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ESCARAMUZAS POLÍTICAS: EE.UU. puede seguir interfiriendo... si América Latina se lo permite

miércoles, 15 de abril de 2015
Por Gloria Analco, @GloriaAnalco

Mientras líderes sudamericanos mostraron actitud y carácter en la Cumbre de las Américas de Panamá para denunciar el intervencionismo de EE.UU. frente a Barack Obama, el líder cubano exhibió estrategia.

Raúl Castro, con parsimonia, consiguió apoderarse de la escena política de la Cumbre. Era a quien todos querían saludar y darle la bienvenida, sin excepción.

En la Cumbre flotó en el ambiente político todo el tiempo que había viejas y nuevas rencillas por saldar con el gigante del Norte, como lo mostraron frases puntillosas de mandatarios latinoamericanos que marcaron las grandes diferencias que había con EE.UU. en relación con el significado de la democracia, los derechos humanos y la libertad de expresión con que está contraatacando actualmente Estados Unidos.

Fueron muchas las referencias históricas que explicaban el presente, también cargado de agresiones hacia la región, al grado de que Barack Obama terminó por decir:

“Me encantan las clases de historia que recibo aquí… y estoy consciente de que hay capítulos oscuros en nuestra historia… en los que no hemos observado y sí incumplido con los principios e ideales… Podemos pasar mucho tiempo hablando de agravios e injusticias pasadas y usar a Estados Unidos como una gran excusa cómoda para los problemas políticos continentales… eso no es lo que aporta progreso ni va a resolver el problema de los niños analfabetos que no tienen suficiente comida y no hará que nuestros países sean más aptos y competitivos en una economía global”.

¿Quién le propinó un “knockout” a quién? Y aunque a Obama no le guste, hay que hacer historia para saberlo.

Raúl Castro ofreció un discurso en el que reseñó las agresiones sufridas contra su país por Estados Unidos. Lo relevante de esto fue que citó el momento en que comenzó a escribirse la historia que caracterizaría las relaciones entre ambos países hasta el presente.

Fue por un memorando del subsecretario de Estado Lester Mallory, el 6 de abril de 1960, que Raúl Castro calificó de “perverso”. Decía: “La mayoría de los cubanos apoya a Castro… El único medio previsible para restarle apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las penurias económicas (…) debilitar la vida económica (…) y privar a Cuba de dinero y suministros con el fin de reducir los salarios (…) provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”.

A Nicolás Maduro eso le sonó bastante conocido; otro tanto a Evo Morales y algo menos a Rafael Correa, y con otro escenario también a Dilma Rousseffy a Cristina Fernández, y aunque no estaba presente, Michelle Bachelet también ya ha empezado a escuchar pasos en su tejado.

Eso no va a detenerse porque Obama haya dicho en la cumbre que “Estados Unidos no será prisionero del pasado” con Cuba ni con la región. “Estados Unidos mira hacia el futuro”, dijo.

Ese es el problema, que EE.UU. necesita de la riqueza y del control de la región “para sostener su andamiaje económico que está cayendo en muchos sentidos”, como bien señaló el analista internacional Luis Bilbao.

La región, como de sobra ha dado muestras Cuba, necesita de estrategias muy inteligentes para oponerse a ese festín de predominio que pretende darse Estados Unidos. El Gobierno estadounidense tiene un arma muy poderosa para intentar conseguirlo: tiene de aliados a las oligarquías de todos esos países.

*Reportera mexicana, publica en Uno más uno y otros órganos de prensa. Colaboradora habitual de Cuba coraje. Trabajo enviado por su autora


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