En momentos en los que el transfuguismo se ha hecho habitual, no es impertinente aportar algunas ideas y puntualizaciones al tema.
La palabra siempre ha sonado fea y es lógico. Siempre se ha asociado a las peores lacras sociales, a los peores intereses, a la traición y a la falta de principios.
La real academia de la lengua define tránsfuga como la persona que “pasa de una ideología o colectividad a otra”; como “la persona que con un cargo público no abandona este al separarse del partido que lo presentó como candidato” y finalmente como el “militar que cambia de bando en tiempo de conflicto”.
Pero, ¿Es siempre criticable el transfuguismo? ¿Es siempre condenable? ¿Es siempre lo mismo? No. No lo creemos. No terminamos de abandonar la perversa costumbre de simplificarlo todo como una papilla oligofrénica más fácil de digerir para el pueblo. Es así como lo tratan los medios en un torpe afán de parecer “neutrales” cuando evidentemente no lo son.
Lo criticable no es que una persona cambie de ideología. Lo criticable es que lo haga por razones que no sean de conciencia. Lo criticable no es que alguien no renuncie a una diputación, senaduría o alcaldía luego de cambiar de partido. Lo criticable es que aun pensemos que los representantes se deben a los partidos y no a la ciudadanía que lo elige. Lo criticable no es que un militar cambie de bando en medio de un conflicto. Lo criticable es que un militar en medio de un conflicto, y habiéndose dado cuenta de que su lado no tiene el derecho, la razón y la justicia, no lo haga.
De lo que se trata es de honor, de responsabilidad, de conciencia. Valores que parecen haber pasado de moda.
John F. Kennedy, en su obra “rasgos de valor” (“Profiles in courage”) hace una antología de políticos que tomaron decisiones heroicas, contra la marea y muchas veces al costo de sus carreras políticas. Podrían llamarse tránsfugas.
Lo criticable no es que se vaya, es que quien se vaya lo haga por dinero, o por un cargo, o por una prebenda. Que se venda…que venda su conciencia…
No es criticable y nunca lo será quien en medio de la contienda política cambia de lado por defender su honor, o el honor de su familia, o la razón, o el derecho, o la justicia…
Eso, lejos de ser “alta traición”, es patriotismo…
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