Buscar en este blog

OTRO PUNTO DE VISTA SOBRE LO NUCLEAR

lunes, 28 de marzo de 2011
Estos días todo el mundo andamos pendientes de la catástrofe ocurrida en Japón y, especialmente, del terror nuclear que los medios de información nos retransmiten al segundo. Sin tener la intención de dejar el drama humano de lado, ni ahondar en la más que evidente peligrosidad de las centrales nucleares quiero centrar la cuestión en el elemento principal de la generación de energía nuclear: el uranio, en concreto en la extracción del uranio.


Existen argumentos económicos que demuestran claramente que la industria del uranio está en total declive. Sin embargo, hay más de 400 reactores atómicos que precisan ser alimentados con uranio enriquecido. Las industrias del sector no dudan en implicarse a fondo en los países con recursos uraníferos para extraer a bajo precio el mineral, aunque sea dejando tras de si miseria y baños de sangre.


La minería de uranio requiere de una explotación a cielo abierto. El problema es que el uranio no es un material abundante y supone remover una enorme cantidad de tierra para encontrar una pequeña cantidad de uranio. La relación es de 100.000 a 1, es decir, debemos remover 100.000 toneladas de escombros con toda la energía que ello conlleva, para producir 1 tonelada de uranio.


EL CICLO NUCLEAR

Comprende todas las operaciones realizadas desde la extracción hasta el fin de la vida útil del uranio. Un proceso en el que a cada paso que se da se multiplica la peligrosidad tanto para el ser humano como para el planeta. Este tipo de explotación requiere de unas grandes cantidades de territorio y, como casi siempre en esto de la minería, coincide con territorios ancestrales de pueblos originarios. A modo de ejemplo podemos señalar la ocupación del territorio Tuareg en Níger o la del pueblo aborigen Wongatha en Australia.


1- En muy pocos lugares del mundo hay uranio lo suficientemente concentrado como para que su extracción resulte económicamente rentable y aún así hay que remover cantidades ingentes de tierra para ello. Diseminado en grandes extensiones, se dinamitan las áreas donde ha sido detectado, removiendo la capa superficial de la tierra y pulverizando las rocas para hacer accesibles los yacimientos.

2- El uranio después de ser aplastado, molido y bañado en ácido, es secado y empaquetado como concentrado de uranio. Aquí sólo es ligeramente radiactivo, pero la extracción y el proceso de molido expone a los mineros a la inhalación y contacto de muchos materiales peligrosos como el radón, causando altos porcentajes de cáncer. El mineral triturado es rociado con millones de litros de agua mezclada con toneladas de una solución de ácido sulfúrico (lixiviación), que permite separarlo de otros minerales.Este método de extracción, genera contaminación múltiple. A la decantación de metales pesados en los acuíferos aledaños a la explotación, hay que sumar los drenajes ácidos. Por último, el polvillo en suspensión, producto de las voladuras que contiene uranio y otros minerales altamente contaminantes, llevados por el viento, se depositan en los cultivos y aguas superficiales. El agua que se utiliza para obtener uranio, ronda los 500 litros por segundo, consumo elemental registrado en la lixiviación en explotaciones mineras semejantes. Por cada cien toneladas de uranio se generan: 3.700 litros de residuos líquidos que contaminan toda fuente de agua y se afincan en las capas subterráneas; 100 toneladas de residuos como radio, torio, prolactinio, plomo, polonio, cromo, vandio, molibdeno, cobre, níquel, cobalto, hierro y toneladas de compuestos químicos como ácido sulfúrico, isodecanol, bióxido de manganeso, etc. que emiten radiaciones altamente peligrosas y gas como el radón 222: el suelo permanecerá contaminado hasta mucho tiempo después de que la mina haya dejado de operar.Al extraer uranio, está claro que no se explota un recurso natural no renovable sino que se está devastando bienes comunes: agua, suelos y biodiversidad.

3- Para concentrar el uranio suficientemente para su uso, se convierte en el gas hexafluoruro de uranio, se envasa y se envía a una planta de enriquecimiento, donde se aumenta artificialmente el porcentaje del isótopo U-235 que es capaz de fisionarse. Este proceso genera el cuádruple de residuos radiactivos que el uranio útil.

4- Una vez enriquecido, se envía a una planta de fabricación de combustible donde se convierte en óxido de uranio (polvo negro). Este polvo se comprime en pastillas que se introducen en los tubos de metal. Ahora el uranio ya está listo.

5- Ya en el reactor nuclear el uranio se transforma en elementos muy radiactivos, lo que convierte al combustible gastado en material peligrosísimo que emitirá radioactividad a lo largo de milenios.

