Por Juan Luis Berterretche
El “simpático muchacho negro” que ejerce la presidencia de Estados Unidos viene a Brasil con su familia de color. Lo acompañan la primera dama y sus princesitas negras. Un verdadero golpe de efecto para embaucar la ingenuidad y seducir la simpatía de un pueblo pacifista y generoso.
El presidente Obama ha elegido Brasil como primer país a visitar en Latinoamérica. No es un honor para los brasileños. Es una desgracia. Llega el sábado 19 de marzo y al día siguiente visitará con su familia una comunidad carioca bajo control de la policía de pacificadora. El “simpático muchacho negro” que ejerce la presidencia de Estados Unidos viene con su familia de color. Lo acompañan la primera dama y sus princesitas negras. Un verdadero golpe de efecto para engañar la candidez y cautivar la cordialidad de los sencillos pobladores de la favela.
No olvidemos que viene a Rio de Janeiro a dar ese espectáculo, porque no puede irrumpir con su familia en la franja de Gaza: los palestinos saben que son asesinados con armas y proyectiles estadounidenses. No puede visitar Falluya –u otras ciudades de Irak- con su esposa e hijas porque aún hoy existe allí un fresco recuerdo de la matanza que hicieron las bombas y las tropas de EEUU. No intenta llevar a su familia a ninguna de las aldeas del sur de Afganistán o el norte de Pakistán, porque persiste en la región la amenaza de los bombardeos de los aviones no tripulados de la CIA en las bodas y festividades aldeanas. Y así innumerables rincones del planeta no serían ni accesibles ni amables con la familia Obama.
Obama no es un líder de la paz, ni de los derechos humanos, ni de la solidaridad con los desposeídos de la Tierra. Detrás de su sonrisa acechan las industrias de la guerra y de la muerte. La piel oscura que en el mundo es un atributo de los humildes, en él encubre la caterva de especuladores fraudulentos de Wall Street.
Para la mayoría de sus electores los dos primeros años de la presidencia de Barack Obama fueron una inesperada decepción. Pero cuando él, al inicio de su gobierno designó a Timothy Franz Geithner para la secretaría del Tesoro (ministerio de finanzas) y mantuvo a Robert Gates en la secretaría de Defensa (ministerio de guerra), lo substancial de la orientación política y económica de su gobierno estaba definido. Desde ese momento Wall Street, el Pentágono y la industria armamentista supieron que en los siguientes años, seguía la fiesta.
Timothy “derivados” Geithner
En 1999 Timothy Franz Geithner fue promovido a subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales bajo los secretarios del Tesoro de Bill Clinton, Robert Rubin y Lawrence Summers. Junto con Rubin y Summers colaboró para aprobar la Ley Gramm-Leach-Bliley, legislación de desregulación financiera que promovería la gran crisis desatada en 2007-2008 y vigente hasta hoy. Eso ya podía definirlo como un fundamentalista neoliberal, pero pocos años después, como presidente y ejecutivo-jefe del Banco de la Reserva Federal de Nueva York -conocido como la sombra de Wall Street-, tendría un rol protagónico en el desarrollo de la burbuja de capital ficticio al “persuadir” a Wall Street de apropiarse de los “derivados de crédito” y difundirlos en el capital financiero internacional. Todos los economistas que ocuparon cargos de primer nivel desde Paul Volcker en adelante tuvieron su cuota de responsabilidad en la gran crisis financiera global. Pero Geithner puede reivindicar sin objeciones una paternidad genuina.
Geithner también intervino en el billonario rescate Bush-Paulson-Bernanke del capital financiero a costa de los contribuyentes, luego ampliado por un trío (Obama-Geithner-Bernanke) que integraba. Y directamente en la gestión de los rescatados Fannie Mae y Freddie Mac (empresas hipotecarias fallidas) y en el “salvamento” de American International Group (AIG) y otra serie de instituciones financieras quebradas.
Cuando Obama nombró a Geithner como su ministro de finanzas, sabía que ponía en el cargo a un representante de Wall Street.
Obama postrado ante Wall Street
Por eso las leyes que aprobó y las orientaciones que impulsó durante los primeros dos años de gobierno respondieron directamente a los intereses del capital financiero.
