Por Rosa C. Báez
Nos da noticias, con su peculiar gracejo el “Jilguero de Carraguao” de la nueva bola de… nieve, que han echado a rodar los “disidientes” que en Cuba se aprovechan de la credulidad del contribuyente norteamericano:
Han formado su algazara
los voceros del Imperio,
desayunan improperio
y jaman tupe en cuchara.
los voceros del Imperio,
desayunan improperio
y jaman tupe en cuchara.
Inventan que en Santa Clara
el mundo se está acabando
y con el billete andando
estiran la comidilla
para ver si en la otra orilla
los sueldos van mejorando.
el mundo se está acabando
y con el billete andando
estiran la comidilla
para ver si en la otra orilla
los sueldos van mejorando.
Pero como una bola de nieve, en el calor tropical de esta Isla insurrecta dura muy poco sin derretirse, varios periodistas cubanos le pusieron reverbero a la noticia y la nueva bola se derritió en menos de lo que canta un gallo.
La sin par Norelys Morales, que sufre continuamente los shows mediáticos orquestados en su terruño natal, escribe en su artículo “Muere ciudadano cubano: ha comenzado nueva campaña de mentiras”: “El doctor Rubén Aneiro Medina de la Sala de Terapia Intermedia del Hospital Arnaldo Milián de la cabecera provincial de Villa Clara, informó del diagnóstico y deceso, así como la no existencia de signos de violencia física contra Soto García”.
Pero claro, consultar a los médicos que atendieron -sin distinguir credo o filiación política- al, en aquel momento, simple paciente, está fuera de las intenciones de todos aquellos que buscan “hacer la tarea del mes” para asegurar el pago de los dineros de Judas… o poner su “noticia” como titular de cualquiera de los falsimedios…
¿Cómo encaja, en esta truculenta serie de ciencia ficción, lo que expresa el Herald? “[J. W. Soto] fue llevado a una estación policial, pero el jefe de la unidad, que conocía sus males de salud, “enseguida lo envió al hospital”. La mesa está servida: “La disidencia cubana puede tener un nuevo mártir”, El País. Y por una vez coincido con el noticioso de Prisa “Hay muchas cosas en el caso que no están claras”… porque es difícil conciliar estas historias con la realidad cubana. Y si alguna duda le cabe, no se pierda este video del Agente Emilio:
http://www.youtube.com/watch?v=oCigCKiqgAM&feature=player_embedded
Nada, que parafraseando la canción de Luis Gardey, “si la nieve resbala por el sendero, ya no veré la paga que tanto quiero…” Porque, como expresa un blog español “Al final, de todas formas, la bola acaba estampándose contra una roca y haciéndose añicos. O se acaba derritiendo. Porque es de nieve”.
Acá los dejo con las propuestas de Islamia, La pupila insomne y Ogunguerrero. Y saque usted sus propias conclusiones.
1
Muere ciudadano cubano: ha comenzado nueva campaña de mentiras
Por Norelys Morales Aguilera.- Juan Wilfredo Soto García, vinculado a grupo contrarrevolucionario, murió el domingo en la ciudad de Santa Clara, a consecuencia de una pancreatitis aguda e insuficiencia renal, aquejado además de diabetes, hipertensión y una miocardiopatía dilatada, según fuentes médicas.
El doctor Rubén Aneiro Medina de la Sala de Terapia Intermedia del Hospital Arnaldo Milián de la cabecera provincial de Villa Clara, informó del diagnóstico y deceso, así como la no existencia de signos de violencia física contra Soto García.
La corresponsal de AP en La Habana, que una vez más da voz a los disidentes sin informar versión médica alguna, reconoció que las golpizas “no son frecuentes en la Isla” y que “la versión del arresto violento no pudo ser confirmada de manera independiente”.
Sin embargo, en la madrugada de hoy domingo la explicación mentirosa y tergiversada de Martha Beatriz Roque Cabello era difundida en Twitter.
A la hora del fallecimiento de Soto García ningún disidente fue rodeado por la policía, y no había dos ómnibus de la brigada especial, como informó Martha Beatriz.
Por su parte, el mitómano Guillermo Fariñas miente calificando el deceso de “asesinato”.
En horas del medio día de hoy se efectuará el sepelio de Soto García en el cementerio de Santa Clara. [Noticia en construcción]
Por Norelys Morales Aguilera.- Juan Wilfredo Soto García, vinculado a grupo contrarrevolucionario, murió el domingo en la ciudad de Santa Clara, a consecuencia de una pancreatitis aguda e insuficiencia renal, aquejado además de diabetes, hipertensión y una miocardiopatía dilatada, según fuentes médicas.
El doctor Rubén Aneiro Medina de la Sala de Terapia Intermedia del Hospital Arnaldo Milián de la cabecera provincial de Villa Clara, informó del diagnóstico y deceso, así como la no existencia de signos de violencia física contra Soto García.
