Y
escribimos “captura” entre comillas, porque de no hacerlo así
estaríamos cayendo en el mismo error de la prensa comprada. Error por
supuesto no inocente ni mucho menos desinteresado, sino que está siendo
sostenido a cuatro manos como para lograr lo que siempre buscaron:
apagar el incendio que representa la guerra en Colombia, con un galón de
gasolina.
Debemos
recordar que toda prisión, sea ejecutada por quien sea, suena a hecho
lamentable. De no haber situaciones conflictivas mediante, no existiría
más ese dolor para nadie.
EL CASO DEL PERIODISTA FRANCÉS, es
un caso por demás delicado. Y si bien es un periodista muy reconocido
por el cual sentimos un profundo respeto, cometió o le hicieron cometer
tremendo error.
Todo
corresponsal y mucho más cuando está cubriendo un enfrentamiento
bélico, sabe muy bien que no puede estar vestido con ropas militares que
representen a alguno de los bandos enfrentados. Esa es una premisa
indiscutible que parte en primera instancia, desde la lógica y la
protección de su propia persona y luego da vueltas por los recovecos de
las leyes internacionales.
En este caso se transgredieron esas premisas, Langlois vestía uniforme del ejército colombiano; si
lo hizo presionado sería muy bueno saberlo como para poder enterar a la
opinión pública acerca de las circunstancias en que se desarrolla la
noticia en ese país en guerra no declarada por el estado, pero existente
en todas sus formas.
Si lo hizo bajo otros argumentos sería otra historia que habría que desmenuzar muy bien.
De
momento nos preguntamos qué hubiera pasado si su uniforme hubiera sido
el de la guerrilla y lo hubieran tomado prisionero, las fuerzas
regulares. Hubieran dicho, inmediatamente, “periodista guerrillero
capturado por las FF.MM. con miles de toneladas de explosivos en su bolsillo…”
De todas maneras esto hay que saberlo y urge.
Periodistas de Cadena Caracol se vestieron camuflage por un día. ¿Ético? |
URGE TAMBIÉN UN PROFUNDO DEBATE tal
como se está proponiendo –y no precisamente desde el estado terrorista
colombiano-, acerca de la forma de ejercer allí la tarea informativa.
Ahora bien, ¿cuáles son las herramientas con las que contamos como para comenzar a dar ese debate?
Si
lo inicia la guerrilla, bueno, creemos que aquí debería terminar esta
nota… superaría la capacidad de asombro de los lectores el aluvión de
improperios que se lanzarían contra la organización que el 27 de este
mes, cumplirá 48 años de resistencia.
Si lo iniciamos quienes nos manifestamos contra esa guerra absurda, sin dudas seremos los eternos “tentáculos de las FARC” tal como nos denominaran hace pocos días desde El Espectador [1],
prensa que por estar en el lugar exacto donde se desarrolla esa guerra
podría hacer un excelente aporte para la paz, si tuviera al menos un
gramo de ética y moral informativa –y humana- (aunque sabemos que carece
de esos principios).
Si el debate pretendemos que lo inicie esa prensa, pues ¡olvídate! Sería como esperar a los reyes magos en enero.
ENTONCES SEGUIMOS PREGUNTÁNDONOS,
debatir ¿Con quiénes? ¿Cómo? Los de la prensa alternativa, sabemos
donde está la punta de esa madeja infernal que azota a un pueblo
hermano. Nosotros no tenemos interés alguno por esa guerra más que el de
poder dar la noticia que hable de su final.
No
nos impulsa otro interés que no sea el hecho de cubrir la información
que llega a nuestros correos y da cuenta de un estado tan genocida como
pocas veces se ha visto en América Latina y que ahora se está recreando
también en Honduras y seguirá en Guatemala y así hasta que les de la
gana y Washington deje de ordenar sobre los destinos de nuestras
patrias.
Lo
que sí tenemos que debatir entre nosotros, es como llegar a la mayor
cantidad de lectores, como crear más herramientas que nos permitan salir
al encuentro de tanta ridiculez como la que venimos observando desde
hace tantos años, porque no hacemos sino comunicar sobre el sufrimiento
de un pueblo, pretendiendo llegar a la mayor cantidad de personas y eso
no nos resulta para nada fácil.
No
contamos con la tecnología de los grandes multimedios, no contamos con
financiamiento que nos permita trasladarnos a los lugares en conflicto,
no contamos con nada más que la bronca que nos embarga cuando sabemos
que en lo que va del año lo único que escuchamos de Colombia es la
noticia que habla de muertos, desaparecidos, perseguidos y amenazados.
Cosa que la prensa oficial no reproduce jamás.
QUE NO LO HACE PORQUE A SUS AMOS no
le conviene que esa guerra termine, sino todo lo contrario. En el caso
de que terminara, más de uno no sabría en que agujero meterse porque
quedaría descubierta la mentira utilizada durante tantos años de
conflicto entre hermanos.
Nuestros
medios escasos y sostenidos a pulmón, son atacados permanentemente,
como periodistas somos constantemente demonizados y ni que hablar de los
medios que verdaderamente utiliza la guerrilla para informar sobre sus
acciones.
En
los últimos días, con la soberbia más absurda, hasta atribuyeron a la
guerrilla alguna cuenta en la red social Twitter, cosa que sería muy
fácilmente detectable para bloquear inmediatamente y “cazar” al
guerriller@ que debajo de un árbol pasa sus horas twitteando, entre
balacera y bombazos.
Uno
se pregunta hasta dónde puede llegar la información de los grandes
medios; qué cerebro imaginativo tendrá quien se lanza a largar ese tipo
de noticias y quién podría creer semejante ridiculez.
Sin
embargo se emplean largas horas/aire para “comunicar” a la opinión
pública internacional sobre los pasatiempos de los muchach@s en esta era
informática donde todo toma estado público, pero lo toma según el
ángulo donde se revuelcan los intereses oligárquicos.
QUEDAMOS A LA ESPERA DE LA LIBERTAD del corresponsal Romero Langlois, así como quedamos esperando el esclarecimiento de una situación confusa.
Si esperamos que sea la prensa del sistema la que aclare, andamos por la ruta equivocada.
Para
ellos que conocen nuestra integridad profesional, seguiremos siendo
“terroristas” -aunque para justificar tendrían que probar- pero también
sabemos que no sería tarea difícil ya que cuando quieren, “plantan” las
pruebas o hacen hablar a algún computador reventado por toneladas de
bombas descargadas desde aviones con la más alta tecnología...
En el mundo de los massmedios, nada es imposible, excepto hablar de moral profesional.
Esa que a nosotros nos sobra.
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