Buscar en este blog

Fidel: La estrategia de ruptura. El primer plan para la toma del poder (2)

martes, 30 de agosto de 2011
Compartimos la continuación de este estudio del historiador Felipe Pérez Cruz, cuya primera parte puede encontrar en este mismo blog:
Fidel: La estrategia de ruptura. El primer plan para la toma del poder (2)
Por Felipe de J. Pérez Cruz

Considero que los que vivimos el privilegio de ser parte de la patria socialista que Fidel Castro Ruz hizo humanidad,  los que hemos crecido en su magisterio, en medio del diálogo permanente que ha desarrollado con todas y todos; tenemos la misión sin dudas  hermosa, de proponernos continuar y profundizar esa relación pedagógica. La historia debe ser en este propósito un dinamizador consecuente, y los retos de biografiar a un héroe en vida, no son mayores que la necesidad de comunicarnos y aprender del Fidel que conocemos, el que se dibuja en la epopeya de un líder de pueblos y la trasciende. Tal es el propósito al continuar con esta segunda entrega [1].

El Fidel al que me referiré, lo conocí primero de los relatos apasionados de mi padre, un humilde trabajador de la construcción, que lo conoció desde la multitud, en un mitin de la ortodoxia.  De regreso de luchas y frustraciones, aquel obrero educado en las ideas socialistas, me contaba que el joven tribuno fue un relámpago que le sacudió profundamente. Desde entonces fue un consecuente fidelista. Pienso que no hay mejor homenaje al Comandante que el saberlo hecho carne, sentimientos y razón de nuestros padres, de los cubanos y cubanas que en los años cincuenta del pasado siglo, aprendieron a asaltar el cielo con su ímpetu de ejemplo.

Las opciones de Fidel

En 1950, Fidel Castro Ruz obtuvo el título de Doctor  en Leyes y la licenciatura en Derecho diplomático. Ya poseía toda una concepción revolucionaria completa, no solo en las ideas, sino también en los propósitos y en las formas en que pensaba que podían llevarse a la práctica en las  circunstancias de Cuba [2]. No obstante sentía que aún le faltaban  conocimientos. Y planea realizar estudios de postgrado –de economía política en especial-, fuera del país y en ese propósito se esforzará por obtener el diploma de Doctor en Ciencias Sociales, para estar en condiciones de lograr una beca [3]. Cuando le faltaban dos asignaturas de las cincuenta que debió cursar en dos años, “la impaciencia y el contacto con las realidades” [4], le hacen desistir del proyecto de estudios.

Al graduarse Fidel abrió un bufete con dos de sus compañeros de curso [5]. Su procedencia clasista, y los vínculos familiares de su esposa, le abrían la posibilidad de convertirse en un exitoso abogado de la oligarquía. Las “inquietudes” universitarias  -no sería la primera vez que ocurriría– podían proporcionarle un tránsito amable a la política tradicional, con un imperio siempre en busca de renovar sus figuras “de consenso”.  Se había independizado económicamente de su familia. Tenía la responsabilidad de una esposa y un primer hijo [6]. Pero las oportunidades del éxito burgués, no serían su motivación.

Como defensor de los derechos de los trabajadores y pobladores más humildes,  Fidel solo obtendrá una muy modesta retribución, lo mínimo para ofrecerle a su familia una vida digna y honrada.  Un pequeño apartamento, en la calle 23 No. 1511 entre 24 y 26, le será suficiente. Lo comparte además con su hermano Raúl Castro Ruz (1931), cuando este matricula en la Universidad, y con otros familiares cada vez que lo precisan.

La opción de servicio patriótico, llenará de contenido y sentido  definitivo la vida de Fidel. Asume su actividad profesional como un nuevo frente de lucha política. Los procesos legales en los que trabajará, los ve como combates que adelantan la tarea emancipatoria, por avanzar el propósito de llegar a las masas y construir una nueva alternativa revolucionaria, dando real utilidad revolucionaria al espontáneo apoyo popular que tenía el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) [7] , y en particular su carismático líder Eduardo Chibás y Ribas (1907-1951).