Es obra de Obama y Geithner la ilusoria “regulación financiera” aprobada por el Congreso de EEUU que mantiene la vigencia de los “derivados de crédito” y tolera la especulación en los mercados de futuro de los commodities, factores ambos determinantes de la crisis financiera mundial. Más aún, fue burlado el reclamo unánime para aprobar un mecanismo de vigilancia sobre el capital financiero que protegiera al ciudadano estadounidense de nuevos fraudes. El control del mercado financiero fue entregado al banco de la Reserva Federal, que tuvo su cuota de responsabilidad en las burbujas a través de la entrega a las instituciones financieras de ingentes capitales a tasas de interés negativas.
La ley de Salud que pretendió presentarse como una decisión histórica permite que las compañías privadas de seguros sanitarios se embolsen al menos 447 mil millones de dólares de los contribuyentes destinados a subvencionar la compra de sus pólizas de seguro médico. Este dinero reforzará su poder financiero y político y, así, su capacidad de bloquear toda nueva reforma. Alrededor de 23 millones de personas permanecerán sin seguro en los nueve próximos años. Eso tendrá como consecuencias 23.000 muertes al año (las que habrían podido evitarse con una cobertura universal) Es decir, más de siete “11 de setiembre” anuales sin himno, manos en el corazón y agitación de banderitas estadounidenses. Las compañías farmacéuticas también salieron airosas: la ley impide la importación de idénticos fármacos más baratos, no autoriza al gobierno a negociar descuentos de precios, y extiende el monopolio de protección de patentes sobre los fármacos biológicos contra la competencia de los genéricos. Es decir, Obama no aprobó un Programa Nacional de Salud, sino un enorme donativo a Wall Street.
Con Obama también se consolidó el paso regresivo del sistema tributario impuesto por Bush junior, al acordar con los republicanos, el mantenimiento de las rebajas de impuestos a los ricos.
Robert “armamentismo” Gates
En el ámbito del espionaje, el intervencionismo en otros países y la visión militarista de las relaciones internacionales Gates poseía tantos antecedentes nefastos como Geithner en la economía internacional. Varios años en el Consejo de Seguridad Nacional y 26 años al servicio de la CIA, lo avalan. También su solapada intervención en la operación Irán-Contra. O su abierta proposición de iniciar una campaña de bombardeos contra Nicaragua y una invasión militar directa en el país para derrocar al gobierno sandinista.
Pero lo que más lo respaldaba cuando fue nombrado por el presidente Bush junior, como secretario de Defensa de EEUU (y por tanto jefe del Pentágono) en diciembre de 2006, en sustitución de Donald Rumsfeld, era su relación con la industria armamentista. Asumía cuando el país estaba embarcado en dos guerras declaradas y unas cuantas decenas de conflictos militares encubiertos. Sus más de dos décadas y media de actividad en la CIA lo acostumbraron a conducir la política exterior de EEUU quebrantando de forma sistemática las leyes de los demás países. Pero como ejecutivo y accionista de Science Applications International Corporation (SAIC), enorme transnacional con múltiples funciones en conflictos armados, que trabaja intensamente para el Departamento de Defensa, el Departamento Federal de Seguridad Nacional y la Comunidad de Inteligencia de EEUU, incluida la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y otros organismos federales y estaduales, Gates garantía representar los intereses directos del complejo industrial-militar en el gobierno de EEUU.
Como ex ejecutivo y accionista de la Parker Drilling Company, empresa con sede en Houston (Texas) que proporciona servicios de perforación en tierra y mar para la industria petrolera, personificaba también los intereses de una rama industrial directamente ligada a las incursiones militares de EEUU.
Pero Barack Obama no sólo recibiría de Bush junior la herencia de esta alimaña armamentista como secretario de Defensa y lo mantendría hasta el presente. Para demostrar que era su política de estado, el presidente lo rodeó de ejecutivos de la industria armamentista. Como subsecretario de Defensa nombró a William Lynn vicepresidente de la gigante armamentista Raytheon. Para dirigir la Inteligencia Nacional que supervisa a las agencias de inteligencia (incluida la CIA) Obama nombró al almirante Dennis Blair, del directorio de Earl Dodge Osborne Corporation (EDO), un subcontratista para el programa del nuevo avión de combate F-22 Raptor. Y como director de la Agencia de Seguridad Nacional al general de cuatro estrellas James L. Jones, que hasta enero de 2009 fue consultor de Cross Match Technologies (compañía biométrica que trabaja para el Pentágono) miembro de la junta directiva de MIC Industries (construcción de instalaciones militares en Irak y Afganistán) y antes ejecutivo de Chevron, Boeing e Invacare Corp (equipamiento médico militar).
