Por Freddy Yépez
Para
Marx y para Engels, los artistas eran seres especiales como los
maestros eran los proletarios intelectuales. Para Lenin y Trotsky,
igualmente, los artistas eran seres especiales. Partiendo de ese
criterio es que me atrevo a escribir algo que se corresponda –como
contenido- con el título de este artículo de opinión. Freiligrath era un
extraordinario poeta muy admirado por Marx, pero éste lo criticaba
cuando daba opiniones políticas que se salían de la realidad. Máximo
Gorki fue un excelente literato muy admirado por Lenin, pero éste lo
criticaba cuando caía en las ficciones de querer crear un nuevo Dios
para hacer posible el socialismo. Sin embargo, nunca ni Freiligrath ni
Gorki dejaron de ser tratados como seres especiales por los grandes
maestros del proletariado mundial.
La
mayoría de los artistas –digamos- ampliamente conocidos en el país y
que viven de respetables salarios, llamaron a votar en contra del
camarada Chávez. El problema, en esencia, no se centró en una
argumentación contra el socialismo sino, simple y llanamente, en salir
de Chávez porque lo consideran un dictador enemigo de los artistas y,
especialmente, desde que no permitió darle una nueva concesión a Radio
Caracas Televisión.
Es
necesario entender que los artistas son personas de carne y hueso como
cualquier otra que incursione en otro ramo de la vida social.
Generalmente, no son políticos pero la realidad les lleva, de manera
inevitable, a incursionar en la política o, por lo menos, a emitir
opiniones políticas. Los artistas también tienen su concepción de mundo.
Mucho y desde tiempo inmemorial lo han debatido a través de sus
expresiones artísticas. Que unos estén al lado de la visión capitalista
de la vida y otros de la visión del socialismo y algunos no compartan ni
lo uno ni lo otro (mezclando cosas de aquí y de allá), no es la
gravedad del asunto. El artista, por lo general, es más individualista
que colectivo. Su arte lo induce a ello. El pueblo, igualmente, tiene su
visión en relación con los artistas aunque no se haya leído ningún
texto de la estética. Son múltiples y variadas. Por ejemplo, sin ser ni
estudioso ni crítico de las artes, admiro a Beethoven pero no entiendo
ni pío de música clásica pero sí de mexicana y de vallenato, por lo cual
me desvivo por escuchar a Vicente Fernández (mexicano) y a Jorge Oñate
(colombiano). Más de un camarada –más en broma que en serio- me ha dicho
que soy chabacano en eso del arte totalmente ideológico, como lo es la
música. En verdad, en este país existen sitios públicos, donde la comida
y la bebida son costosísimas, en que solicitar se coloque música
vallenata es ganarse la mirada de desprecio de casi todos los
presentes. Bueno, no es fácil salir de las costumbres y hábitos que nos
han sido impuestos por el capitalismo como cultura.
Antes
de la elección del 7 de octubre, pude escuchar o leer con mucha
atención las opiniones de muchos artistas venezolanos que estaban
cuadrados con la candidatura de Capriles Radonski. Fueron muy duros en
sus análisis, emitieron conceptos que no se ajustan a la verdad,
hicieron críticas demoledoras contra el proceso bolivariano o el
socialismo sin que muchos de ellos, y espero me perdonen si no es
cierto, jamás se hayan interesado por estudiar la ciencia de la historia
de la lucha de clases, por lo menos, desde 1789 en adelante y, mucho
menos, los textos esenciales del marxismo. Nunca me atreví a escribir
contra ninguno de ellos, por eso de comprender que son seres especiales y
lo son, igualmente, porque millones y millones de personas del pueblo
en este mundo no sólo desearían desenvolverse en un régimen de vida
socioeconómico como lo hace la generalidad de los artistas sino que,
igualmente, desearían tener, por lo menos, sus niveles de conocimientos
en el ramo en que se desempeñan.
Algunos
artistas, valiéndose de sátiras, satanizaron al camarada Chávez para
buscar votantes en el conglomerado del pueblo que es, en definitiva, el
más grande de los artistas cuando desarrolla sus capacidades creativas
en esos momentos en que se inspira para hacer valer las razones de sus
sueños de justicia y libertad. En verdad, como nunca antes los artistas
han gozado de un sistema político que les permite desenvolverse haciendo
las críticas más destructivas que se conozcan en la historia política
venezolana contra un Presidente. Si no lo creen, revisen la historia
cuando gobernó el general Juan Vicente Gómez y busquen la lista de
presos en las cárceles de Venezuela por criticar al hombre de La Mulera y
del bigote muy poco imitable.
