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Perú: Adriana entre nosotros

sábado, 25 de agosto de 2012
Por Gustavo Espinoza M. (*)

Adriana Pérez O’Connor es quizá una de las mujeres más conocidas en Cuba. En los últimos catorce años su nombre fue insertado o mencionado, en innumerables oportunidades, en los más diversos medios de comunicación. En el Perú, sin embargo, se le conoció muy poco, porque una gruesa cortina de silencio tendió la “prensa grande” en torno a lo que ella simboliza: la causa de los 5 héroes cubanos prisioneros del gobierno de los Estados Unidos desde hace ya 14 años.

Nacida en La Habana el 18 de enero de 1970, está graduada en ingeniería química y es actualmente especialista del Instituto de Investigaciones para la Industria Alimenticia en la isla, milita activamente en el Partido e integra la Federación de Mujeres Cubanas, que diera renombre a figuras descollantes como Celia Sánchez,  Haydeé Santamaría y Vilma Espín..

La noche del pasado martes 14 de agosto arribó Adriana a suelo peruano para participar en el XIII Encuentro de Solidaridad con Cuba que se desarrolló en la acogedora ciudad de Chiclayo, en la costa norte del Perú, del 17 al 19 del presente. Recibida por los amigos de Cuba y la organización que promueve y alienta la lucha solidaria con los antiterroristas cubanos, el Comité Peruano de Solidaridad, Adriana cumplió un activo programa que complementará en los próximos días, cuando retorne de La Paz, Bolivia, a donde viajó con el mismo propósito que la convocó aquí.

Y es que Adriana es hoy lo que nunca pensó que llegaría a ser: una viajera infatigable que atraviesa continentes, cruza mares y montañas, visita ciudades grandes y pequeñas, recorre aldeas y caminos y sostiene entrevistas con millares de personas en todas partes, en busca de justicia. Su esposo, Gerardo Hernández Nordelo, está condenado a dos cadenas perpetuas más 15 años de cárcel en una prisión de los Estados Unidos, sin haber cometido delito alguno y tan sólo por indagar acerca del accionar terrorista que las bandas anticubanas que operan en Miami a la sombra de la CIA, preparaban contra su país.

Detectado por los servicios secretos yanquis, Gerardo fue detenido intempestivamente el 12 de septiembre de 1998 y con él fueron privados de su libertad Fernando González, Antonio Guerrero, Ramón Labañino y René González.   Ellos -“Los Cinco”, como los conoce el mundo- fueron procesados y condenados por la Corte de La Florida luego de un proceso cargado de irregularidades y vicios, a penas inhumanas, como la que se abate hoy sobre Gerardo, el más castigado de todos.

Dar la bienvenida a Adriana en el marco de este conflicto, es ciertamente mucho más que un deber. Es una exigencia elemental de dignidad y de decoro en un país como el nuestro en el que -desgraciadamente- hay todavía gente que desconoce la historia, cautiva como se encuentra en las redes de una prensa mafiosa y puesta al servicio de los opresores.

Adriana es, físicamente, una mujer frágil. Delgada, y casi pequeña, ha sabido acumular sin embargo, una energía excepcional. Eso es lo que la hace estar siempre atenta a las cosas, seguir despierta las palabras que se cruzan ante sus oídos y tener ante ellas una opinión ágil y aguda. No calla nunca cuando se trata de decir la verdad, ni cuando juzga su deber defender a su patria y a su pueblo.

Su primera presentación en Lima, la tuvo en un lugar simbólico: la Casa Museo José Mariátegui. Adriana concurrió allí para rendir homenaje al Amauta y  compartir su tiempo con un acogedor núcleo de intelectuales, en el Rincón Rojo, en el mismo lugar en el que el autor de los “El Alma matinal…” intercambiaba impresiones con sus colaboradores y amigos de entonces, Adriana habló con fluidez en torno a su patria y su pueblo.

