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Pedro Martínez se ha fugado

lunes, 26 de diciembre de 2011
Por Acratosaurio Rex

La muerte es un asunto que en la vida, no tiene mucha importancia.
Mientras que hay cosas que repetimos una y otra vez, como qué sé yo, comer, dormir, defecar… Morir sólo se muere una vez en la existencia.
Por lo tanto, no es para tanto. He visto ya tanta muerte, que aprendes que es cosa que siempre le pasa a otro. Pero en esta ocasión he tenido una importante molestia cardiaca, porque el muerto es Pedro Martínez.
Mis condolencias a familiares y amigos. Me lo he encontrado en El
País, y aunque sabía que tenía que pasar, me ha desagradablemente
sorprendido.

Claro, yo no le conocía en persona humana. Nuestros caminos eran
paralelos. Íbamos al mismo sitio, cada cual por su lado. Sabía de su
existencia, eso sí, porque aquí y allí escuchaba comentarios sobre su
evolución. En fin, a Pedro le tocaron los genes, y minado por una
enfermedad decidió, antes de quedar recluido en un cuerpo inútil,
programar su fallecimiento.

Somos lo que hacemos, alguna vez lo he dicho. O por lo menos yo pienso que pensar no nos hace ser. Un perro que no puede orinar, morder, gruñir, oler, no es un perro. Una persona que no puede hacer aquello que desea, carece de libertad, y puede decirse que muere cuando esa función, la de actuar, falla. Cierto que millones de años de evolución nos han programado para sobrevivir, y para soportar lo inconcebible e insoportable. Así es, y cuando uno no ve salida a un problema, tiende a aceptarlo, a racionalizarlo, a acatarlo. En el caso de Pedro, hubo una salida, ya que sus amigos y familiares le ayudaron y apoyaron en todo momento. Una gran lección.

Gracias a ello, a la amistad, a la solidaridad y al raciocinio de
algunos profesionales sensibles, él ha podido evitar los límites de su
enfermedad, cuyo cuadro hubiera sido este: sondado por arriba y por abajo, inmovilizado mientras sus pulmones se encharcaban, y la anoxia pulmonar y cardiaca, la intoxicación hepática y renal, las heces en la cama, y las llagas y escaras minaban sus últimas y débiles defensas.
Consciente de todo hasta el último instante. Siento mucho ser tan
crudo, pero ese es el destino a que condenan las autoridades
religiosas, políticas y sanitarias a los enfermos terminales de largo
recorrido. Ya puede la familia,  movilizar mil veces el cuerpo
dolorido, que la condena es agonía de tercer y cuarto grado hasta
morir.

En fin. Pedro pudo evitar esa moralina (criminal) de vía estrecha,
jódanse señores de fauces sangrientas: Pedro se les ha escapado. Pudo decidir que todo había acabado, pudo ser libre y no estuvo solo. No es moco de pavo la cosa. Ahora su consciencia disgregada reposa bajo un nogal. Así que mucho ojo y respeto cuando caminéis por el monte. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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Pedro Martínez Collado 1977-2011

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/21/actualidad/1324491408_088...

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