Por Alicia Simeoni*
Cuando
el sábado 23 y el domingo 24 se realice en Rosario (Argentina) el XIII
Encuentro Nacional de Solidaridad con Cuba, por la Unidad
Antiimperialista de América latina y el Caribe es seguro que se
recordará que fue un general norteamericano, Edgar Atkenson, quien dijo
que el país caribeño, situado a tan sólo 160 kilómetros de La Florida,
debe tener ojos y oídos en Miami que la alerten ante una posible
agresión.
Atkenson fue jefe de la Oficina de Planificación de la
Inteligencia norteamericana e instructor del Colegio de Inteligencia de
la Defensa de los Estados Unidos. Si bien los cubanos no necesitaban de
esa afirmación -citada por un testigo durante el juicio que en 1998 se
hizo a cinco ciudadanos de la Isla que llegaron a La Florida para
detectar el armado de las más diversas agresiones y atentados contra su
país-, no deja de ser significativa como muestra del espíritu belicista.
Al mismo tiempo, da la razón a quienes hablan de los 50 años de
permanentes ataques que provocaron 3 478 muertes e incapacitaron a otras
2 099 personas, según datos oficiales del Estado cubano.
En este
contexto, René González, Ramón Labañino, Gerardo Hernández, Antonio
Guerrero y Fernando González fueron designados por Cuba “para
infiltrarnos en las redes terroristas, conseguir información y evitar
nuevos ataques”, dijo a Página/12 el único liberado después de cumplir
su condena, René González.
Desde el Grupo de Trabajo sobre
Detenciones Arbitrarias de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU,
hasta Anmistía Internacional, dice González, dictaminaron que fue y es
arbitraria la privación de la libertad de Los Cinco, acusados de
conspirar contra los Estados Unidos. En 2005 desde el Grupo de la ONU se
dijo que esa privación de libertad contraviene el artículo 14 de la
Convención Internacional de Derechos Civiles y Políticos y, a pesar de
que hay campañas internacionales, entre ellas la de varios premios Nobel
-Adolfo Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú y Günter Grass-, quedan cuatro
cubanos detenidos.
“La Justicia norteamericana es ciega y
sorda”, se dice en La Habana, y René González, un hombre de 57 años de
edad, veterano de la guerra de Angola, piloto de profesión, explica que
se habla de arbitrariedad porque desde todos los espacios se sostiene
que “no tuvimos un juicio con las garantías del debido proceso. Ni
siquiera se aceptó el principio elementalísimo de realizar las
audiencias en una comunidad que no tuviera prejuicios y opinión adversa
antes de escucharnos”.
El piloto se convirtió en la voz de sus
cuatro compañeros que permanecen detenidos y a quienes se les aplicaron
penas que se “consideran desproporcionadas por la imputación que se nos
hacía”. René González nació en Chicago “casi accidentalmente”, dice, ya
que su padre, que jugaba béisbol, se había ido de Cuba durante la
dictadura de Fulgencio Batista. “Buscaba desarrollarse en las ligas
mayores y mi madre, que tenía familiares norteamericanos, se había ido
antes, pero a mis cinco años regresamos”, relata.
René, Ramón,
Gerardo, Fernando y Antonio no se conocían entre sí antes de la misión.
Hubo un abordaje individual hacia cada uno de ellos, cuenta el piloto
González, y se les planteó la necesidad del país de enterarse a tiempo
de los planes de los grupos anticastristas.
“Hay que aclarar que
fue un trabajo totalmente voluntario al que podíamos decir que no… Me
dijeron que lo pensara, que era peligroso, pero no tuve que hacerlo
porque pasé mi niñez y el resto de mi vida viendo de manera constante
cómo el terrorismo proveniente de Miami se ensañaba con la población
cubana. Tenía 17 años cuando asistí al entierro de los pasajeros del
avión de Cubana que fueron asesinados en 1976, al despegar de Barbados,
por el terrorista Luis Posadas Carriles, entrenado por la CIA y quien
todavía vive en libertad en Miami. Posadas Carriles dejó rastros de
sangre no sólo en Cuba, sino en el continente sudamericano por su
participación en la Operación Cóndor.”
–El día que partió de La Habana, el 8 de diciembre, había quedado con su mujer en ir al cine…
–Ya teníamos a Irmita, de seis años. Ese día fui a mi trabajo en el
aeropuerto de San Nicolás de Bari, a 50 kilómetros de La Habana, donde
trabajaba como instructor. Cuando encontré la oportunidad me fui con un
avión y mientras el resto del personal se daba cuenta, ya estaba
volando.
