Cualquiera que hoy en día se posicione en contra de la manera criminal en que nuestro mundo es dirigido, puede observar multitud de posiciones ideológicas empeñadas en desacreditarse mutuamente, defendiendo cada una de ellas su supremacía moral con respecto a las otras. Esta circunstancia lejos de producir un intercambio de ideas y estrategias, consigue el efecto totalmente contrario: fortalecer de manera alarmante la corriente ideológica predominante.
Así, vemos constantes descalificaciones entre diferentes movimientos que, si por un momento dejaran de lado estas disputas teóricas, caerían en la cuenta de que tienen mucho más en común de lo que se imaginan.
Independientemente de la posición de partida que cada uno de nosotros puede tener y de la idea de sociedad a la que aspiramos, seguramente, podemos establecer unos puntos básicos en los que todos consigamos ponernos de acuerdo e iniciar a partir de ahí una respuesta organizada a la dictadura del capital en la que estamos inmersos.
Desde aquí, sin otra pretensión que la de expresar unas conclusiones sacadas de la conversación con personas de diversas ideologías opuestas al sistema predominante, queremos reflejar algunos de los puntos en los que nos hallamos en total sintonía.
En primer lugar, es necesario que todos y todas nos pongamos en marcha para hacernos sentir dentro de la sociedad. No es posible que todos nos quejemos de lo mal que van las cosas pero no hagamos nada para revertir la situación. Tenemos claro que la “democracia representativa” actual es un sistema para nada democrático y, por tanto, hemos de guiar nuestros esfuerzos para lograr una democracia participativa, es decir, que nuestras voces sean siempre escuchadas y tenidas en cuenta con el mismo valor que cualquier otra voz (que no sólo lo sean cada cuatro años para que los políticos puedan formular falsas promesas que no piensan cumplir).
Esta lucha no va a ser fácil porque hay enormes intereses en juego que no están dispuestos a quedarse quietos y no dudaran en usar todo el potencial que tienen a su disposición (medios de comunicación, represión,...) para evitar que los verdaderos dueños del poder (nosotros, las personas) nos hagamos con él.
Una vez asumido este reto, es el momento de poner esos puntos de unión de manifiesto.
Algo en lo que rápidamente todos nos ponemos de acuerdo es en la urgente necesidad de acabar con la usura y la especulación (cada uno lo llama como quiere: economía financiera, banca privada, sociedad del crédito,...) que permite una distribución de la riqueza hacia arriba y que provoca la muerte de millones de seres humanos cada año a través del hambre, la pobreza y las guerras. En este punto, encontramos imprescindible la supresión de las entidades internacionales que patrocinan este tipo de prácticas y fomentan deliberadamente la desigualdad: debemos acabar con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Estas Instituciones son instrumentos al servicio del capital cuya única finalidad es someter a los pueblos y explotarlos sin límite. No se puede permitir que la alimentación, la salud, la educación, la verdadera cultura y otras cuestiones vitales, estén en manos de unos pocos especuladores que sólo buscan el beneficio personal y no tienen reparos en condenar a muerte a millones de personas (muertes mayoritariamente evitables) por un puñado de dinero.
Siguiendo en esta línea, otro paso en que la mayoría coincidimos es en acabar con el sometimiento a la banca privada en el que estamos inmersos. La total falta de escrúpulos de estas entidades y su absoluto poder de influencia sobre la casta política las ha convertido en las auténticas organizaciones de poder, sólo hay que ver lo rápido que hemos acudido todos para darles todo lo que necesiten y a cambio nos han pagado con desahucios y embargos. Por no hablar de las inversiones que hacen en nuestro nombre en negocios fraudulentos o en negocios que directamente engendran muerte y destrucción.
Sé que en este punto hay división de opiniones y una amplia gama de opciones que van desde la abolición del dinero hasta la implementación de tasas y aranceles que graven las operaciones financieras, pasando por la creación de una verdadera banca pública. Lo importante, en mi opinión es poner freno a la desmesura del sistema actual y en eso hay que centrarse, tiempo habrá para decidir cual es la opción que nos beneficia más como seres humanos viviendo en sociedad.
