Si el otro día hablábamos de Esperanza Aguirre no sin sentir un cierto ardor de estomago, nauseas, y un prurito insoportable, hoy les traigo un personaje importantísimo del mundo del teatro y un dramaturgo excepcional, después de lo leído en internet sobre él, que si merece la pena como ser humano, a diferencia del anterior que cuenta con todos mis desprecios personales más absolutos. El hecho de hablar de los dos en este post, hace que incurra en alguna injusticia con respecto a Lauro Olmo enturbiando la memoria de este hombre en comparación con el personaje del que hablamos el otro día y que no merece ni que la nombre otra sacrosanta vez más. No voy a ser un cursi, porque no le he sido nunca, pero a Lauro Olmo no he oído hablar de él en mi vida pero todos aquellos que si tienen una determinado grado cultural más alto que el mío (cualquiera), y todos aquellos que se dedican al mundo del teatro y esas cosas, si lo conocen, y sí hablan bien del esta persona, como puede ser un amigo enseñante de literatura y lengua española. También digo yo, debió de ser alguien cuando en 1962 recibió el Premio Nacional de Teatro.
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