Hasta el pequeño departamento que ocupaban llegaron
funcionarios del Ministerio del Interior con una afirmación que
estremeció a su mujer Olga: “Su marido desertó, se llevó un avión y está
en La Florida”, dijeron. De ahí en más todo fue desconcierto para la
mujer y el resto de la familia, Roberto, el hermano del piloto, Irma su
madre, sus amigos.
Con el marco del desgarro familiar la voz de
René González podía escucharse repetida, insistente, por Radio Martí, la
emisora creada por el ex presidente Ronald Reagan como voz del
anticastrismo más virulento. Desde Miami el piloto repetía que estaba
harto de Cuba, de los racionamientos más elementales y de la vida en la
Isla. Tenía 38 años entonces y desde ese momento en que fue recibido
como un héroe en Miami, no pasaría mucho tiempo hasta que lograra
acercarse y “formar parte” de Hermanos al Rescate comandada por un
acérrimo y activo anticastrista, José Basulto.
–¿Ya conocía a Basulto?
–Yo tenía recuerdos de mi niñez, cuando desde una lancha ametrallaron
un hotel en La Habana y allí también estaba Basulto. Nosotros
necesitábamos llegar a ellos, a los terroristas y si hubo algo que a mí
me benefició fue haberme llevado el avión: eso me daba cierto estatus de
celebridad, me hacía atractivo. Llegué a otros grupos como el Comando
de Liberación Unidos y el PUND (Partido de la Unión Nacional
Democrática), estos dos, mezcla de terroristas y narcotraficantes hacia
Cuba. Como era piloto, el mismo Basulto llegó a consultarme acerca de la
manera de introducir explosivos y hasta de volar torres de electricidad
en La Habana. Y además, en época de los balseros, tenían la esperanza
de generar en el país un estado de rebelión. Con nuestro trabajo se
pudieron desactivar muchas de estas acciones e indirectamente hubo una
colaboración con el FBI en el tema del narcotráfico. En relación con la
explosión de hoteles en La Habana, en el año 1997, llegamos a ubicar el
paradero de Posadas Carriles.
Los Cinco se fueron de sus hogares
en Cuba de manera parecida, aunque actuaron en distintos grupos de los
que sostienen las principales actividades contra la Isla y fueron
detenidos el 12 de septiembre de 1998, después de que en Cuba -explica
René González- “se reuniera el Ministerio del Interior con
representantes del FBI a quienes se les entregó el detalle de los planes
detectados para atentar contra la Isla… En lugar de usar la información
proporcionada por nuestro Gobierno para detener a los terroristas, el
FBI nos buscó y nos detuvo”.
El país entero pide por la libertad
de Los Cinco. Pintadas, diseños diversos, en oficinas públicas, bares,
hoteles y negocios. Los cubanos reclaman para que los Cinco Héroes
regresen a casa. Un afiche muestra una mano que pide y la leyenda es
categórica: “Obama… Give me five! Libertad para Los Cinco”. René
González, este hombre alto, delgado, de inquietos ojos verdes y hablar
tranquilo, asegura que mientras sus compañeros no estén en libertad
“seguiremos siendo cinco encarcelados”.
–¿Ustedes tuvieron acceso a información clasificada?
–No, ni nos interesaba la información clasificada de EE.UU. Nosotros
queríamos prevenir los actos terroristas. Es que el juicio fue un circo
romano, violatorio de la 6ª. Enmienda y de cualquier legalidad. Así,
después que la propia Corte de Apelaciones revocó el veredicto de
culpabilidad porque consideró que en Miami no se hizo un juicio justo,
la Corte de Apelaciones de Atlanta ratificó las condenas con algunas
modificaciones en lo que consideró incorrecto: Antonio Guerrero, de una
cadena perpetua más 10 años, pasó a tener que cumplir 21 y 10 meses; en
el caso de Fernando González, de 19 años pasó a 17; para Ramón Labañino,
que tenía una cadena perpetua más 18 años, pasó a tener 30; se
ratificaron las penas de 2 cadenas perpetuas más 15 años para Gerardo
Hernández y los 15 años para mí. La Corte Suprema dijo que no revisará
el caso. El reclamo es, entonces, para que el presidente Barack Obama
los indulte.
(Fuente Cubadebate/Con información de Página 12; Foto Daylén Vega/Cubadebate
Tomado de Cadena Agramonte
* Periodista argentina, Secretaria Adjunta del Sindicato de Prensa de Rosario
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