En las últimas décadas las Universidades están pasando por un proceso de expansión física que ha contribuido a que la educación universitaria haya dejado de ser un privilegio de una pequeña minoría. No se puede negar que expandir la educación superior es un objetivo noble, pero la realidad de la Universidad es muy diferente de lo que proclaman los estamentos oficiales sobre la igualdad de oportunidades y la justicia social.
Las universidades están orientándose por prioridades conformadas por las necesidades de los grandes negocios. Están reconstruyéndose para ofrecer a las corporaciones la investigación académica y los trabajadores cualificados que necesitan para ser rentables. Esto conlleva que estén pasando de ser instituciones eruditas a convertirse en centros de lucro.
En todo el mundo se está presionando a las universidades (sin que éstas opongan mucha resistencia) para que hagan esta transformación. Dicho cambio es parte de un proceso económico-político de dominación mucho más amplio conocido como Neoliberalismo, el cual intenta sujetar todos los aspectos de la vida social a la lógica del mercado, y hacer de todo una mercancía que se pueda poseer privadamente y vender y comprar. Con este proceso en marcha a los académicos y otros miembros del personal universitario se les niega cada vez más la oportunidad de buscar el conocimiento per se, y la oportunidad de entender las necesidades educativas y de otro tipo de los estudiantes, que también son víctimas (de hecho, las principales víctimas) de la subordinación de las universidades a las prioridades del mercado.
Muchos gurús del neoliberalismo mantienen que una de las fuerzas principales que gobierna la economía mundial es el capitalismo del conocimiento: tendencia a generar nuevas ideas y convertirlas en productos y servicios que los consumidores desean. Esto viene a ser una versión moderna de lo que a finales del s.XV hicieron los “descubridores” de América con los nativos americanos, tratando de cambiarnos cosas inútiles y sin sentido por nuestra aquiescencia con el orden establecido.
La actual era del capitalismo global es una era de intensa competición internacional. Cada una de las empresas está sometida a presión constante para reducir los costes elevando la productividad de sus trabajadores, ellos suele depender de la inversión en técnicas más avanzadas. El neoliberalismo en la Educación Superior significa que esta lógica de la competición se interioriza profundamente en la manera de funcionar de las universidades. Esto sirve para asegurar que enseñan a un número creciente de estudiantes y que llevan a cabo investigaciones cada vez más vitales con el menor costo posible.A causa de esta eterna competición y, sobre todo, de la codicia desmedida, las grandes corporaciones han reducido costos para aumentar sus beneficios. Esta reducción ha supuesto el cierre de muchos de sus laboratorios de investigación (en realidad y como todos sabemos, esto es un efecto menor de lo que esta reducción de costos ha supuesto pero es este efecto el que nos interesa en esta entrada), paralelamente han instado al Estado a que se encargue de este trabajo a través de las Universidades. Obviamente, en un sistema en que la interconexión existente entre las corporaciones y los Estados es gigantesca no se puede esperar otra cosa que no sea el acatamiento por parte de los gobiernos de las órdenes de las grandes empresas como ya ha sucedido en multitud de ocasiones a lo largo de la historia (por ejemplo, durante el s.XX el Estado asumió la labor de asegurar que la fuerza de trabajo y su descendencia tuviera buena salud y educación siendo a partir de ese momento mucho más eficientes y totalmente serviles).
Todo este afán investigador volcado en las Universidades ha dado como resultado que la enseñanza se convierta en algo muy secundario contribuyendo el hecho de que cada vez más son los propios alumnos de doctorado (los peones de la investigación) los que se encargan de dar las muchas de las clases para poder, así, pagar sus propios estudios. Además día a día los licenciados o graduados presentan un menor espíritu crítico o una carencia total de él. También se ha perdido todo viso democrático en estos centros, puesto que la lógica de la competición es totalmente contraria a ello, siendo el modelo de gestión de negocios el marco de referencia en la vida académica.
Así, otra gran contribución de la lógica neoliberal en las Universidades ha sido la creación de toda una masa de mano de obra barata y precaria. Cada vez más los estudiantes se ven forzados a endeudarse para poder formarse (lo de formarse es un decir) circunstancia ésta que les lleva a trabajar en aquello que sea necesario y con las condiciones que sean para poder devolver los préstamos (muchos de los cuales son llamados becas con toda la cara del mundo).
En definitiva, las Universidades han perdido todo el sentido que se les suponía en la formación de personas intelectualmente preparadas para reflexionar críticamente sobre la sociedad y poder, así, contribuir con su labor a una mejora que repercutiera en toda esa sociedad. Por el contrario, se han convertido en centros de adoctrinamiento en los que se premia el individualismo y la competitividad. Unos centros en los que se realiza el trabajo oscuro en el que se cimenta el sistema capitalista y de consumo y en los que de manera fundamental se ayuda a reproducir una clase dominante.Es por esto que es imprescindible reconstruir el modelo de enseñanza superior (en realidad todo el sistema educativo debería ser reconstruido) para que realmente sean las Universidades los centros en los que las personas se formen de manera plena y crítica y no sólo como peones con aspiraciones dentro del sistema.
Fuente: Quebrantandoelsilencio
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