Chibás proponía un programa de nacionalismo y adecentamiento político administrativo, en medio del clima de Guerra Fría, histeria antisoviética y feroz cacería  de comunistas y elementos progresistas, que desde territorio de los Estado Unidos se extendía por las repúblicas latinoamericanas y caribeñas [8]. El entonces presidente de la República, Carlos Prío Socarrás (1903-1977) había sido desde su puesto de ministro del trabajo en el gobierno anterior, el más eficaz ejecutor de la represión macartista en Cuba [9] , con una cadena  de crímenes políticos a importantes dirigentes campesinos y obreros comunistas, el desalojo de la directiva revolucionaria de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) y la puesta en su lugar de elementos corruptos y pro patronales, la persecución a los militantes del Partido Socialista Popular[10] , el hostigamiento y cierre de sus locales y medios de propaganda [11] .

Fidel a pesar de su juventud, tiene la certeza política de hacer lo posible dentro de lo necesario. Ha aprendido con el Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895) que hay fines que de proclamarlos en lo que son, levantarían obstáculos demasiado grandes para lograr sobre ellos el fin. “Se rumoraba entonces que yo era comunista –recuerda-, palabra que despertaba muchos reflejos sembrados por las clases dominantes. Hablar entonces de marxismo-leninismo, e incluso en los primeros años de la Revolución, habría sido insensato y torpe” [12]. El programa de Chibás en el concierto nacional reformista que predomina entre los directivos del Partido Ortodoxo, era sin dudas una propuesta radical, suficiente para avanzar.

Consciente de que lo primero era romper el monopolio de la comunicación que dominaban los políticos burgueses, Fidel frecuenta con asiduidad las oficinas del Partido Ortodoxo en Prado 109, para contactar con dirigentes de base y militantes. Escribe cientos de cartas y conversa directamente con decenas de militantes. La joven figura pronto gana simpatía entre la militancia ortodoxa, y comienza a ser invitado como orador a las reuniones y mítines organizados por el Partido. Así emprende una intensa labor política en la que se multiplica, para exponer sus ideas de lucha contra la corrupción gubernamental, como primer paso en la búsqueda revolucionaria de la redención nacional. 

A Fidel le son útiles e importantes todos los espacios, tanto una pequeña reunión en una institución o un barrio, como un acto masivo. La fibra de orador que ya habían elogiado sus maestros jesuitas, se despliega ahora con la eticidad, la fuerza y el encanto lúcido que le convertirían en el carismático líder de multitudes que hoy conocemos. En particular se convierte en figura destacada en el seno de la Juventud Ortodoxa, organización integrada por una masa juvenil ansiosa de cambios radicales en la situación del país, cuyos más destacados articuladores coincidían con Fidel  en sus posicionamientos antiimperialistas y socialistas [13].

Carlos Rafael Rodríguez (1913-1997), dirigente del Partido Socialista Popular, había realizado un desprejuiciado análisis del momento ideológico por el que transitaban los jóvenes ortodoxos. Al referirse en Fundamentos, la revista teórica del PSP, a la Tesis publicada por la Juventud Ortodoxa en 1948, consideraba que esta reflejaba “el espíritu antiimperialista y las aspiraciones, todavía confusas, al socialismo de un sector importante de las juventudes cubanas” [14]. Y precisamente este va a ser el sustrato popular y rebelde en el que Fidel va a reclutar sus seguidores.

