Por Pablo Portillo de Jesús*
La
Organización Mundial de las Naciones Unidas, ONU, reconoció el 12 de
agosto como el Día Mundial de la Juventud, este acuerdo se adoptó por
iniciativa de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la
Juventud, que se reunió en Lisboa, Portugal, entre el 8 y el 12 de
agosto de 1998. En este día, los pueblos destacan la situación de los
jóvenes y el papel protagónico que deben cumpliren la sociedad.
La
juventud, de acuerdo con la ONU, es la etapa de la vida que se ubica
entre los 15 a los 24 años; esta fecha es apropiada para valorar la
situación de los jóvenes, especialmente en muchos países de este
continente, donde generalmente es víctima de discriminación y
explotación; asimismo para reconocer el papel que les corresponde
desempeñar como actores de la nueva sociedad.
En
las sociedades donde impera la cultura de los adultos se discrimina a
la juventud por su corta edad y se acostumbraa convertirlos en sujeto
pasivo, que debe esperar el tiempo para convertirse en sujeto activo;
esta discriminación la contrarrestan con las justas actitudes de
rebeldía ante los que los que torpedean su entusiasmo y energía.
Los
jóvenes deben de preparase con interés y disciplina: estudiar y luchar
es la consigna que deben abrazar, porque los jóvenes son los
constructores del mundo nuevo, los jóvenes no deben esperar el futuro
para empezar a actuar, desde hoy deben empezar a estudiar y trabajar
para construir paso a paso, día a día, ese futuro luminoso que espera
la sociedad.
La
juventud debe de asumir el protagonismo en todos los campos de la vida,
en el estudio, en la cultura, en la política y en la solidaridad; para
asumir el papel de sujeto activo necesitan prepararse permanentemente…
los jóvenes de este tiempo necesitan apartarse de los vicios de la
hipocresía y la corrupción que les han heredado los “políticos de
oficio”.
Los
jóvenes de varios de nuestros países se encuentran en condiciones de
subordinación y de marginación social, muchos viven en condiciones de
extrema pobreza y son objeto de exclusión social; por eso necesitamos
cambiar el actual modelo neoliberal que nos han impuesto los grupos que
se han apropiado de nuestros países y de los recursos naturales.
Fidel
Castro, en su libro “Educación y Revolución” aseguró: “es necesario
que creamos en los jóvenes… Creer en los jóvenes es ver en ellos,
además de entusiasmo, capacidad, heroísmo, amor a la patria, confianza
en sí mismos, convicción profunda de que la juventud puede, de que sobre
sus hombros se pueden depositar grandes tareas… Creer en la juventud es
ver a los mejores continuadores de nuestra propia generación”.
El
ser joven nunca ha sido excusa para no participar en los procesos de
transformación, existen ejemplos en las luchas emancipadoras que
libraron los pueblos: Simón Bolívar a los 30 años realizó la campaña
admirable; Antonio José de Sucre a la edad de 29 años venció en
Ayacucho, Perú; Fidel Castro a los 32 años dirigió la revolución más
admirable de nuestro continente, la revolución cubana.
Camila
Vallejo, la admirable lideresa juvenil chilena, ha conducido grandes
movilizaciones de jóvenes donde participan estudiantes, profesores y
trabajadores exigiendo educación pública de calidad y señala que es
necesario impulsar cambios sustentados en una democracia participativa y
en un nuevo modelo económico, social y político que garantice el
bienestar del pueblo.
A
pesar de las esperanzas que tienen los pueblos en la juventud,
reconocemos con preocupación que muchos jóvenes han caído en la
ideología del capitalismo, atrapados especialmente por las rampas del
consumismo, por poderosas redes mediáticas que difunden antivalores y
hábitos perversos como el consumo de drogas que, en el fondo, expresan
los intereses de las élites de poder de Estados Unidos.
También
muchos jóvenes asumen posiciones abiertamente reaccionarias, que se
subordinan a los grupos terroristas deNorteamérica para desestabilizar a
los gobernantes progresistas de nuestra América, varios jóvenes se han
apoderado de centros de estudio y desde allí sabotean los programas de
transformación que impulsan los gobiernos que se identifican con los
pueblos.
Un
factor que no contribuye al desarrollo de la conciencia política y
ética de los jóvenes radica en la educación que reciben en los centros
educativos privados de todos los niveles, verdaderos “supermercados del
conocimiento”; en éstos es difícil que los jóvenes asuman el rol
protagónico que les corresponde, es más fácil que sean capturados por la
cultura del consumismo y del individualismo.
Pero
los jóvenes tendrán que emanciparse y asumir el protagonismo con la
alegría propia de su edad, con la rebeldía necesaria para transformar
esta sociedad desigual, hoy más que nunca debe incorporarse de manera
activa, a los procesos de cambio que se están construyendo en muchos
países de América Latina y el Caribe y escapar de la influencia de los
grupos reaccionarios.
Francisco
Morazán, nuestro Héroe Nacional, al rendir cuenta de su gestión en la
novena legislatura federal, el 21 de marzo de 1836, dedicó un bello
mensaje a los jóvenes:
“La
educación de la juventud, de esa porción escogida para regir algún día
los destinos de la República, ha merecido muy particularmente la
atención del gobierno”.
Enorme responsabilidad heredada a la juventud, dirigir los destinos de la patria.
*Profesor de Educación Superior, Tegucigalpa, Honduras
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