Por Iroel Sánchez
El “luchador por la libertad” Guillermo Fariñas junto a Luis Posada Carriles |
“Fuerzas
invasoras aislaron hoy el puerto de Bayamo, en la costa sur de la
provincia de Oriente”, decía un día después de iniciada la invasión que
terminaría derrotada en Playa Girón la agencia UPI. Pero ni Bayamo tiene
puerto ni allí ocurrió ningún combate por aquellas jornadas.
La
agencia AP, por su parte, había reportado el día anterior: “La mayor
parte de la milicia de 400 mil hombres reclutada por Castro ya ha
desertado y la batalla decisiva se realizará dentro de unas horas”. Mientras, la emisora Radio Swan decía
que “los luchadores por la libertad atacaron el hotel Hilton (actual
Habana Libre) durante la noche pasada y lo incendiaron. El hotel ardió
toda la noche y ahora es un montón de ruinas humeantes”. Sin embargo, en
el emblemático edificio de la capital cubana no se había escuchado un
solo disparo.
La
combinación de dinero, “luchadores por la libertad” y mentiras
mediáticas no ha dejado desde entonces de acumular derrotas para
Washington en sus acciones contra Cuba y parece estar en la víspera de
otro resonante papelón a propósito de la celebración en La Habana de la
II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
El Segundo Jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos ha llamado, desde su cuenta en Twitter, a
los periodistas llegados a La Habana para cubrir el evento a ”buscar
voces independientes sobre la realidad en Cuba”. Insatisfecho con la
hegemonía mediática de que goza su país, el extraño diplomático trata a
los profesionales de la prensa extranjera en Cuba como si fueran sus
subordinados y les dice abiertamente lo que tienen que hacer y con quién
deben hablar.
Lo
que este señor llama “voces independientes” son las personas que EE.UU.
paga y controla para cumplir sus objetivos de “cambio de régimen” en la
Isla. En los documentos revelados por Wikileaks
y suscritos por los propios diplomáticos estadounidenses se dice que
estos individuos “dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos
suficientes para solventar las necesidades del día a día de los
principales organizadores y sus seguidores claves” y que “si bien la
búsqueda de recursos es su principal preocupación, la segunda más
importante parece ser limitar o marginar las actividades de sus antiguos
aliados de manera de reservarse el poder y el acceso a los escasos
recursos”. Los “escasos recursos” son los veinte millones de dólares anuales que les destina el presupuesto federal estadounidense.
Otros cables publicados por Wikileaks hablan de la penetración de estos grupos por la contrainteligencia cubana, cosa que acaba de comprobarse con la filtración
del documento que pensaban publicar durante un evento “alternativo” a
la Cumbre de la CELAC. Suscrito por personas que han llamado a la CELAC “versión subdesarrollada de la OEA” no sorprende que su lenguaje sea el de Washington, particularmente el de las declaraciones
del Secretario de Estado John Kerry sobre Cuba, y utilice sus mismos
términos como “concierto hemisférico” en vez de “Patria grande” o
“Nuestra América”. CADAL, la organización que desde Argentina patrocina
el nuevo show ha sido ausada en medios solventes de ese país como el
diario Página 12 por ”su estrecha relación con dos entes como la Usaid (Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y laNED (Fundación Nacional para la Democracia) que la financian, la aproximan demasiado al exilio anticastrista de Miami”.
La
USAID es la principal aportadora de fondos para el cambio de régimen en
Cuba y la NED -que en el 2011 entregó 60 000 dólares a CADAL- ha sido
señalada por The New York Times como una pantalla de la CIA. El
diario neoyorkino la describió en su primera plana el 31 de marzo de
1997, en un texto firmado por John M. Broder, como una organización
creada “para hacer de manera abierta lo que ha hecho la Agencia Central
de Inteligencia subrepticiamente durante décadas, dona 30 millones cada
año para brindar apoyo a cosas como partidos políticos, sindicatos,
movimientos de disidentes y los medios de prensa en decenas de países.”
El “luchador por la libertad” que sirve de anfitrión a CADAL en Cuba es Guillermo Fariñas, un mitómano que no ha vacilado en retratarse orgullosamente junto al terrorista Luis Posada Carriles,
autor de la explosión en pleno vuelo de un avión civil cubano que costó
73 vidas y condenado en un tribunal panameño por intentar el asesinato
de Fidel en el paraninfo de la principal universidad istmeña.
Si
los medios de comunicación internacionales quieren ver su credibilidad
convertida en un “montón de ruinas humeantes”, como pasó a AP, UPI y Radio Swan en
los días de Girón, tal vez lo mejor que pueden hacer es seguir las
torpes instrucciones que en su desesperación les intenta hacer llegar el
Segundo Jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba.
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