Impresiona a quien quiere actuar en los juegos sociales y
políticos la ineficacia de los métodos de lucha empleados, así como la poca
calidad de las victorias alcanzadas. Mucha energía se pierde en palabras –los
desplegados engendran desplegados y los oficios otros oficios– y
desgraciadamente la mejor fuerza se pierde en vana violencia.
América Latina se encuentra en una situación de injusticia
que se ha llamado de violencia institucionalizada. La falta de estructuras
económicas y culturales hunde a pueblos enteros en una escasez que genera
dependencias y consecuentemente impiden las iniciativas. La promoción cultural
y la participación social o política están vedadas. En todo esto se viola,
mejor dicho todos violamos los derechos fundamentales del hombre.
Una ruptura cada vez más profunda aparece hoy entre la
política y la moral, entendiendo la moral como el conjunto de los valores que
establecen las bases del respeto al hombre y a todos los hombres. La política
es ciencia de la acción y por consiguiente de la eficacia. Considerada en los
términos que conocemos de una política de vista corta, algunos medios inmorales
permiten alcanzar un fin próximo. No caigamos entonces en la ecuación: política-eficacia-inmoralidad.
No es fantasía. El pueblo, en general marginado de la reflexión y acción
políticas, así piensa. Sin embargo existe una eficacia moral.
La corrupción, la explotación y los poderes inconstitucionales,
así como las actuaciones ilegales producen un clima de inconformidad que se
puede calificar de continental.
Frente a este triste panorama la sangre arde y la solución
violenta parece ser la única vía de solución1. Al negarse a la violencia
de liberación contra el opresor, parece reconocerse implícitamente la
imposibilidad de alcanzar solución alguna. Esta es la convicción consciente o
inconsciente en muchos más casos, de que sólo la violencia es la alternativa de
eficacia, dada la aparente invulnerabilidad de las estructuras de poder.
Los sistemas opresores, sean gobiernos o patrones,
generalmente no se oponen a que sus adversarios utilicen cualquiera de las dos
armas tradicionales: por una parte las palabras vuelan! En cuanto a la
violencia ésta justifica el que su poder recurra masivamente a las “fuerzas del
orden”.
Cuando los oprimidos deciden enfrentarse a los poderosos con
las armas de éstos hay gran posibilidad de que sean rápidamente vencidos porque
el armamento, el entrenamiento y la disciplina son desiguales en contra del débil.
De aquí la ineficacia de la acción liberadora que aterra a quienes pretendemos
llegar a ser hombres cabalmente en todas las dimensiones de la existencia.
Nace la primera reflexión totalmente lógica, que brota fuera
de todos los dogmas y que en su sencillez hace sonreír a los líderes de tantas
matanzas: si no adoptamos un método distinto para combatir todo género de
injusticias “en lugar del desgastado método del levantamiento violento”
(Gandhi), no hay esperanza de liberación para los oprimidos2. Sigue
vigente en muchas mentes cierto romanticismo de la lucha armada y de la
violencia. Las “virtudes” militares del honor, la patria y las medallas hacen
olvidar las realidades sórdidas de esta lucha. Se habla muy superficialmente de
los muertos haciendo de ellos simples contabilidades, nunca se habla de los
dañados físicamente que son hombres aminorados, menos de los daños materiales
que impedirán el desarrollo de la nueva sociedad “después de la victoria”.
1 Ernesto Cardenal, en Proceso, No. 56, Pág. 41.
2 Heriberto Sein, ¿Se puede luchar por la injusticia social y a la vez respetar al hombre?, México, 1970, 10 pág.
Fragmento del libro "Reflexiones sobre la No-Violencia de Juan María Parent Jacquemin"
3 comentarios:
Todo un tema amigo mio, pero no se, en el campo de la ingeniería social y el consumo masivo, se puede explicar muy bien la victoria de la India con Gandhi y de Martin Luther King en los E.U.
La violencia es verdad, por su naturaleza no puede ser muy racional que digamos, por lo menos no masivamente, pero igual sucede y cuando nos alcanza tenemos que tomar decisiones. Me pregunto que sería si los más de 60,000 muertos en estos 6 años, se hubieran levantado contra el gobierno, igual murieron y con mucha menos dignidad...y los que faltan.
Creo que la no violencia es completamente funcional al sistema, le permite adaptarse y cambiar algo para no cambiar nada.
Por otro lado, siempre recuerdo la canción "morir por las ideas" de Brassens...
Un Abrazo
Si consideramos que existen muchas formas de violencia o de violentar las cosas y que los pueblos no han dejado de ser violentados de una y mil formas, asumo entonces que no hay moral que valga si se trata de conseguir dignidad e igualdad para todos.
Me recordaste una cita de Hernán Cortés (especialista en tomar ventaja), pero no por eso menos cierta, que dice: “En circunstancias especiales, el hecho debe ser más rápido que el pensamiento.”
Por otra parte, considero que deberíamos buscar una forma más efectiva de ser violentos, no parece muy inteligente (aunque se entiende y se aplaude) lanzar palos o cualquier otro objeto, cuando a tus espaldas la gente camina sin pasarte siquiera otra piedra y eso sin considerar las ventajas armamentistas de los uniformados. Es condenar tu lucha a la derrota (nuevamente lo entiendo y lo aplaudo), pero no puede ocurrir lo mismo con todos, aunque… lo entendería y lo aplaudiría.
"Por otra parte, considero que deberíamos buscar una forma más efectiva de ser violentos, no parece muy inteligente (aunque se entiende y se aplaude) lanzar palos o cualquier otro objeto, cuando a tus espaldas la gente camina sin pasarte siquiera otra piedra y eso sin considerar las ventajas armamentistas de los uniformados. Es condenar tu lucha a la derrota (nuevamente lo entiendo y lo aplaudo), pero no puede ocurrir lo mismo con todos, aunque… lo entendería y lo aplaudiría."
TOTALMENTE DE ACUERDO AMIGO
Saludos
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