Por Oscar Barrantes Rodríguez
Vencer es vivir y el pueblo venezolano y su líder de la Revolución Bolivariana fulguran en el nuevo amanecer de América porque ya han escalado la cima del Chimborazo y vencen la muerte disfrutando del fruto de los semerucos.
El tránsito por el cosmos está plagado de peligros y el camino de la revolución es más empinado, agreste, ríspido y tempestuoso aún. Al emprender la andadura de la emancipación, de la rebeldía, del combate por la utopía se adquiere un compromiso, una responsabilidad histórica, la disposición al sacrificio ante el entorno proceloso, arisco, hostil y despiadado del orden establecido.
No obstante, los principios de lucha plasmados y crecientes en la pedagogía revolucionaria, a lo largo de generaciones, nos ilustran guiándonos y preparándonos para una práctica óptima, suprema y categórica, basada en la probidad, la humildad, la autocrítica y en una conducta superior.
Los sueños, la voluntad, el entusiasmo, la osadía, la ansiedad, el coraje y la determinación, el proyecto; pueden llevarnos al sacrificio, al arrojo y al desprecio de la propia existencia. Comprendiendo perfectamente que derramar la sangre y dejar el último suspiro en acción es la apoteosis de la militancia.
En verdad la evocación nos ilumina y emociona con un colosal monumento de tributo al heroísmo, la bravura, a la trayectoria ejemplar y a la estatura humana.
“De ver el tamaño de los hombres nos entran los deseos irresistibles de imitarlos” escribía José Martí en julio de 1881en una revista de Caracas. Tal dimensión engrandece más la talla de quienes como Hugo Rafael Chávez Frías supo comprender el consejo de Fidel, al exhortarlo a poner un alto en sus ingentes tareas de gobernante y revolucionario y velar por su salud. Un acto de amor, de responsabilidad, de disciplina, de vida, de revolución.
Que maravilloso presenciar, encontrarnos con vivencias humanas de la excelsitud, ternura y hermandad como la acontecida, con ese nuestro Fidel Castro Ruz el asimilado superhombre del Zaratustra de Nietzsche, el santo, el oloorun, el profeta, el Babalú Ayé, el revolucionario, el alma de un pueblo gigante, impetuoso, solidario, inexpugnable y que amamos como es el pueblo cubano; vanguardia de socialismo porque entiende que dar sin esperar nada a cambio es la vida, es socialismo, es paz, es presente en paradigma y es futuro.
Esa es la hermosura de la revolución a la que todos pertenecemos porque en ella confluyen todos los derechos inalienables de la humanidad y se proyecta en bondad y unidad. Es razón médica y razón amorosa como lo expresa bellamente Hugo en la proclama del 30 de agosto al pueblo venezolano y al mundo.
Como lo catalogara Fidel en la reflexión publicada el 03 de Julio de los corrientes “Una declaración brillante y valiente [...] digno mensaje [...] el paciente ha librado una batalla decisiva de la que ha salido victorioso”
La Presidenta de Argentina Christina Fernández en un mensaje de aliento le dijo a Hugo: “Estas en el mejor lugar del mundo de donde podes estar” y lo ratificó Rosario Murillo; Primera dama de Nicaragua: “Estas en las mejores manos del mundo, la medicina cubana”.
¡Salud camarada! ¡Salud Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías! Desde las vibraciones más sentidas de nuestros corazones revolucionarios hemos mantenido una eclosión de energías y sentimientos, de optimismo y esperanza, en estos momentos aciagos y azarosos surgidos en su impostergable y trascendental quehacer al lado del verdadero pueblo venezolano.
Estamos con ese pueblo venezolano consciente que sin ambigüedades ni temores se definió socialista, con sus aprehensiones y soportando impertinentes amenazas de las degradadas castas oligárquicas y la reacción internacional, en momentos de penetrantes emociones, de intimidad y de prueba ante la adversidad intempestiva.
Abrazamos la Revolución Bolivariana, al compañero presidente Hugo Rafael Chávez Frías y al pueblo venezolano que cosecha y siembra a la sombra de los semerucos en la cima del Chimborazo.
Oscar Barrantes Rodríguez
San Ramón-Costa Rica
Julio 04 de 2011.
Imagen agregada tomada del Blog de Fidel Ernesto Vásquez I.
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