Por Acratosaurio Rex
Duelo de titanes. En el siglo XIX Max Stirner pensó (tras hondas meditaciones) que el yo es programado desde afuera (por maestros, padres, curas, políticos, empresarios, periodistas)... Montones de determinantes hacen que tú seas otra cosa diferente de la que eres por natura. Así que Stirner propone una des-alienación desde dentro. Mediante la reflexión sobre el Yo podemos descubrir nuestra naturaleza oculta, con una palabra destruir nuestros condicionantes, y auto-gobernarnos. Eso dijo sobre eso.
Duelo de titanes. En el siglo XIX Max Stirner pensó (tras hondas meditaciones) que el yo es programado desde afuera (por maestros, padres, curas, políticos, empresarios, periodistas)... Montones de determinantes hacen que tú seas otra cosa diferente de la que eres por natura. Así que Stirner propone una des-alienación desde dentro. Mediante la reflexión sobre el Yo podemos descubrir nuestra naturaleza oculta, con una palabra destruir nuestros condicionantes, y auto-gobernarnos. Eso dijo sobre eso.
Marx y Engels salieron al paso de esta pretensión stirneriana, y con la mala leche que les caracterizaba, se dedicaron a destruir ese idealismo ingenuo. Era fácil: pensar que uno pensando puede llegar a liberarse de constricciones laboriosamente incrustadas en su mente, y con una palabra decir soy libre, pues es difícil de pensar. Suponer que en el fondo de uno, hay un Pepe o una Pepa primigenia maltratada por Lo Socio-Educativo que pugna por salir a flote, es mucho suponer. ¿Qué es uno? Qué eres tú, o yo? No se sabe. Y quien diga que lo sabe, no lo sabe.
Stirner defendía una abstracción un tanto fantasmagórica: el Yo. Y eso molestaba mucho a Marx, que ponía en la mesa a una abstracción más espectral aún: la Clase y su Conciencia. Resultaba que el obrero tenía valor como miembro de una Clase, y podía adquirir Conciencia de tres modos diferentes (Marx no tenía claro cuál). Uno, mediante la educación de las masas desde afuera por grupos avanzados. Dos, por medio de un Proceso Histórico inevitable. Tres, por una mezcla de esos procedimientos... La desalienación proletaria era forzada desde el exterior al Yo. Así que el Yo de Stirner, liberado por su propia fuerza, no tenía lugar en el planteamiento Marxista…
Por eso Marx eludió este enojoso problema: si uno tiene valor como miembro de una Clase destinada a adquirir Conciencia, ¿qué valor tengo yo como individuo en el Proceso de la Historia? Ninguno. Tienes el valor de un pijo, eres un mero peón al servicio del fantasma de la revolución, que acaba estando en manos de tipos que creen poder adivinar el desarrollo de la Clase, la aparición de su Conciencia y el advenimiento de la Lucha. El Yo es negado en la teoría de Marx, el militante se pone al servicio de la abstracción colectiva…, y acaba suicidándose. Un rollo. No tengo ganas.
Pero tampoco tengo muchas ganas, en conocerme, descubrirme, serme... o como dijera Stirner. Es justamente al revés: importa un pito quién sea yo, o tú. Ni lo sé, ni me importa. Solo interesa, lo que puedo hacer conmigo, de mí, en el resto de vida que me queda. Y plantar la suela, donde nadie me mande.
Max Stirner pone su ego a su servicio. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.
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