagogía y la escuela cubana a principios del Siglo XIX.
Educación popular y alfabetización
La batalla por la educación marcará con su impronta el nacimiento de la escuela cubana al finalizar el siglo XVIII. Los promotores de este movimiento educacional al que identifico por su contenido y esencia por la nación y la escuela cubana, comprendieron que la desatención a la enseñanza primaria, a la alfabetización y la escolarización del pueblo, no eran un producto de la falta de perspectivas que caracterizó a la monarquía española en diversos frentes del gobierno colonial: Constituía en sí mismo un principio de su política de freno al desarrollo autóctono del país, un mecanismo más de dominación, de hegemonía política e ideológico cultural. La misión histórica de este primer movimiento educacional, fue la fundación de la escuela nacional. Los conceptos de alfabetización y educación popular y los modelos educativos que crecen desde este sustrato político ideológico, rebasarán, desde su génesis, lo meramente instructivo. Habrá una definida concepción política de la misión emancipadora de la educación. La alfabetización, como punta de lanza de la educación popular estará insertada en todos los programas políticos de matriz emancipadora.
Coincidente con las primeras etapas de la lucha independentista en América, en Cuba el tema de la alfabetización y la educación popular, está presente desde el primer proyecto cultural reformista de finales del Siglo XVIII, hasta la lucha definitiva y cruenta por la independencia nacional en el Siglo XIX. En su seno surgen las figuras cimeras de Félix Varela (1788-1853) y José de la Luz y Caballero (1800-1862) y José Martí y Pérez (1853-1895) en las que se encuentran las bases de la pedagogía y de todo el desarrollo posterior de la teoría educacional en el país.
ANALFABETISMO EN CUBA. SIGLOS XVIII y XIX
Censo | Población | Analfabetos |
1774 | 172 620 | 1 03572(1) |
1861 | 1 396530 | 1 128 293 |
1887 | 1 631687 | 1 179 357 |
1889 | 1 572797 | 690 565 |
(1)Dato tomado de Ramiro Guerra: Historia de Cuba., La Habana 1943.
La prioridad del tema educacional era notable entre los hombres del 1868. El manifiesto con que Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874) proclamó el 10 de octubre de 1868 el inicio de la guerra de liberación nacional, demuestra como el problema educacional calificaba entre los más centrales temas de la ruptura independentista.
En las luchas independentistas
La alfabetización y la educación popular crecieron en la manigua insurrecta, se institucionalizaron en leyes y decretos como la primera Ley de Instrucción Pública de la República de Cuba en Armas. En pleno campo de batalla Rafael Morales (1845-1872) –Morralitos- crea la primera cartilla revolucionaria de la pedagogía nacional. Similar tarea realiza Daniel Fajardo Ortiz en la guerra que se inicia en 1895[i]. Estos educadores en campaña legaron una base metodológica de educación que enseñaban a leer desde la frase ¡Viva Cuba Libre! Los maestros mambises iniciaron una inédita práctica de pedagogía en combate que llegó hasta los días de la última Guerra de Liberación y se continuó en numerosas misiones internacionalistas a lo largo de las últimas décadas del Siglo XX.
En el ideario pedagógico y el proyecto educativo de José Martí, se encuentra el cuerpo más coherente de la pedagogía revolucionaria cubana de la época. La posición humanista, significadora –enemiga de todas las discriminaciones-, democrático y antimperialista del Maestro Martí, conformó la tradición revolucionaria de una escuela, que se mantuvo al centro de las luchas populares, que predicó con Martí su sabia concepción de que sin independencia y soberanía no existía espacio para la cultura cubana. Martí esbozó un novedoso programa educativo cultural revolucionario, sus conceptos sobre educación popular y los métodos de masas para resolver las urgencias instructivas y educacionales, el analfabetismo en particular, se inscribieron entre los más sentidos anhelos del movimiento magisterial y progresista cubano, y nos acompañaron en las luchas contra la educación oligárquica y clerical colonialista y neocolonialista.
Martí apreció profundamente la dialéctica relación existente entre el desarrollo cultural de los pueblos y su mayor o menor disfrute de libertad, y en esta apreciación estaba unida a la acción práctica, revolucionaria, por transformar la realidad. Así los conceptos martianos de cultura, educación y lucha política se vinculan estrechamente con el progreso social y con el desarrollo y formación progresiva de la libertad que caracteriza de modo sustancial ese progreso. Este seria, precisamente, uno de los puntos de contacto más interesantes del pensador latinoamericano con los padres del marxismo[ii]. Hay que subrayar, como Federico Engels (1820 -1895) enfatizaba, que la historia de la humanidad demuestra que cada paso en el camino de la cultura, es un paso hacia la libertad[iii].
