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24 de febrero: ejemplo y continuidad

viernes, 25 de febrero de 2011
Por Rosa C. Báez

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Hoy participé en un pequeño pero memorable acto… en el simbólico Parque Central de esta Capital se reunían, casi despuntando el sol, Historiadores, Combatientes de nuestras gestas libertarias, jóvenes, adolescentes, niños, junto a mujeres y hombres solidarios de muchos países y algunos turistas que miraban asombrados a los que allí nos encontrábamos reunidos.

Un homenaje floral a los pies de la estatua del Apóstol, de manos de jóvenes estudiantes que llegaban a los pies de Maestro escoltados por dos Combatientes, dio inicio al patriótico acto, que continuaba con un poema que todos, en voz baja, repetíamos:

“[…] El que la estrella sin temor se ciñe,
Como que crea, ¡crece!
¡Cuando al mundo
De su copa el licor vació ya el vivo;
Cuando, para manjar de la sangrienta
Fiesta humana, sacó contento y grave
Su propio corazón; cuando a los vientos
De Norte y Sur vertió su voz sagrada,
La estrella como un manto, en luz lo envuelve,
Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
Se oye que un paso más sube en la sombra” m[…].

Dos breves discursos -más que discursos los llamáramos soflamas- aguijonearon nuestros espíritus: dos voces, dos generaciones, dos cubanos dignificaban el significado de este día en que conmemorábamos el 24 de febrero de 1895, fecha que abrió una nueva página en las luchas por la independencia de Cuba. Fue Martí su inspiración y guía, porque como dijera Felipe Pérez Cruz, Presidente del Comité Provincial de la UNHIC en La Habana, Martí organizó y dirigió el primer levantamiento antiimperialista de nuestro hemisferio y del mundo cuando alertaba en lo que hoy es considerado su testamento político: “mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.

Hoy su obra, su verbo encendido, su ejemplo, fue reencarnado en un joven adolescente, el actual Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria del Municipio Centro Habana, que también exhortaba a sus compañeros a continuar perfeccionando la obra de la revolución, a defenderla al precio que fuera necesario.

Hoy, en momentos en que arrecian las campañas mediáticas gestionadas y dirigidas por el Imperio; en momentos en que se intenta subvertir nuestro orden constitucional -aprobado por la casi totalidad de los cubanos- con burdos llamamientos a “revueltas”, a “levantamientos” supuestamente pacíficos, se hacen más firmes que nunca las palabras de Fidel en su histórico alegato “La Historia me absolverá”: “[…] somos cubanos, y ser cubanos implica un deber, no cumplirlo es crimen y es traición”.

Hoy se levantó el pueblo de la capital: hoy se levantaron sonrisas, hoy levantaron su puño cerrado estudiantes, historiadores, vecinos, visitantes, cuando corearon entre aplausos las palabras de Felipe: 

¡Viva Cuba” ¡Viva Raúl! ¡Viva Fidel!
Patria o Muerte, ¡¡Venceremos!!

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