Cuando Obama mantuvo a Bob Gates como su ministro de guerra y jefe del Pentágono sabía que nombraba a un agente directo del complejo militar-industrial.
Obama personifica al armamentismo
Aunque el keynesianismo-militar se comenzó a impulsar decididamente con Reagan, los tres siguientes gobiernos lo incentivaron sin descanso. Pero fue bajo Bush junior y el pleno dominio de los neoconservadores y su política de “guerra perpetua” que el complejo industrial-militar se consolidó como motor de “desarrollo y globalización” y las industrias y servicios centrados en la destrucción y la muerte, como propulsores de la “economía de mercado”.
Con el predominio de la orientación de guerra preventiva global de Obama, la política exterior es privativa del Pentágono y sus generales. En el manejo de las relaciones internacionales la canciller Hillary Clinton cumple un rol subsidiario de diplomacia de protocolo.
En diciembre de 2010 el Congreso estadounidense aprobó un presupuesto de defensa de 708 mil millones de dólares para el año 2011. Constituye el mayor prepuesto militar de la historia estadounidenses. En 2010 el 57 % del presupuesto total de EEUU estuvo destinado a las operaciones militares. No se trata sólo del mayor presupuesto militar del mundo sino que supera a todos los gastos militares del resto del mundo en su conjunto. En 2010 alcanzó a 680 mil millones de dólares En 2009 fue de 651 mil millones y en 2000 de 280 mil millones. Es decir que en 10 años se multiplicó por dos veces y media. Y esto es una pálida expresión del verdadero gasto en armamentismo y guerra. Existen muchos gastos militares ocultos, introducidos en otras partidas de los presupuestos generales estadounidenses.
El gobierno Obama no solo continuó la privatización de la guerra de la era de Bush sino que ha acelerado ese proceso. En 2010 los contratistas superaron el 70% del personal total del Departamento de Defensa. Centenares de miles de contratistas del Pentágono están haciendo fortunas con la guerra. Esta es la fracción capitalista más dinámica de EEUU, lo que es un indicador de los valores éticos de esa economía. Es un sector dirigido por el armamentismo, pero que no incluye sólo armamento, municiones y transportes de guerra específicamente. Las categorías incluyen todo tipo de industrias y servicios. La diferencia es que cada una de ellas tiene una orientación, logística y utilidad específica para la guerra.
Obama y las intervenciones militares
EEUU ha realizado un simulacro de retiro de Irak pero en realidad los ocupantes estadounidenses continúan con centenares de bases militares en el país, mantienen aún cincuenta mil soldados y decenas de miles de mercenarios, y retienen las cuentas bancarias de Irak. EEUU vendió en 2010 a su gobierno pelele de Irak, armas por valor de US$ 26.000 millones. Una compra a su industria armamentista similar a las que realiza el Pentágono. EEUU vende y compra al mismo tiempo pagando con las cuentas bancarias de Irak. La industria armamentista festeja.
EEUU promovió la creación de escuadrones de la muerte y un enfrentamiento religioso que a diario se manifiesta con atrocidades terroristas y que ha transformado a Irak en el país con mayor número de desaparecidos forzosos en la historia mundial. Mantiene también un gobierno fantoche que fomenta el sectarismo religioso y toda clase de prejuicios. Gobierno que junto al de Afganistán detentan el título de estar entre los tres más corruptos del planeta.
Con Obama hubo un cambio en la guerra preventiva global adoptando como centro a Afganistán y extendiendo la guerra a Pakistán y otros países de la región. Al mismo tiempo hay un mayor esfuerzo de Obama y el Pentágono para controlar la narrativa de la guerra afgana de EEUU. Los medios dominantes estadounidenses se constituyeron en su mayoría, en socios cooperativos en el control y maquillaje de las noticias del Pentágono.
Con Robert Gates cómo ministro de guerra, la propia CIA abandonó sus malogradas pretensiones de agencia de “inteligencia” y hoy no es más que un cuerpo paramilitar para atentados, asesinatos y acciones terroristas bajo el mando del Pentágono. Su especialidad son los bombardeos a las aldeas afganas y paquistaníes, desde aparatos no tripulados.
Una de las razones principales por la que EEUU ocupa Afganistán es para controlar la principal fuente mundial de opio de los mercados internacionales de heroína y la mayor producción mundial de hachís. Washington seleccionó al señor de la guerra, Hamid Karzai, por su larga hoja de servicios en la CIA. Y lo mantiene como presidente con elecciones fraudulentas, porque es en la actualidad junto con su hermano, el patrocinador del tráfico de opio y hachís afgano. EEUU es tutor de la producción de drogas a escala mundial. Apadrina o directamente conduce los principales países dedicados a la producción: Afganistán, Marruecos, Colombia y Perú. Su famosa “guerra contra las drogas” es otro de sus fraudes.
