Por Daniela Saidman
La historia de los pueblos tiene sus hitos,
como la piel guarda la memoria de caricias y heridas viejas, y se
estremece cada tanto al recordar todo lo que de bueno o doloroso ha
pasado por su geografía. Así somos, memoria transida de voces y
recuerdos, capaz de levantarnos luminosos una mañana, cuando la vida nos
convoca a escribir el futuro.
A
lo mejor por eso se quedó para siempre el tacto de aquel 4 de febrero
de 1992 cuando asistimos a uno de esos puntos de inflexión que nos
cambió a todos. Después de ahí nada seguiría igual porque en esa fecha
se encendió una llamarada que ya nada podrá apagar.
Aquel
Chávez que irrumpió en las pantallas de la televisión se sembró en la
memoria sí, pero también se subió a los mástiles donde ondean las
esperanzas y con cada viento que pasa vuela más alto como extendiendo
las alas.
Una rebelión de esperanza
La
del 4 de febrero, la rebelión que unió a civiles y militares, será
recordada y celebrada siempre por la mayoría del pueblo como una acción
cuyo objetivo era la libertad. Es cierto que no se consiguió en ese
momento, pero a veces perdiendo también se gana. El 4F sirvió para
despertar y sacudir conciencias, y ayudó a alejar los miedos que había
instalado la represión del 27 de febrero de 1989, que dejó tres mil
muertos en apenas tres días.
Dijo
por ahora -Chávez, imposible olvidarlo- y dejó la ventana abierta para
que el sol entrara a raudales y lo inundara todo con su luz, quedándose
aunque estuviera preso. Y eso hizo, ¿no? Quedarse para siempre. ¿Quién
hubiera dicho que aquel teniente coronel que se animó a asumir el acto
de rebelarse contra el poder estaría sembrado tierra, sueño y esperanza
adentro, tan Barrio Adentro como las misiones que creó para el beneficio
de tantos y de tantas? Será precisamente por eso que Chávez, el
comandante que hizo posible la utopía, se nos ha ido repartiendo en el
aire, en las palabras, en los actos y en los gestos cotidianos para
vivir siempre como esa caricia amasada a fuego lento en nuestra
historia.
“Desde
lo más hondo del corazón del pueblo digo con Aquiles Nazoa que gracias
al 4 de febrero cada compatriota puede con plena certeza 'tender una
mañana la mirada sobre el paisaje y decir esta es mi ciudad, esta es mi
patria'”, escribió Chávez para su pueblo el 4 de febrero de 2013.
Tan
aquí y tan ahora su palabra que conmueve. Por eso, aquella imagen del
ardimiento amoroso que guió a Chávez y que tan bien escribió el poeta
Luis Alberto Crespo es el fuego que aún hoy todo lo enciende, todo lo
incendia, alumbrando a su paso el futuro que haremos venir.
“Él
es, es el mismo, el de siempre. Se asemeja todavía al capitán demócrata
y sentimental que encendió con su palabra a un solitario pueblo llanero
donde su bisabuelo cumplió una hazaña de pasión y machura, le digo yo
ahora a mi memoria. De aquel 4 de febrero proviene su ardimiento. Hoy,
enciende a Venezuela y a los pueblos de América y de más lejos”, eso
dice Luis Alberto, el poeta que lo conoció allá en el Llano.
Y
es que este Chávez del 4F es el muchacho bueno, el que se crece y
multiplica en la juventud de ahora. A Chávez lo encontramos todos los
días en los jóvenes que se juegan la vida para conquistar la paz, que es
lo mismo que hacer nacer la ternura y la solidaridad, que fundar el
futuro ahora, cuando la madrugada luminosa lleva su nombre.
Mensaje del Comandante Chávez el 4 de febrero de 2013 (fragmento)
“El
Caracazo señaló un fin y un comienzo, fin de un sistema ahogado en la
desvergüenza, comienzo de una época de cambios que exigía renacer en
dignidad popular.
Quienes
irrumpimos contra las tinieblas de la injusticia y la indignidad que
abrumaban a Venezuela por aquel entonces estábamos como decía el Che
Guevara guiados por grandes sentimientos de amor, un amor bolivariano,
popular, rebelde, combatiente, un infinito frenesí libertario que nos
llevó, como quería el padre Libertador, a echarnos al miedo a la espalda
para salvar la patria.
Nuestro
poeta Gustavo Pereira nos dice con estremecedora simplicidad los
siguiente: “El amor es la única cosa importante en el mundo”, han
transcurrido 21 años desde aquel 4 de febrero, de angustia y madrugada,
de valentía y sacrificio, y la marcha sigue siendo dura, pero con la
fuerza irresistible del amor recordemos a Bolívar estamos a paso de
vencedoras y de vencedores hacia la independencia definitiva, hacia la
patria socialista y liberada”.
Hugo Chávez Frías
La Habana, Cuba, 04 de febrero de 2013
@DanielaSaidman
Imagen tomada de La Cámpora (www.lacampora.org)
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