Zapatero debe ser cesado (y procesado) cuanto antes. Sin perder un día más para evitar derramamiento de sangre. Pues, cuando una suficiente masa crítica de españoles pase más hambre que los retratados del Prado, estallará la Gran Indignación, y todos los políticos, los pepotes, los sociatas, los nazis de taifas y demás bisagras, acabarán con las cabezas más abiertas que el coño de la princesa linotipista: las hordas descontroladas, enfurecidas, los van a linchar. Y bien que se lo habrán ganado unos y otros, matarifes y ejecutados.
Yo, a pesar de que sólo dispongo de una cabeza, por acuerdo tácito de peluqueros y sombrereros, viril la apuesto denunciando a este cara de chapa que, para asegurarse en el poder, estafó a los españoles ocultando la crisis económica durante todo el año anterior a las Generales de 2008, lo que nos sumió en una sima de imposible escape, sima que marca hoy las diferencias en paro, miseria e indignidad entre España y el resto de Europa; denunciando que despilfarró luego fondos de los que no disponía en esperpénticas quimeras de incitación al embarazo, o de arrancado de hormigones y bordillos en perfecto uso; y denunciando que, esclavo lamedor del escroto del representante de los Financistas de la Sinagoga en España, Don Emilione Botín, regaló a los bancos un potosí que todos los hispanistaníes habremos de escotar mediante impuestos abundantes como cuernos de lisiado en los próximos cincuenta años.
España está económicamente intervenida —políticamente, lo está desde 1978—, y legisla al dictado de sus acreedores.
Dan por hecho que los españoles no tenemos límite en nuestra capacidad para aguantar abusos. Y porque creen saber que, en este califato partitocrático español, el único castigo que se les impondrá, por graves que sean sus delitos, es perder el poder al final de la legislatura. ¿Y qué les importa eso? Les basta con esperar unos años —medrando en las autonomías— a que el otro partido, la única alternativa, lo haga aún peor para volver al poder a seguir esquilando las ovejas del rebaño. Y la demostración es que el mismo partido de Felipe González, el de Filesa, el del GAL, aquél capaz de nombrar Director de la Guardia Civil a un tipo como el huidizo salteador de presupuestos, Roldán, haya vuelto al Gobierno del Estado, aunque sea votado por indocumentados, sinvergüenzas y, muy especialmente, por la intersección de ambos conjuntos, militantes y ensopados.
En 1897, a tenor de la grave crisis desatada por el asunto de Cuba, Sagasta le vino a decir a Cánovas, Presidente del Consejo de Ministros a la sazón, que gobernase bien o se largara. Aquello, como es sabido, era todo una farsa, ya que la alternancia en el poder de ambos partidos estaba pactada a cal y canto desde aquellos acuerdos de El Pardo. Lo que el Partido Liberal buscaba era proteger la estabilidad del Régimen ante una grave crisis, simulando recoger la voz de los discrepantes dentro del propio sistema.
Como, en el Califato del Hispanistán, la única posible alternativa a este cínico caradura es el seseador gallego con cara de pan sin vender.
Candidato del partido que nos metió a contravía en la guerra de Irak —a pesar de la oposición expresada en manifestaciones callejeras por millones de españoles, incluidos curas y monjas que los votaron—, nuestra exigencia de dimisión en bloque de toda la caterva socialista debe ir acompañada del amenazador requerimiento a los restos del franquismo nacional católico, al Partido Popular —que, aunque ácratas y demócratas no nos acerquemos a las urnas, ganará las últimas elecciones pre-democráticas de Hispanistán—, de apoyar incondicionalmente la democracia formal, y la devolución del control político a la ciudadanía para iniciar un proceso constituyente que nos lleve a una digna III República, libre de timos autonómicos y agravios comparativos disfrazados de singularidades étnicas o lingüísticas.
Fuentes:
http://acratasnew.blogspot.com/2011/01/el-pucherazo-del-ppsoe.html
http://acratasnew.blogspot.com/2011/01/dimision-y-proceso-judicial-contra.html
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