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Ponte a hacer bien los deberes

martes, 7 de febrero de 2012
 Por Acratosaurio Rex

No quedando claro eso de que son los intereses los que mueven el
baile, y que la gente sólo se subleva cuando percibe que gana más
incumpliendo las reglas que obedeciendo… A ver. Qué son esas reglas.

Cada cual nace donde le toca. No es lo mismo nacer en Pedralbes de la Perla Fina que en La Zangana del Lodo Peste. El bien nacido aprende a levantar el meñique cogiendo el tenedor, y en la escuela se le enseñan los misterios de la especulación financiera, la bolsa, del mando y del cohecho... Cuando se aparea, ese parásito elige a una pareja de su misma condición, seleccionada en esos clubs a los que va a tomar la copa. Luego el rico tiene hijitos y se repite todo. Rutinario.
El bebé nacido en La Zangana, exactamente igual: imita los gritos, aprende a gesticular, a trabajar como un burro, a beber cerveza a destajo, a enrolarse en la guardia, o a planchar montones de ropa. Se casa con alguien del barrio y repite la jugada, mandando a los niños a escuelas de dominados.

Tanto a
unos como a otros, ricos y pobres, se sienten cómodos, unos en su lujuria, otros en su miseria (1). Cumplir las reglas, les proporciona seguridad. Esas reglas se interiorizan durante toda la vida, en el seno de familias, pandillas, organizaciones, instituciones y empresas. Te introducen en la mente una serie de normas, que forman parte de ti, tanto como la marca a jierro de la res. Salir de eseç samsara, parece imposible, aunque sabemos que se puede, porque las revoluciones todo lo trastocan.
Si tú, obtuso revolucionario, te metes en terreno social sin saber dónde pisas, con tus locas ideas, pero sin conocer los intereses de las gentes que han de llevar a cabo el cambio social, sin ofrecerles algo que sea tangible, te enviarán a hacer puñetas.
Por eso el militante sagaz, ha de dar un paso al margen, salirse en lo
posible del campo de reglas establecidas (si cumples las reglas, las
refuerzas) para, a continuación, hacer una lista de actividades
prioritarias, preguntándose: «En este momento y en este entorno, qué es lo que tengo que hacer para conseguir el objetivo que me he fijado…
¿Tengo que montar una discusión en torno a la palabra “sectario” y
expulsar a catorce, o he de organizar una guardería?».

Si organizas algo con fuerzas colectivas, es un poner, lograrás crear
(tal vez) intereses nuevos, actitudes nuevas, reglas nuevas, valores y
deseos que vayan más allá de lo que hay. Si progresas, y la gente
percibe que va a beneficiarse, saldrá al toque de campana con picas al asalto de la Bastilla. Pero ese es solo el último episodio, de un
largo camino que hay que construir formando, construyendo y
destruyendo.

Para romper la rutina, ponte a hacer tus deberes. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de
uno.



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NOTA

(1) Hemos dejado en este texto a un lado, el poderoso poder de
convencimiento de palos, multas, detenciones, juicios, cárcel,
secuestros, chantajes, asesinatos... La rutina tiene un poderoso papel
en el mantenimiento de lo establecido, pero no funciona en solitario,
ya que sin represión, los ricos no aguantarían ni tres días con la
cuenta corriente llena de pasta.

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