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2. ELECCIONES AYUNTAMIENTO DE BARCELONA 2011

sábado, 14 de mayo de 2011
Rafael del Barco Carreras

Barcelona 13-05-2011. Los fondos de competitividad denegados por el Congreso nivelan el vocerío de la campaña por las “ratalladas” que los socialistas, con desvergüenza, achacan a CIU. Hace un año que se recortaron en España los sueldos de los funcionarios públicos, medida refrendada por Montilla en Cataluña. Una medida que como es natural se añadió a la bola de nieve en caída libre de la economía española en general. Tendrán que recortar tanto si pretenden nivelar presupuestos que la pescadilla que se muerde la cola se comerá a si misma. Más recortes, menos ingresos por impuestos, y si no hay ingresos debe recortarse.

Pero al tiempo que los políticos abusan de la demagogia, las verdaderas causas del colapso financiero catalán solo se citan de soslayo como si nadie tuviera la culpa. ¡Un terremoto caído del más allá! y como contestaba un perjudicado del Pasaje Cusidó de Poble Nou en la reunión a la que asistí el pasado mes, el acta de expropiación y las PERIs aprobados por el Ayuntamiento en el 2000 estaban firmados por los verdes, por Portabella, el Tripartito del Ayuntamiento, y la Generalitat de Pujol ratificando. Es decir, blandiendo el acta, acusaba a todas las fuerzas políticas actuales de la Burbuja Inmobiliaria que le había dejado sin casa y con el piso actual, o su vida entera, embargados por impago de la hipoteca.

Pero el Pasaje Cusidó es un grumo de arena dentro del gran tema barcelonés que condujo a la Crisis y la Quiebra. Parangonando con las inevitables desgracias sísmicas, la “falla” es artificial, creada por la avaricia de los político-financieros. Y sintiéndose todos culpables huyen de señalar causa-efecto, y si ninguno reconoce culpas, pocas soluciones pueden aportar.

Los desastres inmobiliario-financieros se señalan en revistas y webs casi clandestinas pero que al margen de los políticos se propagan en y por la nueva Federación de Asociaciones de Vecinos, o en las que al margen de subvenciones discuten la realidad de sus barrios;

“en moviment
secció a càrrec d’Isabel Martínez Stolcke Sostenibilitat social
Joana Belis; Situaciones de hacer y deshacer, como en la zona de Glòries o el PERI Diagonal-Poblenou; recalificaciones de suelos de otras institucio­nes públicas, como de Renfe (primero en la Sagrera y, ahora, en la estación de Francia) o del Ministerio de Defensa (en los cuarteles de Sant Andreu), con posteriores ventas a promotores privados, deberían hacernos reflexionar. Como también los sectores, que no son en absoluto pocos, en los que los ciudadanos y ciudadanas están en situación de “disconformes” a perpetui­dad: por ejemplo, en áreas pendientes de ex­propiación... ¡desde el año 1976!, tal como pasó durante décadas en el Raval o en Ciutat Vella. O los lugares en los que todavía se malvive con la aluminosis. O bien las áreas de gran valor pa­trimonial a las que los planes de conservación llegan como llegan, hasta seis años más tarde que el planeamiento aprobado, como es el caso del Poblenou y del Plan 22@.”


Terrenos públicos en manos de inmobiliarias que por las hipotecas y créditos recibidos para comprar esos terrenos a precios de recalificación y burbuja forman parte del colapso financiero catalán. Además de la desvergüenza y más que posible ilegalidad por especular con suelo público. Aquel alcalde Pic i Pon de los heroicos años 20 que propuso vender los parterres, o zona central de la Gran Vía, para nivelar las cuentas del Ayuntamiento, era un angelito comparado con lo que hay. Estos (Oposición incluida) ni han nivelado nada, y con esos terrenos han profundizado en la quiebra.

Y por lo leído, ni los técnicos ni en los barrios se olvidan de la ALUMINOSIS. Es imposible, sus habitantes o los paseantes no pueden dejar de pensar que un día los edificios se derrumben… sobre lo que algunos bufetes de abogados con inmobiliarias incluidas ya elucubran pelotazos al viejo estilo, creo imposibles en este momento como contesté a un involucrado. ¡Ya veremos!

Y entre las noticias de segundo orden del día; “La acción popular no podrá ser la única acusación en un juicio”… con la Fiscalía a las órdenes del Gobierno de turno, y los jueces gobernados por el político CGPJ… ¡y la que se avecina! se han de acotar hasta las mínimas rendijas por las que francotiradores disparen a la Gran Corrupción.



