La conquista de Cayo Hueso

Fidel había comenzado la actividad política dentro del Partido Ortodoxo como delegado de Oriente, su provincia natal. La condición de hijo de un importante propietario y por tanto poseedor de “capital político electoral”, debió pesar en esa designación.  La postura ética del joven en contra de las componendas de la politiquería tradicional, le llevan a enfrentar al cacique ortodoxo Emilio Millo Ochoa (1907-2007), quien en sus aspiraciones de ganar la gobernación provincial, intentó pactar con los desacreditados partidos del momento. Fidel es el único de los 26 delegados de la provincia, que apoya el criterio de Chibás de oponerse a las componendas politiqueras a espaldas del pueblo,  y hace fracasar la propuesta de Ochoa. En venganza el cacique político no descansará hasta hacerlo cesar en su delegación. Despojado de  su condición de delegado, Fidel, sin la menor mella en su entusiasmo, recomienza en la en la capital su aspiración de ocupar una posición de liderazgo en el Partido. Se propone ser delegado por la provincia de La Habana, y para ello lo primero era conquistar la delegación de un barrio.

En el barrio proletario de Cayo Hueso [15]  el joven político se emplea a fondo. Junto a su compañero de ideas Gildo Miguel Fleitas López  (1920-1953) [16]  contactan con el joven Raúl R. de Aguiar Fernández (1922-1953) fundador de la ortodoxia en la localidad, y conformarán un novedoso equipo de trabajo. Copian los registros de afiliados a la ortodoxia del barrio –nombres y direcciones- y les envían cartas personalizadas a todos y todas. En las cartas Fidel les exhortaba a elegirlo delegado en los comicios primarios,   y esbozaba un sucinto programa sobre su proyección de salir electo. En poco tiempo visitó los numerosos solares –ciudadelas-, edificios multifamiliares y viviendas de la barriada, para conocer las necesidades del inmenso vecindario e intercambiar con sus habitantes. En su condición de abogado orientaba la solución de conflictos y se aprestaba a colaborar en su solución. 

La fórmula de proselitismo directo, sin ningún intermediario –“hombre a hombre”, definiría muchos años después- conmocionó a las y los humildes ciudadanos del lugar. Nada se parecía a los métodos de control electoral practicados por los sargentos políticos de los partidos tradicionales. Esa nueva modalidad introducida por Fidel le hizo captar una pujante y combativa fuerza electoral [17].

La labor desarrollada en Cayo Hueso la tuvo que realizar Fidel como adversario de Adolfo Torres Romero, barbero y delegado de la ortodoxia en el barrio. Recuerda Torres Romero como el joven abogado se hizo cliente de su barbería y visita habitual de su casa, y trató de persuadirlo para establecer una alianza de trabajo. Como en la generalidad de los partidos burgueses, Adolfito –así se le llamaba popularmente- ya tenía establecido su propio control entre los afiliados a la ortodoxia, vecinos, trabajadores de servicios  y comerciantes del lugar,  organización esta que respondía a una alianza preestablecida con los intereses de determinados caciques ortodoxos a nivel provincial.  La propuesta de Fidel rompía con el engranaje y las lealtades políticas que Adolfito tenía establecidas y este no estuvo de acuerdo con secundar al joven  Fidel.

El testimonio de Torres Romero en tanto adversario político de Fidel,  resulta muy significativo. Sentía afecto por la osadía de aquel  joven que sin ningún aval de los políticos consagrados, ni maquinaria política, se había propuesto alcanzar una nominación de delegado y ganarla. Le recomienda que fuera para otro barrio y que si podía lo ayudaba, pero Fidel persiste en su empeño, y lo hace de manera transparente, con limpieza de pensamiento y método. “Cuando me vine a dar cuenta tenía perforado el barrio con las iniciativas de él, de visitar a la gente, el contacto directo con los vecinos: esa es la verdad”, afirma Adolfito [18]. 

La muerte de Chibás

Eduardo Chibás muere el 16 de agosto de 1951,  a consecuencia del disparo suicida que se había realizado once días antes. La Universidad habanera, génesis de sus primeras luchas, lo acoge para rendirle su último tributo [19]. El sepelio fue impresionante, miles de cubanos y cubanas llenan las calles habaneras hasta la necrópolis de Colón. Desde la noche anterior Fidel propone a la dirección ortodoxa dirigir aquella enorme masa hacia el Palacio Presidencial y tomarlo. En ese objetivo Fidel se había pasado toda la noche respondiendo preguntas de los reporteros radiales, ha expuesto al detalle las razones y argumentos que sostenía Chibás contra Prío y sus secuaces. Su objetivo es preparar los ánimos del pueblo para acciones radicales.