6- Hay dos sistemas de tratamiento de residuos. Uno es dejarlos tal cual y almacenarlos donde sea (normalmente en fondos marinos o cementerios terrestres), cruzando los dedos para que no pase nada de manera inmediata, a la larga ya no importa. Otro es reprocesarlo para obtener uranio que se puede reintroducir en el ciclo del combustible o se puede utilizar para la fabricación de uno de los armamentos más mortíferos jamás creados por la humanidad. Este segundo sistema de tratamiento produce un volumen final de residuos radiactivos entre 160 a 189 veces mayor que el que se produce a lo largo de toda la cadena por no hablar de costo directo en vidas humanas que tiene la utilización de este tipo de armamento.


Como todo recurso natural con el que se comercia, siempre se acaba produciendo una situación de desigualdad e injusticia para los verdaderos poseedores (que no propietarios) de ese recurso. Podemos ver de manera rápida el caso de Níger.

Níger es el 4º exportador mundial de uranio. Su producción anual, evaluada en 3.300 toneladas, representa el 48% de sus ingresos de exportación. Rico en uranio, Níger también es uno de los países más pobres del mundo (está en el puesto 167 sobre 169 en la escala que mide el índice de desarrollo humano) y regularmente tiene que enfrentarse a graves crisis alimentarias.


Desde su independencia en 1960 de la metrópoli francesa, se han sucedido los golpes militares y las guerras entre las diferentes etnias de la zona. Curiosamente esta circunstancia no ha impedido que Francia continúe al mando de la economía nigerina ya que desde 1968 Areva (líder mundial en el sector de la industria nuclear) prácticamente ha monopolizado el comercio de minerales (con la excepción en los últimos años de la entrada de China en este juego) lo cual significa en la práctica controlar casi todo el flujo económico del país.


Entre 2003 y 2005 se elaboró un examen de la situación radiológica y sanitaria de dos ciudades mineras (Arfit y Akokan) a petición de la asociación local Aghir In Man, por la Comisión de investigación e información independiente sobre la radioactividad (Criirad) y la ONG de juristas Sherpa.


Según el Criirad, el agua distribuida a la población (más de 100.000 habitantes) presenta niveles de radiactividad que sobrepasan los topes de las normas internacionales de potabilidad. Los residuos radiactivos se almacenan al aire libre desde hace varias décadas. Las chatarras que resultan del trabajo de las máquinas se venden en los mercados, la población las recicla y las utiliza como materiales de construcción o para hacer utensilios de cocina. En mayo de 2007 Criirad informó la presencia de residuos de la extracción en el ámbito público, así como niveles de radiación gamma hasta 100 veces superiores a lo normal.


Sherpa destaca la multiplicación de casos graves de enfermedades respiratorias y pulmonares, que se habrían ocultado sistemáticamente a los pacientes por los dos hospitales (casi siempre diagnosticaban Sida así no se reconocían como enfermos laborales) construidos y administrados por Somair y Cominak, ambas compañías participadas mayoritariamente por Areva que las usa a modo de pantalla (mecanismo habitual de las transnacionales). Ambas sociedades mineras son el segundo patrono del país después del Estado y sus enormes necesidades de suministro benefician a un gran número de empresas.


Básicamente estas empresas se dedican a expoliar todo el uranio que pueden sin ningún tipo de medidas de seguridad, para ello no han dudado en expulsar al pueblo tuareg que tiene sus tierras ancestrales en la zona minera. Tampoco han reparado en almacenar todos los residuos que produce la explotación del uranio al aire libre en lugares próximos a los núcleos de población que albergan a todos los indefensos trabajadores de la minería.

Como pasa siempre en estos casos, a la gente que vive allí se les plantea dos alternativas: morir rápidamente de hambre o morir de manera más lenta gracias al trabajo en la mina.


Así es que cuando nos dicen que la energía nuclear es la más limpia y barata que tenemos a nuestro alcance y que es imprescindible para mantener nuestro nivel de vida no sólo debemos pensar en la posibilidad de accidentes o fugas radiactivas (que ya de por sí es gravísimo pero con una frecuencia muy baja) sino que deberíamos tener presente el costo en vidas y biodiversidad que tiene el mantener esta locura nuclear.

Con uranio se produce energía, de acuerdo. Pero, sobre todo, se produce muerte y destrucción: desde que se extrae en las minas a cielo abierto hasta que se recicla para recubrir bombas.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Seamos el cambio

Con la tecnología de Blogger.
 

Buscar en:

Entradas populares