Por Freddy Bernal, @FreddyBernal
Es
bien pertinente la polémica diplomática y política, generada por el
“grito de dignidad e indignación”, del aún presidente del Uruguay, el
compañero Pepe Mujica, frente a la dantesca situación de los DDHH, la
corrupción (incluyendo la policial-judicial) y del Derecho a la Vida en
México.
Independientemente de la opinión que se tenga sobre el Estado
mexicano, sin duda cobra vigencia el debate conceptual sobre los “Estados Fallidos”
para: 1.- Justificar invasiones e injerencias extranjeras en países
soberanos; 2.- Reafirmar el respeto inalienable al derecho a la
autodeterminación de los pueblos, y el legítimo derecho a la rebelión
ante la opresión despótica de las minorías y/o; 3.- Ejercer la
imprescindible solidaridad internacional, con el fin de reforzar la
lucha frontal contra la corrupción a todos las niveles y el respeto al
Derecho a la Vida y los DDHH en todos los pueblos del mundo.
Ha
sido inevitable que el Estado burgués mexicano, cada vez más sumiso y
obediente a los intereses del Estado norteamericano, se haya convertido
en lo que los gringos llamaron desde los 80 del siglo pasado, un “Estado Fallido”, entendido este por ser
un fracaso social, político, y económico, caracterizándose por tener un
gobierno tan débil o ineficaz, que tiene poco control sobre vastas
regiones de su territorio, no provee ni puede proveer servicios básicos,
presenta altos niveles de corrupción y de criminalidad, refugiados y
desplazados, así como una marcada degradación económica, solo que al ser México un aliado imperial y formando parte de la “Alianza del Pacífico”, EEUU no le aplica la condición de “Estado Fallido”
que tanto promovió y promueve, para justificar intervenciones
militares, económica y diplomática como esencia de la política exterior
de R. Reagan; G. H. W. Bush; B. Clinton; G. W. Bush (II), hasta el
actual “Premio Nobel de la Paz”; B. Obama.
Parecen
obvias las responsabilidades que tiene EEUU, por la influencia que
ejerce el narcotráfico, la legitimación de capitales provenientes del
delito (“lavado de dólares”), el tráfico de armas, los ejércitos
paramilitares, etc., como lo señalo en su oportunidad el expresidente
Calderón, en la “crisis humanitaria” que aquejan a México. Difícil
controvertir la hipótesis que señala estos factores como génesis y
determinantes de la situación mexicana y colombiana, lo que
paradójicamente los hace a la vez susceptibles de ser considerados de
facto un “Estado Fallido” a los fines de la dominación imperialistas,
aunque retóricamente no lo declaren.
Por
nuestra parte, una de las primeras resoluciones provenientes del primer
encuentro del FIVSAP, fue manifestar la solidaridad con los estudiantes
de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero. Pero este no es el debate que
los medios promueven.
Una
vez roto el cerco de silencio impuesto a los defensores de los DDHH y
familiares de los estudiantes desaparecidos, las corporaciones
mediáticas transnacionalizadas solo se han limitado a dar información
escandalosa y amarillista, fomentada y promovida por la cúpula política
mexicana. Sin respeto alguno por los deudos. “Denunciando” más fosas
comunes, viejas o recientes, distintas a las de los 43 estudiantes
normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, sin identificar víctimas ni
victimarios responsables. Una información que no pueden censurar, ante
las dramáticas y reales denuncias, con inmensas movilizaciones del
pueblo mexicano indignado, ante lo cual la jauría mediática tratan de
desorientar y saturar hasta agotar, haciendo del crimen y el horror un
espectáculo, algo “inevitable” y fatalmente cotidiano, como lo han hecho
en todas sus guerras y crisis humanitarias que generan.
En
lo nacional, llama la atención, el silencio cómplice de la dividida
MU$, el mutismo de la despreciable farándula “criolla” al servicio de
las mafias mayameras del espectáculo, que junto a unas capas medias
pitiyanquis ahora no dicen “SOS México”, así como la mudez absoluta de
los supuestos estudiantes que se movilizan, junto a todos los
anteriores, solo para conspirar contra el gobierno venezolano. Todos
ellos, salvo una reciente y desapercibida condena de la barajusta
oposicionista, nada han dicho sobre los últimos desaparecidos en México.
Mucho menos se han pronunciado por los más de 70.000 muertos y las
26.000 personas que habían sido denunciadas como desaparecidas o
extraviadas desde 2007, y las decenas de fosas comunes a lo largo y
ancho de ese país, problema que calificó al asumir la presidencia en
2012, el propio cómplice o ahora artífice presidente Enrique Peña Nieto,
como una “grave crisis humanitaria”, por “graves abusos por parte de miembros de las fuerzas de seguridad del Estado”.
Solo
le falta a la derecha venezolana, para seguir recibiendo su mesada
imperial, pese a su ineficiencia conspirativa, ser coherentes
emprendiendo una campaña conjunta con Barack Obama, defensor del
criminal “Monstruo de Ramo Verde”, quien condenó a los manifestantes de
Ferguson, en Misuri (Missouri), por “Incendiar edificios,
prender fuego a automóviles, destruir bienes, poner gente en peligro… no
hay excusa para eso”, para al final rematar que, “son actos
criminales”.
Para
nosotros los bolivarianos, estos abominables hechos, inoculados o como
engendros propios del capitalismo corrupto y corruptor, nos deben
obligar a redoblar la solidaridad internacional con el pueblo mexicano y
colombiano, y también aprender de México, para ahorrarnos esas cruentas
experiencias, “poniendo las bardas en remojo”.
Valoremos hasta dónde
puede llegar la conjura intervencionista yanqui y la corrupción policial
y judicial, entre otras, que sumadas a un Estado burgués permisivo y
“tolerante”, solo favorecen al delito con la recurrente impunidad
criminal de carteles y mafias, oficiales o no, sosteniendo modelos
societarios inviables.
Tomado de Aporrea
*Venezuela. Licenciado en Ciencias Policiales; responsable de la Secretaría Permanente del Consejo Presidencial de Ministras y Ministros Revolucionarios; Miembro de la Directiva Nacional del PSUV
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