En criterio del joven revolucionario, a la muerte de Chibás, existía un gobierno desorganizado y lleno de pánico, un ejército desmoralizado y sin ánimos para reprimir a aquella masa. Consideraba que de dar el golpe de masas no habría resistencia por parte del gobierno y sus fuerzas represoras [20].  La propuesta de Fidel no es aceptada por los directivos ortodoxos.

El liderazgo que irradiaba Fidel preocupó a los directivos burgueses y oligárquicos que habían copado la dirección del Partido Ortodoxo, con particular fuerza tras el suicidio  de Chibás. La creciente hostilidad de varios políticos de la ortodoxia no le hace desistir de sus propósitos. Ya dispone de un espacio radial. Son quince minutos diarios en la emisora Radio Álvarez, que alcanzaba solo la capital y algunas de sus poblaciones cercanas, y que el joven tribuno utiliza de manera eficiente. Era frecuente que Fidel fuera colocado entre los últimos oradores, y el coro de voces de sus seguidores tenía que obligar su presencia en las tribunas. 

Contra los represores

En tanto Fidel crece en su actividad política, su historia hasta el momento circunscrita a la Universidad, va abriéndose al pueblo con nuevos hechos de arrojo.  Así lo recuerda Torres Romero en medio de las balas, cuando la soldadesca, la policía y los pandilleros, la emprenden contra una manifestación popular que se había formado en L y 9, en el Vedado, frente al edificio donde vivía y trabajaba Chibás. “Vi a Fidel dentro de esa manifestación, estaba indignado, protestaba, caminaba de un lado para el otro. En ese mismo instante empezó el tiroteo  contra nosotros, contra el pueblo, e hirieron a un trabajador ortodoxo…Es como si lo viera en una fotografía”, afirma Adolfito [21].

Muchos otros participantes de aquella manifestación confirman el relato, a pesar de que Chibás pedía cordura para evitar la masacre que ya había comenzado el asesino Rafael Salas Cañizares (-1956) –entonces teniente de los carros patrulleros-,  a tiro de los gánster de Rolando Masferrer Rojas (1918-1975),  Fidel se negaba a abandonar el lugar. Una foto del joven discutiendo en abierto desafío con el general Quirino Uría, jefe de la Policía, vestido de traje de campaña, dejó para la historia aquellos tensos  momentos.

El anuncio del aumento del pasaje de ómnibus en la ciudad de La Habana, origina grandes protestas, una de ella fue un mitin en la escalinata universitaria el 5 de septiembre, donde Fidel es uno de sus oradores. Al finalizar el acto, en Belascoaín y San Lázaro un grupo de los participantes fue agredido salvajemente por los tripulantes del patrullero que estaba al mando de Salas Cañizares. Carlos Rodríguez, humilde obrero de 25 años y militancia ortodoxa, recibió tan brutal golpeadura, que horas más tarde moriría. Fidel acusa de asesinato ante los tribunales al comandante de la policía Rafael Casals y a Salas Cañizares, y ratifica su postura en un artículo que publica en el periódico Alerta [22].  Con la constancia que le caracterizaba,  lleva adelante la acusación, y a pesar de las reticencias de quienes no deseaban que avanzara el proceso, el 4 de marzo de 1952, Fidel logró que finalmente encausaran a los dos militares,  en un juicio en el que  la sanción podía llegar a ser de 30 años de prisión [23].

