Un día como hoy, ahora.
¿Qué hora es en Centroamérica? Preguntó el cañónY el eco respondió: Medianoche, todavía…Sergio Ramírez en Centroamérica cuenta
Un
día como hoy, hace cinco años, me levanté con el ruido de los aviones
militares surcando los cielos, sin luz, sin agua, sin noticias. Era un
28 de junio de 2009 y las crónicas de lo imposible, estaban aún por
escribirse. Me explico: en todo en mundo, aún en Honduras, nuestra
generación pensaba que los Golpes de Estado habían pasado a la historia y
que en este nuevo siglo, lo que nos esperaba era el fortalecimiento de
la democracia, la conquista de nuevos derechos, en suma, seguir
avanzando hacia la construcción de un mundo y un país mejor.
Al
principio, cuando llegamos, mujeres y hombres de diversos lados, frente
a Casa Presidencial, nuestro primer pensamiento fue que ni el país, ni
el mundo, iban a permitir un Golpe de Estado, que significaría un
retroceso enorme para todas las democracias del planeta. Pensamos eso el
primer día, el segundo y luego, casi todo un año. Esto va a pasar,
repetíamos, no puede durar mucho. Para nuestra sorpresa, no solo pasó,
si no que se sostuvo por casi seis meses, ante la impasibilidad de las
grandes potencias, incluida los Estados Unidos.
Posteriormente,
se impuso un gobierno de derecha, electo por la minoría de la
población, el del Porfirio Lobo Sosa. Luego, pensamos, sería posible un
cambio, a través de las urnas y el Partido Libertad y Refundación
(LIBRE), que aglutinaba una buena parte de la resistencia hondureña.
Para nuestra sorpresa y aún con la amenaza de fraude en los resultados,
ganó Juan Orlando Hernández, sucesor de la derecha, con un 36.8% de los
votos activos y apenas un 21.4% del Censo Electoral.
Cuando tomó posesión de su cargo anunció “seguiremos en el poder cincuenta años más”, agregando su famosa frase de campaña “voy a hacer, lo que tenga que hacer”.
No es posible, re-pensé, pero reconozco a estas alturas en las que mi
mente se ha equivocado muchas veces, ya no sé que creer. Uno de los
estandartes de campaña, fue la creación de la Policía Militar que anota
en sus logros, haber irrumpido por la fuerza, a petición del Presidente
del Congreso Nacional, miembro del partido en el poder, y lanzado gases a
diputados y diputadas de libre, incluyendo al ex presidente Manuel
Zelaya Rosales. Nunca en mi vida, había visto un ex presidente gaseado. Y
volví a pensar: cosas veremos…
Nada
nos preparó para esto, ni para el retroceso espantoso de los derechos
humanos a nivel de políticas públicas, producto del Golpe que se
mantienen hasta hoy, entre ellas: la prohibición de las píldoras de
anticoncepción de emergencia (PAE), convirtiendo a Honduras en el único
país de América, donde este medicamento es prohibido y penalizado. Hay
que mencionar además, la absorción de Secretarías de Estado como la
Derechos Humanos, el Instituto Nacional de la Mujer entre otros, que
pasan a formar parte de un mega ministerio de Desarrollo Social, así
como la negación de información pública de la Secretaría de Seguridad al
Observatorio de la violencia, alegando que ellos mismos colocarían en
línea su sistema de estadísticas, como efectivamente lo hicieron en el
año 2013. La violencia doméstica, que es el delito más denunciado a
nivel nacional, no aparece en esa base de datos.
No
se puede dejar de mencionar el número creciente de periodistas,
abogados y transportistas que son asesinados, ante la vista y paciencia
tanto del Estado, como de la Policía Militar. A esto se suma el alto
índice de asesinato de jóvenes, hombres y mujeres (cuyo crecimiento por
año va más acelerado que los asesinatos de hombres). La impunidad en la
resolución de estos crímenes, es el denominador común.
Hoy
nos encontramos con el drama de las niñas y los niños migrantes hacia
Estados Unidos, noticia que el mandatario hondureño, recibía durante su
asistencia al mundial de fútbol en Brasil. En declaraciones públicas,
expresó que el
creciente flujo migratorio de menores sin acompañante, no solamente al
deseo de reunirse con padres sino a la violencia generada por el
narcotráfico. “Son desplazados de guerra y yo creo que Estados Unidos debe hacer más.1.
Nada dice de las condiciones paupérrimas en que su gobierno mantiene a
la mayoría de la población, ni de los constantes aumentos a la gasolina,
la luz, el agua y la canasta básica en general, que fue el primer
“regalo” de sus diputados al pueblo hondureño al asumir su mandato.
Nada
dice, de la alarmante violencia, producto de la represión y la pobreza,
mientras la clase oligárquica se enriquece cada día más. La mayoría de
los migrantes, que se calcula en unos 60 o 70 personas por día, son
madres, jefas de familia, con sus hijos e hijas. “No se puede vivir aquí”, mencionaba una de ellas, “no hay trabajo, no hay condiciones, hay mucha violencia2”.
Otra de ellas, expresaba“(…)
los padres que tenemos hijas adolescentes o jóvenes solteras sabemos
que hay un lema: es peligroso ser bonita y joven. (…), Los padres nos
encargamos de hacerles las fiestas, convocar a sus amiguitos y estar
encima de ellos porque no se puede. Por eso esa es una falsa paz que
nosotros vivimos, porque nosotros sabemos qué es lo que sucede, y por
qué la gente está sacando sus (hijas). (…)3
La
respuesta gubernamental ha sido enviar a un equipo de visita,
incluyendo a la Primera Dama, a los albergues de Estados Unidos. Este
equipo, al más puro estilo militar es llamando “fuerza de tarea” y no se
sabe con certeza, cual es su función. Hasta ahora, solo hemos escuchado
exhortaciones hacia la responsabilidad de Estados Unidos, sin escuchar,
que propuestas existen o se proponen desde el Gobierno hondureño, para
frenar o combatir esta migración.
En
resumen, en cinco años, parece que las cosas no han cambiado mucho y de
paso, han arrastrado nuestras esperanzas de que los países del mundo,
cualquiera, intervengan para frenar esta situación.
Hay
días que parecen interminables y en los que toca construir la vida poco
a poco. Tenemos un país, lleno de rejas, físicas y mentales, donde no
podemos caminar, pensar o hablar libremente. Un país, donde las noticias
del horror siguen asombrándonos. Este no es el país que una vez soñamos
para nosotros, para nuestras hijas e hijos.
Queremos
quedarnos a vivir aquí, pero a veces, como ya ha demostrado el éxodo en
masa hacia los países del Norte, la única opción que nos queda, es
precisamente, salir de él. Queremos la alegría, la risa fácil, el café
de las mañanas, el gozo de las tertulias y el abrazo de las amigas.
Queremos la paz, en medio de un país que vive una guerra interna, no
declarada, pero vivida. Y es por eso que sabemos, que queda mucho camino
para seguir resistiendo…
1 http://www.lavanguardia.com/vida/20140613/54408982043/presidente-de-honduras-eeuu-debe-hacer-mas-ante-guerra-que-desplaza-a-ninos.html
2 Entrevista madre migrante. Junio 2014
3 Entrevista pobladora. Mayo 2014
Tomado de Programa de las Américas
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