Por Gloria Analco*
La
instalación, mañana, del Congreso Popular convocado por figuras
públicas, obedece a que en México se ha perpetuado el dominio del Estado
con sus prácticas autoritarias, clientelistas e individualistas, que
favorecen los intereses de algunos grupos -como las clases altas y las
élites políticas- en detrimento del bienestar de los diversos sectores y
asociaciones que conforman la sociedad civil.
Como
dice Charles Taylor, filósofo e intelectual canadiense, “podemos hablar
de sociedad civil cuando el conjunto de asociaciones puede determinar
significativamente afectar el curso de la política estatal”. Y de eso
trata el Congreso Popular, de darle anclaje legal e institucional a la
participación ciudadana, a contrapelo de lo que señala el proyecto
neoliberal, que plantea explícitamente la despolitización de las
relaciones entre el gobierno y la ciudadanía.
Los
organismos internacionales han introducido nuevas figuras para
incrementar la participación ciudadana, para que se produzca la
rendición de cuentas, se democratice el poder político y económico, a
cuyos convenios se ha adherido México, como una categoría llena de
bondades democráticas frente a la perversidad de los partidos políticos,
a través de los cuáles las élites políticas y económicas se han
adueñado prácticamente del país, desconociendo sus obligaciones
históricas.
El
proceso de transición democrática en el país fue en retroceso, quedando
la sociedad civil sujeta a la dinámica de la voluntad de un puñado de
hombres. De este modo, los derechos civiles, políticos y sociales son,
en la actualidad, ejercidos de una forma altamente diferenciada entre
los ciudadanos, configurándose una enorme desigualdad entre ellos,
mientras que la clase política en la cúspide se apropia, incluso, de los
bienes de la nación, a pesar de que en los últimos años se habían
constituido derechos a los ciudadanos que ahora, con la criminalización
de la protesta, por ejemplo, se intenta hacerlos todavía más precarios y
desiguales. Es lo que Guillermo O’Donnell, politólogo argentino, llamó
“ciudadanía fragmentada”, aludiendo al hecho de que los derechos
civiles, políticos y sociales son ejercidos de manera desigual entre los
ciudadanos.
Este
hecho, que se produce en México en extremo, es el resultado de una
forma precaria de la implantación democrática, y que invita a consolidar
espacios de participación ciudadana para revertir esa tendencia y crear
un modelo de sociedad civil fuerte y solidaria. Como lo sostienen los
científicos sociales, hace falta un mayor capital social que fortalezca
la confianza, la unidad y la participación en la sociedad, y el Congreso
Popular puede ser muy bien la vía catalizadora para apaciguar el clima
de violencia e incertidumbre dominantes en el país.
(Sección Escaramuzas Políticas)
@GloriaAnalco
*Reportera
mexicana; ha sido columnista, entre otros de los diarios UnomásUno,
Excelsior, La Jornada. Colaboradora habitual de Cubacoraje
Vea, además:
Un Congreso Popular en México para impulsar gigantescas movilizaciones contra el gobierno/ Pedro Echeverría V.
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