La primera autodefensa

En noviembre de 1951, Fidel es detenido en Cienfuegos,  cuando realizaba una de sus últimas actividades como dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) [24]. Había acudido a la ciudad junto con su compañero Enrique Benavides Santos, en solidaridad con los estudiantes del Instituto de Segunda Enseñanza que protestaban contra la arbitraria política del Ministro de Educación del gobierno de Carlos Prío Socarras (1903-1977). La fuerte presión de los estudiantes y el pueblo cienfueguero que rodean la penitenciaria provincial, y la denuncia que desde La Habana hace Chibás, obligan a  decretar la libertad provisional de los dos dirigentes de la FEU. Antes de partir hacia la capital Fidel envió una carta abierta a los pobladores de la sureña ciudad donde ratificaba su solidaridad con la causa de los estudiantes, denunciaba los manejos del ministro, y criticaba la actitud grosera y represiva del capitán jefe del Ejército que lo había hecho prisionero [25] . 

A principios de diciembre  Fidel y Benavides Santos regresan a la ciudad de Cienfuegos, para responder ante el Tribunal de Urgencia. Tanto Chibás como el Partido Socialista Popular les habían designada abogados  a ambos jóvenes, pero Fidel no quiere perder la oportunidad  de  hacer uso del título que recién acaba de obtener, y se aprestó a realizar su autodefensa. Cuentan que su alegato dedicó muy poco a responder las débiles acusaciones que le hacía el jefe militar de ser los instigadores de los “disturbios” –de las manifestaciones estudiantiles- que se había producido en la ciudad. Centró  su discurso en la denuncia de la política del gobierno auténtico. La sala del tribunal, abarrotada de público estuvo en tenso silencio mientras el joven exponía. Con admiración –y no poco estupor- los cienfuegueros escuchan las osadas acusaciones de Fidel.

 “La  característica de aquella autodefensa –describe Benito A. Basada compañero de aulas y luchas de Fidel, que actuó en el juicio como defensor de Benavides Santos- es el valiente ¡Yo acuso! de Fidel. Pronuncia una alocución violenta, apasionada denuncia contra la política corrupta del régimen de Prío: la falta de garantías constitucionales, la malversación de nuestras riquezas, el asalto a los sindicatos por pandilleros y otros males que sufría Cuba”. [26].  

La denuncia de Fidel y la ganada fama  represiva que tiene el Tribunal de Urgencia, hacen temer a Basada en una sanción, y le comenta esta posibilidad a Fidel: “No importa la suerte que corramos, Benny, estas verdades había que decirlas” [27], responde sereno y confiado. Luego de deliberar media hora, los jueces del Tribunal de Urgencia de Cienfuegos por mayoría –uno emite un voto de sanción- deciden liberar de cargos a los dos acusados.

La batalla contra Prío

Fidel Castro se propone reivindicar las denuncias de Eduardo Chibás sobre la corrupción gubernamental, y desde comienzos de 1952, intensifica sus imputaciones sobre los negocios fraudulentos de la camarilla que desgobierna el país.  La lección de Chibás presionado hasta el suicidio  por no poseer las pruebas de las corruptelas que revelaba, fue asimilada por Fidel. Antes de hacer público sus cargos, se dedicó con paciente perseverancia, durante meses  -exponiéndose  al peligro de ser sorprendido en el intento-, a localizar una a una las pruebas que sustentarían jurídicamente sus denuncias [28]. Junto a Fleitas López, en estas tareas también le colaboraba José Luis Tasende (1925-1953) [29]  y otros jóvenes  ortodoxos.

El 28 de enero, publica Fidel una estremecedora acusación: “…cuando Chibás lo acusó de estar emprendiendo grandes negocios de compras de edificios de apartamentos en Estados Unidos, el presidente se cubrió el rostro ruborizado como una virgen vestal limpia de pecado y pedía la excomunión del indecente fiscal... La naturaleza de los hechos denunciados en cada una de esas ocasiones imposibilitó la presentación inmediata de las pruebas reclamadas. Se trataba de voceros de opinión y no de abogados… pues bien vengo hoy a denunciar en todos sus aspectos una de las más grandes inmoralidades del Dr. Prío Socarrás, que por sí sola es capaz de invalidarlo del respeto y la consideración de la ciudadanía”.