Pero, además, bajo Obama la invasión militar a Afganistán ni se ha hecho “más humana”, ni redujo las bajas civiles que siguen denominando con el eufemismo de “daños colaterales”. En 2010 Obama cambió la táctica militar en la región y Petraeus se ha desembarazado del “enfoque de contrainsurgencia para ganar los corazones y las mentes”, reemplazándolo con un trío letal de rotunda fuerza asesina: ataques aéreos, bombardeos con aviones no tripulados y asaltos nocturnos de las Fuerzas de Operaciones Especiales.
En Medio Oriente EEUU delega la intervención militar en Israel. El estado sionista, que recibe la mayor ayuda militar de EEUU a otro país, se encarga de los bombardeos a la Franja de Gaza y la represión sobre el pueblo palestino. También desarrolla todo tipo de acciones agresivas y provocadoras en la región.
Que el mayor esfuerzo militar esté establecido en Asia central no significa que hayan desatendido otros continentes. Desde octubre de 2007 funciona el Comando África estadounidense (AFRICOM) con un cuartel general en Camp Lemonnier de Yibuti con más de 2000 efectivos. El plan es formar una Fuerza de Reserva Africana multinacional adiestrada y dirigida por fuerzas militares de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, para misiones de “mantenimiento de paz”. En realidad el objetivo es facilitar las intervenciones militares imperialistas en África, como la recientemente aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU, en Libia.
En Latinoamérica fuimos testigos de la multiplicación de su injerencia militar en el continente con la creación de siete bases militares en territorio colombiano, y la firma de tratados con Panamá para la instalación de 11 bases militares en ese país. Y otras iniciativas por el estilo en Centroamérica. La reactivación de la IV Flota de la marina de guerra de los Estados Unidos, armada con artefactos nucleares vigila el continente. La Invasión militar en nombre de la “ayuda humanitaria” tras el terremoto en Haití y las iniciativas de golpe de Estado, en Honduras (exitoso 2009) y Ecuador (fallido 2010). Y los planes para desestabilizar a países como Paraguay, Bolivia y Venezuela.
“El simpático muchacho negro”
La campaña electoral de Obama que apelaba a la esperanza y prometía cambios, luego de dos años de gobierno se descubre como un monumental fraude. Ahí está Guantánamo con su injusticia y sus tratamientos degradantes para demostrarlo. En su país, los 14,5 millones de desocupados “oficiales” esperan en vano un trabajo decente. Y los trabajadores aún ocupados sufren una ofensiva contra sus derechos y beneficios sindicales. Los 43 millones de personas que reciben cupones de alimentos - en su mayoría negros como Obama - no esperan nada de sus promesas de cambios. Tampoco uno de cada cuatro niños estadounidenses que viven al borde del hambre.
Promediando los tres aspectos de bienestar infantil (material, educacional y salud) EEUU se ubica entre los tres países de la OCDE que comparten el último lugar en bienestar infantil. Cuando asumió su mandato, el Presidente Barak Obama prometió ratificar la Convención de los Derechos del Niño de Naciones Unidas, que ya cumplió 20 años de estar vigente con el objetivo de promover y proteger las garantías de las y los menores de edad a nivel mundial. Luego de dos años de mandato aún no lo ha hecho y EEUU, junto a Somalia, sigue siendo uno de los dos países en el mundo que quedan por hacerlo.
Con “el simpático muchacho negro”, como con Bush Junior, seguimos teniendo en la cúspide del mundo: una horda de generales inescrupulosos socios y accionistas de la industria armamentista coordinados por Bob Gates desde el Pentágono; y una pandilla de especuladores tramposos que dirigen las finanzas globales desde Wall Street, la Reserva Federal y la secretaría del Tesoro, actuando de consenso. Obama es el regente en esa orquesta de miseria y muerte que asola el planeta.
18 de marzo de 2010
Isla de Santa Catarina,
Brasil
(*) Este texto es un resumen del ensayo OBAMA, presidente fiasco Editado por Desacato.info y distribuido por Argenpress. 01-04 de febrero de 2010. Las notas que autentican la información utilizada en el texto se encuentran en el ensayo original.
Enviado a Cuba coraje por Claujul
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