La corresponsal de AP en La Habana, que una vez más da voz a los disidentes sin informar versión médica alguna, reconoció que las golpizas “no son frecuentes en la Isla” y que “la versión del arresto violento no pudo ser confirmada de manera independiente”.
Sin embargo, en la madrugada de hoy domingo la explicación mentirosa y tergiversada de Martha Beatriz Roque Cabello era difundida en Twitter.
A la hora del fallecimiento de Soto García ningún disidente fue rodeado por la policía, y no había dos ómnibus de la brigada especial, como informó Martha Beatriz.
Por su parte, el mitómano Guillermo Fariñas miente calificando el deceso de “asesinato”.
En horas del medio día de hoy se efectuará el sepelio de Soto García en el cementerio de Santa Clara. [Noticia en construcción]
2
¿Buitres del “capitalismo sui géneris” imponen agenda de corresponsales en Cuba?
Por Iroel Sánchez
“Muere un disidente cubano tras recibir una paliza de la policía“, titulaba el diario El País un despacho de su corresponsal en La Habana, mientras su asociado en Miami, El Nuevo Herald, encabezaba su sección dedicada a Cuba con un cable de AFP: “Muere disidente cubano tras golpiza policial”, y así, todos los grandes medios -uno tras otro- reprodujeron la misma historia sin contrastar con médicos ni familiares del fallecido.
Desde la noche del 7 de mayo la noticia del fallecimiento de Wilfredo Soto García era lanzada a Internet como supuesta consecuencia de una “paliza policial” ocurrida dos días antes en el céntrico Parque Vidal de la Ciudad de Santa Clara. Ninguno de los corresponsales extranjeros en Cuba se preguntó por qué la “golpiza”, que debió ser tan fuerte como para provocar la muerte de una persona, y aperentemente sucedió en el lugar más concurrido de una de las ciudades más importantes del país, no fue noticia cuando ocurrió, a pesar de que como reconoce un despacho de la agencia AP “las golpizas no son usuales en la Isla”.
Bastó a los corresponsales el testimonio de Guillermo Fariñas, una persona que en otras ocasiones ha difundido falsas informaciones desde la misma ciudad de Santa Clara y prueba él mismo de la paciencia de las autoridades de esa urbe que, a pesar de sus constantes provocaciones, nunca han ejercido la violencia contra él y le han proporcionado cada vez que lo ha necesitado atención médica calificada.
En varios de los despachos de prensa se cita el Hospital Arnaldo Milián Castro como el lugar donde falleció Soto García, pero a ninguno de los grandes medios se le ocurrió contactar con los médicos que lo atendieron, cosa que sí hizo la periodista cubana residente en la ciudad de Santa Clara Norelys Morales. A Morales el doctor Rubén Aneiro Medina, de la Sala de Terapia Intermedia del Hospital Arnaldo Milián, le informó de la no existencia de signos de violencia física en el fallecido y le aseguró que su muerte se produjo a consecuencia de una pancreatitis aguda e insuficiencia renal. La periodista informa que Soto García estaba aquejado además de diabetes, hipertensión y una miocardiopatía dilatada.
Es comprensible que como esas aves que se alimentan con restos de muerte ajena, la “ciberdisidencia” cubana necesita mártires para vender su cau$a y como no los tiene los inventa, pero que tras ella vayan en masa los medios extranjeros acreditados en Cuba, sin la más elemental verificación, es más preocupante. Ellos saben muy bien por qué las golpizas no son usuales en la Isla y es que, a diferencia de los países para los que escriben, la brutalidad policial está excluida del panorama social cubano de tal modo que los mismos ciudadanos no lo permitirían.
Seguramente, en el curso de los próximos días la verdad saldrá a la luz, pero no sabemos si los grandes medios tendrán entonces espacio para difundirla, o, si como casi siempre sucede, se quedarán con la versión que le suministraron los buitres de la Red, esos mismos que añoran una noche de cuchillos largos en Cuba pero ahora twitean cínicamente que “De la camilla de policlínico se pasará a cunetas de provincias. De calumnia …se pasara a lista de los desaparecidos”. Sólo hay una manera de que eso ocurra y es que a la Isla se le imponga a sangre y fuego el “capitalismo sui géneris” que ellos y los grandes medios añoran para Cuba.
3
La noticia, las fuentes y las partes
Por Jorge Ángel Hernández
La noticia se levanta a partir de lo que un determinado disidente afirma. No hay fotos que lo testimonien ni voces de los implicados. Carlos Serpa Maceira, periodista infiltrado en la contrarrevolución, demostró ante las cámaras lo sencillo que resulta fabricar un informe totalmente falso y lanzarlo al ruedo de la reproducción internacional de información. No es necesario comprobar las fuentes, acudir a elementos de garantía de lo dicho, más bien es recomendable evadir este paso, para evitar las dudas que esas fuentes censuran con rigor y venganza. Lo hecho viola códigos éticos y legales, pero tampoco importa, siempre que cumpla con el manual establecido: construir la realidad cubana para la opinión pública global. Esta, desde luego, debe ser caótica, demostrativa de que solo falta una chispa para la rebelión. La contigüidad de la saturación informativa del momento viene pintada para la reproducción mecánica: revueltas en el mundo árabe (magnificadas por la cobertura informativa), protestas en EEUU y Europa (domeñadas por esa misma cobertura) y el confuso panorama alrededor de la muerte (en tercera temporada) de Bin Laden.
