Arropado por el calor que transmite la ola de concienciación política que pasea por muchos territorios de este vasto mundo siento como el cambio de miras se está produciendo, sin embargo, no puedo dejar de pensar en lo lamentable que sería dejar pasar esta oportunidad sin llegar a proponer verdaderos cambios que afectaran realmente al modo en que vivimos.
A mi alrededor veo y oigo como muchísimas personas se esfuerzan por lograr una mejora del sistema democrático y para ello eligen el camino del cambio de ley electoral, el mayor control sobre lo que hacen y dejan de hacer los políticos y que se tenga en cuenta la voz de la ciudadanía a través de las ILP (Iniciativa Legislativa Popular) y los referéndums y/o consultas populares. Todas estas reivindicaciones y tantas otras que van surgiendo me parecen estupendas pero insuficientes.
Como participante activo de esta marea colectiva trato de aportar mis puntos de vista y, sobre todo, trato de razonar acerca de la incompatibilidad que para mí existe entre una verdadera democracia y el sistema capitalista.
De nada sirve un reparto más proporcional de los votos o garantizar que los políticos corruptos no puedan acceder a cargo alguno mientras no se ataque el principal problema del mundo actual: la absoluta desigualdad entre las personas producida por un sistema dominante que obliga a malvivir (o directamente a morir) a la mayoría de la población para que unos pocos puedan nadar en la más escandalosa abundancia. El verdadero objetivo de este “movimiento” de indignación debe estar en las esferas financieras y empresariales que son las que realmente controlan las políticas en los diferentes países. Hay que apuntar alto y apostar muy fuerte porque, de lo contrario, se corre el riesgo de no conseguir nada realmente importante.
Podemos hacer que el sistema se abra a más partidos políticos que representen una mayor pluralidad, pero eso no servirá de nada mientras estos partidos dependan del sistema financiero para subsistir por lo que jamás se podrá luchar en igualdad de condiciones. Por no mencionar que este entramado capitalista (y los medios de comunicación que controlan) es el principal garante del bipartidismo que tanto estamos criticando.
Podemos conseguir que nuestra voz sea tenida en cuenta e incluso sea acatada por los políticos pero aunque así sea no se verá reflejada en ninguna acción política si no se consigue el control económico y se garantiza su uso con criterios sociales y éticos y no de beneficios.
Podemos conseguir que personas honradas ocupen los cargos públicos pero se verán con las manos atadas (o venderán su alma al diablo) si no empezamos a hacer frente a los grandes capitalistas y su absoluto control. Porque ellos no han dudado, ni dudarán jamás, de qué es aquello que les interesa: mantenernos siempre alejados del verdadero poder y sometidos totalmente a su voluntad.
Todo esto no es ninguna objeción a lo que está sucediendo alrededor del planeta. Como persona implicada en los acontecimientos trato de hacer mis aportaciones que pueden coincidir, o no, con las de muchas otras personas; sin embargo, ello no va a hacer que deje de luchar y apoyar todas aquellas acciones que nos acerquen cada vez más a una sociedad donde no sea necesario que muchos mueran para que otros podamos vivir mejor. Por eso, sigo y seguiré movilizado independientemente de cómo se desarrollan los acontecimientos porque considero que una vez se toma conciencia de la maldad del sistema es imposible dar marcha atrás y hacer como si nada pasara. El camino de la lucha lo inicié hace cierto tiempo y lo seguiré hasta el final.
Fuente: Quebrantando el Silencio
A mi alrededor veo y oigo como muchísimas personas se esfuerzan por lograr una mejora del sistema democrático y para ello eligen el camino del cambio de ley electoral, el mayor control sobre lo que hacen y dejan de hacer los políticos y que se tenga en cuenta la voz de la ciudadanía a través de las ILP (Iniciativa Legislativa Popular) y los referéndums y/o consultas populares. Todas estas reivindicaciones y tantas otras que van surgiendo me parecen estupendas pero insuficientes.
Como participante activo de esta marea colectiva trato de aportar mis puntos de vista y, sobre todo, trato de razonar acerca de la incompatibilidad que para mí existe entre una verdadera democracia y el sistema capitalista.
De nada sirve un reparto más proporcional de los votos o garantizar que los políticos corruptos no puedan acceder a cargo alguno mientras no se ataque el principal problema del mundo actual: la absoluta desigualdad entre las personas producida por un sistema dominante que obliga a malvivir (o directamente a morir) a la mayoría de la población para que unos pocos puedan nadar en la más escandalosa abundancia. El verdadero objetivo de este “movimiento” de indignación debe estar en las esferas financieras y empresariales que son las que realmente controlan las políticas en los diferentes países. Hay que apuntar alto y apostar muy fuerte porque, de lo contrario, se corre el riesgo de no conseguir nada realmente importante.
Podemos hacer que el sistema se abra a más partidos políticos que representen una mayor pluralidad, pero eso no servirá de nada mientras estos partidos dependan del sistema financiero para subsistir por lo que jamás se podrá luchar en igualdad de condiciones. Por no mencionar que este entramado capitalista (y los medios de comunicación que controlan) es el principal garante del bipartidismo que tanto estamos criticando.
Podemos conseguir que nuestra voz sea tenida en cuenta e incluso sea acatada por los políticos pero aunque así sea no se verá reflejada en ninguna acción política si no se consigue el control económico y se garantiza su uso con criterios sociales y éticos y no de beneficios.
Podemos conseguir que personas honradas ocupen los cargos públicos pero se verán con las manos atadas (o venderán su alma al diablo) si no empezamos a hacer frente a los grandes capitalistas y su absoluto control. Porque ellos no han dudado, ni dudarán jamás, de qué es aquello que les interesa: mantenernos siempre alejados del verdadero poder y sometidos totalmente a su voluntad.
Todo esto no es ninguna objeción a lo que está sucediendo alrededor del planeta. Como persona implicada en los acontecimientos trato de hacer mis aportaciones que pueden coincidir, o no, con las de muchas otras personas; sin embargo, ello no va a hacer que deje de luchar y apoyar todas aquellas acciones que nos acerquen cada vez más a una sociedad donde no sea necesario que muchos mueran para que otros podamos vivir mejor. Por eso, sigo y seguiré movilizado independientemente de cómo se desarrollan los acontecimientos porque considero que una vez se toma conciencia de la maldad del sistema es imposible dar marcha atrás y hacer como si nada pasara. El camino de la lucha lo inicié hace cierto tiempo y lo seguiré hasta el final.
Fuente: Quebrantando el Silencio
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