¿Disidente o lumpen camuflado?
Por Nelson Ricardo Basulto*
Rafael se está perdiendo la oportunidad de compartir con sus contemporáneos como hacen estos abuelos de Holguín. Foto Amauris Betancourt/Radio Angulo
Recuerdo sus palabras al recibir la noticia de que en su barrio habría reunión de rendición de cuentas del Delegado (reunión en la que el representante del Gobierno en la base expone ante sus electores los resultados de su gestión). ”Para ir a escuchar siempre lo mismo prefiero ver la llamada mesa redonda, donde lo único que estoy seguro que es verdad es que es geométricamente circular o quizás prefiera torturarme con una dosis del Noticiero Nacional de Televisión, mientras espero el horario de la telenovela brasileña”, decía con tono de burla mientras preparaba los condimentos de su comida.
Este hombre cursó de manera autodidacta durante toda su vida una maestría en el diseño y construcción de disímiles prototipos de antenas con el objetivo de escuchar a la que tantas veces catalogó como “la voz de la verdad”, refiriéndose a la mal llamada “Radio Martí”. “Como me duele que todo el dinero y el esfuerzo que realiza el “Monarca de la democracia” (refiriéndose al gobierno de los EE.UU.) por mantenernos verdaderamente informados sea en vano”, se lamentaba después de cada experimento fallido.
Es cierto, como me duele que tu “país de las maravillas” tire tanto dinero a la mierda –le decía yo con tono irónico provocando una leve sonrisa en el rostro al enfadado hombre-, en vez de aumentarles el presupuesto a sectores como la educación o la salud, víctimas constantes de los recortes presupuestarios.
Los disidentes también se enferman y el caso del que por mis convicciones ha rechazado mi amistad no es la excepción. A su avanzada edad, el Parkinson ha hecho de su cuerpo presa fácil. Sin el apoyo de ningún familiar, el viejo Rafael ha sido trasladado a un hogar de ancianos, hasta donde en ocasiones lo he ido a visitar. -“Chivatico de Castro”, ¿Cómo estás?- me dice mientras me saluda con su boca embadurnada de la jalea de guayaba que le suministrada una joven enfermera. En su estado actual no puede alimentarse por si solo. Esta Revolución, de la cual soy hijo, cada día me llena más de ganas de seguir luchando por ella en donde quiera que me encuentre, pues acciones como estas son las que nos proveen de verdaderos criterios, en la mayoría de las ocasiones relegadas al anonimato.
Existen muchos “Disidentes solapados” como Rafael que bajo este estandarte viven una vida regalada. Como el protagonista de esta historia, egresado de una de las escuelas del pueblo, nunca aportó nada a la sociedad. Prefirió dedicar todo el potencial que había adquirido, sin tener que dar nada a cambio, a su beneficio personal. Sin ningún compromiso para con la sociedad estos lumpen sociales continúan con su hipercriticismo desmedido, tratando de destruir con sus lenguas lo que todo un pueblo ha construido con las manos.
Quisiera que se preguntaran si en esa “Monarquía de la democracia” se puede vivir así como lo hacen en Cuba. De ser así deberían tratar de salir hasta ese país para auspiciar conferencias especializadas sobre el tema a las miles de personas que hoy no tienen empleo y viven de lo que les proporciona la basura, a todos aquellos que esperan pacientemente que llegue su turno en la lista para practicarse alguna intervención quirúrgica, o finalmente recorrieran los hogares destinados al cuidado de ancianos, para ver a cuantos como Rafael pueden encontrar en ellos.
* Nelson Ricardo Basulto es estudiante de 4to año de la carrera Marxismo-Leninismo e Historia en la Universidad de Ciencias Pedagógicas “José de la Luz y Caballero” de Holguín.
Tomado de: Visión desde Cuba
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