Las agencias creadas para la subversión en Cuba redactan de inmediato, valiéndose de mensajes elaborados por quienes no han sido testigos. En el apuro, los periodistas acreditados no se toman el trabajo de confrontar las fuentes: las de la disidencia, estandarizadas en sus reiterados tópicos, les son del todo útiles. Y son preciosamente tautológicas. Las grandes agencias reproducen el fardo, escudándose en el anonimato y la propia confusión que destila de lo dicho. Convierten el rumor en noticia, tanto desde el punto de vista del suceso en sí, como desde el punto de vista de las estructuras informativas mundiales.
Un lector común puede darse cuenta de la reserva con que fue asumido en caso Soto García por la BBC, relegando al ámbito de lo dudoso lo que de algún modo se da por confirmado. Lo coloca y se cubre, o se tapa, como los apostadores. El diario El País, por su parte, cumple con su misión opositora y coloca en plana principal de su edición online las aseveraciones sucesivas y hasta localiza telefónicamente a Sanchez Santacruz para forzar a una investigación “que depure responsabilidades”. Nada informa de haber intentado contactar telefónicamente con otras fuentes oficiales, pues, a fin de cuentas, está fuera de manual concederle opinión.
Llega incluso a dar por contigua la muerte de este enfermo crónico con la de Zapata, tras la huelga de hambre, obedeciendo al carácter de lo reportado por la consuetudinaria falsificadora de informes Marta Beatriz Roque. En la edición siguiente, traslada la noticia a la primera plana de América Latina. Tampoco aporta fotos probatorias, solo la del fallecido, a quien no dice haber entrevistado, médium mediante acaso.
La periodista Norelys Morales Aguilera, en su blog Islamía, ofrece el mismo domingo 8 información acerca de las enfermedades que le causarían la muerte a Soto: pancreatitis aguda, insuficiencia renal, diabetes, hipertensión y miocardiopatía dilatada. No es poco, que digamos.
Yohandry Fontana, en su blog, asegura unas horas más tarde haber consultado un familiar del fallecido y una fuente policial, ambos negando el ejercicio de violencia. La fuente de Morales es una entrevista con el doctor Rubén Aneiro Medina, especialista de la Sala de Terapia Intermedia del Hospital Arnaldo Milián, donde Soto fue atendido. O sea, la profesional del periodismo acude, como corresponde, a una información de primera mano, especializada y con conocimiento directo del asunto.
(Fue atendido, me disocio un instante, de modo gratuito y sin tener en cuenta el costo de los medicamentos ni que el paciente carece de la necesidad de tener seguro médico u otro fetiche de la atención médica capitalista, pero eso queda en lo obvio para la construcción global de la noticia. Si, pongamos, alguien del personal asistente le hubiese pedido diez CUC por alguna medicina que estaba en falta, ¡ah, qué notición!, Fariñas, desdecuba.com (o sea, desde Miami) y demás fuentes y voceros, con la complicidad de las agencias acreditadas, la hubieran recargado de lo lindo. Y sin mencionar el bloqueo para lo más mínimo.)
Ninguna de las fuentes pergeñadas para la subversión, que de inmediatez se ufanan, aluden a los detalles de primera mano aportados por Norelys Morales, o por Yohandry Fontana.
La mayoría de los comentaristas de El País, a pie de nota, dan por cierto el paquete. En la polarización de opiniones, los defensores de la Revolución optan por comparar los niveles de violencia en las diferentes sociedades. Es decir, se ha conseguido en alta medida el objetivo: la idea de la represión y el asesinato ha prendido en la opinión global.
Cuando las comprobaciones lleguen… a otra cosa, Mariposa, que no conviene marcar que se asumieron fuentes de nula confianza (recuérdese cómo Yoani Sánchez construyó su “golpiza”, en el más burdo teatro de pantalla de móvil y cómo Marta Beatriz fabricó un acto subversivo alrededor de la protesta de los estafados en el cine Camilo Cienfuegos, de Santa Clara). La parte subversiva concluye, desde luego, en el rumor, en la construcción espuria y direccionada de una supuesta realidad. Y el arduo trabajo de limpieza se deja a la ciudadanía, estafada por las mismas agencias a las cuales confían su derecho a informarse con objetividad, abrumada por nuevos subterfugios, para que siempre quede un rescoldo de posibilidad alrededor de la mentira lanzada.
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