El joven termina el artículo con un “Yo acuso al Presidente Prío” de cinco puntos: otorgar el indulto a un delincuente con la obtención en pago de varias fincas propiedad del recluso, violar las leyes laborales con jornadas de 12 horas de trabajo en sus fincas, utilizar como fuerza de trabajo gratuita a clases y soldados del Ejército, fomentar el latifundismo con la consolidación de propiedades que había realizado, competir con deslealtad con otros productores, persiguiendo el agio y la especulación. Fidel emplaza al Presidente a que le responda [30].

Las acusaciones que Fidel realiza de manera directa contra el Presidente Prío Socarras, conmocionan la nación [31]  en entregas récord del periódico Alerta, en lunes casi consecutivos [32]. El 4 de marzo publica la demostración de que el gobierno subvencionaba a los grupos gansteriles. Prueba como desde la nómina del propio Palacio Presidencial, se destinaban 18 mil pesos mensuales para  pagar a los pandilleros responsables de numeroso desordenes y crímenes políticos [33]. Nunca antes se había sustanciado una acusación contra los gobernantes auténticos en forma tan convincente. No hubo ni podía haber respuesta por parte del gobierno, pues los hechos de corrupción eran irrefutables.

A Fidel acuden los pobladores de los barrios marginales de La Timba y sus alrededores, en peligro de ser expulsados por los intereses del fabuloso plan de urbanización donde surgiría posteriormente el complejo de edificios públicos y el memorial de la hoy Plaza de la Revolución [34]. El jugoso negocio daría a Prío varios millones de pesos en ingresos ilícitos. En marzo de 1952, el joven abogado tenía completo el protocolo en que demostraría los tortuosos manejos del Presidente para desalojar por la fuerza a los humildes residentes.

En vísperas del Golpe de Estado

Fidel logra sus propósitos de promoción política en el seno de la ortodoxia. El creciente apoyo que se nuclea a su alrededor, determina que sea designado  para integrar las listas de candidatos a la Cámara de Representantes, con vistas a las elecciones generales que debían celebrarse el  1 de  junio de 1952, pero a diferencia de la inmensa mayoría de los candidatos, los objetivos de Fidel  trascendían el horizonte de las elecciones. El ser electo al parlamento le permitiría retomar la labor de denuncia y movilización política de Chibás, pero a diferencia del líder auto inmolado, la visión del joven revolucionario,  educada en la articulación de las experiencias de la historia combativa cubana, de las ideas martianas y marxistas, le había puesto en condiciones de diseñar una  estrategia de ruptura.

Fidel comprendía que la dirigencia burguesa de la ortodoxia, no estaba en condiciones de realizar los cambios que el pueblo demandaba, y pronosticaba una nueva frustración para las masas. La comprensión de que no era posible volver una y otra vez por los caminos trillados del electoralismo burgués, lo separa tanto de los nacional reformistas, como de los marxistas de la época. Su proyecto ya se definía por adelantar la definitiva liberación nacional. Era una estrategia de ruptura con el neocolonialismo y el capitalismo, con un definido horizonte socialista.

La opción inmediata que prepara se ajusta a las posibilidades del momento histórico:  lanzar un programa revolucionario, utilizar la tribuna parlamentaria para movilizar al pueblo y organizar un levantamiento popular revolucionario para la toma del poder [35] : Rebelión de obreros, trabajadores, campesinos, estudiantes, maestros, profesionales, sectores medios, donde también incluía a los soldados, entre quienes sus denuncias de explotación por parte de la camarilla de Prío, comenzaban a  crearle cierta ascendencia [36].

La campaña comunicacional que Fidel realiza, la constante labor de agitación y propaganda, de educación  revolucionaria, no dejan lugar a dudas de la prioridad que le otorga al frente de la lucha ideológica. Lo que dice y hace el joven líder,  demuestra su conciencia de la necesidad de disputar y ganar la hegemonía moral e ideológico-cultural en el seno del movimiento social. Y esta para el no es una tarea táctica, resultaba una labor de continuidad estratégica.

