Por Lautaro Fucik*
Vivimos
en una sociedad, en un mundo, marcados por los poderes de todo tipo, a
saber, entre otros, el poder económico, particularmente abusivo cuando
de grupos se trata; el llamado poder espiritual de las diversas
creencias religiosas; el poder político, generalmente mal aplicado; el
poder de la justicia... generalmente bizco; el poder militar,
habitualmente agresor, en fin... otros poderes.
También existen el poder de la inteligencia, el conocimiento, de la cultura y de la propia naturaleza.
Los
países que generan algún tipo de conocimiento útil a la humanidad, se
transforman en potencias, y ejercen liderazgos, lamentablemente hacen
que otros sean dependientes de ellos. Esas naciones logran sitiales de
poder, son dominantes, porque han adoptado medidas y políticas
estratégicas tendientes a producir, a generar conocimiento. Han hecho
cuantiosas inversiones económicas destinadas a investigación científica.
Altos indicadores del Producto Interno Bruto (PIB), son dirigidos al
fin señalado.
Una
de las inversiones y a la vez decisiones políticas estratégicas en toda
sociedad son las que se refieren a la educación, porque eso significa
invertir a futuro en capital humano, desde la primera enseñanza. Quien
no lo haga se condena a un destino letal. Quien no genere "masa crítica"
en gran escala, será un extraviado en el mundo de los implacables
poderes, será un mendigo, un paria siempre dependiente.
Se
ha empleado la expresión " desarrollo del subdesarrollo ", precisamente
para señalar lo que sucede en materia de producción de conocimiento
aplicado, y niveles de vida de la población de los países que alcanzan
altos índices de progreso y bienestar, y quienes no logran esos mismos
indicadores. Las distancias, los abismos, son considerables.
En
un escenario tan desigual, la ignorancia, por decirlo de una manera,
juega un rol en contra. Ella, el desconocimiento masivo, y también de
las élites responsables, es suicida. La ignorancia es pérdida,
retroceso, dependencia, coloniaje, carencia de patrimonio y ausencia de
soberanía.
La ignorancia de pueblo, de país, de nación, de Estado, de sociedad, representa, es, un poder inmensamente destructor.
Se
dice que en los pueblos, en todos, gravita, fluye mucha sabiduría, es
una verdad. Esa energía fértil debe tener los grandes y justos cauces
para el bien de todos.
La poderosa ignorancia es devastadora, impide el bien hacer, y, niega, anula, la posibilidad de ser...
*Director Centro de Estudios Conciencia Crítica
Chile, agosto 25 de 2014.
Enviado por su autor
Imagen agregada Escuela Cuba, década del 50 aprox.
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