La alfabetización y la actividad literaria y artística, están en la base de los primeros movimientos articuladores del naciente movimiento obrero latinoamericano y caribeño a mediados del Siglo XIX, para convertirse ya iniciado el Siglo XX, en pujante esfera de la labor del sindicalismo revolucionario. En Cuba desde mediados de la decimonona centuria surgieron junto a los centros proletarios y las lecturas en las tabaquerías, las aulas para la alfabetización de los artesanos y trabajadores. Aquí dio su aporte sustancial Enrique Roig San Martín (1843-1889) y este fue el escenario privilegiado de la fructífera amistad de José Martí con Carlos Baliño (1848-1926), quien es reconocido como el primer pensador marxista cubano. El patriotismo independentista y la educación popular también serían puente de unión y compromiso revolucionario de Martí con el mulato Juan Gualberto Gómez (1854-1933), promotor de las luchas contra la discriminación racial, por la instrucción y civilidad del pueblo afrocubano.
Frente a quienes con la intervención y la ocupación militar de la Isla en 1898 por los Estados Unidos, hicieron naufragar la República independiente y soberana, una masiva campaña de educación popular y alfabetización realizada en pleno gobierno interventor, hecha con agudo sentido patriótico, fue el valladar más eficaz para hacer fracasar los planes anexionistas.
En solo 8 meses –de diciembre de 1899 a agosto de 1900 – sin libros de texto suficientes, ni mobiliario, ni edificios adecuados, ni personal calificado, prácticamente sin recursos los cubanos crearon en el país 3001 escuelas. Más del 10,5 por ciento del número existente en 1899. Muchos de los locales asignados a las tropas colonialistas, cuarteles, guarniciones, barracas de personal y almacenes, pasan a ser convertidos en escuelas, reafirmando la voluntad de paz del pueblo cubano. La matrícula alcanzó un promedio de 180 000 alumnos, la asistencia de los escolares llegó a 135 000 alumnos, cien mil más que los que iban a las escuelas en 1893, antes de que la población infantil fuera diezmada por la reconcentración del genocida Capitán General Valeriano Weyler[iv], y finalmente al bloqueo de la marina estadounidense. En ello brilló el genio del maestro Enrique José Varona (1849-1933), Esteban Borrero Echeverría (1849-1906) y un grupo de insignes educadores mambises.
En la república neocolonial
El impacto de la Revolución Mexicana (1910) y de la Revolución de Octubre (1917), recorrió el continente, e incentivó junto con las luchas políticas, las campañas por la reforma universitaria, la educación popular y la alfabetización. En el movimiento obrero se consolidaron las acciones de formación y alfabetización, junto con el avance de las agrupaciones socialistas y marxistas. Las escuelas racionalistas desde la península otrora Metrópoli, se establecen en toda la América hispana. Y desde Córdova en Argentina (1918) se extendió el movimiento de reforma universitaria. En Cuba la Federación Obrera de La Habana fortalece la labor de las escuelas racionalistas a partir de 1922, con la participación del maestro internacionalista isleño José Miguel Pérez (1896-1936), el entusiasmo aglutinador del sindicalista Alfredo López (1894-1926) y la experiencia del veterano combatiente proletario Carlos Baliño. Mientras, desde el reclamo de reforma universitaria de las juventudes estudiantiles, se crea por Julio Antonio Mella (1903-1929) la Universidad Popular José Martí en 1923[v].
La demanda de una campaña de alfabetización y la lucha por la educación popular unen en el escenario cubano las vanguardias históricamente más conscientes del movimiento obrero y estudiantil. Se trata de la llegada al escenario del combate educacional y social de una nueva generación que liderará un despertar de la conciencia nacional.
La inmensa tarea político-cultural de concebir hacer educación popular, de alfabetizar, asumida como misión libertaria sería uno de los escenarios en el que se fraguó el nuevo destino del movimiento liberador cubano. De la mano de Martí se comprendería mejor el extraordinario esfuerzo cultural de los bolcheviques y junto a Vladimir Ilich Lenin (1870-1924), el Comisario de Instrucción Pública Anatoli V. Lunacharski (1875-1933), quedaría por siempre entre las figuras seguidas por quienes en la Mayor de las Antillas se aprestaban a emprender el camino de la Revolución Social.
Desde la experiencia de las escuelas racionalistas, en la Universidad Popular, y en el propio proceso de la reforma universitaria, la cosmovisión marxista y leninista, que se consolida con la fundación del primer partido comunista, se incorporaría al legado ideológico de la educación cubana. La precisión desde la teoría marxista y leninista sobre el papel de la escuela en la lucha de clases, y en consecuencia, la claridad política de cuál debía ser la orientación estratégica de la lucha educacional en el seno del Estado neocolonial, se forjó articulada y enriquecida por el legado martiano. Con Julio Antonio Mella el pensamiento marxista rescató el proyecto educacional de liberación humana y el programa cultural nacional liberador de José Martí.
