Por Wilkie Delgado Correa*
Hugo
Chávez forjó una historia diferente en Venezuela, América Latina y el
Caribe, y en el resto del mundo, y de ahí que quedará inscripto
indeleblemente en los tiempos futuros.
A
un año de su partida física, la muerte de Hugo Chávez parece aún una
mentira, una mala pasada del destino o una broma pesada de los agoreros
del averno. Ante los hechos inexplicables del continuo vivir y morir de
los humanos, quizás no queda más consuelo que una certeza que reconforta
a la humanidad más allá de cualquier desgarradura. La expresó en su
momento José Martí en esta idea: “La muerte no es verdad cuando se ha
cumplido bien la obra de la vida”.
Descubrimos
verdaderamente a Hugo Chávez, a su personalidad y su verbo, durante su
primera visita a Cuba el 14 de diciembre de 1994. Antes el conocimiento
estaba matizado por todas las visiones contradictorias que se ofrecen en
las noticias internacionales. Fue a partir de entonces, y de aquella
cercanía en nuestro país, que le seguimos el rumbo como si un nuevo
Quijote estuviera andando y desandando por llanos y montañas de su
Venezuela y Nuestra América.
Fue
en los días en los que el pueblo venezolano le rendía homenaje en
capilla ardiente y en los que en todas partes del mundo se le rendía un
tributo merecido, cuando decidí recopilar los artículos publicados en un
libro, que se publicó en agosto del año pasado, cuyo título es Hugo
Chávez en las horas de grandeza, enfermedad y muerte. En la
introducción del mismo, expresé:
Esta
obra aborda diversos aspectos de la personalidad y el quehacer de la
vida de Hugo Chávez Frías como presidente de Venezuela.
En
el contexto latinoamericano y mundial la figura de Chávez ha dejado una
impronta que, por lo singular de su irrupción en la política y su
proyección dentro y fuera de su país, tal vez alcance una dimensión
histórica superior cuando sus ideas y las obras concebidas por él sean
valoradas justamente sin que medien los apasionamientos de la inmediatez
de la época actual y que, muchas veces, obnubilan las mentes para el
análisis sereno y objetivo.
Si
se afirma que Hugo Chávez se destacó por ser un líder político
consecuente y audaz en la práctica y la teoría revolucionaria, se
estaría resumiendo una trayectoria descollante de apenas veinte años y
con un protagonismo como gobernante durante quince años. Este es un
periodo relativamente corto y, sin embargo, la obra acumulada en tan
breve tiempo, afrontando obstáculos pequeños y grandes impuestos por sus
adversarios y los acondicionamientos naturales que eran propios de un
escenario tradicionalmente viciado por tanta práctica corrupta de la
política en su país, ha resultado tan colosal y trascendente que asombra
porque rebasó las fronteras de su patria y benefició concretamente a
millones de personas.
Alguien
podría estar o no de acuerdo con determinados actos e ideas de Hugo
Chávez, pero nadie puede ocultar que estos, en su conjunto, forman parte
de una experiencia paradigmática y representan una nueva forma de
concebir y ejercer el oficio de la política que, según expresara José
Martí, es al fin y al cabo “el arte de asegurar al hombre el goce de sus
facultades naturales en el bienestar de la existencia.”
Chávez
demostró ser una personalidad multifacética en la que descollaron
aspectos como su audacia en los terrenos de la acción; su visión
estratégica ante las más cambiantes realidades y circunstancias; su
estoicismo y valor ante los fracasos en su trayectoria revolucionaria;
su admirable y emotiva comunicación con personas de todas las categorías
y la empatía que lograba a nivel personal o multitudinario; su
capacidad de memoria extraordinaria para retomar hechos e ideas de la
historia o de la vida cotidiana para incorporarlos a los argumentos que
requería para la persuasión y el logro de la aceptación y adhesión de
sus interlocutores.
Era
un extraordinario orador, capaz de hilvanar con acierto los más
variados temas y matizar su oratoria con la declamación, el canto, el
cuento y siempre el diálogo. En todo esto se reflejaba la hondura del
pensamiento, la cultura en los más variados campos, el dominio de los
asuntos diversos que trataba con precisiones de fechas y cifras.
Pero
sobre todo su personalidad estaba presidida por la simpatía, la
llaneza, la sinceridad y una generosidad que provocaba una
identificación rápida con su forma de ser y de pensar.
En
fin, esta obra pretende ser un acercamiento al hombre y a su obra,
históricamente ligado a su contexto nacional e internacional.
Al
contenido de la referida introducción, añadimos, esta vez, las
conclusiones del artículo publicado el 16 de marzo de 2013, titulado
Hugo Chávez enseña a la tierra y al cielo su obra acabada, y que estuvo
presidido por esta idea de José Martí: “Un pueblo libre y justo es el único homenaje propio de los que mueren por él.”
En
conclusión, Hugo Chávez forjó una historia diferente en Venezuela,
América Latina y el Caribe, y en el resto del mundo, y de ahí que
quedará inscripto indeleblemente en los tiempos futuros. Por lo tanto,
el recuerdo imperecedero le mantendrá vivo y triunfante porque durante
su trayectoria puso en su lugar al protagonista principal que le
acompañó en su protagonismo individual, es decir, el pueblo, del cual
han surgido los factores que pueden decidir la continuidad de la
revolución bolivariana: el partido y el polo patriótico, las
organizaciones sociales diversas, las fuerzas armadas bolivarianas, el
sistema político estatuido por la constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, la dirección colectiva del proceso
revolucionario reflejado en miles de cuadros a todos los niveles y, en
especial, a nivel nacional, que deben garantizar la unidad y la victoria
en el futuro.
*Médico cubano; Profesor de Mérito del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
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