LECORBUSIER - TIEMPOS MODERNOS
Hace
algún tiempo ya, visite el Valle de los Caídos en plan turista. Ese día
no
había mucha gente, solo una mujer con peineta en riguroso luto
militarizado
caminaba con su bastón en dirección al cabecero del crucero de la
basílica y
otra mucha gente anónima medio temerosa de ser descubierta en semejante
lugar.
Los operarios habituales de Patrimonio Nacional se afanaban por tener
todo
ordenado y limpio, como todos los días que la ocupación del templo lo
permitía.
Yo inicié mi recorrido entre la imponerte puerta metálica que “protege
de los
malos espíritus e ideologías extranjeras “este sacro-santo lugar.
Caminando
entre ángeles custodios que te hacen sentirte temeroso de Dios y una
representación pétrea de la Virgen de África me aproximé a la última
bancada pero
he aquí mi mala suerte que me escurrí ya que el pavimento pulido durante
décadas estaba completamente húmedo y no percibí que típico cartel
amarillo con
el pictograma de “precaución” El golpe retumbó como un eco interminable
en las
frías paredes del lugar y sobrecogió a los pocos “transeúntes” que allí
se
encontraban.
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