(Caricatura tomada de caricaturistapacote.blogspot.com)
Existe un miedo sociológico real al Partido Revolucionario Institucional
(PRI) por su pretendido “retorno” al
poder. Para ciudades como Juárez o Oaxaca, que conocemos muy bien los gobiernos
del PRI, sabemos la que le espera al país. No es que el PRI sea el peor de
todos los partidos, sino además en su etapa neoliberal, conservadora y de
derecha, los hace cada vez más peligrosos.
Se trata de un estilo de gobierno autoritario muy conocido
por sus métodos represivos y antidemocráticos que son marca de la casa y que
luego también han aplicado y siguen
aplicando todos los demás partidos (incluyendo los de “izquierda”) por que, tal
vez la única institución a la cual el Estado no se atreve a renunciar (privatizar)
es al aparato policiaco-militar, la institución máxima del poder masculino, un
símbolo altamente patriarcal y hegemónico; el famoso monopolio de la violencia
weberiano, ahora llevado a las esferas del capitalismo salvaje y en crisis que
no duda en el recurso de la guerra para solucionar sus problemas o justificar
su sanguinaria mediocridad, como Calderón en México.
El Estado es egoísta por culturaleza. De la monarquía a la oligarquía, del
esclavismo a la democracia capitalista y el socialismo totalitarista, sus
acciones pasan siempre por hombres de poder, no esos y esas que se hacen llamar
“presidentes” sino de los grupos de poder (élites,
como dice Wright Mills): El Papa quién es sin la Curia, Obama sin el ejército y
los empresarios, Calderón sin el PRI y EUA. Desde Thomas Hobbes se justifica “científicamente”
un poder práctico en pocas manos. Preservar el orden social, el status quo, es preservar el Estado; es
decir, la seguridad de su clase dirigente; ningún rey o dictador puede decir
que “gobernó” solo, ni aún Hitler.
El problema con el egoísmo es la supervivencia. Existe un
debate entre las ciencias sociales y las naturales sobre la naturaleza o
aprendizaje de la especie humana; si somos sociables (amigables) o más bien
somos egoístas (si sólo podemos pensar en el beneficio personal) si es lo
primero, seguramente está por ahí uno o varios genes que nos predisponen a
socializar (como el apareamiento, por ejemplo, para preservar la especie) y de
ahí todo estaría relacionado: el amor como punto de partida. Pero si es lo
segundo, entonces tenemos una situación de adaptación más o menos forzada,
donde ante la percepción de un ambiente hostil se anima una convivencia, más o
menos pacífica, con otros grupos e individuos; se tiende a lo individual o a pequeños
grupos, pero no se va más allá, salvo que sea para dominar a otros grupos e
individuos. Las clases altas y el culto al héroe capitalista, serían un ejemplo
actual de esto, como el esclavismo lo fue en el pasado.
En el plano político, que involucra lo económico y lo
sociológico, la democracia representativa-electoral es la última moda desde la
Segunda Guerra Mundial para acá. En algunos países como México, el monopolio de
participación política la tienen los partidos; en el caso de Estados Unidos, se
trata sólo de dos partidos. La consolidación de los partidos políticos se da en
el siglo XX; burgueses y socialistas, ambos sistemas ejercen Estado; desde ahí
se dirigen las finanzas, los recursos; se aplica la ley, se reprime a la
oposición o se invaden países; todo en nombre y beneficio del Estado.
¿A qué nos vamos a enfrentar con el PRI? Seguramente arden
en ganas de venganza ante tanta presión social, nacional e internacional. En
Ciudad Juárez tenemos la policía de Leyzaola, que ya hace lo que es lo suyo:
violar la ley; más la violencia del narco, más la observancia de la Border
Patrol o la migra, como cariñosamente
se le dice por estos rumbos. También tenemos CTM, FUTV, CROC, sindicatos priistas
que hacen posible uno de los peores transportes públicos de México, por
ejemplo. Pero más importante y alarmante aún, es la división de la ciudad en
dos: hacia el poniente y el oriente, la destrucción del centro y el desvío de
recursos para desarrollar dos nuevos polos económicos y urbanos, Gerónimo y lo
que antes era el Valle de Juárez, hoy asesinado bajo el pretexto de la “guerra”
contra el narco, para desarrollar una nueva urbe en el poblado de Guadalupe,
cruce con Tornillo, Texas, mientras Gerónimo con Santa Teresa, Nuevo
México. En ambos casos se despoja, expulsa
o mata a sus habitantes, todo en tiempos priistas.
El narco ya estaba ahí, Televisa ya estaba ahí, la
corrupción ya estaba ahí; el PRI nunca se ha ido de la vida de México y las y
los mexicanos. ¿Qué es lo que lo hace ahora más peligroso? Que termine con la
rotación de poder partidista es lo de menos; que terminen de peleles de alguien
más es muy grave. No sabemos qué y cómo han pactado con el narco, con los
empresarios, con Washington; qué tan debilitados llegan por la falta de
legitimidad; eso puede ser muy perjudicial para el país, pues pueden negociar
desfavorablemente y en contra de la sociedad y a favor de sus enemigos.
Ejemplos en nuestra historia muchos, como el de Santa Anna en el siglo XIX,
¿recuerdan la pérdida de la mitad territorio? Los políticos son capaces de
cualquier cosa con tal de alcanzar o mantenerse en el poder, pero también para
salvar el pellejo.
El PRI está en crisis como el Estado “democrático” y el
capitalismo neoliberal. Sus políticos dejan mucho que desear en todos los planos,
pero sobre todo, en el intelectual, lo cual agregado a sus ya conocidos apetitos
de poder y corrupción, hacen que el Estado priista pierda poder en relación con
sus aliados, pero se vuelva más virulento para la sociedad, su riqueza y medio
ambiente, como de hecho no ha dejado de suceder desde la Colonia y como está
pasando en estados como Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua en relación con el
narcotráfico.
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