Otra cuestión en la que existe un gran acuerdo es en la imprescindible desmilitarización mundial. Hemos llegado a un nivel en que cualquier disputa se dirime con la ley del más fuerte (que a día de hoy todos sabemos quién es) y en el que el nivel de destrucción es tan alto que no haría falta mucho tiempo para cargarnos el planeta entero a base de bombas y mísiles.
La mayoría de Estados poseen un organismo llamado Ministerio de Defensa cuya finalidad es la ofensa. La ofensa contra los propios ciudadanos del país y contra todos aquellos que sean señalados como enemigos por el poder dominante. La industria de la guerra es uno de los motores más poderosos de la economía actual, hasta tal punto que todas las guerras son alentadas por la misma industria que no distingue entre bandos y aprovisiona por igual a aquel que tenga dinero para pagar. El gasto militar es tan alto y los incentivos económicos tan poderosos que la mayoría de científicos se dedican a este campo de una u otra manera creando un sinfín de artilugios de destrucción que rápidamente son puestos en circulación para probar sus efectos en cualquier parte del planeta. Así, lamentablemente, se puede ver que la mayor expresión intelectual y tecnológica de la especie humana ha quedado reservada para la industria de la muerte. Es evidente que en un mundo de estas características estamos condenados a la destrucción pudiendo dedicar todo ese esfuerzo y sacrificio a la mejora de las condiciones de vida de todos los seres humanos.
Por tanto, se hace indispensable el fin de esta carrera hacia la hecatombe y para ello, el primer paso, debe ser desmantelar el mayor y más impune de los ejércitos: la OTAN. Esta organización tan sólo tiene una misión y no es otra que imponer la visión del mundo que tienen las elites dominantes, encima tienen la desfachatez de ampararse en causas humanitarias para bombardear a seres humanos. En el caso de España el ejército sólo sirve para poder ejecutar golpes de Estado a conveniencia del poder y para ponerlo a disposición de los Estados Unidos (además de recuperar islotes perdidos como el de Perejil, de vital importancia para la vida de los españoles).
Siguiendo con los puntos de encuentro, también podemos nombrar el terrible drama de la situación del planeta. Independientemente de que seamos devotos fervientes de las tesis del cambio climático o no, resulta innegable que nos encontramos en una situación en que la relación entre el planeta y los que habitamos en él es insostenible. Es imprescindible cambiar el estilo de vida de los países ricos y de los que quieren vivir como dichos países (de nuevo aquí encontramos posturas divergentes pero con un denominador común: el respeto por la naturaleza y la creencia de que así no podemos seguir). Hay que luchar por un estilo de vida más acorde con lo que somos (seres dotados de una supuesta inteligencia) y convertirnos en garantes de la supervivencia del ecosistema global en lugar de ser lo que somos ahora: sus verdugos. Debemos abogar por que todo el esfuerzo que se invierte en construir artefactos para matar y atemorizar, se invierta en encontrar modos de vida y de producción más acordes con la finitud del planeta en el que habitamos.
También es imprescindible dejar claro el rotundo acuerdo existente en la creencia firme de la igualdad de todos los seres humanos y en reconocer que todos tenemos el derecho a vivir con dignidad e incluso el derecho a equivocarnos las veces que haga falta. No es posible seguir viviendo en un mundo en que es aceptada la noción de ciudadanos de primera, segunda e infinitas clases. Todos somos iguales y todos tenemos el derecho intrínseco a decidir por nosotros mismos.
Esto son tan sólo algunos puntos de encuentro entre todos aquellos que día a día nos afirmamos en la posición contraria al sistema dominante actual. Estoy seguro de que entre todos podríamos encontrar infinitud de otras cuestiones por las que luchar juntos. Cada cual puede aportar su granito en el ámbito que decida pero, es imprescindible empezar ya. A cada minuto somos más los que tenemos la certeza de la inviabilidad de una civilización con las condiciones actuales, debemos ser consecuentes y empezar a actuar.
La decisión es de cada uno de nosotros.
Fuente: Quebrantandoelsilencio
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