“Querido
camarada: acabo de salir de un deterioro de la salud y estoy mejorando
una barbaridad. Es una enfermedad terrible que no quiere que uno viva,
pero la ciencia es grande como más grande será con el tiempo en favor de
la humanidad gobernando el comunismo. He decidido volver a escribir,
por eso te envío un artículo. Un abrazote.”
F.Y.
A
Freddy lo conocí en la cárcel de Trujillo en el año 1972 o 73, para ese
momento ya llevaba un tiempo de encarcelamiento largo. Como muchos
jóvenes que participaron en la caída del Régimen del Dictador Pérez
Jiménez y ante la firmeza de muchos hombres y mujeres que militaban en
AD y bajo ese ejemplo de conductas intachables y revolucionarias se
producen rupturas debido a ese contraste que marcaba la Revolución
Cubana con Fidel, Camilo Cienfuegos y el Che y los pocos modelos
socialdemócratas en la región. Quién no podía valorar conductas como
la de Fabricio Ojeda, Presidente de la Junta Patriótica, Domingo Alberto
Rangel o Sáez Mérida, mayores que Freddy y que lo llevaron a abrazar
ideas más avanzadas con la fundación del MIR, quienes de distintas
vertientes deslindaron del gobierno de Rómulo Betancourt.
Freddy,
no solo fue un militante que se cultivó en las ideas marxistas sino que
era un gran conocedor de los procesos revolucionarios de los pueblos y
de sus principales actores, era un caballo desbocado y lleno de
entusiasmo hasta sus últimos días de conciencia y con una fe infinita en
las luchas de los pueblos y de su única salida: el comunismo. Fue el
primero, que me habló de la falsificación de las ideas revolucionarias y
del daño que se hacía cuando se distorsionaban esos procesos desde las
alturas del poder: me imagino las toneladas de cartas que escribió y que
se cruzaron en debates interminables e inconclusos con todas las
expresiones y corrientes que hacían vida en la mayoría de las cárceles
de este país y en sus tiempos de reclusión. De sus manos recibí la
historia más genuina de la Revolución Rusa escrita por uno de los
dirigentes más brillantes de ese proceso y condenado al exilio por un
poder deformado que se apropió y acabo con la Revolución más importante
del Siglo XX.
Seguro estoy que el quedó marcado por ese proceso del
año 1905 a 1917 y los debates posteriores que se produjeron tras la
muerte de Lenin. Freddy sabia lo vital que significaba el peso de un
liderazgo y de una dirección política, estrechamente ligada al pueblo,
en su papel de mantener y hacer avanzar un proceso revolucionario.
Él
lo decía y murió convencido de que los pueblos no parararían de hacer
revoluciones y actos heroicos multitudinarios cada vez más
impresionantes. Defensor crítico de los gobiernos de Chávez y Maduro,
independientemente, conociendo a fondo las diferencias abismales que
tenía en cuanto a la conducción del proceso. En los revolucionarios no
cabe el sectarismo. Quienes lo conocimos tenemos una tarea: recoger su
incansable y tenaz hábito de escribir para contribuir en la teoría
revolucionaria, pero también hasta en lo más cotidiano de la vida.
Murió otro Quijote: honor y gloria a su trayectoria de vida.
Saludos revolucionarios y abrazos a su familia y más allegados.
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