Kill´em all
Metallica
La falta de imaginación gubernamental parece emparentada con la falta de oportunidades en la población joven: son problemas enormes. Estamos viviendo una etapa ya larga de la derecha en el poder; una derecha autoritaria, arbitraria, sin imaginación pero con mucha mano dura a problemas que no sabe cómo resolver. La tendencia hacia encontrar respuestas en la militarización es volver a confrontar al gobierno con la sociedad y desviar su atención.
El camino de la militarización sigue en marcha, lo cual es mal augurio para la sociedad. La falta de preparatorias, universidades, centros culturales, instalaciones deportivas, trabajos bien remunerados, en fin, todo lo que significa para la juventud el desarrollo para sí, la sociedad y el país, se reduce a la simplona idea de meter en cintura a quienes frente a esta realidad juvenil de décadas, no son vistos como “productivos” por el mismo sistema que los margina, que trunca esas posibilidades.
Para los gobiernos de derecha es más fácil siempre la respuesta dura ante una realidad que le es hostil porque enseña sus carencias. Gustavo Díaz Ordaz hizo uso del ejército para reprimir al movimiento estudiantil de 1968, cuyo sangriento escenario del 2 de octubre en la plaza de Tlatelolco se convirtió en símbolo de las luchas estudiantiles, juveniles y progresistas. La actual situación de violencia, inseguridad y desempleo no son causa generada desde la juventud, aunque sí sean los principales protagonistas víctimas de la “guerra” contra el narco.
La cultura de las armas, de la violencia y de las guerras se nutre de la conciencia de las personas haciéndolas partícipes de eventos contrarios al desarrollo humano. Las sociedades guerreras consumen sus esfuerzos en hacer uso de su fuerza (como bien nos pueden decir Muamar Kadafi o Barak Obama) en vez de invertir en su gente. La cultura de las drogas, por otra parte, tiende a enajenar a las personas hacia el placer inmediato y el escape fugaz, distorsionando la realidad. Ambas superestructuras (la guerra y la droga) además obedecen a intereses de lucro económico, por eso son un gran peligro.
El gobernador de Chihuahua, César Duarte, ha dado un paso hacia atrás con su propuesta de servicio militar de tres años con pago a una situación complicada que merece mucho más que una propuesta inmediata opcional y por lo visto, sin una buena argumentación, para encausar a una generación de jóvenes ciertamente vulnerable y proclive a caer en los tentadores tentáculos del dinero fácil de la delincuencia, pero cuyo destino merece más, mucho más que una formación militar. Estamos otra vez en la circunstancia de criminalizar a la sociedad (en este caso a la juventud) de prejuzgarla desde el gobierno como un problema y no como un resultado de la desatención y corrupción gubernamental.
El problema de la inseguridad es un problema político, por lo tanto es en este ámbito donde se encuentra la solución. Aun si la iniciativa duartista tiene éxito, en el remoto supuesto de que fuera aprobada, es una respuesta sin solución, pues la realidad del sistema político-económico de pocas oportunidades y enajenación cultural es el responsable de la situación de precariedad de las y los jóvenes. Es tan absurdo como el discurso católico que señala y condena a la madre soltera, pero ni siquiera menciona al hombre que la embaraza, al padre irresponsable.
Las y los jóvenes saben o se imaginan cómo es el mundo adulto, despectivo y mentiroso; saben de la marginación de que son objeto por el solo hecho de ser jóvenes; saben también de las promesas de campaña, de la falta de compromiso del gobierno con ellos (as) donde son usados y no pasan del nivel del discurso. Obviamente y por lo mismo, ningún joven ha sido consultado sobre la decisión del gobierno de Chihuahua para apuntalar su destino hacia las armas. Claro que los ninis de clase media y alta estarán exentos de dicho destino, que está pensado para la juventud de estratos más pobres; para los juniors, de seguir por esa vía (no estudiar ni trabajar) estarían en el camino de ser políticos de carrera.
La leva viene a levantar el fracaso del Estado con su ciudadanía joven, aquella carente de guía, de buena educación, de oportunidades de realización. El gobierno sigue confrontando a la sociedad con ánimo de someterla a un orden sin progreso, donde las y los jóvenes están creciendo en un ambiente de valores neoliberales como el lucro, el consumismo y la adicción al poder. ¿Ser joven es un peligro? Pareciera si lo vemos desde la óptica de los gobiernos, si están atentos a las manifestaciones que están pasando en el mundo; en este caso sería una respuesta defensiva del gobierno por mantener el sistema a salvo de los vientos de cambio.
Ser joven, sí es un peligro en México y en ciudades como Juárez, ¡pero para los propios(as) jóvenes! pues son el principal grupo víctima de la violencia y de programas de depuración demográfica llamados “guerra contra el narco”.
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