Precisamente Julio Antonio Mella con la fundación de la Universidad Popular José Martí, fijó un trascendente momento de continuidad y ruptura, dado en la feliz articulación de la tradición nacional revolucionaria con el socialismo científico[vi]. Fue definitivo en esta articulación del pensamiento martiano con el marxismo en la teoría y la práctica educativa cubana, la comprensión de la avanzada concepción del prócer cubano sobre la educación en su unidad con la acción revolucionaria por transformar la realidad.
La dialéctica martiana y marxista de la cultura – y la educación -, como crecimiento de la libertad humana, sería precisamente, el nudo conceptual de la Universidad Popular José Martí. Así los conceptos martianos y marxistas de cultura y educación se vinculan estrechamente con el movimiento de liberación nacional del país, como combate por el desarrollo y formación progresiva de la libertad, y permiten precisar una de las formas específicas en que se articuló el marxismo con la historia de la educación y la cultura cubana[vii].
En la república lo mejor del magisterio, además de su combate académico, participó en las luchas revolucionarias del pueblo[viii]. La alfabetización y la educación popular se incorporaron por derecho propio a todos los programas revolucionarios en el Siglo XX cubano. Estos anhelos compartidos se inscribieron en las conquistas de la Constitución de 1940, y en la movilización patriótica para hacer realidad en acciones y leyes complementarias estas conquistas[ix].
En la nueva situación revolucionaria
El nuevo movimiento educacional cubano tendría que nacer, necesariamente, desde la más amplia articulación de los sectores nacional populares, como parte sustancial de un proyecto mayor de definitiva liberación nacional, liderado por una nueva vanguardia cultural y política, capaz de asumir las demandas de la Educación, de los maestros y de sus potenciales alumnos.
Las premisas sociopolíticas para este movimiento educacional ya estaban dadas a desde finales de la década del cuarenta. Se constatan de manera particular en la sostenida demanda de maestros y escuelas que llegaba desde los campos cubanos, en los acuerdos de los congresos obreros, y en un definido movimiento de opinión pública que alrededor del problema del analfabetismo se desata desde los principales órganos de prensa, colegios profesionales y asociaciones no gubernamentales. Era tal la presión social alrededor del problema del analfabetismo que con la demagogia que caracterizaba el gobierno “auténtico” [x], de Carlos Prío Socarras (1903-1977) llegó a planificar – en papeles y declaraciones, por supuesto -, una campaña de alfabetización en 1950, dos años antes del cuartelazo militar que precipitaría el nuevo y definitivo estallido revolucionario[xi].
POBLACIÓN EN EDAD SUPERIOR A LOS 10 AÑOS
AÑO | TOTAL DE HABITANTES | ANALFABETOS | % | % URBANO | %RURAL |
1943 | 3 57 5481 | 1 024 584 | 22,1 | --------- | ----------- |
1953 | 4 376 529 | 1 032 849 | 23,6 | 11,6 | 41,7 |
Fuente: Censo de 1943, Censo de 1953
El proceso histórico que bosquejo confirma como no fue una casualidad el hecho de que el tema educacional ocupara un rol sustancial en el programa liberador del Moncada, y que en él se detuviera con particular énfasis Fidel Castro Ruz (1927- ) en La Historia me absolverá, su alegato de autodefensa en el juicio por los acontecimientos del 26 de julio de 1953. Precisamente uno de los tópicos centrales del documento sería la crítica al estado de crisis en que se encontraba la educación nacional y la propuesta de una política educacional que tendría por centro la dignificación de magisterio nacional, la reforma integral del sistema de enseñanza y la lucha contra el analfabetismo
El profundo pensamiento antimperialista y avanzado programa social de José Martí fue retomado por Fidel, y desde este se propuso desarrollar para el país un nuevo proyecto histórico cultural. La alfabetización y la educación popular serían asumidas por este proyecto revolucionario, como componentes imprescindible de la batalla por la toma del poder político.
Así se alfabetizó desde los primeros tiempos de la guerrilla, y mucho más cuando el Ejército Rebelde comenzó a liberar y consolidar territorios y se crearon los frentes guerrilleros.
Ernesto Che Guevara () inicio la labor de alfabetización de los primeros campesinos incorporados al naciente Ejército Rebelde. Cuando en la sorpresa de Altos de Espinosa, el 9 de febrero de 1957 cae herido de muerte el combatiente Julio Zenón Acosta, el Che Guevara anota en su Diario con evidente emoción: Fue mi primer alumno en la Sierra, estaba haciendo esfuerzos por alfabetizarlo y en los lugares donde nos deteníamos le iba enseñando las primeras letras, estábamos en la etapa de identificar la A y la B, la E y la I. Con mucho empeño, sin considerar los años pasados sino lo que quedaba por hacer, Julio Zenón se había dado a la tarea de alfabetizarse... [xii].