Fanny Palacios Izquierdo, la pintora peruana que tiene a su cargo un activo núcleo -“Intelectuales por los 5”- y que es hoy, al mismo Secretaria General de los Amigos de Mariátegui, la acogió con sentidas palabras comentando precisamente la sanción judicial impuesta por la jueza Lenard y la actitud de la ilustre visitante: “Bien podríamos decir que esta sentencia - y el hecho que Gerardo y sus hermanos de lucha se mantengan en prisión- podrían haber convertido en un verdadero infierno la vida de Adriana. Pero eso no es así. Y no lo es, porque ella se alimenta cotidianamente con el infinito amor de sus compatriotas, y con la solidaridad que es -como decía otro poeta: Pablo Neruda- el pan que nos entregan los pueblos en cada recodo del camino”

Y es que, en efecto, resulta sorprendente el elevado espíritu de lucha que muestra esta aguerrida mujer, y la inmensa dignidad de la que hace gala cuando aborda su causa ante cualquier escenario. Sin perder la calma y sin mostrar resentimiento alguno, recurre a palabras simples para expresar sus sentimientos, cargados de emoción y de ternura. Y no le falta humor para evitar el contraste del dolor y la pena, y asegura entonces que ella está aquí ahora sola, pero que mañana volverá con Gerardo para saludarlos a todos con un plato peruano y una copa de pisco.

Los más calificados poetas peruanos de nuestro tiempo Marco Martos, Arturo Corcuera, Hildebrando Pérez y otros, le tributaron un homenaje merecido y especial;  y leyeron sus versos saludando su presencia y adhiriendo su poesía a la causa de los 5, en demanda de su inmediata libertad. De este modo, un sentido recital fue el marco más logrado para este encuentro entre justicia, belleza y poesía.

Nadie era ajeno, por cierto al dolor que embargaba a Adriana en esa circunstancia, pero todos éramos conscientes que ella era capaz de mostrar la fuerza requerida por la circunstancia y luchar aún mucho más para alcanzar su más caro objetivo: la libertad de Gerardo y sus compañeros.

En este marco, como se sabe, recientemente el abogado norteamericano Martin Garbus –encargado de la causa-  puso en evidencia en tinglado mañoso que se pusiera en marcha para distorsionar el sentido de la justicia en el juicio contra los 5. Denunció, en efecto, los afanes de la prensa vendida que transgredió la verdad para influir en un Jurado débil y obsecuente. En tan sólo 194 días,  el Nuevo Herald divulgó 806 artículos con influencia negativa sobre el juicio, mientras en idéntico lapso The Miami Herald presentó a la opinión pública otros 305. Todos estos materiales fueron sufragados por el Estado Norteamericano con recursos de los contribuyentes.

En total ambos periódicos sumaron 1 111 artículos, un promedio de más de cinco por día, denigrando a los procesados en Miami. La declaración de Garbus permitió conocer la selección de los periodistas financiados para generar y alimentar un ambiente hostil que condujera a la condena de Gerardo y sus compañeros, así como las motivaciones de esas personas para aceptar el dinero. En la relación de contratados aparece, entre otros, uno conocido colaborador de la página editorial del diario “El Comercio” de Lima: Carlos Alberto Montaner. Y es bueno que se precise que las sumas recibidas por los beneficiarios oscilan entre los 3 000 y los cien mil dólares.

Así fue, en efecto, comprando testimonio, como la Corte Federal de La Florida urdió las condenas contra los 5. Años más tarde, las “cadenas perpetuas” dictadas contra Ramón Labañino y Antonio Guerrero, fueron “revisadas” y convertidas en décadas de carcelería. Pero la sanción contra Gerardo se mantuvo incólume porque simboliza el odio del Imperio contra Cuba.

En los próximos meses se celebrarán en Estados Unidos las elecciones presidenciales y parlamentarias. Una magnífica oportunidad para Barack Obama. Si gana podrá disponer la libertad de los 5 en medio de una significativa victoria que le permitirá estar cuatro años más en la casa Blanca. Y si pierde, tendrá la ocasión de despedir su gestión con un acto de justicia que el mundo demanda.

En el Perú, un país de cultura milenaria y de urgencias sociales que alientan la vida y tocan las puertas de la esperanza; muchos esperan la decisión del Premio Nobel de la Paz con la idea de que, finalmente, se hará justicia.

El Encuentro de Chiclayo de las Casas de la Amistad, que brindó su más amplio respaldo a la lucha que libra por esta causa Adriana Pérez, resolvió insistir ante el Gobierno de los Estados en legítima demanda de justicia. Y es que allí, todos fuimos conscientes de una verdad que fuera proclamada en su momento por las grandes figuras de nuestra historia: la justicia que tarda, no es justicia. Gerardo y sus compañeros no pueden estar un día más en prisión. (fin)

(*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.pe

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