Fidel  tenía plena seguridad del camino emprendido. Pasado más medio siglo, sigue convencido de la validez de este primer plan para la toma del poder político: “Nadie habría podido impedirlo”, reafirma [37].

Sobre cómo se precipitan los acontecimientos, Fidel recuerda: “Pude intuir y profundizar las intenciones golpistas de Batista. Lo denuncié a la dirección y les pedí utilizar la hora dominical que tenía Chibás para hacerlo.  “Investigaremos”, me respondieron. Dos días más tarde comunicaron: “Hemos indagado por nuestras vías y no existe indicio alguno.” Pudo evitarse el golpe y no se hizo nada [38]. Determinados celos, rivalidades, mediocridades e ingenuidades me impidieron hacer la denuncia por aquella tribuna tan prestigiosa e influyente. Medio un factor subjetivo en los acontecimientos adversos” [39].

El 10 de marzo de ese año, se produjo el Golpe de Estado realizado por el dictador Fulgencio Batista y Zaldívar (1901-1973). Para quienes su estrategia política pasaba por un cambio electoral en los marcos demo burgueses, incluso los que defendían el programa popular y socialista del primer partido comunista,  el cuartelazo representó un duro revés.

Para Fidel la dictadura  no era un mal deseable, como sabemos intentó detener a los conspiradores. El plan que había diseñado para llegar al poder no podía realizarse,  pero la ruptura del sistema de la democracia representativa y la violación de la Constitución de 1940, esencialmente, solo cambiaban el escenario de realización de su proyecto liberador. El Golpe le impone un nuevo camino, habría que rebelarse contra el Ejército, para realizar los mismos principios y fines. Es que a la fecha, Fidel Castro Ruz era ya el único sujeto  político que  tenía elaborada una nueva estrategia de ruptura, para conducir a Cuba a su definitiva liberación nacional. Recordemos que por entonces aún no había cumplido los 26 años.

