El comandante de la revolución sandinista Tomás Borge Martínez fue homenajeado por el Gremio de Escritores del Perú con un emocionante ceremonial andino este 5 de junio, en el Instituto Porras Barrenechea.
El Ayataki (literalmente "La canción por los muertos": poema que se recita o se canta a la muerte de un ser amado, de un gran guerrero o una personalidad notable) fue organizado por Pilar Roca (cineasta nacional) y Federico García (cineasta también, escritor y poeta, presidente del Gremio de Escritores), y contó con la participación de destacadas personalidades del campo de la cultura: poetas, pintores, músicos, actores, periodistas, luchadores sociales, miembros del cuerpo diplomático acreditado en el Perú, amigos personales y la familia del comandante Tomás Borge.
El "Ayataki por Tomás" se inició con unas palabras de bienvenida a cargo de Pilar Roca: "…El ayataki es un antigua costumbre andina, que consiste en recordar al ausente y buscar su trascendencia a través del legado intelectual, político y moral que ha dejado en esta tierra". Un rito ancestral, a la vez alegre y triste, celebración de la cosmovisión andina que ve la muerte como un viaje de vuelta a la vida. "Nos apenamos por el alejamiento del ser amado o respetado, y nos alegramos porque sabemos que su muerte inicia un nuevo ciclo". Sobre todo un rescate de la memoria, que nos devuelve la presencia del ausente y perpetúa su ejemplo.
Tras una breve introducción para los no iniciados, abrió la ceremonia el maestro charanguista don Avelino Rodríguez cantando un Ayataki compuesto por él, sobre unos versos en quechua y castellano de Federico García:
don Avelino Rodríguez |
Ña kutimunkiña hawra pahaman
Allinta llankámuranki
waqchasapa runakuna maytúspa
Wauqechay Tomás
Mayichaña kashanki
Hatun llankánchispi qémispa
Qéqsimuyumpi illarispa
Wauqepanaykunata yanapaspa
Punapúnchay sapapúnchay
Káqllataq wauqechay
Tupananchiskama hanapachapi
Wauqechay Tomascha
Chay sutiykita rimaspa
Qonqorikuni
Hermanito Tomás
ya volviste al cielo
allí estarás trabajando
a favor de los pobres.
Hermanito Tomás
¿dónde estarás ahora?
preocupado por el pueblo
liberando sus cadenas
ayudando hombres y mujeres
todos los días del año
igual que siempre.
Nos volveremos a ver
en el cielo infinito
Hermanito Tomás
pronuncio tu nombre
con respeto.
Federico García, Winston Orrillo, Rosina Valcárcel, Eduardo Arroyo, y José Luis Ayala (izq. a der.) |
Luego ocuparon la mesa de honor los poetas: Rosina Valcárcel, Eduardo Arroyo, Winston Orrillo y Federico García quienes dieron testimonio de su amistad y admiración por Tomás, leyendo poemas del Comandante y textos propios por él inspirados. El poeta aymara José Luis Ayala, lo conminó a regresar transformado "en el viento que sacude los árboles [...] en la lluvia matinal que hace germinar la semilla [...] y multiplica las mieses para quienes nunca tuvieron nada [...] galopando al lado de Manuelita y Simón Bolívar".
Marcela Pérez Silva |
Por último vino la intervención de Marcela Pérez Silva, en su doble condición de compañera de Tomás y flamante embajadora de Nicaragua. En un momento muy emotivo, Marcela agradeció la presencia de todos y las muestras de cariño, que habían logrado hacer de esa velada un momento mágico e inolvidable, convocando el espíritu y las enseñanzas de su esposo. También recordó anécdotas de su vida junto al Comandante y evocó pasajes de "La paciente impaciencia".
Marcela junto a sus tres hijos |
"El hombre que no es capaz de soñar es un pobre diablo, un eunuco. El hombre que es capaz de soñar y de transformar sus sueños en realidad es un revolucionario.
El hombre que no es capaz de amar es un animal, un primate (no es casual que llamen "gorilas" a los asesinos uniformados de América latina). El hombre que es capaz de amar y de hacer del amor un instrumento de cambio, es también un revolucionario.
Un revolucionario es por lo tanto un poeta, un amante, un soñador. Porque no se puede ser revolucionario sin lágrimas en los ojos y sin dulzura en las manos[1]".
[1] Tomás BORGE MARTÍNEZ, Los primeros pasos de la Revolución Popular Sandinista. México: Siglo XXI, 1981. p.124.
Texto MP; FOTOS: Manuel Cabanillas
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