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Corderos

martes, 24 de mayo de 2011
HAY MUCHOS que creen que los hombres son corderos; hay otros
que creen que los hombres son lobos. Las dos partes pueden
acumular buenos argumentos a favor de sus respectivas posiciones.
Los que dicen que los hombres son corderos no tienen más que
señalar el hecho de que a los hombres se les induce fácilmente a
hacer lo que se les dice, aunque sea perjudicial para ellos mismos;
que siguieron a sus líderes en guerras que no les produjeron más que
destrucción; que creyeron toda suerte de insensateces sólo con que
se expusieran con vigor suficiente y las apoyara la fuerza, desde las
broncas amenazas de los sacerdotes y de los reyes hasta las suaves
voces de los inductores ocultos y no tan ocultos. Parece que la
mayoría de los hombres son niños sugestionables y despiertos a
medias, dispuestos a rendir su voluntad a cualquiera que hable con
voz suficientemente amenazadora o dulce para persuadirlos.
Realmente, quien tiene una convicción bastante fuerte para resistir la
oposición de la multitud es la excepción y no la regla, excepción con
frecuencia admirada siglos más tarde y de la que, por lo general, se
burlaron sus contemporáneos.
Sobre este supuesto de que los hombres son corderos erigieron
sus sistemas los grandes inquisidores y los dictadores. Más aún, esta
creencia de que los hombres son corderos y que, por lo tanto,
necesitan jefes que tomen decisiones por ellos, ha dado con
frecuencia a los jefes el convencimiento sincero de que estaban
cumpliendo un deber moral —aunque un deber trágico— si daban al
hombre lo que éste quería, si eran jefes que lo libraban de la
responsabilidad y la libertad.

El Corazón del Hombre. Erich Fromm.

Entonces lo que se debe hacer es estar despiertos del todo y dejar de ser corderos; ¿pero cómo?
Pues identificando aquellos recursos que usa el poder para persuadirnos, recursos como la religión, el nacionalismo, el miedo, el racismo, el clasismo y toda suerte de prejuicios y engaños; para poder pensar con claridad.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Texto excelente, que resume perfectamente la calidad zombie, inerte, sumisa y triste del humano mismo , pero mas aún, del humano de hoy en día, ¿hasta cuando seguiremos dejando que unos cuantos decidan hacer lo que todos juntos, los interesados y principalmente afectados deberíamos de decidir?

Un saludo

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