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Si yo rezara, Chávez

lunes, 10 de diciembre de 2012
Por Ildegar Gil

Te encomendaría “a todos los santos” como se decía antes, cuando las santas entraban en el mismo paquete machista de la religión; si yo rezara seguro que tuviera en casa un rincón para velas y velones, donde una estampita con tu rostro y tu nombre resplandeciera a la luz de la cera misericordiosa.

Si yo rezara, Chávez, mi cuello estaría rodeado tal vez por un escapulario como el tuyo. Mínimo por una cadenita de bautizo a la que estuviera aferrado implorándole por tu salud.

Si yo rezara, Comandante, conocería como las conoces tú las direcciones de cada uno de los templos caraqueños. Créeme: no pasaría frente a ellos sin dispensarle una visita para soltar una plegaria en tu nombre.

Probablemente fuese amigo de curas, monjas o pana de estudiantes en los seminarios. A su lado me arrodillaría frente a la imagen de el Nazareno para descargar en ella mis ruegos por tu recuperación.

Pero nada de eso Chávez. Desde que descubrí que la religión es el opio del pueblo decidí embrutecerme, cerrando las puertas a la ciega creencia y abriéndolas a lo que llaman ateísmo o algo parecido. Sin embargo, Presidente, por ti oro a mi manera. Me inclino ante tu valentía. Frente al coraje que desbordas ante cada desafío que la muerte te plantea, bendigo todos los cielos.

Cuando veo la sonrisa en los labios de viejos y viejas que reciben la pensión que siempre les fue negada, siento que eres el redentor de los desposeídos y el Cristo de los hambrientos del mundo que vuelcan sus ojos hacia esta patria donde la justicia social tiene la impronta de tu coraje.

Como José Gregorio Hernández te observo cuando la Misión Salud salva vidas no sólo de las masas empobrecidas por la Cuarta República, sino también de una clase media que más temprano que tarde entenderá que en tu noble corazón también ella tiene cabida.

Mis rezos, aunque muy limitados, se alimentan de la conciencia que sólo existe cuando seres como tú parecen enviados por la Providencia para, espada en mano, decapitar las maldiciones capitalistas que intentan aniqilarnos.

Fuente Ciudad CCS Info

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