
Con calor y fogosidad humana Correa en la entrevista rompió públicamente el maleficio de la mentira mediática. Y no es para menos: está tras el camino de la falsedad mediática el montaje de la sublevación y represión en Libia y el ocultamiento del genocidio provocado por la otan, las provocaciones guerreristas e intervencionistas contra Siria y a favor de los “amigos de Siria”, el desprestigio contra Ahmadineyad, las calumnias contra Chávez y el ocultamiento de la violación a la constitución Ecuatoriana provocada por responsables de las noticias en Ecuador y deformación del caso.
La entrevista lejos de acosar a un hombre entregado a la causa de su pueblo, lo encendió en fogosidad discursiva y crítica. Criticó las cumbres que reúnen mandatarios para reuniones abstractas, a posar para la foto, a tratar los problemas decadentes del día, frases clichés: Tratemos temas de fondo como el bloqueo ilegal a Cuba o el neocolonialismo inglés sobre las Malvinas.
De manera magistral Correa entendió el desafío público y lo aceptó
Si partimos de que los medios están encarnados de la lucha ideológica contemporánea; entendemos que Correa se anotó un hit, al manejar magistralmente el medio que lo acosaba y lo aprovechó para exponer públicamente de manera sintética los logros en cinco años de gobierno de la revolución ciudadana y su avance en la reducción de la pobreza enfocada desde cualquier punto de vista.
Supo diferenciar el papel de un comunicador y un violador de la ley; entre opositores y luchadores por las causas progresistas; independiente de su parentesco supo ubicar con justeza el lado que defiende cada quien (Rafael y su hermano) El Libro se debería llamar, dijo sin sobresaltos: El mal hermano.
Los del medio de comunicación no resistieron la contundente argumentación de Rafael Correa y la confrontación de sus ideas con las concepciones de la verdad de otros: Mas que construir caminos, hospitales… para salir del subdesarrollo es más importante construir la verdad”.
Ante estas respuestas Ana Pastor y su panel (Luis Aispeolea, Marisa Cruz y otros) se resentían ofendidos con la claridad y el vigor de la expresión que emanaba del discurso de Correa y explotaban en cólera: ¡Quien hace las preguntas soy yo! Sostenía Ana Pastor. Lo que dice Correa me parece peligroso, insistía Marisa Cruz. Luis Aispeolea decía: Correa es un populista acostumbrado a que lo aclamen.
Por el contrario, Correa cordialmente saludó al medio y al presidente Rajoy y a los ciudadanos españoles y agradeció el espacio que le dan en España a la comunidad inmigrante ecuatoriana. También Correa saldó una deuda de honor que les corresponde hacerla a un medio público: decir la verdad. Los entrevistadores y el panel quedaron asfixiados del lado conservador de su concepción comunicológica. Mientras Correa les hacía ver la dominación ideológica que entablan las clases poseedoras de los medios, de los bancos y las organizaciones financieras capitalistas sobre los comunicadores. Que quedan condenados a no desprenderse del filisteísmo capitalista.
En resumen: el discurso de Correa fue un alivio después de tanta mentira que se ha publicado en muchos medios en torno a Gadafi, a Al-Assad, a Ahmadineyad, a Chávez, en torno al mismo Correa. Como dijo Rafael Correa: “Somos muy críticos, pero hablemos claro… en América Latina para salir del subdesarrollo debemos aprender a construir la verdad”.
Esta entrevista, casi debate que Correa sacó avante, es un pequeño preludio del derrumbe político de los imperialistas y sus lacayos en todos los lugares del mundo.
Enviado por su autor a Cuba coraje
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