Es
verdad que la creación espiritual requiere de libertad pero ésta,
igualmente, necesita del respeto a los demás, a los que le rodean, a los
que piensan distinto.
Quienes
pretendan que de la noche a la mañana un Gobierno abra todas las
compuertas de la sociedad para que no tengan necesidad de duras
obligaciones, se equivocan. El marxismo, a través del camarada Trotsky,
nos enseña que la cultura se alimenta con la savia de la economía y se
necesita excedentes materiales para que crezca, se complique y se afine.
Mientras este mundo siga siendo dominado y determinado por el
capitalismo salvaje, no habrá manera posible de conquistar una humanidad
en que todos sus componentes entren definitivamente bajo la luz de la
creatividad espiritual satisfecha todas sus necesidades materiales
fundamentales. Un Gobierno revolucionario no sólo respeta a los artistas
sino que, igualmente, les permite libertades para que desarrollen sus
tendencias pero los artistas, también, deben entender a los pueblos que
tienen sueños de conquistar un régimen económico social que los lleve a
vivir los verdaderos rasgos de la justicia social.
En
mi humilde juicio y sin crítica alguna, todas las revoluciones
proletarias o socialistas –incluyendo la grandiosa Revolución Rusa del
inolvidable Octubre de 1917- se han equivocado con eso de nombrar
ministros de cultura, porque ésta implica todas las actividades
económico-sociales de una nación o de un pueblo o de una sociedad, lo
cual resulta imposible dirigir por una sola persona o un equipo reducido
a un determinado Ministerio. Las revoluciones deben crear un Ministerio
para las artes, que se ocupe sólo de ellas y establezca relaciones de
armonía con todas las corrientes artísticas sin tener que recurrir a la
coerción o la imposición de dictados gubernamentales. Las artes son una
expresión muy sensible, muy dada a llevar conciencia a las masas, bien
en favor o en contra de una determinada causa político-ideológica. Por
algo, los marxistas han aceptado que “… el desarrollo del arte es la
prueba más alta de la vitalidad y de la importancia de una época”, como
lo dijera el camarada Trotsky. Sin embargo, ni los artistas de la
Oposición ni los artistas que están de lado del proceso bolivariano,
debieran [dejar de] saber y no olvidar que en una transición de un modo
de producción a otro, el Gobierno no puede abrir a todo lo largo y ancho
sus piernas para que con el argumento de que los artistas son seres
especiales quieran hacer lo que les venga en gana sin tomar en
consideración las obligaciones del Estado para con el pueblo que anhela
liberar de la esclavitud material y espiritual.
No
invoco a que los artistas de la Oposición cambien de opinión o de
comportamiento, como lo hace de color el camaleón, de la noche a la
mañana en relación con el Gobierno del camarada Chávez. No, eso nunca.
Que sigan haciendo sus críticas pero con peso de argumentos y no por
reacciones biológicas o por intereses exclusivos de carácter monetario
individual.
Lo
que sí es valedero solicitar a los artistas de la Oposición es que
tomen en cuenta que la mayoría del pueblo que se expresó a través del
voto el 7 de Octubre en las urnas electorales, lo hizo por el camarada
Chávez para ser reelegido como Presidente de la República. Y eso lo digo
sin menospreciar para nada a los 6 millones 500 mil personas
(venezolanos y venezolanas) que no comparten el proyecto que lidera el
camarada Chávez y que es necesario que el Gobierno tenga en
consideración para la elaboración de políticas revolucionarias en la
transición del capitalismo al socialismo.
Por
lo demás y por ejemplo, lo digo con franqueza, cada vez que don Vargas
Llosa escribe con sus dones de literato, lo leo y me maravillo de sus
enseñanzas sobre las artes, pero cuando lo hace de política, para
dictarnos cátedra de su antichavismo o antifidelismo, también lo leo
pero me repugna su demostración por falta de argumentos doctrinarios
convincentes y su testimonio de afecto por un régimen (el capitalista)
que niega la creación espiritual a los pueblos sometiéndolos a durísimas
y precarias condiciones de vida material.
*Periodista venezolano, publica habitualmente en Aporrea.org.
Imagen
agregada RCBáez (sobre foto a Mural a la entrada de Macanillas, Estado
Falcón, ARTE EN LA CALLE, de José Leonardo Chirinos)
Bueno, cuando había boletos para el metro
Hace 1 día
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