Notas

  1. Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Fidel: La forja de un joven revolucionario (I), Rebelión, 19-08-2011, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=134291&titular=fidel:-la-forja-de-un-joven-revolucionario
  2. Frei Betto: Fidel y la religión: Conversaciones con Frei Betto, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1985, p 162; Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román: Fidel: De Birán a Cinco Palmas, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2006, p 91.
  3. Para obtener la beca precisaba de alcanzar tres títulos universitarios.
  4. Frei Betto: Fidel y la religión: Conversaciones con Frei Betto, Ob. cit.
  5. Jorge Azpiazo y Rafael Resende.
  6. En 1948 se casa con Mirtha Díaz-Balart, con quien tiene su hijo Fidel en 1949.
  7. Escisión del Partido Revolucionario Cubano (auténtico). El 19 de mayo de l947, Eduardo Chibás fue designado presidente del nuevo partido.
  8. Además del tristemente célebre Comité de Actividades Antiamericanas de la Cámara de Representantes,  en 1950 el Congreso de loa Estados Unidos aprobó la creación de una Comisión de Control sobre Actividades Subversivas con el propósito de “vigilar” las actividades comunistas en Estados Unidos. En esta situación (febrero de 1950), el senador Joseph Raymond McCarthy lleva la histeria anticomunista al clímax, con las  acusaciones sobre una infiltración comunista masiva en el Departamento de Estado y en el Ejército del país norteamericano. En Cuba el presidente
  9. Me refiero a impronta anticomunista del ya citado  Joseph Raymond McCarthy.
  10. Nombre que adoptó el Partido Comunista de Cuba en 1944
  11. Ver: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba: Historia del Movimiento Obrero Cubano, Editora Política; La Habana, 1985, p 167 y siguientes; Angelina Rojas Blaquier: primer Parido Comunista d Cuba, tomo II,  Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2009, p 159 y siguientes.
  12. Fidel Castro Ruz: Reflexiones del Comandante en Jefe. Chibás al cumplirse 100 años de su natalicio, 27 de agosto del 2007.
  13. Ver: El pensamiento ideológico  y político de la juventud cubana: Tesis de la Comisión Nacional Organizadora de la Sección Juvenil del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos). Editado por la Secretaría de Propaganda, La Habana, otoño  de 1948,
  14. Carlos Rafael Rodríguez: “El pensamiento de la Juventud Ortodoxa”, en  Letra con filo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1983, p 75.
  15. En la época un barrio de unas 39 manzanas de modesta urbanización, en una superficie de 26 hectáreas.
  16. Se conocían desde las primeras incursiones del estudiante del Colegio Belén por el circundante barrio obrero de La Ceiba, donde vivía Fleitas López 
  17. Marta Rojas: Adolfito, el barbero de Fidel, en Aldo Isidrón del Valle: Antes del Moncada, Ob. cit., p 41-43; Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román: Fidel: De Birán a Cinco Palmas, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2006, 85-86.
  18. Ídem. ant.
  19. Elena Alavez Martín: Eduardo Chibás en la hora de la Ortodoxia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1994, p 65.
  20. Fidel Castro Ruz: Reflexiones del Comandante en Jefe. Chibás al cumplirse 100 años de su natalicio, Ob. cit.
  21. Ident. ant.
  22. Fidel Castro Ruz Más vale morir de pie, Periódico Alerta, La Habana, 11 de septiembre de 1951.
  23. Ver: William Gálvez: Crónicas de la lucha revolucionaria en Cuba. Fidel y Raúl el 10 de marzo de 1952, La Jiribilla. Revista Cultural Cubana, La Habana, Año IX
  24. La Habana, 2010.
  25. Aldo Isidrón del Valle: Antes del Moncada, Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 1989, p 228-231; Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román: Fidel: De Birán a Cinco Palmas, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2006, p 109 y siguientes.
  26. Fidel Castro Ruz: Carta Abierta  al pueblo de Cienfuegos, Periódico La correspondencia, Cienfuegos, 14 de noviembre de 1951.  
  27. Aldo Isidrón del Valle: Antes del Moncada, Ob. cit., p 230.
  28. Ídem. ant.
  29. Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román: Fidel: De Birán a Cinco Palmas, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2006, p 122.
  30. Joven que trabajaba en el Colegio de Belén, con el que estableció desde entonces una sólida amistad.
  31. Fidel Castro Ruz: Prío rebaja la función de nuestras fuerzas armadas,  Periódico Alerta, 28 de enero de 1952; Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Editora Política,  La Habana,  1985, p 4.
  32. Más tarde Prío y sus secuaces intentarán inculpar a Fidel de haber socavado la credibilidad del gobierno con sus denuncias, y por tanto haber contribuido al Golpe de Estado.
  33. Ver: Fidel Castro Ruz: 34 fincas compradas en una sola provincia, Periódico Alerta, 11 de febrero de 1952.
  34. Mario Mencía: El grito del Moncada, Editora Política, La Habana, 1985, p 31-32; Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román: Fidel: De Birán a Cinco Palmas, Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2006, p 122-123
  35. Ignacio Ramonet: Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet, Ob. cit., p 144
  36. Frei Betto: Fidel y la religión: Conversaciones con Frei Betto, Ob. cit., p 170.
  37. Fidel Castro Ruz: Reflexiones del Comandante en Jefe. Chibás al cumplirse 100 años de su natalicio, Ob. cit.
  38. Fidel Castro Ruz: Reflexiones del Comandante en Jefe. Chibás al cumplirse 100 años de su natalicio, Ob. cit.
  39. Ignacio Ramonet: Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet, Ob. cit., p 126

0 comentarios:

Publicar un comentario

Seamos el cambio

Con la tecnología de Blogger.
 

Buscar en:

Entradas populares