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Fidelidad

martes, 11 de enero de 2011
La noción de fidelidad sólo tiene sentido dentro de las culturas que han adoptado el matrimonio monogámico como base para su estructura social. El matrimonio (cualquier clase de matrimonio) , se institucionaliza para asegurar el cuidado de los hijos. Debido a que en el ser humano el periodo de crianza es mucho más largo que en otras especies se hace necesario que ambos progenitores se mantengan junto a ellos por todo ese tiempo.

Pero el vínculo matrimonial se mantiene (o se espera que así sea), más allá del periodo de crianza de los hijos, contraviniendo así al parecer, lo que establece la naturaleza, que en la mayoría de las especies diferentes al ser humano da por disuelta a la pareja una vez que las crías pueden valerse por sí mismas. Pero como ya se ha dicho en otros posts, el hombre ha abandonado a la naturaleza es decir: a su naturaleza, y dentro del mundo cultural que se ha elaborado se le exige que permanezca fiel a su pareja por siempre.
Por otra parte casi es una frase hecha decir que el ser humano es infiel por naturaleza; sin embargo las personas se vinculan todos los días, forman parejas, viven juntos, se casan y tienen la expectativa de ser fieles y tener una pareja fiel.

¿Cómo lograr que se cumpla tal expectativa? En el pasado no parecía ser este un asunto de gran importancia, al menos no para los hombres, quien debería mantenerse fiel era la mujer. Razones económicas había para que así sucediera. Si una mujer incurría en infidelidad era muy probable que se preñara de una pareja diferente a su marido, pero tendría que ser éste quien mantuviera al niño y se vería obligado a legarle herencia, situación que ningún hombre aceptaría. Las sanciones para la mujer solían ser durísimas a fin de que fueran ejemplares, como la lapidación judía, e inhibir la infidelidad en la mujer.

Históricamente el factor económico fué determinante en el matrimonio. El matrimonio era un negocio más: intercambio de dotes, acuerdos entre las familias de los contrayentes, ensanchamientyo de los negocios familiares, etc.
No fué sino hasta el siglo XVIII , con el surgimiento del Romanticismo, que empézó a permear y generalizarse la idea de que cada persona debería casarse con quien estuviera enamorada sin importar cualquier consideración de otro tipo.
Y sucede que es durante el periodo de enamoramiento en que al hombre le resulta más fácil, digamos natural, ser fiel. Se podría decir entonces que para mantenrse fiel hay que permanecer enamorado. Pero la sentencia de "hasta que la muerte nos separe", es, generalmente, irrealizable. El enamoramiento tarde o temprano sucumbe a la cotidianidad, especialmente si se plantea que debe durar por un periodo tan largo.
Hay quien ha propuesto cambiar la condición a "Hasta que la muerte del amor nos separe". Sin embargo, a mi parecer, solamente se está trasladando el problema, pues ahora se convierte en ¿Cómo lograr que el amor tenga una vida larga? Lo único que se me ocurre como propuesta es que no nos planteemos plazos tan largos como "toda la vida", sino plazos que sí sean realizables , por ejemplo: un día. Decir entonces: "Hoy estoy enamorado de tí y hoy quiero estar sólo a tu lado".

¿Alguien tiene alguna otra propuesta?
Post publicado originalmente en Año 11 de la Oscuridad el 20 de febrero de 2005.

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