La obra educacional del Ejército Rebelde alcanzó su máximo desarrollo en el II Frente Oriental “Frank País”. Este trabajo realizado en un área de aproximadamente 12 000 kilómetros al norte de la provincia de Santiago de Cuba, con una población eminentemente campesina superior al medio millón de personas, fue taller y preludio de las transformaciones educacionales que llevarían a cabo los guerrilleros al tomar el poder. La primera campaña de alfabetización - testimonia el General de Ejército Raúl Castro Ruz, entonces comandante jefe del II Frente - que se llevó a cabo en esas zonas se realizó bajo la orientación de nuestro Departamento de Educación y tuvo un carácter masivo, de modo que abarcó tanto a los combatientes del Ejército Rebelde como a muchos hombres y mujeres que hasta entonces vivían dentro de la más profunda ignorancia[xiii].
*Lic. en Educación en la especialidad de Historia y Ciencias Sociales. Profesor e investigador. Presidente en la Ciudad de La Habana, de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC)
[i] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: La educación y la pedagogía cubanas en el movimiento nacional liberador. Una visión panorámica de las revoluciones en los Siglos XIX-XX, en Beatriz Rajland y María Celia Cotarelo: La Revolución en el Bicentenario. Reflexiones sobre la emancipación, clases y grupos subalternos, CLACSO, Buenos Aires, 2010, p 229-251.
[ii] El proyecto educativo martiano: Principios para la praxis en el siglo XXI. Revista Docencia, Lima, Año II, No. 6, noviembre del 2002, p 50-56)
[iii] Federico Engels: Anti-Dühring, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1961, p.13.
[iv] Ver: Emilio Roig de Leuchsenring: El presidente Mc Kinley y el Gobernador Wood, máximos enemigos de Cuba Libre. Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, La Habana. 1961, p 41-42
[v] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: “La Universidad Popular José Martí”, en Mella y la Revolución de Octubre, Editorial Gente Nueva; La Habana, 1980, p 20 28.
[vi] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Julio A. Mella y los fundamentos de marxismo en Cuba., Revista Contracorriente, La Habana, enero- marzo, 1997, Año 3, no. 7, p 27-55.
[vii] De similar manera, hundiéndose en la tradición y la explicación del mundo andino, en la América india, la Universidad Popular González Prada y José Carlos Mariátegui, marcarían también su derrotero de singularidad.
[viii] Ver: Baldomero Expósito Rodríguez y otros, Apuntes del movimiento de los trabajadores de la educación 1899-1961, La Habana, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1985; Rolando Buenavilla Recio, La lucha del pueblo por una escuela cubana democrática y progresista en la República Mediatizada. Década del veinte a década del cuarenta. Tesis de grado a candidato a doctor en ciencias pedagógicas, Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, La Habana, 1990; MINED de la República de Cuba, La educación en los Cien años de lucha, La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1968; Gaspar Jorge García Galló, Bosquejo histórico de la educación en Cuba, Ciudad de la Habana, Editora de Libros para la educación, 1974.
[ix] Ver: Juan Marinello “Por la escuela cubana en Cuba libre. Declaraciones y finalidades”, La Habana, mayo 31 de 1941; “Por una enseñanza democrática”, La Habana, 1945; “La agresión oficial a la docencia”, La Habana, marzo 22 de 1953, Biblioteca Nacional José Martí, Colección Cubana Fondo Manuscrito Juan Marinello. También Ángel Niolan: “Guerra a muerte al analfabetismo”, Crónica, La Habana mayo 15, 1949; Ana Moya de Perera, “El analfabetismo en Cuba”, Bohemia, La Habana, 25 de septiembre de 1949; César Godoy Urrutia, “Inventario de analfabetismo en América”, Crónica, La Habana, 6 de diciembre 1951.
[x] Se refiere al nacional reformista Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), fundado el 8 de febrero de 1934 por el expresidente Ramón Grau San Martín (1881-1969) y un grupo de sus seguidores en el llamado Gobierno de los 100 Días. Sus gobiernos fueron extremadamente corruptos.
[xi] Ver: Decreto No. 195 de 7 de marzo de 1950. Reglamento general para la Campaña Nacional de Alfabetización”, Gaceta Oficial de la República de Cuba, La Habana, año XLIII, Tomo Quincenal No. X, número anual 119, p.10058 y siguientes
[xii] Ver: Pedro Álvarez Tabío y otros, Diario de la Guerra, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1991, 287
[xiii] Raúl Castro Ruz: Discurso en el XXX Aniversario de la fundación del II Frente Oriental "Frank País", en: Asela de los Santos Tamayo: Con visión de futuro. Testimonio sobre la Campaña Educativa. 1958, Editorial Pueblo y Educación, 1998, p 30.
Imagen agregada RCBáez
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