Sostenibilidad social
¿Planeamiento malabar?
El planeamiento general clasifica todo el suelo de un territorio como suelo urbano, urbaniza­ble (que es aquel que se considera necesario urbanizar para ordenar el crecimiento sosteni­ble de la población y la actividad económica) y no urbanizable. Otorgar a un suelo previa­mente no urbanizable la clasificación de urba­nizable es un simple acto administrativo que aumenta considerablemente el valor de dicho suelo, no sólo por los nuevos usos que pueden dársele (normalmente, una mayor edificabili­dad), sino también porque pasa a formar parte de una estrategia de desarrollo de la ciudad que crea expectativas a su alrededor. Esta potestad y decisión de recalificar el suelo (que es propiedad de todos y todas, y, por lo tanto, de nadie en concreto) tiene que tomarse, tal y como la ley indica, en función del concepto de “crecimiento urbanístico sostenible”, además de “cuantitativamente proporcionado a las previsiones de crecimiento de cada municipio, y tiene que permitir, como parte del sistema urbano o metropolitano en el que se integra, el despliegue de programas de suelo y de vivienda”, según establece la Ley de urbanismo. Al mismo tiempo, tiene que dotarse de las zonas verdes y los equipamientos necesarios para desarrollar la actividad urbana.
En la ciudad de Barcelona vivimos la situación anómala de no haber revisado el Plan General Metropolitano (PGM) de 1976 —que abarca a 27 municipios— excepto por medio de modificaciones parciales del mismo. Ante la inexistencia de un ente supramunicipal con las competencias necesarias para revisarlo (en 1987 se disuelve la Corporación Metropolitana de Barcelona), el PGM ha pasado por cente­nares de pequeñas y grandes modificaciones. Este desbarajuste ha afectado a la ciudad, con una lista inacabable de modificaciones, trasla­dos de techos, recalificaciones, etc.; y, al mismo tiempo, ha imposibilitado el mantenimiento de una visión general de toda el área metropoli­tana o una estrategia de crecimiento común. Cada una de esas modificaciones del PGM se justifica únicamente de manera individual. Incluso las distintas modificaciones que se pro­ducen en grandes municipios como Barcelona no parecen guardar una estrategia común y una gran parte del planeamiento se desarrolla a través de modificaciones del Plan, como las modificaciones de Sant Andreu-Sagrera; de la Marina, en la Zona Franca, o el distrito 22@, en el Poblenou, en los casos de más alcance. Otros casos de menor escala se desarrollan a través de los famosos PERI (planes especiales de reforma interior) de barrio, ahora denominados planes de Mejora Urbana, que son competen­cia exclusiva del Ayuntamiento de Barcelona.
Situaciones de hacer y deshacer, como en la zona de Glòries o el PERI Diagonal-Poblenou; recalificaciones de suelos de otras institucio­nes públicas, como de Renfe (primero en la Sagrera y, ahora, en la estación de Francia) o del Ministerio de Defensa (en los cuarteles de Sant Andreu), con posteriores ventas a promotores privados, deberían hacernos reflexionar. Como también los sectores, que no son en absoluto pocos, en los que los ciudadanos y ciudadanas están en situación de “disconformes” a perpetui­dad: por ejemplo, en áreas pendientes de ex­propiación... ¡desde el año 1976!, tal como pasó durante décadas en el Raval o en Ciutat Vella. O los lugares en los que todavía se malvive con la aluminosis. O bien las áreas de gran valor pa­trimonial a las que los planes de conservación llegan como llegan, hasta seis años más tarde que el planeamiento aprobado, como es el caso del Poblenou y del Plan 22@.
Con esta metodología malabar, con un pie en 1976 y otro en el mundo globalizado, y de “progreso ilimitado”, principios como el de “desarrollo urbanístico sostenible”, de la Ley de urbanismo, ausente en el PGM, son principios legislativos, pero no creemos que puedan incorporarse de manera estructurada a la planificación urbanística de la ciudad y de su entorno. El PGM y los PERI resultan, pues, ins­trumentos de difícil comprensión con respecto a su desarrollo global, al no disponer al menos de una actualización en la que puedan obser­varse los criterios de fondo y de superficie que rigen, más allá de ir sumando partes de ciudad.
¿Modelo de ciudad?
Los procesos de participación, que a veces se convierten en procesos meramente informa­tivos, deberían llegar más lejos y servir para discutir y profundizar entre todos y todas cuál es el modelo que se quiere y cómo ejecutarlo. Por eso hay que compartir parámetros de conocimiento de posibilidades e imposibili­dades, compartir decisiones (y, por lo tanto, responsabilidades) de manera colectiva. Se aprovechará, así, su potencial indudable para que el planeamiento tome su máximo sentido, tanto en la ejecución como a lo largo de su utilización futura, incluyendo la gestión y la concepción integral y de fondo, con un control más riguroso de las distribuciones de plusvalías y consiguiendo que los suelos y equipamientos que sean públicos se mantengan públicos; que se cree un parque público de pisos de alquiler; que el suelo público de organismos públicos, como Renfe, el Ministerio de Defensa u otros entes públicos, pase a ser gestionado por pla­neamiento, vinculando así las necesidades de vivienda con las de equipamientos (y no para que los respectivos ministerios se financien mediante la recalificación y la posterior venta a privados); que las hipotecas por primera vivien­da sean protegidas (tal y como lo son las de viviendas sociales); que se revise la fiscalidad y las reinversiones en planeamiento privado; que las políticas, en lugar de ser asistencialistas, se conviertan verdaderamente en democráticas, etc. Responderemos entre todos y todas a la pregunta fundamental: ¿Cuál es el modelo de ciudad que queremos? ¿Y de qué manera queremos hacerla?
El caso es que nos preguntamos cómo es po­sible que a estas alturas no se estén haciendo ecobarrios ecológica y socialmente sostenibles, en el seno de los planes en curso en Barcelona: en la Sagrera-Sant Andreu, los cuarteles de Sant Andreu, Zona Franca-Marina o bien en el suelo recalificado de Renfe en la estación de Francia, entre otros. ¿A qué estamos esperando? s
Joana Belis Traducido por Esteve Comes i Bergua



























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